martes, 9 de enero de 2018

364. Buscadores

Juan 12:20-36 RVC
20 Entre los que habían ido a la fiesta para adorar había algunos griegos.
21 Éstos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y entre ruegos le dijeron: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»
22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
23 Jesús les dijo: «Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado.
24 De cierto, de cierto les digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, se queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
25 El que ama su vida, la perderá; pero el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para vida eterna.
26 Si alguno me sirve, sígame; donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.
27 »Ahora mi alma está turbada. ¿Y acaso diré: “Padre, sálvame de esta hora”? ¡Si para esto he venido!
28 Padre, ¡glorifica tu nombre!» En ese momento vino una voz del cielo: «Lo he glorificado, y volveré a glorificarlo.»
29 La multitud que estaba allí, y que había oído la voz, decía que había sido un trueno. Pero otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
30 Jesús les dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por ustedes.
31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora será expulsado el príncipe de este mundo.
32 Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.»
33 Con esto Jesús daba a entender de qué muerte iba a morir.
34 Pero la gente le respondió: «Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. Entonces, ¿cómo puedes decir que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?»
35 Jesús les dijo: «Por un poco más de tiempo la luz está entre ustedes; mientras tengan luz, caminen, para que no los sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas no sabe por dónde va.
36 Mientras tengan la luz, crean en la luz, para que sean hijos de la luz.» Dicho esto, Jesús se fue y se ocultó de ellos.


Esta sección empieza con unos griegos buscando a Jesús y termina con Jesús escondiéndose de la multitud. Bastante extraño. Entremedio, Jesús habla de su muerte y tiene una dura confrontación con la multitud, que no pasa a mayores porque simplemente se esconde de ellos, pero que podía terminar muy mal, y el Padre habló desde el cielo, suceso que, de acuerdo a lo que podemos leer en los Evangelios, solo había ocurrido durante el bautismo de Jesús. Evidentemente nos encontramos con un suceso muy peculiar, que empezó por unos griegos buscando a Jesús.

Propiamente, con este episodio “concluye” el ministerio público del Señor en el Evangelio de Juan, porque lo que sigue, a partir del capítulo 13, es la última cena y los episodios en torno a la crucifixión y resurrección. De nuevo, el “principio del fin” se desató por unos griegos buscando a Jesús.

Ni los discípulos ni mucho menos los judíos podían entender lo que este tan “insignificante” hecho implicaba. ¿Qué podía ser más común que unas personas que habían venido a la fiesta, adonde debían estar según la Ley, quisieran ver a este Maestro? ¿Cuánta gente leemos que se acercó a Jesús; rompiendo el techo, escondiéndose entre la multitud, subiéndose a un árbol, aproximándose afligido y necesitado? Este podía ser un episodio como tantos.

Pero Juan, que relató en su Evangelio solo algunos momentos muy seleccionados del ministerio de Cristo, eligió por inspiración del Espíritu este suceso aparentemente insignificante. Estaban pasando varias cosas en ese momento y ya todo estaba preparado para el desenlace, pero estos extranjeros, buscadores incansables del verdadero Dios, quienes se habían convertido dejando a un lado su compleja cultura y elaborada filosofía al Dios de un pueblo extraño, los judíos, rebeldes y apartados de los otros pueblos, buscando ahora al Enviado de ese mismo Dios, fueron “demasiado” para el Señor: ya no podía mantener el mensaje encerrado en un pequeño país de los costados del imperio romano.

Felipe y Andrés tuvieron un serio problema, que la mujer sirofenicia, que al final de cuentas vivía limítrofe con Israel, se acercara al Maestro, vaya y pase. Que los samaritanos recibieran la predicación del mensaje, bueno, podían tolerarlo, al final de cuentas, algo de sangre judía tenían. Que los romanos que vivían en Israel creyeran, también tenía su lógica. Pero ahora están estos extranjeros, que venían de muy lejos, ¿acaso Jesús los recibiría? ¿Les daría a ellos el mensaje que Dios había destinado desde el principio para SU PROPIO PUEBLO?

La buena noticia fue que no solo los recibió, sino que además dio inicio a la “última fase” de su ministerio, muy traumática para los discípulos pero que muy pronto permitiría que no solo esos griegos, sino que todas las personas del mundo escucharan el mensaje. Y esa fase implicaba muerte.

¡Dios no pudo “soportar” a estor buscadores incansables! Él mismo tuvo que hablar desde los cielos para anunciar lo que muy próximo estaba por ocurrir.

Mateo 7:8 RVC
8 Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.

Había dicho Jesús unos años atrás, y Sus discípulos pensaban que se refería a las bendiciones materiales o provisión divina. Pero en había otro significado más profundo y mucho más importante: el que pide revelación divina para alcanzar la salvación SIN DUDAS que la recibirá, el que busca al verdadero Dios SIN DUDAS lo encontrará, al que llama a la puerta del Palacio del Rey SIN DUDAS se le abrirá. Todos, también aquellos a quienes no se les había anunciado en un primer momento.

El corazón del Padre es misionero desde todo punto de vista, y es imposible que deje de responder a la búsqueda sincera de alguien. Es más, fue esa misma búsqueda de estos ignorados griegos la que “desató” la etapa final del cumplimiento de la profecía. Mateo, Marcos y Lucas no lo pudieron ver así, pero Juan, reflexionando durante más tiempo, se dio cuenta por el Espíritu de la importancia de este hecho.

Cuando hay corazones que lo buscan, Dios moverá literalmente cielo y tierra (¡tiene el poder para hacerlo!) para que lo encuentren. Es más, si literalmente “cielo y tierra” se están moviendo, como ocurrirá dentro de no mucho tiempo, es porque hay corazones que lo están buscando, aunque se hallen engañados y en error en este momento y lo busquen “a tientas”, en la oscuridad de las tinieblas en las que viven.

Nosotros tenemos que tener los ojos espirituales bien abiertos para ver como Jesús vio; un hecho que sería de lo más común y desapercibido resultó fundamental. Así lo entendió y así lo anunció, y el Padre lo afirmó. ¡Señor, ayúdanos a ver!

Pequeños buscadores en lugares olvidados están moviendo la mano del Padre, ¿nos moveremos nosotros también en consonancia?


Danilo Sorti




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