martes, 9 de enero de 2018

363. Sólo con pocos…

1 Samuel 13:11-15 RVC
11 pero Samuel le dijo: «¿Qué es lo que has hecho?» Y Saúl respondió: «Me di cuenta de que el pueblo estaba desertando y, como tú no venías y los filisteos estaban reunidos en Micmas,
12 pensé: “Ahora los filisteos van a venir a Gilgal para luchar contra mí, y yo no he implorado la ayuda del Señor.” Así que me armé de valor y ofrecí el holocausto.»
13 Pero Samuel le dijo a Saúl: «Lo que has hecho es una locura. No obedeciste lo que el Señor tu Dios te ordenó hacer. Si hubieras obedecido, el Señor habría confirmado para siempre tu reinado sobre Israel.
14 Ahora tu reinado no durará mucho. El Señor ha buscado un hombre que actúe como a él le agrada, y ya lo ha escogido para que reine sobre su pueblo, ya que tú no pudiste obedecer lo que él te mandó.»
15 Enseguida, Samuel se levantó y se fue de Gilgal a Gabaa, tierra de Benjamín. Luego Saúl contó a la gente que estaba con él, y vio que eran como seiscientos hombres.


La verdad es que el panorama no estaba para nada bueno. Saúl había cometido otro grave error y recibe la terrible noticia de que su reino no duraría. El profeta se va enojado y Saúl se queda con un puñado de hombres para hacer frente a un gran ejército.

Siempre tendemos a ver las cosas que hacen lo grandes hombres y mujeres de Dios en la Biblia de una manera positiva, pero eso no deja de ser un erro, solo Uno fue perfecto en todo lo que hizo, y creo que aquí Samuel, enojado con justa razón, cometió un error: él pensó que abandonaba a Saúl a su suerte, quizás con la esperanza de que los filisteos hicieran picadillo de rey y así quedara el camino allanado para buscar un nuevo y mejor gobernante. ¡Qué fácil que hubiera sido todo! No habríamos tenido en la Biblia la historia de Amalec, ni la de unción de David, ni de los largos años que pasó huyendo de Saúl, ni de las guerras que hubo hasta siete años después de que Judá lo coronara rey para lograr la unificación de Israel. Realmente, ¡de cuánto nos hubiéramos ahorrado!... ¡y cuántos pasajes maravillosos de la Biblia NO HABRÍAN SIDO ESCRITOS!

Bueno, en definitiva, el profeta chinchudo pega media vuelta y se va refunfuñando todo el camino a casa… mientras Israel estaba a un ápice de ser transformada en esclava y volver a la época de los Jueces. Samuel no hizo nada para ayudar a la nación en esta oportunidad, su enojo personal pudo más; la continuidad de Israel como nación libre e independiente estaba en juego y el profeta se quedó enroscado en su propia bronca. Eso me hace acordar a lo que piensan algunos cristianos cuando protestan contra determinado gobierno, deseando sin decirlo que ocurra algún tipo de hecatombe que lo quite al momento… sin importar como quede el país mientras tanto.

De acuerdo, no seamos tan duros con Samuel, el que esté libre de ese pecado que le tire la primera piedra…

Pero Dios siempre está por sobre todo, así que ahora le iba a dar a Israel y al mismo Samuel una importante lección: ¡Dios no tiene favoritos! Basta con que alguien esté dispuesto a obedecerle y Él hace maravillas, sea quien sea, y la historia de los Jueces lo demuestra (de paso, ¡Samuel debía conocer bien esa historia!)

Veamos el panorama. Saúl no era el mejor rey, sus inicios no fueron para nada espectaculares, pero era la autoridad que Israel había elegido y que Dios había puesto, y había promesas allí. Los enemigos que enfrentaba Saúl no eran los enemigos “de Saúl”, eran los enemigos de Israel, y no era broma. Tecnológicamente los superaban; ellos tenían armas de hierro y los israelitas, de bronce, la mitad de resistentes. Debido a una hábil estrategia geopolítica los filisteos habían impedido que los israelitas desarrollaran la tecnología del hierro.

Además, a Saúl se le habían ido la mayoría de los hombres, muchos escondidos en las cuevas al ver el ejército enemigo, y por si fuera poco, había incluso israelitas que estaban en las mismas filas enemigas (bueno, David también estaría allí tiempo más tarde). Bueno, cualquier estratega estaría haciendo las negociaciones de paz para obtener una derrota lo más honrosa posible. Cualquiera menos el único hombre de fe que había en ese momento, y que no era Samuel precisamente:

1 Samuel 14:1-7 RVC
1 Entonces Jonatán, el hijo de Saúl, le dijo al criado que le llevaba las armas: «Ven, vamos a pasar al otro lado, a la guarnición de los filisteos.» Pero de esto nada le dijo a su padre,
2 que se encontraba bajo un granado en Migrón, en el extremo de Gabaa, acompañado de unos seiscientos hombres.
3 El efod lo llevaba Ajías hijo de Ajitob, que era hermano de Icabod hijo de Finés, el hijo de Elí, sacerdote del Señor en Silo. Nadie en el pueblo sabía que Jonatán se había ido.
4 Jonatán procuraba llegar a la guarnición de los filisteos pasando entre los desfiladeros, pero en ambos lados había dos peñascos agudos, conocidos como Boses y Sene;
5 uno de ellos estaba situado al norte, hacia Micmas, y el otro al sur, hacia Gabaa.
6 Entonces Jonatán le dijo a su escudero: «Ven, vamos a pasar a la guarnición de estos incircuncisos, y espero que el Señor nos ayude. Para él no es difícil vencer al enemigo con muchos hombres o con pocos.»
7 Su escudero le respondió: «Haz todo lo que tienes pensado hacer. Adelante, que estoy contigo y te apoyo en todo.»


Hermanos, ¡esto no es sensato! ¿Qué iban a hacer dos contra un ejército tan numeroso y tecnológicamente más avanzado? Además, ¿acaso el acobardado ejército israelita irían en su ayuda? Cualquiera diría que Jonatán estaba cometiendo suicidio, pero entonces tendríamos un problema, porque el suicidio no es la voluntad de Dios y algo pasó después:

1 Samuel 14:8-15 RVC
8 Y Jonatán le dijo: «Acerquémonos, para que nos vean esos hombres.
9 Si al vernos nos dicen que los esperemos aquí, entonces nos quedaremos y no subiremos.
10 Pero si nos dicen que vayamos a donde ellos están, vayamos; ésa será la señal de que el Señor los ha entregado en nuestras manos.»
11 Salieron entonces de su escondite, para que los vieran los filisteos que estaban en la guarnición; y éstos, al verlos, dijeron: «Miren, ¡los hebreos ya están saliendo de las cuevas donde estaban escondidos!»
12 Y desde la guarnición les gritaron: «Vengan acá, con nosotros. Queremos decirles una cosa.» Entonces Jonatán le dijo a su escudero: «Ven, sígueme, que el Señor los ha puesto en manos de Israel.»
13 Y subió Jonatán, trepando con manos y pies, y seguido por su escudero, y empezó a luchar contra los filisteos; a los que caían delante de él, su escudero los remataba.
14 En esa primera lucha mataron como a veinte hombres, en un espacio reducido.
15 Entonces el pánico se apoderó de todo el campamento, en el campo y en toda la guarnición; y cuando lo supieron los espías, también se llenaron de miedo; y el pánico aumentó porque hubo un temblor de tierra.


Al momento de escribir este artículo conocimos la noticia del suicido de dos líderes evangélicos latinoamericanos. Y junto con la noticia fuertes “advertencias” contra “juzgar” tal actitud. Más noticias de suicidio se harán públicas con el tiempo y cuando se lea este artículo. Y no, el suicidio no es de Dios y no se van al cielo, y Jonatán nos demuestra la actitud correcta. Su situación era realmente desesperada y no había escapatoria, más aún porque el “hombre de Dios”, Samuel, los había abandonado por su propia rencilla contra Saúl. Pero él tuvo la verdadera fe que se sobrepone a lo humanamente imposible:

“Entonces Jonatán le dijo a su escudero: «Ven, vamos a pasar a la guarnición de estos incircuncisos, y espero que el Señor nos ayude. Para él no es difícil vencer al enemigo con muchos hombres o con pocos.» Su escudero le respondió: «Haz todo lo que tienes pensado hacer. Adelante, que estoy contigo y te apoyo en todo.»”

Perdón, no fue un solo hombre, fueron dos, uno muy conocido, Jonatán, y otro desconocido para nosotros pero no para Dios, su escudero. Fue un equipo, pequeño, lo más pequeño que un equipo puede ser, pero equipo al fin. Estos dos tenían muy buenas razones para cometer suicidio, y en el fondo no tenían toda la fe suficiente como para creer que inevitablemente vencerían: “espero que el Señor nos ayude”, pero fue suficiente como para que el Señor hiciera algo.

Ahora bien, humanamente la acción de estos dos era despreciable. Es cierto, mataron a veinte en un corto tiempo, pero, ¿qué son veinte comparados con los miles que había en el ejército filisteo? ¿Acaso los filisteos, cuando se dieron cuenta de lo que pasaba, no podían juntar una guarnición y rodear a esos dos atrevidos? Por supuesto que sí. Pero lo que pasó después tuvo claramente connotaciones espirituales, profundamente espirituales, por lo que nos damos cuenta que la acción de estos dos valientes fue profética, un verdadero acto profético y no una avanzada militar:

13 Y subió Jonatán, trepando con manos y pies, y seguido por su escudero, y empezó a luchar contra los filisteos; a los que caían delante de él, su escudero los remataba.
14 En esa primera lucha mataron como a veinte hombres, en un espacio reducido.
15 Entonces el pánico se apoderó de todo el campamento, en el campo y en toda la guarnición; y cuando lo supieron los espías, también se llenaron de miedo; y el pánico aumentó porque hubo un temblor de tierra.

Pánico, חָרַד, kjarád, “temblar con terror, apresurarse con ansiedad”. Esto no es miedo o inquietud, esto es mucho más. La misma palabra en castellano es definida por el Diccionario de la Real Academia como: “Dicho del miedo o del terror: Extremado o muy intenso, y que a menudo es colectivo y contagioso.” Es decir, no solamente alude al más extremo miedo que una persona pueda tener, sino que además es contagioso y compartido por muchos. ¿Cómo podían pasar en veinte minutos (suponiendo un muerto por minuto) de la euforia de una victoria segura al pánico de una espantosa derrota… en mano de nada más que dos hombres? No es lógico. Es espiritual.

Lo que hicieron Jonatán y su escudero, en clara y osada obediencia a la voz de Dios, fue una acción profética que abrió los cielos y derrotó al principado que animaba a los filisteos y amedrentaba a los israelitas: ellos fueron al centro mismo de su confianza, en donde residía su esperanza y su poder, es decir, su ejército tecnológicamente más avanzado y preparado, y probablemente más grandes y fuertes físicamente.

Al matar esos veinte, número que simboliza la redención, es rescate, se estaba produciendo en realidad una guerra espiritual en los aires que venció al espíritu que dominaba la situación, y Dios mismo selló con Su aprobación ese acto humanamente irracional, al mandar un terremoto.

Los pueblos de la antigüedad sabían que los terremotos eran señal de ira divina, la gente del presente explica la causa física de los terremotos a través de los movimientos de placas tectónicas y con eso cree que ya sabe todo lo que tiene que saber de ellos, pero se ha olvidado que hay un mundo espiritual que gobierna sobre el mundo físico. Se darán cuenta cuando sea muy tarde.

1 Samuel 14:15-16 RVC
15 Entonces el pánico se apoderó de todo el campamento, en el campo y en toda la guarnición; y cuando lo supieron los espías, también se llenaron de miedo; y el pánico aumentó porque hubo un temblor de tierra.
16 Desde Gabaa de Benjamín los centinelas de Saúl vieron cómo la multitud de filisteos corría desconcertada de un lado para otro, en completo desorden.

1 Samuel 14:19-23 RVC
19 Y mientras Saúl hablaba con el sacerdote, el desorden que había en el campamento de los filisteos iba en aumento. Entonces Saúl le dijo al sacerdote: «Espera, no la traigas.»
20 Y Saúl reunió al pueblo que estaba con él, y fueron al campo de batalla, y allí vieron que los filisteos estaban tan confundidos que unos a otros se atacaban con sus espadas.
21 Además, los hebreos que desde hacía mucho tiempo habían vivido entre los filisteos, y que luchaban en su ejército, se pusieron a favor de los israelitas y se pasaron al bando de Saúl y Jonatán.
22 Lo mismo pasó con todos los israelitas que estaban escondidos en los montes de Efraín: cuando supieron que los filisteos huían, también bajaron a perseguirlos.
23 La batalla llegó hasta Bet Avén, y así salvó el Señor al pueblo de Israel.

Luego del acto profético que ganó la victoria en los aires, fue necesario ganar la victoria en la Tierra, mejor dicho, no “ganarla”, sino “hacerla efectiva” porque ya estaba ganada. Rápidamente, el pueblo que parecía invencible, con una tecnología y preparación superior, con una estrategia avanzada, con informantes claves entre sus filas, quedó no solamente derrotado sino humillado de tal forma que unos a otros se mataron. Todo eso por el acto profético de dos valientes, ilógico en la mente humana, pero perfectamente lógico en la mente de Israel. Tiempo después, David usaría la misma fe para derrotar al gigante, con resultados similares.

Sólo con pocos Dios puede hacer grandes cosas. Pero los muchos también fueron necesarios para sellar la victoria en la Tierra, pero no para pelear la batalla en los aires.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario