Éxodo 23:27-30 RVC
27 Haré que mi terror te preceda, y que en
todo pueblo donde entres su gente tiemble delante de ti, y que todos tus
enemigos se dobleguen ante ti.
28 Delante de ti enviaré a la avispa, para
que a tu paso despeje a los jivitas, cananeos e hititas.
29 No los echaré de tu presencia en un año,
para que la tierra no se quede desierta ni aumenten contra ti las fieras
salvajes.
30 Los echaré de tu presencia poco a poco,
hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.
Jueces 3:1-2 RVC
1 Éstos son los pueblos que el Señor dejó
para poner a prueba a todos los israelitas que no habían sabido nada de las
guerras de Canaán.
2 El Señor los dejó sólo para que los
descendientes de los israelitas aprendieran a pelear y enseñaran a quienes no
habían combatido.
Colosenses 3:5 RVC
5 Por lo tanto, hagan morir en ustedes todo
lo que sea terrenal: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos
deseos y avaricia. Eso es idolatría.
Hay una estrategia de conquista que el Señor
le dejó a Moisés y el pueblo de Israel, que debían seguir cumpliendo hasta
ocupar toda la tierra. Esa misma estrategia, en el ámbito personal, se repite
en las cartas del Nuevo Testamento: “hagan morir” dice Pablo, y del contexto de
todas sus recomendaciones no se supone que haya sido “en un instante” sino a lo
largo de un proceso, si bien en ese proceso hay “instantes” en los cuales un
hábito o pensamiento malo es definitivamente cortado.
Ahora bien, con Leviatán no es diferente.
Vimos en Job 41 que no hay otro igual a él en la Tierra, pero nuestro Dios está
en los cielos y Él lo ha vencido, y Su victoria ahora es nuestra. Pero no deja
de ser extremadamente poderoso y astuto, por lo que si alguien piensa que lo
puede vencer de una vez y definitivamente en su vida, está en un gran error.
En inglés hay un dicho: “¿Cómo se come un
elefante? –Un bocado a la vez.” Y cada idioma y país tiene el suyo para decir
lo mismo, sin embargo me pareció adecuada esta expresión porque el “elefante”
es parecido en tamaño al “Leviatán” que nos relata Job 41; es muy grande.
El problema con el señor orgullo (Leviatán)
es que además de ser un problema en sí mismo, es muy engañoso, extremadamente,
por eso solemos pensar que ya hemos obtenido una victoria significativa sobre
él cuando en realidad solo hemos avanzado un corto trecho. Veámoslo desde el
punto de vista positivo: un pequeño avance es mejor que ningún avance, y lo más
probable es que solo avancemos de a cortos trechos, no más.
Es la misma verdad que el Señor nos dejó en
la historia de la conquista de Israel: hubo diferentes momentos. Moisés peleó
con reyes que estaban “en la periferia” de la Tierra Prometida, eso fue
importante porque le dio una base de recursos, dos tribus y media pudieron
dejar sus familias allí y concentrarse en la batalla. La conquista de Jericó
pudo haber sido algo relativamente pequeño en relación con la cantidad de
territorio que faltaba, pero fue por demás de significativo para que Dios
demostrara Su poder y Su participación en la campaña. El episodio de Hai fue
traumático pero al final hubo una victoria y un gran aprendizaje. El acuerdo
con los gabaonitas pudo haber sido visto como una derrota, pero en realidad el
Señor tenía otros planes y eso dio lugar a la mayor avanzada militar que hubo
sobre todo el territorio.
Con todo, aún faltaba bastante territorio por
conquistar, pero eso correspondería a otra generación, ¡y no es diferente con
Leviatán! La revelación, unción, poder, manifestaciones de gracia que ha
recibido una generación de parte de Dios son maravillosas y no deben ser
perdidas, tal como le pasó a Israel en los tiempos posteriores, durante la
época de los Jueces. Pero con todo lo maravilloso que puedan haber sido los
tiempos pasados, son necesariamente incompletos.
Es muy común entre muchos ámbitos cristianos
quedarse “anclados” a determinada forma de Evangelio o mensaje o líderes que
ministran conforme lo que recibieron en un momento, pero que no avanzaron más
allá. Seguimos olvidándonos que Leviatán es un monstruo formidable, que no hay
otro como él sobre la Tierra…
Las conquistas del pasado nos permiten
avanzar rápidamente sobre determinadas formas de orgullo: las podemos
identificar fácilmente y sabemos cómo combatirlas, porque otros lo aprendieron
y nos lo transmitieron. ¡Gloria a Dios por eso! Pero aún queda más, y ese
terreno “nuevo”, o relativamente nuevo, es el desafío. No quiero decir que
nadie haya “estado allí” antes porque lo más seguro es que sí, pero también es
seguro que no han sido muchos todavía y que tampoco hay mucho registrado de
ellos. Esa es la porción de terreno que a la nueva generación le es dada para
conquistar.
Está bueno celebrar cuando el Señor nos ha
dado una victoria sobre un área de dominio de Leviatán, y también consolidar la
conquista. Pero hay que mantenerse abiertos porque sin duda hay otras áreas que
en este momento no estamos viendo y en las cuales todavía tiene poder, las
cuales nos serán reveladas más adelante. ¡No hay otro como él en la Tierra!
Pero nuestro Dios está en los Cielos.
Es un error pensar que “ya llegué” luego de
haber tenido una gran victoria, veamos el ejemplo de Israel: Josué conquistó
mucho, pero faltaba más; ellos se descuidaron, obtuvieron algunas conquistas
importantes en los años siguientes, pero luego perdieron mucho de eso. Alguien
dijo que la mayor derrota puede venir luego de la mayor victoria, y en el
ámbito de la gestión estratégica es un principio enseñado y practicado. Con
Leviatán no es diferente, ¡precisamente por su misma naturaleza!
El orgullo es tan insidioso que cuando
obtuvimos una victoria genuina, en seguida vuelve y nos hace creer sutilmente
que “ya está”, que ahora debemos ocuparnos de otras cosas “más importantes”. Es
cierto que el Espíritu va trabajando de a poco en nosotros y no siempre sobre
una misma área, pero el engaño que nos susurra, que es exactamente de su misma
naturaleza, es hacernos creer que “ya vencimos eso”, o por lo menos, que ya
obtuvimos una victoria significativa o definitiva. ¡Esa forma de pensamiento
también es orgullo!
No tiene sentido estar todo el tiempo
obsesionado “con el orgullo” porque como no sabemos en realidad todo lo que es
“orgullo” solamente vamos a estar concentrados en algunos de sus aspectos
mientras él se escabulle por muchos otros. Avanzamos sobre él a medida que
crecemos en conocimiento y revelación, es decir, podemos conquistar un nuevo
territorio solo cuando lo hemos visto y explorado primero; pero no antes.
El gran monstruo Leviatán se “come” bocado a
boca, sin prisa pero sin pausa. ¡Señor, ayudanos a ser perseverantes!
Danilo Sorti
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