martes, 9 de enero de 2018

358. Alianzas estratégicas no muy estratégicas…

2 Corintios 6:14-18 RVC
14 No se unan con los incrédulos en un yugo desigual. Pues ¿qué tiene en común la justicia con la injusticia? ¿O qué relación puede haber entre la luz y las tinieblas?
15 ¿Y qué concordia tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común el creyente con el incrédulo?
16 ¿Y qué acuerdo puede haber entre el templo de Dios y los ídolos? ¡Ustedes son el templo del Dios viviente! Ya Dios lo ha dicho: «Habitaré y andaré entre ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.»
17 Por lo tanto, el Señor dice: «Salgan de en medio de ellos, y apártense; y no toquen lo inmundo; y yo los recibiré.
18 Y seré un Padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas.» Lo ha dicho el Señor Todopoderoso.

Tenemos un problema con este pasaje porque la Biblia misma nos manda a mantenernos en comunión:

Hechos 2:42 RV1995
42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

Aunque esta aparente contradicción se soluciona cuando entendemos que:

1 Corintios 5:11 RVC
11 Más bien les escribí que no se junten con los que se dicen hermanos pero son libertinos, avaros, idólatras, insolentes, borrachos y ladrones. Con esa gente, ni siquiera coman juntos.

En algunos círculos cristianos se ha puesto de moda el concepto “alianzas estratégicas”, que viene del campo empresarial. Sin duda que es muy importante y algo para realizar, cuando Dios lo muestra, pero también hay un peligro.

No tenemos demasiados problemas en entender estos pasajes en un sentido individual, es decir, que no debemos juntarnos o hacer cosas en común con determinadas personas, ESPECIALMENTE con algunos que se llaman hermanos y que parecen ser lo que no son. Pero también debemos entender que este pasaje se aplica a lo grupal, lo institucional.

Así como no debemos tener comunión con determinadas personas, TAMPOCO DEBEMOS tener comunión con determinadas instituciones o iglesias. Al fin y al cabo, cualquier institución o iglesia es en cierto sentido una extensión de las personas que la componen y tiene ella misma “su propia” personalidad, buena o mala, y sus propios principios espirituales, buenos o malos.

Algo de eso pasó en el Antiguo Testamento, en la época en la que había “dos iglesias”: Judá, la “iglesia” que era a veces buena, e Israel, la “iglesia” que casi nunca lo era. Pero a veces la “iglesia buena” procuraba una asociación estratégica que no era conforme a la voluntad de Dios:

2 Crónicas 25:5-11 RVC
5 Amasías reunió a los de Judá y puso jefes de millares y de centenas sobre todo Judá y Benjamín, según el orden de sus familias. Además, levantó un censo de todos los hombres mayores de veinte años, y se encontró que había trescientos mil capaces de ir a la guerra y de empuñar lanza y escudo.
6 Además, contrató a cien mil israelitas aguerridos, a los que pagaba un sueldo de tres mil trescientos kilos de plata.
7 Pero vino un hombre de parte de Dios, y le dijo: «Su Majestad, no conviene que el ejército de Israel lo acompañe, porque el Señor no está con los israelitas ni con ninguno de los efraimitas.
8 Si Su Majestad decide hacerlo así, e insiste en entrar en combate, Dios lo hará caer derrotado delante de sus enemigos, porque Dios tiene el poder de ayudar y de derrotar.»
9 Pero Amasías le dijo al hombre de Dios: «¿Y qué va a pasar con los tres mil trescientos kilos de plata que le he pagado al ejército israelita?» Y el hombre de Dios respondió: «El Señor puede dar a Su Majestad mucho más que eso.»
10 Entonces Amasías apartó a su ejército del ejército efraimita que había venido en su ayuda, y les ordenó que se fueran a sus casas. Ellos se enojaron grandemente contra Judá, y encolerizados volvieron a sus casas.
11 Pero Amasías salió con su ejército y se dirigió al Valle de la Sal, y allí mató a diez mil de los hijos de Seir;

Aquí tenemos un ejemplo que salió “bien”. Entendamos que buscar una asociación de reinos para hacer la guerra era algo por demás de común tanto en ese entonces como hoy (lamentablemente); ¿qué de “malo” tenía? Al fin y al cabo, cada uno peleaba con una parte del ejército enemigo y después cada uno se llevaba su parte del botín y listo; más sencillo en el caso de Amasías, simplemente los contrató. No había ninguna injerencia en el gobierno interno del reino aliado, absolutamente nada que ver con la vida de esa nación, era simplemente para un objetivo estratégico y nada más. A nivel empresarial es lo que hoy llamaríamos una UTE (Unión Transitoria de Empresas).

¿Qué de malo podía tener? Pues evidentemente mucho, porque Dios lo impidió y le dio el éxito a Amasías cuando se separó, porque el rey no había alcanzado a ver que la verdadera lucha era espiritual y no dependía de la fuerza o debilidad de su ejército, sino de la fuerza de Su Ejército.

Claro que al final no le resultó tan “barato” el error, además de la plata que perdió:

2 Crónicas 25:13 RVC
13 Mientras tanto, los del ejército que Amasías había despedido, y que ya no fueron con él a la guerra, invadieron las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet Jorón, y mataron a tres mil de ellos, y los despojaron por completo.

Aún Josafat, uno de los mejores reyes que tuvo Judá, cayó en el mismo error al intentar ayudar al perverso Acab en una guerra fuera de la voluntad de Dios:

2 Crónicas 19:1-3 RVC
1 El rey Josafat de Judá volvió a su casa en Jerusalén en paz.
2 Pero le salió al encuentro el vidente Jehú hijo de Jananí, y le dijo al rey Josafat: «¿Así que ayudas al impío, y amas a los que odian al Señor? Pues por esto, de la presencia del Señor ha salido su ira contra ti.
3 Sin embargo, se han hallado en ti buenas acciones, pues has quitado del país las imágenes de Asera, y de corazón te has dispuesto a buscar a Dios.»

Aunque Dios también puede “bendecir” una alianza impía por amor a uno de sus integrantes (que, de todas formas, no debería estar allí):

2 Reyes 3:9-18 RVC
9 Fue así como el rey de Israel y el rey de Judá, junto con el rey de Edom, tomaron el camino del desierto, pero después de siete días les faltó agua para el ejército y para las bestias.
10 Entonces el rey de Israel dijo: «¡Vaya! El Señor ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.»
11 Pero Josafat dijo: «¿No hay por aquí algún profeta del Señor? ¡Podríamos consultarlo por medio de él!» Uno de los oficiales del rey de Israel respondió: «Por aquí está Eliseo hijo de Safat, que era ayudante de Elías.»
12 Y Josafat dijo: «En él habrá palabra del Señor.» Y los tres reyes fueron a verlo.
13 Pero Eliseo le dijo al rey de Israel: «¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡Anda a ver a los profetas de tu padre y de tu madre!» Pero el rey de Israel le respondió: «No, no voy a ir con ellos. El Señor nos ha reunido a nosotros tres, para entregarnos en manos de los moabitas.»
14 Eliseo dijo entonces: «Juro por el Señor de los ejércitos, en cuya presencia me encuentro, que de no ser por el respeto que le debo al rey Josafat rey de Judá, a ti ni siquiera te dirigiría la mirada.
15 Pero, bueno, ¡tráiganme un tañedor!» Y mientras el tañedor tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo,
16 quien dijo: «Así ha dicho el Señor: “Caven en este valle muchos estanques.”
17 Y el Señor también ha dicho: “Aunque ustedes no vean ningún viento, ni ninguna lluvia, este valle se llenará de agua, y beberán ustedes, y sus bestias y sus ganados.”
18 Esto, a los ojos del Señor, no es nada difícil; también va a poner a los moabitas en las manos de ustedes.

Cuando esta “alianza estratégica” se transformó en alianza matrimonial, los resultados fueron terribles para la nación:

2 Crónicas 22:1-10 RVC
1 Para suceder al rey Jorán de Judá, los habitantes de Jerusalén proclamaron rey a Ocozías, su hijo menor. Ocozías llegó al trono porque una banda de árabes llegó al campamento y mató a todos los hijos mayores de Jorán.
2 Ocozías comenzó a reinar cuando tenía cuarenta y dos años, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, y era hija de Omri.
3 Pero también Ocozías siguió el mal ejemplo de la casa de Ajab, pues su madre lo aconsejaba a que hiciera lo malo.
4 Para su perdición, Ocozías hizo lo malo a los ojos del Señor, a la manera de la casa de Ajab, pues después de la muerte de su padre ellos fueron sus consejeros.
5 Josías se dejó llevar por los consejos de ellos, y en alianza con el rey Jorán de Israel, hijo de Ajab, declaró la guerra al rey Jazael de Siria, pero en Ramot de Galaad los sirios hirieron de muerte a Jorán.
6 Éste volvió entonces a Jezrel para curarse de las heridas que le habían hecho en Ramot durante el combate contra el rey Jazael de Siria, y como Jorán hijo de Ajab se hallaba enfermo en Jezrel, el rey Ocozías de Judá, hijo de Jorán, fue a visitarlo.
7 Todo esto venía de Dios, para que Ocozías fuera destruido al llegar adonde estaba Jorán, porque en cuanto Ocozías llegó, se unió a Jorán para atacar a Jehú hijo de Nimsi, al cual el Señor había escogido para exterminar a la familia de Ajab.
8 Al dictar Jehú sentencia contra la casa de Ajab, encontró a los jefes de Judá y a los sobrinos de Ocozías, que estaban al servicio de éste, y los mató.
9 Luego buscó a Ocozías, el cual se había escondido en Samaria, y cuando lo hallaron, lo llevaron ante Jehú y lo mataron. Pero le dieron sepultura, porque dijeron: «Era hijo de Josafat, quien de todo corazón buscó al Señor.» Y la casa de Ocozías no tenía el poder suficiente para retener el reino.
10 Al ver Atalía, la madre de Ocozías, que su hijo había sido muerto, se dispuso a exterminar a toda la descendencia real de la casa de Judá.


Entonces, dado que tenemos el mandato en el Nuevo Testamento y el ejemplo en el Antiguo, ¿por qué todavía muchos siguen congregándose en iglesias claramente impías? Yo no estoy diciendo que haya una perfecta, y en todo caso, si la hubiera, dejaría de serlo cuando fuéramos ahí… Pero claramente hay iglesias y liderazgos que se esfuerzan en seguir los caminos del Señor, con sus errores, e iglesias y liderazgos que han hecho de la religión su fuente de ganancia y satisfacción de placeres sensuales. ¿Qué tenemos que hacer ahí?

Hermanos, es cierto que a veces el Señor nos manda a permanecer en determinados lugares inconvenientes durante un tiempo con algún propósito específico, pero fuera de eso, es decir, si no hay un claro y específico llamamiento, ¿qué tenemos que hacer ahí? En el nombre del Señor quiero decir a muchos que sabiendo los pecados que se cometen en sus iglesias permaneces allí por motivos que no son la voluntad del Señor, que no van a ser bendecidos, al contrario, van a ser participantes de las maldiciones que están cayendo y van a caer sobre esos liderazgos y los que los apoyan.

Y aquellos que permanecen en esos lugares sin tener una plena consciencia de lo que ocurre, quiero decirles que muchas de las dificultades que están pasando también son resultado de la maldición que hay sobre todos los que pertenecen allí, para que se den cuenta y abran los ojos. No todo lo que reluce es oro…

Habiendo vivido esto en carne propia durante bastante tiempo, tengo toda la autoridad para afirmarlo. Muchos están buscando una “cobertura” de bendición y están recibiendo literalmente una cobertura de maldición: no hay bendición laboral o están en trabajos difíciles y mal pagos; hay problemas recurrentes, el Devorador tiene derecho para venir cuando quiera y arrasar con el fruto conseguido con mucho esfuerzo, los problemas familiares no se solucionan… y lo peor de todo es que terminamos justificando y aceptando todo eso, literalmente, hay una “venda mágica” puesta sobre nuestros ojos.

Pastor: ¿qué le pasa a los miembros de tu congregación? No digo cómo vienen, sino cómo son luego de haber permanecido un tiempo allí. El respaldo o no de Dios para con tu ministerio viene determinado con los frutos visibles en ellos.

Hermanos, muchas “alianzas estratégicas” de los cristianos están fuera de la voluntad de Dios. Pertenecer a tal o cual iglesia, por más que luego uno haga “su vida” cristiana en el buen sentido de la palabra, es decir, procurando hacer lo bueno por más que no se enseñe eso, tampoco es hoy del agrado del Señor, especialmente no para nosotros en nuestros países latinos en los cuales, por Su misericordia, tenemos casi siempre varias iglesias para elegir en una misma ciudad.

Hermanos, no necesitamos hacer una “guerra santa”, pero no permanezcamos en unión con quienes no debemos.


Danilo Sorti




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