martes, 9 de enero de 2018

371. Leviatán: la criatura que no acepta su rol de creatura

Job 40:15-24 RVC
15 »Mira a Behemot, la bestia de las bestias; criatura mía, lo mismo que tú. Se alimenta de hierba, como los bueyes,
16 su fuerza se concentra en sus lomos, y su vigor se halla en los músculos de su vientre;
17 ¡sacude su cola como un cedro! Los tendones de sus muslos se entrelazan,
18 y sus huesos parecen barras de bronce; ¡sus patas son tan fuertes como el hierro!
19 »Behemot fue mi primera obra; Yo lo hice, y sólo yo puedo matarlo.
20 En los montes crece hierba para él, y allí retozan las bestias del campo.
21 Behemot se echa entre los juncos; se echa entre las matas de los esteros.
22 La sombra de los árboles lo resguardan; los sauces del arroyo lo rodean.
23 Si el río se desborda, él no se espanta; se queda tranquilo aunque el río Jordán lo cubra.
24 ¿Quién puede atacarlo, estando él despierto? ¿Quién puede acercarse a él y horadarle el hocico?

Behemot aparece en el relato bíblico inmediatamente antes que Leviatán. Es parecido: también es fuerte, es semiacuático, tiene una gran fortaleza. Una lectura superficial nos diría que simplemente Dios está haciendo una progresión en el relato, y que Behemot estaría al “mismo nivel” de significado que Leviatán, pero hay diferencias fundamentales, y la principal es que mientras Behemot es mencionado expresamente como creación del Señor, Leviatán no.

Behemot, que algunos identifican con el hipopótamo aunque no me parece tan correcto, no se encuentra en un ambiente de guerra, no enciende ningún fuego, no se describe con características personales, nadie se “rinde” a él y no es “rey” de nada. Sin embargo, como creación es llamado “la bestia de las bestias”, la más fuerte, tanto que solo Dios puede con él. Si lo miramos simbólicamente, encarna toda la fortaleza que una creatura podría soñar con tener… ¡pero sin orgullo!

Come hierba, se refugia bajo las plantas, descansa entre la vegetación palustre, no le teme a la furia del agua. Behemot representa a la criatura que no es amenazada por nada de esta creación, aquella que puede vivir absolutamente confiada, sin temor, porque tiene toda la fuerza y los recursos necesarios en sí misma. En definitiva, es el sueño oculto de todos los seres humanos porque es lo que perdimos en un principio, cuando la naturaleza se nos volvió salvaje y hostil… y los otros seres humanos también. Esta fortaleza que Leviatán tiene por sí mismo es la que Behemot recibió de Dios. Behemot es la criatura pacífica, que es PLENAMENTE creatura y que por ello puede disfrutar de todo lo que Dios tiene para ella.

Otra vez aquí sentimos el eco de las viejas palabras viperinas: “y serán como Dios”, del anhelo del corazón entenebrecido: “subiré hasta las altas nubes, y seré semejante al Altísimo”. ¿Puede la creatura ser como el Creador? La respuesta está en Job:

Job 38:4-8 RVC
4 »¿Dónde estabas tú, cuando yo afirmé la tierra? Si en verdad sabes mucho, dímelo.
5 Dime también, si lo sabes, ¿quién tomó sus medidas? ¿O quién la midió palmo a palmo?
6 ¿Sobre qué están sentadas sus bases? ¿Quién puso su piedra angular
7 mientras cantaban las estrellas del alba y los seres celestiales se regocijaban?
8 »Cuando las aguas del mar se desbordaban, ¿quién les puso compuertas para controlarlas?

Job 38:12-13 RVC
12 »¿Alguna vez le has dado órdenes a la mañana? ¿Le has señalado al alba cuál es su lugar,
13 para que tome los extremos de la tierra y se sacuda de encima a los malvados?

Job 38:16-20 RVC
16 »¿Has bajado alguna vez al fondo del mar? ¿Has recorrido los senderos del abismo?
17 ¿Se te han revelado las puertas de la muerte? ¿Has visto el umbral del reino de las sombras?
18 ¿Has calculado la extensión de la tierra? ¡Hazme saber si sabes todo esto!
19 »¿Sabes cómo llegar a la casa de la luz? ¿O en qué lugar se resguardan las tinieblas?
20 ¡Entonces puedes guiarlas hasta sus fronteras y mostrarles la senda que conduce a su casa!

Job 38:22-26 RVC
22 »¿Has entrado en los depósitos de la nieve? ¿Has visto dónde está almacenado el granizo?
23 Yo los guardo para momentos angustiosos, para los días de combate y de batalla.
24 ¿De qué manera se difunde la luz? ¿Cómo se esparce el viento solano sobre la tierra?
25 »¿Quién le abrió el camino al aluvión, y con él a los truenos y relámpagos
26 que descargan su furia en los páramos y en desiertos que nadie habita?

Job 38:28-37 RVC
28 »¿Quién es el padre de la lluvia? ¿Quién da origen a las gotas de rocío?
29 ¿Del vientre de qué madre sale el hielo? ¿Quién da origen a la escarcha?
30 ¿Cómo es que el agua se endurece como piedra, y la superficie del mar profundo se congela?
31 »¿Puedes atar los lazos de las Pléyades, o desatar las ataduras de Orión?
32 ¿Puedes sacar las constelaciones a su tiempo, o guiar a la Osa Mayor y a sus cachorros?
33 ¿Conoces acaso las leyes de los cielos? ¿Puedes controlar su potestad en la tierra?
34 »¿Puedes dar órdenes a las nubes, y hacer que te cubra un torrente de lluvia?
35 ¿Puedes marcar la ruta de los relámpagos, y hacer que ellos se pongan a tus órdenes?
36 »¿Quién le dio sabiduría al ibis? ¿Quién le dio inteligencia al gallo?
37 ¿Quién con tanta sabiduría cuenta las nubes? ¿Y quién derrama las aguas de los cielos

Job 38:39-41 RVC
39 »¿Te atreverías a cazar la presa para el león? ¿Te atreverías a saciar el hambre de sus cachorros,
40 que tendidos en sus cuevas esperan impacientes la hora de comer?
41 ¿Quién alimenta al cuervo y sus polluelos, cuando éstos saltan de un lado a otro y graznan hambrientos pidiendo a Dios su comida?

Job 39:5-6 RVC
5 »¿Quién ha criado libre al asno montés? ¿Quién lo liberó de sus ataduras?
6 Fui yo quien lo hizo habitar en la soledad, quien le dio el páramo por hábitat.

Job 39:17-18 RVC
17 Y es que yo no lo doté de sabiduría; tampoco lo doté de gran inteligencia,
18 ¡pero en cuanto emprende la carrera se burla del caballo y de su jinete!

Job 39:26-27 RVC
26 »¿Acaso por órdenes tuyas vuela el gavilán, y tiende el vuelo para dirigirse al sur?
27 ¿Acaso por mandato tuyo se remonta el águila, y pone su nido en lo alto de las rocas?

Job 40:8-13 RVC
8 ¿Acaso vas a invalidar mi justicia? ¿O vas a condenarme para justificarte?
9 ¿Tienes acaso el mismo poder que yo? ¿Puede tu voz resonar como la mía?
10 »Revístete de majestad y de gloria; cúbrete de honra y hermosura.
11 Deja sentir todo el ardor de tu ira; fija tu mirada en los orgullosos, y humíllalos.
12 Fíjate en los soberbios, y abátelos; quebranta a los malvados; ¡ponlos en su lugar!
13 Sepúltalos a todos en la tierra; cúbreles la cara y déjalos en tinieblas.

Job 41:1 RVC
1 »¿Acaso puedes pescar a Leviatán con anzuelo? ¿Puedes atarle la lengua con una simple cuerda?

Job 41:11 RVC
11 ¿Quién me ha dado algo, para que se lo devuelva? ¡Mío es todo lo que hay debajo de los cielos!

¿Qué pudo decir Job a cada una de estas preguntas? “No, no, no, no, no, no, no…” No, decididamente no, ¡las creaturas no podemos hacer que la Creación funcione! Cuando asumimos el “espíritu de Leviatán” en realidad estamos asumiendo la Creación sobre nuestros hombros, ¿quién puede llevar esa carga? ¿Quién tiene esa sabiduría? ¿Quién conoce a la perfección el funcionamiento del Universo? ¿Quién puede establecer perfecta justicia y verdad? Sólo Uno. Sin embargo, el orgullo nos hace asumir una “partecita” del rol del Creador, que no nos corresponde.

El orgullo, Leviatán, es tan poderoso porque representa aquello para lo cual fuimos creados: se colaboradores en la obra del Creador, en cierto sentido, co-creadores. Pero ese rol es solo en Su Espíritu y Su Vida. Behemot, siendo parecido a Leviatán, es una pacífica criatura que participa y disfruta de todo lo que es porque así fue hecha. Leviatán es una ardorosa “criatura” (espiritual) porque asume todo lo que no le corresponde.

En psicología se dice que cuando uno no resuelve algún problema de niño (donde se gestan la mayoría de ellos, o todos según algunos), en esa área uno “permanece siendo niño”, y ese “niño herido” aflora cada tanto, con actitudes que sorprenden en un adulto. Seamos sinceros, ¿acaso no tenemos esos recuerdos infantiles cada tanto que nos traen dolor y angustia, y seguimos deseando correr a los brazos de unos padres amorosos (que a lo mejor nunca tuvimos) aunque ya estemos más cerca del arpa que de la guitarra? No es distinto con la humanidad.

En el origen de nuestra actual sociedad, hace ya casi 6.000 años, la sugestiva voz de la Serpiente nos hizo desear ser “adultos”, “como Dios”, es decir, alcanzar enseguida lo que “se suponía” que debíamos alcanzar pero que seguramente tenía un tiempo y un proceso. Y ahí nos quedamos como humanidad. ¡¡Y ahí tenemos que volver para ser sanados de Leviatán!! ¿Cómo es eso?

Mateo 18:3 RVC
3 y dijo: «De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos.

Precisamente, esos “niños” que fueron nuestros primeros padres espirituales, Adán y Eva, pero rápidamente dejaron de serlos para “jugar a ser adultos”, y no les funcionó… durante 6.000 años. Esos niños humildes, donde Leviatán tiene muy poca cabida, pero también esos niños que puede jugar y disfrutar de lo que tienen, de lo que recibieron, sin preocuparse de nada, ¡tal como Behemot! ¿Pero cómo, no se trata de una bestia entre las bestias? ¿Y aún así puede ser un “niño”? Claro, ¿o nunca leyeron al salmista?

Salmos 8:2 DHH
2 Con la alabanza de los pequeños,
de los niñitos de pecho,
has construido una fortaleza
por causa de tus enemigos,
para acabar con rebeldes y adversarios.

Cuando leemos los testimonios del cielo es muy común ver imágenes de niños jugando despreocupadamente, y también de adultos. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque se supone que eso debíamos poder estar haciendo ahora, si no hubiera entrado el mal.

O pretendemos ser los “adultos” que no somos y asumir sobre nuestros hombros la carga imposible de llevar para las creaturas, o nos volvemos como niños disfrutando de nuestro rol… y entonces recibimos las fuerzas de Behemot. Me parece que no hay que pensarlo mucho…

Cuando Leviatán entra en nuestra vida religiosa corremos una ardua carrera por alcanzar la “santidad”, esforzándonos en un sinfín de prácticas religiosas… para descubrir que al final del camino terminamos más lejos de donde empezamos.

Cuando nos volvemos como niños, disfrutamos de la gracia, el amor, el consuelo y la presencia de Dios, aún llenos de pecados y errores como estamos… para descubrir que cuando venimos de esa Presencia estamos más limpios, sanos y rebosantes que cuando entramos. Esa es la lucha entre “la gracia y la ley”.

Bien, no voy a decir que debemos ser como Behemot porque sonaría muy hereje de mi parte, pero creo que deberíamos aprender más de él.


Danilo Sorti




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