Juan 16:7 RVC
7 Pero les digo la verdad: les conviene que
yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me
voy, yo se lo enviaré.
El tiempo en que Jesús estuvo con Sus
discípulos fue sin duda glorioso, tanto así que en una oportunidad el Señor
dijo:
Lucas 17:22 RVC
22 A sus discípulos les dijo: «Llegará el
tiempo cuando ustedes querrán ver siquiera uno de los días del Hijo del Hombre,
y no lo verán.
Él mismo los protegía:
Juan 17:12 RVC
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo
los cuidaba en tu nombre; a los que me diste, yo los cuidé, y ninguno de ellos
se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.
Él era su fuente del agua de vida espiritual:
Juan 7:37 RVC
37 En el último y gran día de la fiesta,
Jesús se puso en pie y en voz alta dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba.
Y mucho más. Ellos tenían a Jesús en persona,
hablaban con Él, eran ministrados por Él, sus necesidades estaban perfectamente
suplidas por Él. ¿Cómo podían querer que Jesús se fuera? ¿Cómo era eso de “les
conviene que yo me vaya”? ¿Jesús estaba hablando en serio o era una broma?
Cuando vemos en detalle todo lo que Jesús
hacía por sus discípulos parece realmente una broma. Estoy seguro de que a la
mayoría de los cristianos nos cuesta creer en esto, por más que sabemos que
tenemos al Espíritu Santo con nosotros. Digamos que, aunque parezca una
blasfemia, solemos pensar que el Espíritu es algo así como un “premio consuelo”
en vez de algo mejor.
Ahora bien, o Jesús estaba mintiendo aquí
solo para dejar tranquilos a Sus discípulos, o realmente estaba diciendo la
verdad. Pero si decía la verdad probablemente algo está fallando en nuestra
relación con el Defensor para que no sea todo lo mejor que se supone debía ser.
Y si algo falla en la relación entre Dios y yo el problema precisamente no está
en Dios…
Ahora bien, no estamos viviendo en la
plenitud de lo que Dios ha dispuesto para nosotros porque Su Reino aún no ha
llegado plenamente a esta Tierra, sin embargo, eso tampoco ocurría en la época
de Jesús: aún había injusticias, los romanos seguían oprimiendo a la nación,
los mismo líderes nacionales eran corruptos, seguía habiendo enfermedad y
escasez. Jesús demostró su poder sobre todo ello pero no lo erradicó de la
Tierra, tampoco lo haremos nosotros por lo que si estamos esperando ESE Reino
hacemos bien pero no es todavía el tiempo.
Cuando Jesús estuvo entre ellos, podían vivir
“por vista”, pero ahora:
2 Corintios 5:7 RVC
7 (porque vivimos por la fe, no por la
vista).
Esto es una dificultad “adicional”, no es
insuperable y nos da la “pista” de por qué nos cuesta creer y vivir las
palabras de Jesús que leímos antes: no estamos viviendo todo lo que deberíamos
por fe; queremos vivir por vista y entonces “les conviene que yo me vaya” no se
nos presenta “tan conveniente”.
Pero veamos algunas cosas básicas:
Juan 12:20-21 RVC
20 Entre los que habían ido a la fiesta para
adorar había algunos griegos.
21 Éstos se acercaron a Felipe, que era de
Betsaida de Galilea, y entre ruegos le dijeron: «Señor, quisiéramos ver a
Jesús.»
Si venían de Grecia e hicieron el viaje por
mar fueron más de 1.300 km en las condiciones de navegación de ese entonces. Si
hicieron parte del viaje por tierra, fue una distancia mayor y un tiempo mucho
mayor. ¡Jesús no estaba en Grecia!
Mateo 15:22-23 RVC
22 De pronto salió una mujer cananea de
aquella región, y a gritos le decía: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia
de mí! ¡A mi hija la atormenta un demonio!»
23 Pero Jesús no le dijo una sola palabra.
Entonces sus discípulos se acercaron a él y le rogaron: «Despídela, pues viene
gritando detrás de nosotros.»
Esta mujer tuvo que vencer los prejuicios que
impedían a una mujer, y encima no judía, acercarse a un maestro judío, y además
de ello, sortear a Sus discípulos…
Lucas 19:3-4 RVC
3 trataba de ver quién era Jesús, pero por
causa de la multitud no podía hacerlo, pues era de baja estatura.
4 Pero rápidamente se adelantó y, para verlo,
se trepó a un árbol, pues Jesús iba a pasar por allí.
Además de hacer el ridículo y arriesgarse a
un buen porrazo, corría el peligro de ser expuesto y rechazado por Jesús, al
fin y al cabo, él era un cobrador de impuestos, y los otros maestros religiosos
no podían soportarlo.
Bueno, podemos seguir con muchísimos ejemplos
más, pero es claro que el Cristo que aquel entonces sólo estaba accesible en un
lugar geográfico determinado, lejos de la mayoría de los países aunque
estratégicamente ubicado en el “cruce de rutas” de las civilizaciones, hoy está
disponible para cada persona de esta Tierra, todos al mismo tiempo, en cualquier
lugar donde se encuentren, en todo momento, cualquiera sea su condición y su
idioma.
Esta verdad ha llegado a ser tan común para
nosotros que ni siquiera reparamos en ella, pero eso no hubiera sido posible si
Cristo hubiera seguido estando en esta tierra en su condición de hombre. Ni
siquiera sus discípulos más íntimos podían contar con Jesús a cada paso,
sencillamente si se separaban de Él para hacer algo, ¡no estaba con ellos!
Dios Espíritu habitando en nosotros, presente
a cada momento, guiándonos a cada paso, Dios Hijo viviendo en nosotros y el
mismo Padre, SIEMPRE, ¡eso es mucho más conveniente! ¡Mucho más que tenerlo
físicamente a Jesús en algún lugar de nuestra ciudad!
El asunto es si estamos aprovechando esa
presencia al máximo o la tenemos descuidada. De hecho, no hay un “máximo” al
que podamos llegar, siempre es posible tener más de Dios, más de Su presencia.
Juan 14:12-14 RVC
12 »De cierto, de cierto les digo: El que
cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aun mayores obras hará,
porque yo voy al Padre.
13 Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre,
lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si algo piden en mi nombre, yo lo haré.
Hay un error teológico muy común entre los
cristianos cuando decimos: “eso lo hizo Jesús porque era Dios en la Tierra”. El
error está en considerar que Sus milagros fueron por Su naturaleza divina,
cuando claramente la Biblia nos dice que Él se “despojó a sí mismo” y que nada
de lo que hizo en la Tierra lo hizo “como Dios” sino como perfecto hombre
siendo revestido de poder por el Espíritu, el mismo Espíritu que nos prometió.
El problema esté en pensar que Jesús “hacía
lo que quería” cuando en realidad todas Sus obras eran exactamente las que el
Padre le daba a hacer, esto es, no sanaba “al que venía” sino a los que el
Padre le indicaba. La perfecta comunión que tenía con Su Padre nos hace
confundir pensando que “hacía lo que quería” cuando en realidad Su voluntad
estaba perfectamente rendida al Padre a cada momento y a cada momento también
podía escuchar Su voz y verlo actuar. Como no hemos llegado a ese nivel, muchos
milagros que quisiéramos no ocurren, y nos desanimamos. Pero los milagros de
Jesús tuvieron, primero un tiempo porque no sucedieron antes de comenzar Su
ministerio, y luego una oportunidad, y no siempre “ocurrieron”.
Cuando entendemos eso y empezamos a caminar
en la perfecta voluntad del Padre ENTONCES ES QUE las obras de Jesús se
manifestarán en nosotros y aún mayores. Esto es, no necesitamos ir a despertar
a Jesús en la barca ni esperarlo en un cruce de caminos para pedirle algo,
simplemente lo declaramos en Su autoridad, y conforme a Su propósito.
Y la verdad es que Jesús solo pudo “poner los
cimientos” en la vida de Sus discípulos:
Juan 16:12-13 RVC
12 »Aún tengo muchas cosas que decirles, pero
ahora no las pueden sobrellevar.
13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad,
él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino
que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.
Con todo lo maravilloso que fueron esos tres
años, apenas fueron el comienzo. Muchísimo más vendría, no siempre agradable.
Ellos fueron transformados en los apóstoles que recordamos, el fundamento
precioso que más tarde el Señor le mostraría a Juan en la visión del
Apocalipsis, pero para eso fue necesario que Él se fuera y que el Espíritu
viniera, y que ellos establecieran otra relación con Cristo, mucho más íntima
porque ahora ya no se trataba de “otra persona” al lado de ellos, sino de “uno
con ellos”.
Realmente mucho de lo que significa el
versículo que leímos al principio lo vivimos a diario y no lo valoramos ni lo
aprovechamos como podríamos, ¿por qué estamos distraídos buscando quién sabe
qué? Por supuesto, por los engaños del Enemigo, que entre otras cosas, nos hace
menospreciar aquello que tenemos: la posibilidad de tener al Señor las 24
horas, los 365 días, Su ministración a cada momento (que queramos escuchar), Sus
obras disponibles en Su perfecta voluntad. Si nos parece poco es porque hemos
ejercitado muy poca fe todavía, ¡pero solo una “semilla de mostaza” de fe basta
para que veamos maravillas!
Danilo Sorti
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