martes, 9 de enero de 2018

356. Enfoque individual o enfoque estructural, ¿cómo debe ser nuestro cristianismo?

Números 32:13-14 DHH
13 El Señor se enojó con los israelitas y los hizo andar por el desierto durante cuarenta años, hasta que no quedó con vida ni uno solo de los que lo habían ofendido con sus malas acciones.[c]
14 Y ahora ustedes, hijos de padres pecadores, quieren seguir el ejemplo de sus padres, para provocar otra vez la ira del Señor contra Israel.

Ezequiel 18:20 RVC
20 Sólo el que peque merece la muerte. Ningún hijo pagará por el pecado de su padre, ni tampoco ningún padre pagará por el pecado de su hijo. El hombre justo será juzgado por su justicia, y el malvado será juzgado por su maldad.

Isaías 1:3-4 RVC
3 El buey conoce a su dueño, y el asno conoce el pesebre de su amo, pero Israel no entiende; ¡mi pueblo no tiene entendimiento!»
4 ¡Ay, gente pecadora, pueblo bajo el peso de la maldad! ¡Ay, simiente de malvados, hijos corrompidos que han abandonado al Señor! Han provocado la ira del Santo de Israel; ¡le han dado la espalda!


De los muchos enfoques y diferencias doctrinales que encontramos en el cristianismo hay dos que resultan muy básicas: el enfoque “individual” y el enfoque “comunitario o estructural”, teniendo en cuenta que, por supuesto, difícilmente existen en su forma “pura”.

El enfoque individual que es muy propio de occidente, originario del norte, tiende a ver todo lo que le pasa al cristiano, todo lo que tiene que hacer y todo lo que puede hacer desde un punto de vista individual: él debe o no debe lograr algo, él puede o no alcanzar algo, él es responsable o no, Dios se relaciona individualmente y pide cuentas por lo que es o deja de ser.

El enfoque grupal o estructural, con diferentes vertientes, tiende a ver al cristiano en comunidad, enfocar responsabilidades en las estructuras y sistemas (seculares, de iglesia, de familia), enfatiza la responsabilidad grupal y las influencias externas; el cristiano está en cierto sentido “sometido” a otras fuerzas superiores y el cambio viene por el entendimiento de las estructuras y la acción grupal. Dios es un Dios de comunidades, naciones, de la historia, de procesos.

Lo mejor de todo es que cada uno encuentra muchos pasajes para fundamentar su postura y atacar la contraria, y es cierto, ¡porque los hay!

El problema es que ambas visiones por separado son incompletas y llegan a ser erróneas si se llevan al extremo, pero resultan muy poderosas y originadoras de vida si pueden trabajar en armonía. Con una “lectura rápida” aparentemente dicen los mismo desde dos puntos de vista opuestos, con una lectura más pausada y guiada por el Espíritu entendemos que NO DICEN exactamente lo mismo.

La visión individual, que para los latinos resulta quizás la más común, se enfoca, por ejemplo, en la consejería. Este es un punto fuerte y muy desarrollado. No podemos  menospreciar su utilidad.

El “enfoque individual” es, por así decirlo, el primero y más constitutivo. A todos los seres vivos, como “mandato fundacional de la vida” y no siquiera del ser humano o del cristiano, se nos ha dado la “orden” de preocuparnos por nosotros mismos; no existiría tal cosa como la vida, desde la más pequeña célula hasta el más grande de los seres, si cada individuo no destinara una parte importante de sus recursos y tiempo en mantenerse. Eso no cambia con el ser humano, es más, se vuelve más complejo.

¿Sobre quién tengo control sino sobre mí mismo? ¿De quién soy cien por ciento responsable sino de mí? ¿De quién me va a pedir cuentas el Señor primero y antes que nada sino de mí mismo? ¿Qué puedo hacer por otros si yo mismo no estoy correctamente alineado con el Señor, si mi ser interior no ha sido transformado para actuar conforme Sus principios y Su poder?

Los estructuralistas a ultranza cometen un grave error al gastar tanto tiempo analizando y discutiendo cuestiones sociales, históricas, políticas, geoestratégicas porque se quedan pobres al momento de cambiar ellos mismos para actuar en el Espíritu y la autoridad del Santo, y entonces acaban intentando hacer lo bueno con armas humanas y con personalidades no transformadas por el Espíritu, por lo que solo alimentan el sistema que pretender derrocar.

Pero cuando el enfoque individual se exagera, normalmente “olvidando” el cuadro completo, terminamos teniendo muy buenas personas que son perfectamente funcionales al sistema del mundo y a los intereses del espíritu de este siglo. ¡Qué más quiere Satanás que un cristiano honesto, capacitado y responsable trabajando en alguna de sus empresas o sistemas políticos! Queriendo hacer lo bueno, e incluso viviendo vidas que reflejen al gloria del Señor en lo personal, terminamos alimentando el sistema de opresión mundial… y también fracasando en parte personalmente ¿Es eso correcto?

Además, el enfoque individual suele cometer graves errores porque considera que todo “empieza y termina” con el individuo, pero en la Biblia vemos que no es así, que hay muchos fenómenos que lo trascienden.

Además, claramente Jesucristo construyó una COMUNIDAD, no un conjunto amontonado de individualidades, y la diseñó de tal forma que cada uno está incompleto en sí mismo y nunca podrá alcanzar todo lo que debe si no recibe la ayuda de su hermano, pero no “una vez y listo”, sino siempre.

Si el enfoque individual fuera el único bíblico, ¿por qué tanto énfasis en ayudar al pobre? ¿Por qué tanto énfasis en la vida en comunidad? ¿Por qué tanto habla la Biblia, principalmente el Antiguo Testamento, pero también el Nuevo sobre naciones, historia y procesos de siglos?

Comprender las estructuras nos permite entender por qué hay situaciones, lugares o contextos en los que por más que nos esforcemos individualmente, por más que oremos pidiendo bendición, las cosas no van a funcionar; Dios no va a bendecir nada de lo que pase ahí, o para que así fuera es necesario que antes sea solucionada una injusticia histórica o social, o sea disuelta una asociación impía. También nos permite entender que no debemos formar determinadas alianzas porque no serán bendecidas, no por nosotros, sino por los otros.

Nunca ha sido fácil la cuestión grupal o estructural, podemos más o menos arreglárnosla con nosotros mismos (tampoco es fácil), pero con el otro, y especialmente en este último tiempo, es bastante complicado. Con todo, así nos ha diseñado el Señor.

Por la otra parte, la visión estructural o grupal reconoce muy bien lo que mencionamos más arriba, pero al hacer un énfasis excesivo en eso se “olvida” de algo tan fundamental como el pecado y la responsabilidad individual, y también suele olvidar que, finalmente, la historia, la sociedad y las estructuras están en manos de Dios, que hay ciertos fenómenos que deben ocurrir de todas formas (aunque hay otros que pueden y deben ser evitados) y que aún con las estructuras de injusticia Dios tiene un propósito.

En relación con esto último, la realidad es que cuando se cambian estructuras injustas por estructuras de justicia, muchos son bendecidos. Esto es bueno, sin duda que está en el corazón del Padre hacerlo, pero ¿por qué debería ocurrir? Es innegable que Dios Padre quiere lo mejor para todas Sus creaturas, pero también es innegable que es un Dios justo, y que Su principal voluntad es la salvación eterna más que la bendición temporal de las personas, y teniendo en cuenta la dureza del corazón humano, no es sino por grandes sufrimientos que algunos se acercarán definitivamente a Él.

POR ESO es que Él no cambia muchas estructuras, en razón de una justicia y salvación mayor. Es muy humano y muy ingenuo suponer que Dios está dispuesto a cambiar cualquier estructura y bendecir a cualquier sociedad. Sí quiere, pero no lo hará.

Más allá de eso, es inevitable contextualizar hoy todo en función del tiempo en que vivimos; los planes que estuvieron escritos desde hace milenios en Su Palabra hoy están muy próximos a cumplirse, y no se trata de un “fatalismo titiritero” sino de la perfecta justicia (que ha sido detenida por Su enorme misericordia) que hoy lo exige en función de la extensión y profundidad del pecado del mundo.

Dios sigue siendo soberano y sigue teniendo el control,  y nunca dejó de ser justo. Lo que está escrito que pase, pasará inevitablemente, y en todo los tiempos ha habido circunstancias que de todas formas habrían de suceder. Esto pone un límite a la visión estructuralista en el sentido de que por más que los cristianos analicen y comprendan determinados fenómenos, no los cambiarán. Con todo, sigue siendo muy importante analizarlos y comprenderlos porque nos permite ubicarnos correctamente (conforme la voluntad divina) en ellos.

Es innegable que el contexto y la historia explican mucho de lo que las personas son, incluidos los cristianos. Allí encontramos virtudes que no hay que perder, pero también fuerzas poderosas que nos inducen al pecado con las que hay que combatir, que en realidad no son propiamente “nuestras” sino del sistema, por lo que la lucha es doble y si no estamos al tanto de ello estaremos más cerca del fracaso.

Bueno, ¡hay mucho para hablar! Las distintas sociedades e iglesias suelen enfocarse más hacia un extremo que al otro. Yo no diría que eso esté mal, pero si no avanzamos hacia una visión más integral, que pueda ubicarse correctamente entre ambos polos, estaremos fallando en alcanzar todo lo que debemos lograr. Y la forma de llegar a eso es que “individualistas” y “estructuralistas” se sienten juntos bajo la guía del Espíritu Santo para que en este encuentro el Señor se manifieste trayendo nueva vida. Al fin y al cabo, Él prometió que estaría donde haya “dos o tres”, no donde haya “uno”, y creo que eso también cuenta para el caso de las visiones.


Danilo Sorti




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