Números 32:13-14 DHH
13 El Señor se enojó con los israelitas y los
hizo andar por el desierto durante cuarenta años, hasta que no quedó con vida
ni uno solo de los que lo habían ofendido con sus malas acciones.[c]
14 Y ahora ustedes, hijos de padres
pecadores, quieren seguir el ejemplo de sus padres, para provocar otra vez la
ira del Señor contra Israel.
Ezequiel 18:20 RVC
20 Sólo el que peque merece la muerte. Ningún
hijo pagará por el pecado de su padre, ni tampoco ningún padre pagará por el
pecado de su hijo. El hombre justo será juzgado por su justicia, y el malvado
será juzgado por su maldad.
Isaías 1:3-4 RVC
3 El buey conoce a su dueño, y el asno conoce
el pesebre de su amo, pero Israel no entiende; ¡mi pueblo no tiene
entendimiento!»
4 ¡Ay, gente pecadora, pueblo bajo el peso de
la maldad! ¡Ay, simiente de malvados, hijos corrompidos que han abandonado al
Señor! Han provocado la ira del Santo de Israel; ¡le han dado la espalda!
De los muchos enfoques y diferencias
doctrinales que encontramos en el cristianismo hay dos que resultan muy
básicas: el enfoque “individual” y el enfoque “comunitario o estructural”,
teniendo en cuenta que, por supuesto, difícilmente existen en su forma “pura”.
El enfoque individual que es muy propio de
occidente, originario del norte, tiende a ver todo lo que le pasa al cristiano,
todo lo que tiene que hacer y todo lo que puede hacer desde un punto de vista
individual: él debe o no debe lograr algo, él puede o no alcanzar algo, él es responsable
o no, Dios se relaciona individualmente y pide cuentas por lo que es o deja de
ser.
El enfoque grupal o estructural, con
diferentes vertientes, tiende a ver al cristiano en comunidad, enfocar
responsabilidades en las estructuras y sistemas (seculares, de iglesia, de
familia), enfatiza la responsabilidad grupal y las influencias externas; el
cristiano está en cierto sentido “sometido” a otras fuerzas superiores y el
cambio viene por el entendimiento de las estructuras y la acción grupal. Dios
es un Dios de comunidades, naciones, de la historia, de procesos.
Lo mejor de todo es que cada uno encuentra
muchos pasajes para fundamentar su postura y atacar la contraria, y es cierto,
¡porque los hay!
El problema es que ambas visiones por
separado son incompletas y llegan a ser erróneas si se llevan al extremo, pero
resultan muy poderosas y originadoras de vida si pueden trabajar en armonía.
Con una “lectura rápida” aparentemente dicen los mismo desde dos puntos de
vista opuestos, con una lectura más pausada y guiada por el Espíritu entendemos
que NO DICEN exactamente lo mismo.
La visión individual, que para los latinos
resulta quizás la más común, se enfoca, por ejemplo, en la consejería. Este es
un punto fuerte y muy desarrollado. No podemos
menospreciar su utilidad.
El “enfoque individual” es, por así decirlo,
el primero y más constitutivo. A todos los seres vivos, como “mandato
fundacional de la vida” y no siquiera del ser humano o del cristiano, se nos ha
dado la “orden” de preocuparnos por nosotros mismos; no existiría tal cosa como
la vida, desde la más pequeña célula hasta el más grande de los seres, si cada
individuo no destinara una parte importante de sus recursos y tiempo en
mantenerse. Eso no cambia con el ser humano, es más, se vuelve más complejo.
¿Sobre quién tengo control sino sobre mí
mismo? ¿De quién soy cien por ciento responsable sino de mí? ¿De quién me va a
pedir cuentas el Señor primero y antes que nada sino de mí mismo? ¿Qué puedo
hacer por otros si yo mismo no estoy correctamente alineado con el Señor, si mi
ser interior no ha sido transformado para actuar conforme Sus principios y Su
poder?
Los estructuralistas a ultranza cometen un
grave error al gastar tanto tiempo analizando y discutiendo cuestiones
sociales, históricas, políticas, geoestratégicas porque se quedan pobres al
momento de cambiar ellos mismos para actuar en el Espíritu y la autoridad del
Santo, y entonces acaban intentando hacer lo bueno con armas humanas y con
personalidades no transformadas por el Espíritu, por lo que solo alimentan el
sistema que pretender derrocar.
Pero cuando el enfoque individual se exagera,
normalmente “olvidando” el cuadro completo, terminamos teniendo muy buenas
personas que son perfectamente funcionales al sistema del mundo y a los intereses
del espíritu de este siglo. ¡Qué más quiere Satanás que un cristiano honesto,
capacitado y responsable trabajando en alguna de sus empresas o sistemas
políticos! Queriendo hacer lo bueno, e incluso viviendo vidas que reflejen al
gloria del Señor en lo personal, terminamos alimentando el sistema de opresión
mundial… y también fracasando en parte personalmente ¿Es eso correcto?
Además, el enfoque individual suele cometer
graves errores porque considera que todo “empieza y termina” con el individuo,
pero en la Biblia vemos que no es así, que hay muchos fenómenos que lo
trascienden.
Además, claramente Jesucristo construyó una
COMUNIDAD, no un conjunto amontonado de individualidades, y la diseñó de tal
forma que cada uno está incompleto en sí mismo y nunca podrá alcanzar todo lo
que debe si no recibe la ayuda de su hermano, pero no “una vez y listo”, sino
siempre.
Si el enfoque individual fuera el único
bíblico, ¿por qué tanto énfasis en ayudar al pobre? ¿Por qué tanto énfasis en
la vida en comunidad? ¿Por qué tanto habla la Biblia, principalmente el Antiguo
Testamento, pero también el Nuevo sobre naciones, historia y procesos de
siglos?
Comprender las estructuras nos permite
entender por qué hay situaciones, lugares o contextos en los que por más que
nos esforcemos individualmente, por más que oremos pidiendo bendición, las
cosas no van a funcionar; Dios no va a bendecir nada de lo que pase ahí, o para
que así fuera es necesario que antes sea solucionada una injusticia histórica o
social, o sea disuelta una asociación impía. También nos permite entender que
no debemos formar determinadas alianzas porque no serán bendecidas, no por
nosotros, sino por los otros.
Nunca ha sido fácil la cuestión grupal o estructural,
podemos más o menos arreglárnosla con nosotros mismos (tampoco es fácil), pero
con el otro, y especialmente en este último tiempo, es bastante complicado. Con
todo, así nos ha diseñado el Señor.
Por la otra parte, la visión estructural o
grupal reconoce muy bien lo que mencionamos más arriba, pero al hacer un
énfasis excesivo en eso se “olvida” de algo tan fundamental como el pecado y la
responsabilidad individual, y también suele olvidar que, finalmente, la
historia, la sociedad y las estructuras están en manos de Dios, que hay ciertos
fenómenos que deben ocurrir de todas formas (aunque hay otros que pueden y
deben ser evitados) y que aún con las estructuras de injusticia Dios tiene un
propósito.
En relación con esto último, la realidad es
que cuando se cambian estructuras injustas por estructuras de justicia, muchos
son bendecidos. Esto es bueno, sin duda que está en el corazón del Padre hacerlo,
pero ¿por qué debería ocurrir? Es innegable que Dios Padre quiere lo mejor para
todas Sus creaturas, pero también es innegable que es un Dios justo, y que Su
principal voluntad es la salvación eterna más que la bendición temporal de las
personas, y teniendo en cuenta la dureza del corazón humano, no es sino por
grandes sufrimientos que algunos se acercarán definitivamente a Él.
POR ESO es que Él no cambia muchas
estructuras, en razón de una justicia y salvación mayor. Es muy humano y muy
ingenuo suponer que Dios está dispuesto a cambiar cualquier estructura y
bendecir a cualquier sociedad. Sí quiere, pero no lo hará.
Más allá de eso, es inevitable contextualizar
hoy todo en función del tiempo en que vivimos; los planes que estuvieron
escritos desde hace milenios en Su Palabra hoy están muy próximos a cumplirse,
y no se trata de un “fatalismo titiritero” sino de la perfecta justicia (que ha
sido detenida por Su enorme misericordia) que hoy lo exige en función de la
extensión y profundidad del pecado del mundo.
Dios sigue siendo soberano y sigue teniendo
el control, y nunca dejó de ser justo.
Lo que está escrito que pase, pasará inevitablemente, y en todo los tiempos ha
habido circunstancias que de todas formas habrían de suceder. Esto pone un
límite a la visión estructuralista en el sentido de que por más que los
cristianos analicen y comprendan determinados fenómenos, no los cambiarán. Con
todo, sigue siendo muy importante analizarlos y comprenderlos porque nos
permite ubicarnos correctamente (conforme la voluntad divina) en ellos.
Es innegable que el contexto y la historia
explican mucho de lo que las personas son, incluidos los cristianos. Allí
encontramos virtudes que no hay que perder, pero también fuerzas poderosas que
nos inducen al pecado con las que hay que combatir, que en realidad no son
propiamente “nuestras” sino del sistema, por lo que la lucha es doble y si no
estamos al tanto de ello estaremos más cerca del fracaso.
Bueno, ¡hay mucho para hablar! Las distintas
sociedades e iglesias suelen enfocarse más hacia un extremo que al otro. Yo no
diría que eso esté mal, pero si no avanzamos hacia una visión más integral, que
pueda ubicarse correctamente entre ambos polos, estaremos fallando en alcanzar
todo lo que debemos lograr. Y la forma de llegar a eso es que “individualistas”
y “estructuralistas” se sienten juntos bajo la guía del Espíritu Santo para que
en este encuentro el Señor se manifieste trayendo nueva vida. Al fin y al cabo,
Él prometió que estaría donde haya “dos o tres”, no donde haya “uno”, y creo
que eso también cuenta para el caso de las visiones.
Danilo Sorti
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