Juan 10:14 RVC
14 Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis
ovejas, y ellas me conocen a mí,
Juan 10:27 RVC
27 Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo
las conozco, y ellas me siguen.
a)
Espiritual y concreto
En un artículo anterior vimos el significado
del “nueve”, que es espiritual pero en realidad muy concreto, ¡demasiado, diría
yo!; Dios visita y juzga, no hay nada más contundente que eso. Las
bienaventuranzas son tan profundamente espirituales, en relación con la vida
espiritual de las personas y con la vida eterna, como terrenales porque aunque
no podamos esperar su manifestación perfecta aquí y ahora, tenemos algo de eso.
Pero también las nueve bienaventuranzas se
refieren a la vida de las personas, por un lado describen distintas facetas de
la vida de los fieles, pero si profundizamos un poco, nos damos cuenta de que
podrían ajustarse bien a una característica distintiva de cada persona, es
decir, que algunos se caracterizan por su humildad, su “pobreza en espíritu”,
otros por llorar ante las injusticias, otros por su mansedumbre. De hecho,
cuando miramos hacia los hermanos y a nosotros mismos nos damos cuenta
rápidamente de eso.
Christian Schwarz plantea esto al hablar de
los distintos estilos de espiritualidad y, ¡oh casualidad!, descubre en su
análisis nueve de ellos, al igual que los frutos y al igual que las
bienaventuranzas. En los próximos párrafos voy a intentar relacionar dichos
estilos con las bienaventuranzas y con los frutos, pero antes algunas
advertencias.
Primero, probablemente algunas relaciones que
establezca aquí sean un poco forzadas (por no decir incorrectas); en realidad
el mensaje central es simple: el Señor conoce a cada una de Sus ovejas, como
leímos al principio, y esto significa que conoce también sus propios estilos,
fortalezas y debilidades; y cada una de ellas tiene “a la mano” una
bienaventuranza para alcanzar. Dicho de otra forma, las bienaventuranzas
expuestas en Mateo 5 abarcan a todos los estilos de cristianos, por lo que
“nadie queda afuera”. Así de simple:
Juan 14:2 DHH
2 En la casa de mi Padre hay muchos lugares
donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un
lugar.
En el Cielo hay lugar para todos, y en la “porción
de Cielo” que vivimos en esta Tierra, también.
Segunda advertencia: probablemente la
relación que establezca entre bienaventuranzas, dones y estilos de
espiritualidad sea también un poco forzada porque pueden partir de distintos
enfoques, por lo que estén “mezcladas”. Así que nadie debería considerar lo que
sigue como una forma de encasillar a las personas, como si se las estuviera
“encerrando en una celda” que determina cómo son, sin cambios ni alternativas
posibles. Repito: todas las bienaventuranzas se aplican a todos los cristianos
fieles porque todos ellos, en mucho o en poco, cumplen con todas esas
descripciones.
Dicho esto, siempre es bueno tener un orden o
clasificación porque eso nos permite entender los puntos fuertes, los ataques
que sufriremos preferentemente, los puntos débiles y qué tenemos para compartir
especialmente con otros… y qué necesitamos recibir de ellos. Sin que se
convierta en una “cárcel”, toda clasificación según Dios resulta útil.
b)
El amor: aquellos que no se aman a sí mismos
por encima de todo, y por lo tanto pueden amar a Dios
«Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
“Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque
de ellos es el reino de los cielos.
El amor es el primero de los frutos
mencionados en Gálatas y probablemente debamos considerarlo como “el” fruto,
siendo los ocho restantes diversas manifestaciones de él. Pero también, en un
sentido más “pequeño”, es uno de los frutos. Los pobres en espíritu son los
humildes, los que no tienen orgullo, que no es más que un amor propio
“usurpador”, porque ocupa el lugar que le corresponde al amor a Dios. Esa es
una (o la principal) de las raíces del pecado de Satanás y uno de los pecados
más extendidos, insidiosos y difíciles de erradicar en los seres humanos.
Aunque todos los estilos de espiritualidad
pueden “encajar” aquí (como en el resto), creo que el “estilo sensorial”, que
se encuentra con Dios a través de las obras de la creación, es el que más
fácilmente puede manifestar esta realidad debido a que cuando nos enfrentamos
con la grandeza de la Naturaleza y del Universo no podemos menos que
humillarnos ante su Hacedor.
Lo creado es el primer testimonio de Dios,
tal como dice Romanos 1, y aquellos que lo encuentran ahí quizás sean los que
más potencialidad tienen para estar cerca de su Creador.
Los humildes, por otra parte, son los
humillados, los pisoteados y menospreciados, los “últimos de la fila”, los que
terminan siendo desposeídos, los que “no tienen nada”, sea porque en efecto no
lo tengan o sea porque saben que todo lo que tienen (aunque sean ricos en este
mundo) no es suyo y no pueden disponer de ello. A los que están en tal
condición de pobreza se les promete la posesión más grande: el Reino.
c)
El gozo: la capacidad para sufrir
Bienaventurados los que lloran, porque ellos
recibirán consolación.
“Dichosos los que sufren, porque serán
consolados.
El ser humano no está preparado para sufrir y
no tiene la capacidad para soportar el sufrimiento y “salir ileso” de él. Todos
los colectivos de Derechos Humanos lo demuestran cada día; el sufrimiento
genera profundas heridas que no cierran nunca… excepto que se tenga el consuelo
y el gozo que viene del Espíritu.
Sólo aquellos que reciben el gozo de lo Alto
pueden enfrentar el sufrimiento y obtener victoria, el resto podrá construir un
cascarón sobre él, pero no vencerlo.
Todos los seres humanos experimentamos
diversas formas de sufrimiento, y no es privativo de los pobres o carenciados.
Pero el contexto en el que se presenta este sufrimiento nos da a entender que
se trata, al menos en parte, del sufrimiento por hacer la voluntad divina, por
creer en un mundo incrédulo, por mantenerse fiel en un mundo pecador.
Todos los cristianos sufren, pero algunos
sufren más que otros, aunque no lo parezca, y la clave la encontramos en un
libro escrito “debajo del sol”, desde la perspectiva humana y racional:
Eclesiastés 8:16-17 DHH
16 Mientras más me entregué a aprender y a
saber y a observar todo lo que se hace en este mundo —llega un momento en que
no puede uno dormir a ninguna hora—,
17 más cuenta me di de que el hombre no puede
comprender lo que Dios hace ni lo que ocurre en este mundo. Por más que luche
buscando la respuesta, no la encontrará; aun cuando el sabio diga conocerla, en
realidad no ha podido encontrarla.
Yo creo que el estilo de espiritualidad
racional, aquel que busca entender la naturaleza de Dios, que más puede
utilizar la lógica y la ciencia al servicio de la Fe, es el que más sufre,
“llora” en su interior. Por un lado porque se le dificulta ver las realidades
espirituales pero más que nada porque entiende mucho, conoce mucho y sabe
perfectamente del mucho dolor, pecado, injusticia, maldad y sufrimiento
inmerecido que hay en el mundo, ¡y se ve absolutamente impotente para hacer
algo!
El engaño de Satanás aquí consiste en
oscurecer las armas espirituales que tenemos y los diseños de Dios, quien al
final traerá vindicación sobre todo ese dolor.
d)
La mansedumbre, aquellos que no pelean para
conquistar sus derechos
»Bienaventurados los mansos, porque ellos
heredarán la tierra.
“Dichosos los humildes, porque heredarán la
tierra prometida.
Los mansos son los que aceptan lo que les
toca sin pelear por sus derechos, aunque pueden ser leones rugientes para
defender el honor de Dios, tal como Jesús en el Templo.
Propiamente dicho, los mansos no van a hacer
una revolución para expulsar al tirano de sobre ellos, aunque pueden ser
terribles guerreros luchando por la justicia, ¿paradójico, no? Pero lo más
paradójico es que esos, que no van a defender sus derechos tal como casi toda
la sociedad hoy en día hace, aquellos que no se van a abrir paso a codazos, son
los que recibirán el Reino por venir. Mientras que los hombres consideran que
hay que hacer la guerra para conquistar tierras, Dios se encargará de
repartirlas a quién Él determine.
De nuevo, aunque esto es (o debería ser…) una
cualidad de todos los creyentes, creo que el estilo de espiritualidad centrado
en la Biblia se puede aplicar aquí, porque son los que se concentran en las
Escrituras, no en las acciones “hacia afuera”, y prefieren perder antes que
“perderse” de la Biblia. Son los que conocen bien la historia según Dios y
saben perfectamente Quien gana al final, y que los resultados de las guerras no
son como los hombres esperan. Son los mansos, porque saben muy bien que hay un
Dios que rige los destinos, que obra a través de todos y que cumplirá Su
voluntad, dando la recompensa a quién Él quiera.
Los mansos son los “perdedores” en el mundo
regido por Satanás, los que estudian la Biblia son los que se quedan
“relegados” de la formación profesional y académica constante que requiere este
mundo competitivo. Pero son los que pueden recibir la Tierra Prometida, es
decir, autoridad sobre ella, autoridad sobre el Reino por venir porque conocen
las leyes (escritas en la Palabra) que deberán regir ese mundo.
e)
Los justos, aquellos que aplican la ley tal
como es
»Bienaventurados los que tienen hambre y sed
de justicia, porque ellos serán saciados.
“Dichosos los que tienen hambre y sed de la
justicia, porque serán satisfechos.
Aunque el clamor por justicia es de todos los
hombres, algunos destacan en él. Los que tienen “hambre y sed” de justicia son
los desesperados porque la justicia de Dios sea establecida en la Tierra, los
que aborrecen el sistema injusto y perverso en el cual vivimos, las injusticias
que destruyen la Creación y oprimen a los hombres y mujeres.
El fruto que mejor expresa, creo yo, esta
característica es la bondad, que erróneamente consideramos como si fuera una especie
de misericordia indulgente pero que en realidad tiene que ver con hacer lo que
es bueno, sea que eso bueno resulte agradable para el que lo recibe o no; es
decir, también cuando “lo bueno” es confrontador e incluso ofensivo para el
otro.
Hacer lo bueno es hacer lo que es justo, y de
entre los distintos estilos de espiritualidad, creo que el estilo doctrinal se
encuadra bien aquí. Estas son las personas que procuran un pensamiento correcto
sobre Dios y se enfocan en la verdad y la doctrina, que no es exactamente “la
Biblia” sino más bien las distintas verdades (doctrinas) entendidas y aplicadas
a las realidades concretas que podemos extraer de ella.
Son los que sufren cuando se pervierte la
enseñanza, cuando la verdad no se aplica correctamente. Son los que verán con
sus propios ojos, aquí, pero más que nada en el Reino por venir, la aplicación
correcta de la verdad, la eliminación de todo error engañoso y sutil.
f)
La misericordia: dar y recibir
»Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos serán tratados con misericordia.
“Dichosos los compasivos, porque Dios tendrá
compasión de ellos.
Probablemente la misericordia aplicada sea lo
que menos “recompensa directa” pueda tener en esta Tierra.
Lucas 14:12-14 RVC
12 También le dijo a su anfitrión: «Cuando
ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos, ni a
tus parientes y vecinos ricos, no sea que ellos también te vuelvan a invitar, y
quedes así compensado.
13 Al contrario, cuando ofrezcas un banquete,
invita a los pobres y a los mancos, a los cojos y a los ciegos,
14 y así serás dichoso. Porque aunque ellos
no te puedan devolver la invitación, tu recompensa la recibirás en la
resurrección de los justos.»
Los misericordiosos son los que dan sin
esperar nada a cambio, ¡pero nada! Es más, quien recibe las acciones de
misericordia muchas veces ni las puede agradecer o incluso las considera
ofensivas o molestas. Dios promete ser el que haga la contabilidad de todas
ellas y se encargue de la recompensa.
El estilo de espiritualidad definido como de
compartir, que encuentra a Dios a través de transmitir a otros la gracia de
Dios (enfoque en evangelismo y servicio) es el que más claramente encaja aquí.
El engaño del Adversario consiste
precisamente en hacerles ver que “no recibirán nada a cambio de ellos”, lo cual
es cierto, pero ¡no se trata de “ellos”, sino de Dios!
g)
El corazón limpio, los que buscan a Dios
»Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios.
“Dichosos los de corazón limpio, porque verán
a Dios.
Aunque el reclamo de santidad pesa sobre
todos los creyentes, no todos tienen el mismo fervor por ella, y una vida pura
implica el especial desarrollo del fruto del dominio propio: no hago lo que
quiero, no busco mi propia satisfacción, sino que mi única satisfacción es
hacer lo que Dios quiere, lo que es bueno ante Él. El mayor ejemplo de dominio
propio es Jesucristo permitiéndose sufrir y morir en la cruz, porque,
recordemos, ni los azotes, ni los golpes, ni las espinas, ni la cruz romana
tenían absolutamente ningún poder sobre Él, que Él mismo no permitiera. No es
posible y no hay sobre esta Tierra, ni lo habrá jamás, un ejemplo igual de
dominio propio.
Los que se abstienen de lo malo por servir a
Dios son los que especialmente mantienen su corazón (y sus manos) limpio de
pecado, son los que han llegado a poner su máximo deleite en Dios, de tal forma
que no hay deleite o placer posible en este mundo que se iguale con el de
agradar a su Señor y estar en Su presencia. A ellos se les promete justamente
eso, ver a Dios.
El estilo de espiritualidad que más cerca
está, según entiendo, es el denominado ascético, aquel que se enfoca en
desarrollar disciplinas para Dios, en el sacrificio y los valores internos.
Estos son los “bichos raros” de la sociedad,
los que el híper hedonista mundo actual tiene por malos, desubicados y
peligrosos, los que no van a ser invitados a los programas de televisión
(mientras que los inmundos y pervertidos artistas y políticos sí). Pero, ¿cuál
es el problema? El Despacho Principal del Creador tiene las puertas
permanentemente abiertas para ellos.
h)
Los pacificadores que viven en la paz de Dios
»Bienaventurados los pacificadores, porque
ellos serán llamados hijos de Dios.
“Dichosos los que trabajan por la paz, porque
Dios los llamará hijos suyos.
Buscar la paz nunca ha sido tarea fácil ni lo
es ahora. No sé cómo era la vida siglos atrás, pero puedo decir, comparando las
últimas décadas, que cada vez es más difícil procurar la paz con los otros y
entre las personas, cada vez hay menor tolerancia, mayor exigencia por los
derechos propios, menor capacidad de perdón.
La paz es uno de los anhelos más profundos
del hombre porque tiene que ver con estar en paz con Dios, y los pacificadores
son los que pueden poner a los hombres “en paz”, con Dios primero y con sus
semejantes después. Son los que representan a Dios en la tierra, los llamados
“hijos de Dios”. Pero hay más.
La expresión “hijo de Dios” tenía un sentido
específico en Israel, un rey era “adoptado” como hijo de Dios en el momento de
su entronización (de ahí que en un momento Jesucristo es llamado “Hijo de
Dios”, no porque no lo fuera desde la eternidad, sino que como Hombre Perfecto
resultó constituido Rey de la Creación). Pero lo que se esperaba de un Rey era
que hiciera la guerra; que conquistara tierras nuevas y que defendiera la
nación de los enemigos, es decir, algo bastante diferente a lo que llamamos
“paz”.
Pues bien, estos nuevos “reyes” que Jesús
estaba instituyendo hacían la paz de una manera diferente a como la había establecido
Roma décadas atrás:
Juan 14:27 DHH
27 dejo la paz. Les doy mi paz, pero no se la
doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo.
Creo que el estilo de espiritualidad místico
tiene una especial conexión con la paz, aunque serían las últimas personas que
uno buscaría para que gobernaran un país… quizás por eso nos va así, ¿no? Son
los que procuran el descanso en la presencia de Dios, se enfocan en el
“misterio” (lo oculto de Dios para los buscadores superficiales) y en la devoción
(fidelidad) a Dios.
i)
Los perseguidos porque no pueden dejar de
expresar lo que son
»Bienaventurados los que padecen persecución
por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
“Dichosos los perseguidos por hacer lo que es
justo, porque de ellos es el reino de los cielos.
De nuevo tenemos aquí algo que abarca a todos
los cristianos, y que requiere el ejercicio de la paciencia, es decir, soportar
cuando no es agradable hacerlo. A ellos, que son expulsados de los reinos
humanos, se les promete la ciudadanía en el Reino de los Cielos.
Aunque parezca extraño, creo que el estilo
llamado sacramental se ajusta bien aquí. No entendamos mal, se trata de
aquellos que pueden encontrarse con Dios a través de “liturgias” y simbolismos,
es decir, a través de expresiones “materiales” de las realidades espirituales.
Normalmente son los que nosotros, los mismos evangélicos, más perseguimos.
¿Qué tiene de interesante esta cuestión como
para merecer especialmente la persecución? Por supuesto digamos que todos los
fieles, no importa cuál sea su estilo de espiritualidad, son blanco prioritario
para el reino de las tinieblas, pero aquellos que pueden hacer de la fe algo
perfectamente accesible para las gentes sencillas (los más) a través de simbolismos
y expresiones fáciles de entender, son un blanco especialmente interesante.
j)
Perseguidos y vituperados, los que la
sociedad tiene por escoria
»Bienaventurados serán ustedes cuando por mi
causa los insulten y persigan, y mientan y digan contra ustedes toda clase de
mal. Gócense y alégrense, porque en los cielos ya tienen ustedes un gran
galardón; pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.
“Dichosos ustedes, cuando la gente los
insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataquen con toda clase de
mentiras. Alégrense, estén contentos, porque van a recibir un gran premio en el
cielo; pues así también persiguieron a los profetas que vivieron antes que
ustedes.
En cierto sentido las bienaventuranzas van
“in crescendo” hasta llegar a la mayor persecución posible, y a ellos se les
destina dos versículos. ¿Quiénes son éstos, que reciben tanta vehemencia de
oposición? Son los que se parecen a los profetas de antaño, son proféticos
ellos mismos y si hay un grupo de iglesias que encajan bien aquí son los que
llamamos pentecostales clásicos (no los neopentecostales de la prosperidad).
Estos son los pobres y sin estudios, que
recibieron el Evangelio y lo abrazaron con fe, precisamente porque manifestaron
el fruto de la fe de una manera superior, y por esa misma fe hablaron,
predicaron y se entregaron a las obras de fe. Pero claro, no tienen las formas
ni los cuidados sociales para desenvolverse “adecuadamente” y por lo tanto son
despreciados, rechazados y perseguidos por esa sociedad (y por unos cuantos
cristianos también).
Estos son aquellos que recién el más hondo
desprecio de nuestros sectores más cultos y “progresistas” de la sociedad,
aquellos que se llenan la boca hablando de derechos, respeto y tolerancia;
hipócritas eximios (¿o ex-simios?) llenos de palabras y engaño.
Estos son los que tienen “poco”, pero lo que
tienen lo usan todo para el Reino, y por lo tanto obtienen los resultados más
altos, ¡y por lo tanto reciben la mayor persecución!
Ellos son los que tienen fe, que es la
cobertura del Espíritu, los que viven encendidos en el fuego del Espíritu
porque de otra manera no podrían atravesar ese nivel de persecución. Y esos son
algunos de los que literalmente están muriendo hoy con fuego terrenal (y
diabólico), pero cuya recompensa en los cielos, que en esta Tierra no tuvieron,
será sobremanera grande.
k)
¡Nadie se queda afuera!
El Reino de Dios es paradójico, pero a esta
altura ya deberíamos saberlo muy bien. Estas paradojas significan que Dios “da
vueltas” cualquier situación, que nada lo “supera”, que nada se le escapa de
las manos. Y en estas Sus recompensas, todos tienen un lugar, y un lugar
propio, no algo masivo y común, como la sociedad de consumo nos tiene
acostumbrados, sino algo estrictamente personalizado.
¡Nadie se queda afuera! Hay una recompensa
especial para cada uno de los fieles.
Danilo Sorti
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