lunes, 4 de junio de 2018

508. El Sermón del Monte – XX ¡La provisión para la crisis actual!


Mateo 6:25-34 RVC
25 »Por lo tanto les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
26 Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?
27 ¿Y quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su estatura?
28 ¿Y por qué se preocupan por el vestido? Observen cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan,
29 y aun así ni el mismo Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
31 Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”
32 Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas.
33 Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
34 »Así que, no se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante tiene cada día con su propio mal!


a)     Crisis perpetua

Desde el Huerto a esta parte son pocos los lugares y los tiempos en los que la humanidad no haya estado enfrentando una crisis. De hecho, así fue el diseño divino.

La maldición dada a Adán constituía en el fondo la mayor bendición que podía recibir una humanidad rebelde e independiente: al atravesar fundamentalmente las crisis económicas (ya que a eso se refiere el pasaje) y en general, todo tipo de crisis producto de la maldición de la creación, el hombre tendría la oportunidad y la necesidad de volver sus ojos al Creador. El resto de la historia que leemos en la Biblia ilustra ese principio y deja bien en claro que las más de las veces ni aún así la gente miraba a su Hacedor.

Aunque había una relativa paz y estabilidad, la gente en Israel no la pasaba bien; por eso muchos habían emigrado, y otros tantos iban y venían haciendo negocios en distintos lugares. Si la realidad hubiera sido diferente, si la economía hubiera sido floreciente, se habría perdido uno de los principales motores de la primera extensión del Evangelio.

Como sea, conseguir lo necesario para vivir siempre ha sido difícil y más lo será hacia el final de los tiempos. Por ello, la preocupación por “sobrevivir” casi siempre y casi en todo lugar ha ocupado un sitio central entre las prioridades de las personas.


b)    Una puerta abierta a…

Finalmente esta preocupación no es algo pecaminoso en sí, de hecho, es lo que Dios ha dispuesto para el estado actual del mundo a fin de que las personas lo busquen, como dijimos. La clave está en la palabra que se traduce por “preocuparse”; μεριμνάω, merimnáo, que denota ansiedad, afán, aflicción, estar lleno de angustia, de pena, de inquietud y tristeza. Es decir, no se trata de simplemente “estar ocupado en” sino de estar con toda la carga de ansiedad y, más bien, desesperanza puesta en el futuro.

Con el sentido de esta palabra nos queda claro que ese tipo de preocupación es más bien el fruto de la acción de los espíritus de temor e incredulidad, e incluso pueden significar la prisión de algún fragmento del alma en las regiones de cautividad.

Si estas palabras fueron oportunas en todos los tiempos, precisamente en ESTOS TIEMPOS lo son mucho más. No solo por las crisis que tenemos y que se avecinan, sino por la inestabilidad y la imposibilidad de predecir, humanamente, qué vendrá en el futuro inmediato.

El tipo de afán que menciona el Señor en este pasaje es pecaminoso y una puerta abierta al dominio del Enemigo.

1 Timoteo 6:9-10 RVC
9 Los que quieren enriquecerse caen en la trampa de la tentación, y en muchas codicias necias y nocivas, que hunden a los hombres en la destrucción y la perdición;
10 porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores.

No debemos leer “enriquecerse” aquí en el sentido de un avaricioso capitalista que busca incrementar en algunos cientos de millones su fortuna. En realidad, su significado es mucho más modesto si nos referimos al contexto inmediato anterior:

1 Timoteo 6:6-8 RVC
6 Pero la piedad es una gran ganancia, cuando va acompañada de contentamiento;
7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
8 Así que, si tenemos sustento y abrigo, contentémonos con eso.

“Enriquecerse”, en este contexto, significa avanzar económicamente más allá de tener cubiertas las necesidades básicas. No vamos a profundizar el tema, no dice que está mal ser rico ni prosperar cuando Dios así lo permite, aquí se refiere a la “voluntad propia”, el deseo humano fuera del propósito y los caminos divinos.

Entre la preocupación exagerada por el futuro y querer hacerse rico hay un paso: pensamos que siendo “ricos”, o, mejor dicho en este contexto, teniendo más que ahora, todo lo más que sea posible, vamos a evitar en el futuro preocuparnos por nuestro destino, con qué viviremos y con qué nos protegeremos. Es decir, ponemos nuestra confianza en algo que no es Dios, por lo tanto, abrimos las puertas a los diversos espíritus malignos. Y esto no quiere decir que automáticamente quedamos “endemoniados”, pero sí que se generan ataduras espirituales.


c)     Confiamos porque…

El Señor utiliza tres argumentos de una lógica muy básica aquí:

·         Hay valores espirituales en el presente y en el Reino Venidero que son mucho mayores que las cuestiones materiales.
·         Si Dios se ocupa de lo más “pequeño” de Su creación, ¿cómo no se ocupará de nosotros?
·         Por más que nos esforcemos, hay cosas fundamentales que están completamente fuera de nuestro alcance, no las determinamos nosotros
·         De todas formas, no podríamos cargar mentalmente con todas las preocupaciones
·         Hay una promesa para los que sirven a Dios

Dicho de otra manera:

·         Es insensato poner como prioridad lo que es secundario
·         Dios sabe lo que tiene que hacer y no necesita que se lo recordemos continuamente
·         Hay límites en lo que podemos hacer y no los vamos a pasar
·         Tenemos una capacidad mental limitada y debemos usarla correctamente
·         Debemos confiar en las promesas divinas

Ahora bien, si los miramos bien, estas cinco sentencias ¡son consejos económicos! Primero porque concluyen con una bendición económica: ocuparse de los asuntos del Reino (aquello que el Señor nos haya dado para hacer, no lo que se nos ocurra, claro) trae bendición, no hacerlo (o lo que es lo mismo, hacerlo mal, incorrectamente o con motivaciones incorrectas) frena la bendición.

Por otro lado, hay promesas de bendición y prosperidad, y si Dios, a través de Sus profetas y mensajeros, nos da promesas específicas, confiar en ellas y avanzar por esa fe nos traerá prosperidad. Muchos cristianos intentan ser prosperados de la forma y en los sitios en los cuales Dios no quiere hacerlo, y por ende, no lo son.

Enfocar correctamente las prioridades es el más básico consejo económico y empresarial que podemos recibir, aunque necesita ser recordado periódicamente, porque en cualquier nivel de empresa puede perderse de vista.

Confiar en Dios, en un sentido general (más allá de Sus promesas o profecías específicas para nosotros) es básico para cualquier emprendimiento.

Aceptar los límites (¡y conocerlos primero, claro!) es otro consejo empresarial fundamental: si queremos avanzar más allá de lo que podemos fracasaremos en los proyectos o nos comprometeremos en deudas de las que será muy difícil salir. Para la mayoría de las personas aquí, léase “tarjeta de crédito” y “compre en cuotas”.

Y más allá de todo eso, tenemos una “energía mental” limitada; no podemos pensar en todo durante todo el tiempo, no podemos ni siquiera razonablemente ocuparnos en todo momento de todo lo que tenemos que hacer o decidir, de hecho, ¡eso solo puede hacerlo Dios! No se supone aquí que esté mal ser previsor respecto del futuro, sino de reconocer cuánto podemos hacer y cuánto no. Ocupar tiempo mentalmente preocupándose por el futuro o incluso imaginando negocios resta tiempo a lo que el Espíritu Santo nos quiere decir, tiempo de comunión. Hay que hacerlo, claro, pero de manera limitada, es decir que siempre “podremos hacer algo más”, siempre podremos pensar más, analizar más, leer más informes, etcétera; pero eso debe tener un límite, y lo que sigue más allá de ese límite se llama FE, es decir, el “material” con el que Dios puede actuar en este mundo. Sin esa materia prima, Dios no puede hacer mucho a través de nosotros para Su Reino.


d)    Observen, reflexionen, piensen un poco

Si lo vemos en perspectiva, todo el mensaje aquí se refiere al mundo material, y es precisamente  de ese mismo mundo del que Jesús saca las enseñanzas para contrarrestar la tentación a “sumergirse” en él. Por ello, creo que el estilo de espiritualidad “sensorial” es el que está siendo tratado aquí; se trata de la forma de acercarse a Dios a través de Su Creación, de la naturaleza. Las personas que tienen este estilo son, obviamente, mucho más conscientes del mundo material y pueden encontrar a Dios allí a cada paso, pero por la misma razón, se les dificulta ver la realidad espiritual que está por encima de este mundo.

El Maestro los lleva a mirar con más detalle las cosas que pasan en ese mismo mundo material para encontrar allí las verdades eternas. Esa es una forma maravillosa de enseñar: usando los conceptos y los estilos propios de cada estudiante.

Por supuesto, las palabras de este pasaje no son solamente para los que tienen ese estilo, son para todos.

¿Por qué el Señor nos hace pensar en los procesos que vemos en este mundo material? ¿No debería ser que si estamos tan preocupados por nuestro futuro “material”, deberíamos ser bien conscientes de esos procesos? Resulta paradójico, pero evidentemente no. Es decir, estando preocupados por un tema nos perdemos las cosas que Dios nos enseña A TRAVÉS DE ESE TEMA.

Las aves, la agricultura, la duración de la vida, el vestido, las plantas silvestres, todos elementos de la cotidianidad de Sus oyentes, de la naturaleza, estrechamente relacionados con los afanes materiales. A través de sos mismos Dios tenía una enseñanza.

¿No será que precisamente en aquello que hoy nos aflige hay algo que Dios quiere decirnos? Vemos sin mirar, estamos acostumbrados a “trabajar” con un tema y nos perdemos lo que Dios dice allí; porque en realidad vemos con los ojos del afán y la ansiedad, es decir, de las tinieblas, y no de la Luz.

El resumen es: observen un poco, reflexionen en que Dios realmente se ocupa de todo, ¿no se dan cuenta? Ocúpense primero de Él.

Este es el mensaje que necesitan desesperadamente todos los seguidores del evangelio de la prosperidad: no consiste en cuánto uno da o cuánto uno hace para Dios, consiste en hacer Su Voluntad antes que nada.


Danilo Sorti




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