Mateo 6:25-34 RVC
25 »Por lo tanto les digo: No se preocupen
por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo.
¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
26 Miren las aves del cielo, que no siembran,
ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso
no valen ustedes mucho más que ellas?
27 ¿Y quién de ustedes, por mucho que lo
intente, puede añadir medio metro a su estatura?
28 ¿Y por qué se preocupan por el vestido?
Observen cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan,
29 y aun así ni el mismo Salomón, con toda su
gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Pues si Dios viste así a la hierba, que
hoy está en el campo y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por
ustedes, hombres de poca fe?
31 Por lo tanto, no se preocupen ni se
pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”
32 Porque la gente anda tras todo esto, pero
su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas.
33 Por lo tanto, busquen primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
34 »Así que, no se preocupen por el día de
mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. ¡Ya bastante
tiene cada día con su propio mal!
a)
Crisis perpetua
Desde el Huerto a esta parte son pocos los
lugares y los tiempos en los que la humanidad no haya estado enfrentando una
crisis. De hecho, así fue el diseño divino.
La maldición dada a Adán constituía en el
fondo la mayor bendición que podía recibir una humanidad rebelde e
independiente: al atravesar fundamentalmente las crisis económicas (ya que a
eso se refiere el pasaje) y en general, todo tipo de crisis producto de la
maldición de la creación, el hombre tendría la oportunidad y la necesidad de
volver sus ojos al Creador. El resto de la historia que leemos en la Biblia
ilustra ese principio y deja bien en claro que las más de las veces ni aún así
la gente miraba a su Hacedor.
Aunque había una relativa paz y estabilidad,
la gente en Israel no la pasaba bien; por eso muchos habían emigrado, y otros
tantos iban y venían haciendo negocios en distintos lugares. Si la realidad
hubiera sido diferente, si la economía hubiera sido floreciente, se habría
perdido uno de los principales motores de la primera extensión del Evangelio.
Como sea, conseguir lo necesario para vivir
siempre ha sido difícil y más lo será hacia el final de los tiempos. Por ello,
la preocupación por “sobrevivir” casi siempre y casi en todo lugar ha ocupado
un sitio central entre las prioridades de las personas.
b)
Una puerta abierta a…
Finalmente esta preocupación no es algo
pecaminoso en sí, de hecho, es lo que Dios ha dispuesto para el estado actual
del mundo a fin de que las personas lo busquen, como dijimos. La clave está en
la palabra que se traduce por “preocuparse”; μεριμνάω, merimnáo, que denota
ansiedad, afán, aflicción, estar lleno de angustia, de pena, de inquietud y
tristeza. Es decir, no se trata de simplemente “estar ocupado en” sino de estar
con toda la carga de ansiedad y, más bien, desesperanza puesta en el futuro.
Con el sentido de esta palabra nos queda
claro que ese tipo de preocupación es más bien el fruto de la acción de los
espíritus de temor e incredulidad, e incluso pueden significar la prisión de
algún fragmento del alma en las regiones de cautividad.
Si estas palabras fueron oportunas en todos
los tiempos, precisamente en ESTOS TIEMPOS lo son mucho más. No solo por las
crisis que tenemos y que se avecinan, sino por la inestabilidad y la
imposibilidad de predecir, humanamente, qué vendrá en el futuro inmediato.
El tipo de afán que menciona el Señor en este
pasaje es pecaminoso y una puerta abierta al dominio del Enemigo.
1 Timoteo 6:9-10 RVC
9 Los que quieren enriquecerse caen en la
trampa de la tentación, y en muchas codicias necias y nocivas, que hunden a los
hombres en la destrucción y la perdición;
10 porque la raíz de todos los males es el
amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y
acabaron por experimentar muchos dolores.
No debemos leer “enriquecerse” aquí en el
sentido de un avaricioso capitalista que busca incrementar en algunos cientos
de millones su fortuna. En realidad, su significado es mucho más modesto si nos
referimos al contexto inmediato anterior:
1 Timoteo 6:6-8 RVC
6 Pero la piedad es una gran ganancia, cuando
va acompañada de contentamiento;
7 porque nada hemos traído a este mundo, y
sin duda nada podremos sacar.
8 Así que, si tenemos sustento y abrigo,
contentémonos con eso.
“Enriquecerse”, en este contexto, significa
avanzar económicamente más allá de tener cubiertas las necesidades básicas. No
vamos a profundizar el tema, no dice que está mal ser rico ni prosperar cuando
Dios así lo permite, aquí se refiere a la “voluntad propia”, el deseo humano
fuera del propósito y los caminos divinos.
Entre la preocupación exagerada por el futuro
y querer hacerse rico hay un paso: pensamos que siendo “ricos”, o, mejor dicho
en este contexto, teniendo más que ahora, todo lo más que sea posible, vamos a
evitar en el futuro preocuparnos por nuestro destino, con qué viviremos y con
qué nos protegeremos. Es decir, ponemos nuestra confianza en algo que no es
Dios, por lo tanto, abrimos las puertas a los diversos espíritus malignos. Y
esto no quiere decir que automáticamente quedamos “endemoniados”, pero sí que se
generan ataduras espirituales.
c)
Confiamos porque…
El Señor utiliza tres argumentos de una
lógica muy básica aquí:
·
Hay valores espirituales en el presente y en el Reino Venidero que son
mucho mayores que las cuestiones materiales.
·
Si Dios se ocupa de lo más “pequeño” de Su creación, ¿cómo no se ocupará de
nosotros?
·
Por más que nos esforcemos, hay cosas fundamentales que están completamente
fuera de nuestro alcance, no las determinamos nosotros
·
De todas formas, no podríamos cargar mentalmente con todas las
preocupaciones
·
Hay una promesa para los que sirven a Dios
Dicho de otra manera:
·
Es insensato poner como prioridad lo que es secundario
·
Dios sabe lo que tiene que hacer y no necesita que se lo recordemos
continuamente
·
Hay límites en lo que podemos hacer y no los vamos a pasar
·
Tenemos una capacidad mental limitada y debemos usarla correctamente
·
Debemos confiar en las promesas divinas
Ahora bien, si los miramos bien, estas cinco
sentencias ¡son consejos económicos! Primero porque concluyen con una bendición
económica: ocuparse de los asuntos del Reino (aquello que el Señor nos haya
dado para hacer, no lo que se nos ocurra, claro) trae bendición, no hacerlo (o
lo que es lo mismo, hacerlo mal, incorrectamente o con motivaciones
incorrectas) frena la bendición.
Por otro lado, hay promesas de bendición y
prosperidad, y si Dios, a través de Sus profetas y mensajeros, nos da promesas
específicas, confiar en ellas y avanzar por esa fe nos traerá prosperidad.
Muchos cristianos intentan ser prosperados de la forma y en los sitios en los
cuales Dios no quiere hacerlo, y por ende, no lo son.
Enfocar correctamente las prioridades es el
más básico consejo económico y empresarial que podemos recibir, aunque necesita
ser recordado periódicamente, porque en cualquier nivel de empresa puede
perderse de vista.
Confiar en Dios, en un sentido general (más
allá de Sus promesas o profecías específicas para nosotros) es básico para
cualquier emprendimiento.
Aceptar los límites (¡y conocerlos primero,
claro!) es otro consejo empresarial fundamental: si queremos avanzar más allá
de lo que podemos fracasaremos en los proyectos o nos comprometeremos en deudas
de las que será muy difícil salir. Para la mayoría de las personas aquí, léase
“tarjeta de crédito” y “compre en cuotas”.
Y más allá de todo eso, tenemos una “energía
mental” limitada; no podemos pensar en todo durante todo el tiempo, no podemos
ni siquiera razonablemente ocuparnos en todo momento de todo lo que tenemos que
hacer o decidir, de hecho, ¡eso solo puede hacerlo Dios! No se supone aquí que
esté mal ser previsor respecto del futuro, sino de reconocer cuánto podemos
hacer y cuánto no. Ocupar tiempo mentalmente preocupándose por el futuro o
incluso imaginando negocios resta tiempo a lo que el Espíritu Santo nos quiere
decir, tiempo de comunión. Hay que hacerlo, claro, pero de manera limitada, es
decir que siempre “podremos hacer algo más”, siempre podremos pensar más,
analizar más, leer más informes, etcétera; pero eso debe tener un límite, y lo
que sigue más allá de ese límite se llama FE, es decir, el “material” con el
que Dios puede actuar en este mundo. Sin esa materia prima, Dios no puede hacer
mucho a través de nosotros para Su Reino.
d)
Observen, reflexionen, piensen un poco
Si lo vemos en perspectiva, todo el mensaje
aquí se refiere al mundo material, y es precisamente de ese mismo mundo del que Jesús saca las
enseñanzas para contrarrestar la tentación a “sumergirse” en él. Por ello, creo
que el estilo de espiritualidad “sensorial” es el que está siendo tratado aquí;
se trata de la forma de acercarse a Dios a través de Su Creación, de la
naturaleza. Las personas que tienen este estilo son, obviamente, mucho más
conscientes del mundo material y pueden encontrar a Dios allí a cada paso, pero
por la misma razón, se les dificulta ver la realidad espiritual que está por
encima de este mundo.
El Maestro los lleva a mirar con más detalle
las cosas que pasan en ese mismo mundo material para encontrar allí las
verdades eternas. Esa es una forma maravillosa de enseñar: usando los conceptos
y los estilos propios de cada estudiante.
Por supuesto, las palabras de este pasaje no
son solamente para los que tienen ese estilo, son para todos.
¿Por qué el Señor nos hace pensar en los
procesos que vemos en este mundo material? ¿No debería ser que si estamos tan
preocupados por nuestro futuro “material”, deberíamos ser bien conscientes de
esos procesos? Resulta paradójico, pero evidentemente no. Es decir, estando
preocupados por un tema nos perdemos las cosas que Dios nos enseña A TRAVÉS DE
ESE TEMA.
Las aves, la agricultura, la duración de la
vida, el vestido, las plantas silvestres, todos elementos de la cotidianidad de
Sus oyentes, de la naturaleza, estrechamente relacionados con los afanes
materiales. A través de sos mismos Dios tenía una enseñanza.
¿No será que precisamente en aquello que hoy
nos aflige hay algo que Dios quiere decirnos? Vemos sin mirar, estamos
acostumbrados a “trabajar” con un tema y nos perdemos lo que Dios dice allí;
porque en realidad vemos con los ojos del afán y la ansiedad, es decir, de las
tinieblas, y no de la Luz.
El resumen es: observen un poco, reflexionen
en que Dios realmente se ocupa de todo, ¿no se dan cuenta? Ocúpense primero de
Él.
Este es el mensaje que necesitan
desesperadamente todos los seguidores del evangelio de la prosperidad: no
consiste en cuánto uno da o cuánto uno hace para Dios, consiste en hacer Su
Voluntad antes que nada.
Danilo Sorti
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