Mateo 5:43-48 RVC
43 »Ustedes han oído que fue dicho: “Amarás a
tu prójimo, y odiarás a tu enemigo.”
44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos,
bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, y oren por
quienes los persiguen,
45 para que sean ustedes hijos de su Padre
que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace
llover sobre justos e injustos.
46 Porque si ustedes aman solamente a quienes
los aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿Acaso no hacen lo mismo los cobradores de
impuestos?
47 Y si ustedes saludan solamente a sus
hermanos, ¿qué hacen de más? ¿Acaso no hacen lo mismo los paganos?
48 Por lo tanto, sean ustedes perfectos, como
su Padre que está en los cielos es perfecto.
a)
Uno de los mayores desafíos
Estoy convencido de que aceptar la gracia de
Dios es el mayor desafío que presenta el Evangelio, porque nos deja
“absolutamente indefensos” y dependientes de un Dios de amor, exactamente lo
contrario a lo que fue sembrado en la caída. Pero el segundo mayor desafío es
hacer precisamente lo mismo que Dios está dispuesto a hacer, y de hecho hace, con
nosotros:
Romanos 5:10 RVC
10 … cuando éramos enemigos de Dios fuimos
reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, …
Este pasaje está puesto ahí como un desafío
constante; a veces permanece “oculto” durante un tiempo, cuando no tenemos una
confrontación directa con nuestros adversarios, aunque enemigos de carne y
hueso (además de los espirituales) siempre hay. A veces se nos hace
terriblemente difícil, cuando estamos en medio de la pelea, y son pocos los que
pueden dar testimonio de haber vencido con éxito en los niveles más profundos
de esta lucha. De hecho, solo es posible con la actitud de los santos de los
últimos tiempos:
Apocalipsis 12:10-11 RVC
10 Entonces oí una fuerte voz en el cielo,
que decía: «¡Aquí están ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios,
y la autoridad de su Cristo! ¡Ya ha sido expulsado el que día y noche acusaba a
nuestros hermanos delante de nuestro Dios!
11 Ellos lo vencieron por la sangre del
Cordero y por la palabra que ellos proclamaron; siempre estuvieron preparados a
entregar sus vidas y morir.
Es esta actitud de total negación del yo en
esta Tierra, de mirar como mucho más valiosos los bienes celestiales que los
terrenales y temporales.
Toda la Palabra nos desafía, pero este texto
lo hace de manera especial. Como siempre, podemos dar un rodeo y seguir con
otros pasajes más agradables, o aceptar el desafío aunque tengamos que
reconocer que todavía nos falta mucho, y con humildad, enfrentar el llamado.
Creo que aquí se hace bastante claro que
Jesús no está hablando de hermanos problemáticos, ni de gente difícil y
buscapleitos, sino lisa y llanamente, de enemigos declarados, de personas
realmente peligrosas.
b)
Reenfocando
En verdad, no tenemos un pasaje exacto que
nos diga “Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo.” Pero hay algunos
parecidos:
Salmos 139:21-22 RVC
21 Señor, tú sabes que odio a los que te
odian, que mi enojo se enciende contra tus enemigos.
22 Son para mí totalmente aborrecibles; ¡los
considero mis peores enemigos!
Aunque la dimensión plena del amor de Dios
recién estaba comenzando a manifestarse al momento de pronunciarse el Sermón
del Monte, hay una diferencia sutil pero importante entre los “enemigos de
Dios” y “mis enemigos”. Pueden ser los mismos, si es que estamos haciendo exactamente
la obra del Señor, pero no necesariamente.
De nuevo, tenemos aquí otro ejemplo de sutil
corrupción de la Palabra, algo perfectamente justificable y hasta “bíblico” con
una muy pequeña torcedura del texto. ¿No tenemos muchas afirmaciones por el
estilo hoy? ¡Muchísimas! De hecho, mucha de nuestra mejor teología tiene ese
tipo de afirmaciones en todos sus capítulos.
¿Construcción malintencionada? No lo sé,
habría que hacer el recorrido histórico de esa frase. A los fines prácticos
tendría poca importancia saberlo, y quizás sería una pérdida de tiempo, aunque
siempre tenemos algunas personas muy preocupadas en dilucidar “quién tiene la
culpa”, pero nadie les dio la autoridad de juez…
Como sea, tenemos unas cuantas de esas
sutilezas, sea por error histórico o por decidida mala intención, y por lo
tanto necesitamos descubrirlas. Los oyentes habían aceptado esa frase como
bíblica o al menos, como una interpretación correcta de la Palabra, y eso nos
hace estar alertas hacia las frases y formulaciones que hoy creemos y
repetimos. Quizás puedan servir, quizás el Espíritu las utiliza durante un
tiempo para traer luz sobre un asunto, pero no son la Palabra de Dios.
Hoy se puso de moda tomar una foto del
apóstol o profeta Fulano y copiar alguna de sus mejores frases, lo que termina
cayendo (en el mejor de los casos) dentro del error que estamos comentando.
Personalmente, cuando leo eso me viene a la mente una frase de Jeremías 23:28,
“¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová.”
c)
Esto sí es imposible
Si todo el estilo de vida que exige el
Evangelio es, por decirlo suavemente, “difícil”, ¿qué nos queda para este
texto? Es imposible. Tenemos que seguir leyendo un poco más para darnos cuenta
de que sólo se puede cumplir con el Espíritu, y es el libro de los Hechos, en
donde el Bendito Consolador se manifiesta plenamente, el que nos da la clave
del poder para obedecer con gozo estos mandatos humanamente absurdos y hasta
peligrosos.
El Sermón del Monte es maravilloso, pero sin
el Espíritu resulta un pasaje expreso y sin escalas hacia la frustración y el
fracaso. La tercera Persona de la Trinidad no era desconocida para ellos, Jesús
pudo hablar con libertad sobre el Espíritu porque ya había una base de
conocimiento en su tiempo, y no debemos olvidarlo al leer esto.
Este mandato “imposible” es en realidad una
prueba de nuestra consagración a Dios, y en algún sentido, de si somos
realmente cristianos: es imposible de vivir sin el Espíritu.
¿Imposible sin, posible con? Bueno,
probablemente encontremos ejemplos de gente no cristiana que alcanza a tener
amor (o al menos así nos parece) hacia sus enemigos, y es muy posible encontrar
ejemplos de cristianos que no lo tienen. Como siempre, es un proceso; el
verdadero problema está cuando ya deja de ser una meta a lograr, un objetivo
valioso para los creyentes, y en esto los líderes tienen un rol fundamental.
En los tiempos de Jesús, eran precisamente
los líderes religiosos los que repetían esta frase, y con ello la “instalaban”
en el ambiente espiritual de Israel. Hoy estamos en una mejor posición porque
al tener tanto de la Palabra a nuestro alcance, no dependemos de un grupito de
líderes de dudosa reputación, aunque muchos cristianos hayan decidido vivir
así. Cuando los líderes comienzan a “disfrutar” de este mundo, a conseguir
cosas terrenales, es cuando comienzan a desviarse e introducen frases de este
tipo.
d)
Si es por el Espíritu, es del ámbito
celestial
Como no es posible vivir humanamente en
función de esto, se debe vivir “espiritualmente”, pero eso no se trata de un
amor nebuloso o una misericordia indulgente, se trata de entender cómo
funcionan las cosas en el Reino de Dios, cuáles son los valores mayores y
cuánto realmente vale nuestra vida aquí a comparación de la vida que Él nos
tiene preparada allá.
Aunque no es fácil para nadie, a algunos nos
cuesta más. Yo soy un profesional de las Ciencias Biológicas, y “encuentro” a
Dios a cada momento a través de Su Creación, por lo que esta vida no solo me
resulta (demasiado) valiosa por mi humana condición, sino también por mi
formación. Dios ha trabajado mucho (y lo sigue haciendo) para que entienda el
valor de las cosas eternas, aunque tiene algunas estrategias muy efectivas, ya
que mi pensamiento es más bien concreto, me lleva a sacar un porcentaje de los
años de vida terrenal sobre los años de vida en la eternidad, y el resultado
es: ¡cero! (en realidad, hay que aplicar la función Límite para un cociente
donde el divisor tiende a infinito). Es que Dios ha dispuesto recompensas
eternas.
¿Funcionamos por recompensas? Muchos líderes
espirituales dirían que no debería ser así, aunque me permito dudar de sus más
íntimas intenciones. Lo cierto es que sí, ¡Dios nos ha hecho para funcionar por
recompensas y Él nos promete exactamente eso! Lo que ocurre es que esas recompensas
son mucho más valiosas que el dinero o las propiedades que serán destruidas por
el fuego (o por las políticas económicas…). Jesús se ofreció a sí mismo por una
recompensa: nosotros, y él espera que hagamos lo mismo por una recompensa
muchísimo mayor: Él mismo.
Cuando llegamos a este nivel se nos promete
ser hijos de Dios. Cuidado, no tenemos que entender eso en el sentido de que
por obras seremos salvos, sino de que participaremos de la naturaleza divina
plenamente por esa fe profunda manifestada con esas obras.
No se nos pide nada distinto a lo que Dios
mismo hace, Él, cuyos sentimientos son mucho más profundos que los nuestros,
que siente el dolor y la alegría de cada una de Sus criaturas, y todas al mismo
tiempo, que conoce perfectamente cada injusticia, y las que vendrán, Él hace
que las leyes naturales sigan su curso, para que el mundo sea predecible y los
hombres puedan seguir viviendo y cumpliendo sus proyectos, sean buenos o malos.
Él es el que derrama las bendiciones de Su creación sobre todos, y por eso es
que cuando llega el momento de Su juicio, algo que solo ocurre cuando la maldad
llega al colmo, los santos deben ser quitados porque el castigo se derrama
sobre toda la creación.
Participar plenamente de la naturaleza divina
es estar “fuera de este mundo” mientras caminamos en él, es disfrutar de la
compañía perfecta del Trino Dios, es tener las más maravillosas promesas para
el futuro. Es vivir en el ámbito celestial y por ellos, traer el Cielo a la
Tierra para que los hombres lo vean y crea, y sean salvos. ¡Señor, abrí
nuestros ojos, para que podamos ver cuánto ganamos al obedecer Tus mandatos!
e)
¿Suficientemente bueno?
Si hay algo a lo que nos desafía este pasaje
es a no ser “suficientemente buenos”, sino “buenos como Dios”. Somos desafiados
a no ser mediocres, pero no en el sentido que se le suele dar hoy en muchos
púlpitos, copiando lo que sería un buen mensaje empresarial (y que me parece
totalmente correcto en ese ámbito). Somos desafiados a no ser mediocres en el
Reino, conforme Su poder:
Efesios 1:18-19 RVC
18 Pido también que Dios les dé la luz
necesaria para que sepan cuál es la esperanza a la cual los ha llamado, cuáles
son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
19 y cuál la supereminente grandeza de su
poder para con nosotros, los que creemos, según la acción de su fuerza
poderosa,
“¿Qué hacen de más?” pregunta Jesús, y con
eso nos desafía a no vivir un cristianismo cultural. Por cierto que eso era
posible hasta hace unas décadas: solo con cumplir las mejores normas sociales
uno obtenía aprobación y podía ser aceptablemente bueno. Eso ya casi no rige
más, hoy es necesario ser escandalosamente santo, evidentemente diferente.
Amar, bendecir, hacer bien y orar es lo que
nos pide el Señor. Pero cuidado, de nuevo es necesario poner límites: aquí no
está diciendo que vayamos a meter la cabeza voluntariamente para que nos la
corten. Una cosa es bendecir a los malos, otra cosa es exponerse
imprudentemente a ellos. No estoy hablando de los que tienen un expreso llamado
a hacerlo, aún a sufrir o morir como mártires; con ello dan gloria a Dios y
siembran una semilla poderosísima para el Reino. Me refiero a la mayoría que no
tiene ese llamado. Si el Señor nos envía expresamente a hacer algo por nuestro
enemigos, hagámoslo, pero sino, más vale nos mantenemos orando según Su
voluntad. Como siempre, necesitamos la guía específica del Espíritu aquí.
Un Reino completamente diferente a los reinos
del mundo, conforme a la imagen de Dios y con Su poder.
Danilo Sorti
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