lunes, 25 de junio de 2018

525. ¿Cómo fue que cambiaron así?


Nehemías 8:1, 8-11 RVC

1 Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas, y le rogaron al escriba Esdras que llevara el libro de la ley de Moisés, que el Señor le había dado al pueblo de Israel.

8 Y es que la lectura de la ley se hacía con mucha claridad, y se recalcaba todo el sentido, de modo que el pueblo pudiera entender lo que escuchaba.
9 Como todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley, el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que explicaban al pueblo el sentido de la ley, dijeron: «Este día está consagrado al Señor, nuestro Dios. No hay razón para que lloren y se pongan tristes.»
10 También dijeron: «Vayan y coman bien, y tomen un buen vino, pero compartan todo con los que nada tienen. Éste día está consagrado a nuestro Señor, así que no estén tristes. El gozo del Señor es nuestra fuerza.»
11 También los levitas animaban al pueblo y le decían: «Ya no lloren. No estén tristes, porque hoy es un día sagrado.»

Este es un pasaje maravilloso que nos muestra el avivamiento que ocurrió entre el pueblo al regreso del cautiverio. No hizo falta reunir a nadie, todos tuvieron el mismo sentir y se dispusieron a escuchar la Palabra del Señor. No solo oyeron, sino que entendieron, y bien que lo hicieron porque rompieron en llanto al darse cuenta de sus pecados. ¡Esto es lo que se llama avivamiento! Y que no tiene nada que ver con el marketing evangélico de las últimas décadas que llama “avivamiento” a una reunión multitudinaria con música fuerte y mucha excitación almática.

Pero menos de cien años atrás, el panorama no era exactamente el mismo…

Jeremías 13:23 RVC
23 ¿Acaso pueden los etíopes cambiar de piel, o los leopardos cambiar sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, ya que están habituados a hacer el mal!

La situación de Judá había llegado a ser tal que era IMPOSIBLE que ellos cambiaran, ya no había forma, ninguno de los profetas había podido lograrlo, siglos de historia (mucho más cercana en el tiempo para ellos que para nosotros) en la cual claramente se podía ver la manifestación divina no sirvieron de nada. El pecado y la rebeldía habían llegado a ser parte constitutiva de su naturaleza, las ataduras espirituales eran tales que resultaban imposibles de romper… ¿imposibles, para Dios…?

Si leemos unos versículos más atrás  y adelante en Jeremías nos encontramos con lo siguiente:

Jeremías 13:22-25 RVC
22 Si acaso se preguntan por qué les sobrevino esto, sepan que fue por causa de su gran maldad. ¡Por eso fueron desgarrados sus vestidos! ¡Por eso quedó al descubierto su desnudez!
23 ¿Acaso pueden los etíopes cambiar de piel, o los leopardos cambiar sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, ya que están habituados a hacer el mal!
24 Por lo tanto, yo los lanzaré al viento del desierto, para que desaparezcan como el tamo.
25 ¡Ésa es la suerte de ustedes! ¡Ésa es la parte que les he asignado, por haberse olvidado de mí y por confiar en dioses falsos! —Palabra del Señor.

En efecto, el juicio que Jeremías anunció por varias décadas finalmente cayó sobre lo que quedaba de Israel y toda la nación fue dispersada y deshecha. Tan terrible fue lo que pasó, que el mismo Jeremías dijo:

Lamentaciones 1:11-13 RVC
11 Entre sollozos, sus habitantes buscan algo qué comer; cambian por comida sus objetos más preciados para lograr volver a la vida. «¡Mírame, Señor! ¡Toma en cuenta mi desconsuelo!»
12 Ustedes, que van por el camino, ¿esto no los conmueve? ¡Consideren si hay dolor que se compare con el mío! ¡La ira del Señor se encendió y me envió este sufrimiento!
13 Envió un fuego desde lo alto que me consumió los huesos; tendió una red a mi paso y me hizo retroceder; me dejó en completa ruina, y sufro a todas horas.

No voy a detallar aquí cuánto dolor y sufrimiento implicó el juicio en sí, más el hecho de ser llevados cautivos a una tierra extraña, pero es posible hacerse una idea de ello.

Cuando el pueblo que Dios había elegido como propio y sobre el cual había derramado Sus bendiciones y al que había dado Su Palabra se rebelaron obstinadamente de tal forma que Isaías, tiempo antes de Jeremías, pudo decir:

Isaías 1:5a DHH
5 Ustedes se empeñan en ser rebeldes,
y en su cuerpo ya no hay donde castigarlos.

Entonces Dios se encargó de ser lo suficientemente drástico, y así logró un remanente santo, que se volvió a Él de todo corazón.

Los versículos que leímos en Nehemías contrastan enormemente con la rebelión que leemos en los profetas. Dios tuvo paciencia, pero finalmente Su juicio cayó, y como resultado de eso, un resto fiel volvió al Camino.

¿Qué tiene eso de diferente hoy? Estamos asistiendo a una rebeldía sin igual en todo el mundo. Uno a uno, y rápidamente, los únicos “reductos” de algo de moral que quedaban entre los países están siendo contaminados, y las nuevas generaciones (aquellos que no conocen a Dios de entre las nuevas generaciones) han alcanzado un nivel de pecado y rebeldía nunca antes visto.

La iglesia de repente se ha visto impotente para “detener” esta ola de impiedad, como si de ella dependiera. Y lo cierto es que, aunque hemos sido llamados a ser “sal y luz”, nunca hemos sido llamados a establecer un reino terrenal.

En este contexto, los cristianos “de la misericordia” o aquellos de “el Reino ahora” están teniendo un serio problema: ¿cómo seguir aplicando misericordia con una generación en extremo pecadora? Y si es que nosotros traemos el reino terrenal, ¿no la estamos errando bien feo? En breve, ambas posturas entrarán en una crisis severa, y sólo podrán mantenerse haciendo una enorme “abstracción” de la realidad, o directamente pervirtiendo la Palabra de Dios.

Ni la misericordia de Dios se aplica indefinidamente, ni traemos nosotros el Reino. En cambio, Dios mismo ha dejado bien en claro cuál es Su forma de tratar con una sociedad en extremo rebelde que se ha vuelto resistente a cualquier llamada o incluso juicio parcial, y esto es mediante el juicio “total”. Claro, no existe ni existirá tal cosa como “juicio total” porque eso implicaría eliminar completamente al hombre de la faz de la Tierra, y además ya hay Uno que pagó por TODAS las culpas, pero hay una dimensión de juicio máxima que solo ocurre en casos extremos. Pero cuando tiene que suceder, sucede.

Dios aún está trabajando para purificar a Sus santos, y todavía falta un poco. Entre otras cosas, es necesario que termine de quitar el amor al mundo y algunas doctrinas erradas, como la teología de la prosperidad y las que mencioné más arriba. Parte de ese proceso de purificación es permitir que en estos pocos años que quedan por delante, el “mundo”, aquellos que no han querido creer, sean entregados a lo más hondo del pecado, para que el juicio máximo que vendrá sea perfectamente justo y claro para todos. Viene un tiempo maravilloso en el que el resto que haya quedado de la humanidad reconocerá al Señor:

Zacarías 14:16 DHH
16 Después de esto, los sobrevivientes de los mismos pueblos que lucharon contra Jerusalén irán año tras año a adorar al Rey, al Señor todopoderoso, y a celebrar la fiesta de las Enramadas.

Recordemos que proféticamente, la fiesta de las Enramadas indica el inicio del Reino Venidero y precisamente Jesucristo volverá físicamente a la Tierra en esa fecha. En ese tiempo será por demás de evidente que hay un Dios que gobierna el mundo:

Zacarías 14:17 DHH
17 Y si alguna de las naciones de la tierra no va a Jerusalén a adorar al Rey, al Señor todopoderoso, la lluvia no caerá en sus tierras.

Mientras tanto, ¿cuáles son nuestras expectativas? La iglesia es profética y como tal no debe dejar de anunciar claramente la perfecta justicia de Dios, ni de establecer Su bendición (aún en  medio del juicio) y Sus diseños en este mundo, pero el Reino no lo traemos nosotros, no viene “ahora”, ni podemos seguir siendo más buenos que Dios. Ya estamos en el tiempo de Sus juicios y de la recta final del pecado de la humanidad. Nos resta prepararnos para el último Gran Avivamiento y la última Gran Cosecha, y no distraernos demasiado con lo que aquí Dios mismo ya ha permitido que ocurra.


Danilo Sorti




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