Nehemías 8:1, 8-11 RVC
1 Todo el pueblo se reunió como un solo
hombre en la plaza que está frente a la Puerta de las Aguas, y le rogaron al
escriba Esdras que llevara el libro de la ley de Moisés, que el Señor le había
dado al pueblo de Israel.
8 Y es que la lectura de la ley se hacía con
mucha claridad, y se recalcaba todo el sentido, de modo que el pueblo pudiera
entender lo que escuchaba.
9 Como todo el pueblo lloraba al escuchar las
palabras de la ley, el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y
los levitas que explicaban al pueblo el sentido de la ley, dijeron: «Este día
está consagrado al Señor, nuestro Dios. No hay razón para que lloren y se
pongan tristes.»
10 También dijeron: «Vayan y coman bien, y
tomen un buen vino, pero compartan todo con los que nada tienen. Éste día está
consagrado a nuestro Señor, así que no estén tristes. El gozo del Señor es
nuestra fuerza.»
11 También los levitas animaban al pueblo y
le decían: «Ya no lloren. No estén tristes, porque hoy es un día sagrado.»
Este es un pasaje maravilloso que nos muestra
el avivamiento que ocurrió entre el pueblo al regreso del cautiverio. No hizo
falta reunir a nadie, todos tuvieron el mismo sentir y se dispusieron a
escuchar la Palabra del Señor. No solo oyeron, sino que entendieron, y bien que
lo hicieron porque rompieron en llanto al darse cuenta de sus pecados. ¡Esto es
lo que se llama avivamiento! Y que no tiene nada que ver con el marketing
evangélico de las últimas décadas que llama “avivamiento” a una reunión
multitudinaria con música fuerte y mucha excitación almática.
Pero menos de cien años atrás, el panorama no
era exactamente el mismo…
Jeremías 13:23 RVC
23 ¿Acaso pueden los etíopes cambiar de piel,
o los leopardos cambiar sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el
bien, ya que están habituados a hacer el mal!
La situación de Judá había llegado a ser tal
que era IMPOSIBLE que ellos cambiaran, ya no había forma, ninguno de los
profetas había podido lograrlo, siglos de historia (mucho más cercana en el
tiempo para ellos que para nosotros) en la cual claramente se podía ver la
manifestación divina no sirvieron de nada. El pecado y la rebeldía habían
llegado a ser parte constitutiva de su naturaleza, las ataduras espirituales
eran tales que resultaban imposibles de romper… ¿imposibles, para Dios…?
Si leemos unos versículos más atrás y adelante en Jeremías nos encontramos con lo
siguiente:
Jeremías 13:22-25 RVC
22 Si acaso se preguntan por qué les
sobrevino esto, sepan que fue por causa de su gran maldad. ¡Por eso fueron
desgarrados sus vestidos! ¡Por eso quedó al descubierto su desnudez!
23 ¿Acaso pueden los etíopes cambiar de piel,
o los leopardos cambiar sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el
bien, ya que están habituados a hacer el mal!
24 Por lo tanto, yo los lanzaré al viento del
desierto, para que desaparezcan como el tamo.
25 ¡Ésa es la suerte de ustedes! ¡Ésa es la
parte que les he asignado, por haberse olvidado de mí y por confiar en dioses
falsos! —Palabra del Señor.
En efecto, el juicio que Jeremías anunció por
varias décadas finalmente cayó sobre lo que quedaba de Israel y toda la nación
fue dispersada y deshecha. Tan terrible fue lo que pasó, que el mismo Jeremías
dijo:
Lamentaciones 1:11-13 RVC
11 Entre sollozos, sus habitantes buscan algo
qué comer; cambian por comida sus objetos más preciados para lograr volver a la
vida. «¡Mírame, Señor! ¡Toma en cuenta mi desconsuelo!»
12 Ustedes, que van por el camino, ¿esto no
los conmueve? ¡Consideren si hay dolor que se compare con el mío! ¡La ira del
Señor se encendió y me envió este sufrimiento!
13 Envió un fuego desde lo alto que me
consumió los huesos; tendió una red a mi paso y me hizo retroceder; me dejó en
completa ruina, y sufro a todas horas.
No voy a detallar aquí cuánto dolor y sufrimiento
implicó el juicio en sí, más el hecho de ser llevados cautivos a una tierra
extraña, pero es posible hacerse una idea de ello.
Cuando el pueblo que Dios había elegido como
propio y sobre el cual había derramado Sus bendiciones y al que había dado Su
Palabra se rebelaron obstinadamente de tal forma que Isaías, tiempo antes de
Jeremías, pudo decir:
Isaías 1:5a DHH
5 Ustedes se empeñan en ser rebeldes,
y en su cuerpo ya no hay donde castigarlos.
…
Entonces Dios se encargó de ser lo
suficientemente drástico, y así logró un remanente santo, que se volvió a Él de
todo corazón.
Los versículos que leímos en Nehemías
contrastan enormemente con la rebelión que leemos en los profetas. Dios tuvo
paciencia, pero finalmente Su juicio cayó, y como resultado de eso, un resto
fiel volvió al Camino.
¿Qué tiene eso de diferente hoy? Estamos
asistiendo a una rebeldía sin igual en todo el mundo. Uno a uno, y rápidamente,
los únicos “reductos” de algo de moral que quedaban entre los países están
siendo contaminados, y las nuevas generaciones (aquellos que no conocen a Dios
de entre las nuevas generaciones) han alcanzado un nivel de pecado y rebeldía
nunca antes visto.
La iglesia de repente se ha visto impotente
para “detener” esta ola de impiedad, como si de ella dependiera. Y lo cierto es
que, aunque hemos sido llamados a ser “sal y luz”, nunca hemos sido llamados a
establecer un reino terrenal.
En este contexto, los cristianos “de la
misericordia” o aquellos de “el Reino ahora” están teniendo un serio problema: ¿cómo
seguir aplicando misericordia con una generación en extremo pecadora? Y si es
que nosotros traemos el reino terrenal, ¿no la estamos errando bien feo? En
breve, ambas posturas entrarán en una crisis severa, y sólo podrán mantenerse
haciendo una enorme “abstracción” de la realidad, o directamente pervirtiendo
la Palabra de Dios.
Ni la misericordia de Dios se aplica
indefinidamente, ni traemos nosotros el Reino. En cambio, Dios mismo ha dejado
bien en claro cuál es Su forma de tratar con una sociedad en extremo rebelde
que se ha vuelto resistente a cualquier llamada o incluso juicio parcial, y
esto es mediante el juicio “total”. Claro, no existe ni existirá tal cosa como
“juicio total” porque eso implicaría eliminar completamente al hombre de la faz
de la Tierra, y además ya hay Uno que pagó por TODAS las culpas, pero hay una
dimensión de juicio máxima que solo ocurre en casos extremos. Pero cuando tiene
que suceder, sucede.
Dios aún está trabajando para purificar a Sus
santos, y todavía falta un poco. Entre otras cosas, es necesario que termine de
quitar el amor al mundo y algunas doctrinas erradas, como la teología de la
prosperidad y las que mencioné más arriba. Parte de ese proceso de purificación
es permitir que en estos pocos años que quedan por delante, el “mundo”,
aquellos que no han querido creer, sean entregados a lo más hondo del pecado,
para que el juicio máximo que vendrá sea perfectamente justo y claro para todos.
Viene un tiempo maravilloso en el que el resto que haya quedado de la humanidad
reconocerá al Señor:
Zacarías 14:16 DHH
16 Después de esto, los sobrevivientes de los
mismos pueblos que lucharon contra Jerusalén irán año tras año a adorar al Rey,
al Señor todopoderoso, y a celebrar la fiesta de las Enramadas.
Recordemos que proféticamente, la fiesta de
las Enramadas indica el inicio del Reino Venidero y precisamente Jesucristo
volverá físicamente a la Tierra en esa fecha. En ese tiempo será por demás de
evidente que hay un Dios que gobierna el mundo:
Zacarías 14:17 DHH
17 Y si alguna de las naciones de la tierra
no va a Jerusalén a adorar al Rey, al Señor todopoderoso, la lluvia no caerá en
sus tierras.
Mientras tanto, ¿cuáles son nuestras
expectativas? La iglesia es profética y como tal no debe dejar de anunciar
claramente la perfecta justicia de Dios, ni de establecer Su bendición (aún
en medio del juicio) y Sus diseños en
este mundo, pero el Reino no lo traemos nosotros, no viene “ahora”, ni podemos
seguir siendo más buenos que Dios. Ya estamos en el tiempo de Sus juicios y de
la recta final del pecado de la humanidad. Nos resta prepararnos para el último
Gran Avivamiento y la última Gran Cosecha, y no distraernos demasiado con lo
que aquí Dios mismo ya ha permitido que ocurra.
Danilo Sorti
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