lunes, 4 de junio de 2018

504. El Sermón del Monte – XVI Compartir por amor a Dios


Mateo 6:1-4 RVC
1 »Cuidado con hacer sus obras de justicia sólo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los cielos no les dará ninguna recompensa.
2 Cuando tú des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. De cierto les digo que con eso ya se han ganado su recompensa.
3 Pero cuando tú des limosna, asegúrate de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha;
4 así tu limosna será en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.


a)     Para todos y para algunos

En artículos anteriores hablamos de 9 estilos de espiritualidad, y su relación tanto con los 9 frutos del Espíritu como con las Bienaventuranzas. Este resulta ser un esquema útil porque nos permite “ubicar” diversos pasajes bíblicos y obtener información extra al relacionarlos con ese marco general.

Algo así encontramos en los capítulos 6 y 7, con 9 “secciones” que pueden ubicarse en ese molde, y 3 secciones finales que sirven de “epílogo”. Cada una de estas primeras secciones habla a un tipo de cristiano en particular, con su propia forma de acercarse a Dios y con sus propias virtudes y defectos.

Pero también cada sección nos habla a todos, nadie está exento de nada de lo que se dice allí, y todos necesitamos prestar atención a esas palabras. En distintos momentos o situaciones nos veremos más involucrados en una u otra circunstancia.

Si queremos ver esto último desde otro enfoque, podríamos decir que en realidad todos tenemos las “9 formas” de acercarnos a Dios, sólo que hay una o algunas que son las predominantes en cada uno.

La enseñanza que encuentro con este análisis general es la misma que hablamos al principio, con la lectura de las Bienaventuranzas: Dios habla a todos, conforme su propia individualidad (que no es más que lo que Él mismo puso en cada uno) a la vez que habla a cada uno en todos los aspectos de su vida; Sus palabras tanto específicas como generales.

Creo que estas verdades necesitamos repetirlas y enfatizarlas especialmente en este contexto mundial, y de iglesia, en el que somos fuertemente presionados a “con-formarnos” a moldes preestablecidos, funcionales a unos pocos y casi siempre ajenos a la variedad que Dios puso en Sus creaturas.

Por ello, deben ser principios que también estén grabados a fuego en nuestra propia mente y enseñanza; lo más común es que cuando hablamos estemos intentando “con-formar” a los oyentes a un solo modelo.


b)    Una nueva “introducción”

A la vez que se refiere a una tipología espiritual específica, este pasaje sirve de “introducción” al resto, que abarcarán las distintas “dimensiones” de la vida espiritual, que no son más que las dimensiones propias de la vida.

1 »Cuidado con hacer sus obras de justicia sólo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los cielos no les dará ninguna recompensa.

Esta era, quizás, la principal desviación a la que estaban sometidos, o al menos, la más “visible”, ¡por razones obvias! Hacer las cosas “para ser visto”, para recibir aprobación de las personas, y junto con ello, ganar autoridad sobre ellas, obtener sus recursos y sus voluntades; en definitiva, la misma historia que empezó en el Huerto y que continúa hasta hoy.

Todos estamos sometidos a esa tentación, y no porque necesariamente vayamos a hacer algo que salga por televisión o sea tapa en los diarios. Que la “gente” nos apruebe en nuestra vida espiritual puede tener muchos “tamaños”; podrá ser, sí, salir en las tapas de los diarios, como aspiran muchos secretamente; pero también puede ser que la congregación que lideran esté “conforme y tranquila” con su mensaje para que no se vayan a otra iglesia (y no necesariamente por una cuestión económica), o puede ser que los líderes de mi iglesia vean lo que hago para que me permitan ascender en autoridad (aunque hoy eso está reservado en muchas sólo para familiares y compinches…), o tan simple como el hecho de que mi familia y amigos no piensen que soy un “mal cristiano”, o incluso para tener mis buenas obras “guardadas” en la mente para cuando llegue el momento en que sea cuestionado o requerido y tenga que “sacarlas a luz”.

Todas esas son formas en las que puedo intentar sacar provecho de la gente a través de mis actos de piedad, y que denotan que mi verdadera motivación no está en agradar al Padre. El resto de la enseñanza ampliará este asunto.


c)     Inversiones espirituales

El análisis aquí es “estrictamente económico”, si se quiere; hay una inversión y una utilidad, el asunto es realizar la inversión correcta. ¿No es ese, acaso, el gran dilema de los grupos de inversión mundiales, cuyos capitales superan al PBI de muchas naciones? Pues bien, Dios tiene algo que decirles a esos grupos… y al más humilde campesino también.

Dios tiene una estricta lógica económica, solo que con Su economía, claro. No está mal hablar de inversiones y recompensas, todos los seres vivos también funcionamos (hemos sido creados así) bajo una lógica económica, principalmente en relación con la administración de la energía (alimento), aunque no se trata de una lógica cortoplacista o financiera, como funciona el mundo hoy, sino verdaderamente económica (algo bastante extraño, por cierto, en el mundo actual).

Tenemos recursos limitados: nuestra vida misma, nuestro tiempo, nuestras energías, nuestra salud, nuestra capacidad mental, nuestra capacidad de atención. ¡Cuántos de nosotros deseamos hacer más de lo que realmente podemos! Todos, creo. Entonces, debemos tomar decisiones, que en el fondo son decisiones “económicas”: cómo usar de la mejor manera posible nuestros recursos escasos.

Pues bien, Dios mismo nos da la pista: primero está Él, y la verdadera inversión que tenemos que hacer es la que le agrada a Él, aquella que más dividendos producirá. Entendamos bien: cuando dice “tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” no se está refiriendo a la vida eterna o a las recompensas espirituales en el cielo, que por cierto están y ya fueron mencionadas al principio del Sermón, se está refiriendo a algo material y visible en este mundo. Es decir, hay una bendición y prosperidad económica que viene al dar, y ayudar, de esta forma, pero no podemos prometer bendición solo por el hecho de “dar” o “ayudar”, aparte del corazón de quién lo hace.

Sí hay una recompensa por nuestra generosidad, y aquí no se trata de lo que demos regularmente para sostener el ministerio, sino de lo extra que hacemos por los necesitados. En una visión más general, se está refiriendo a no dar dinero “públicamente”, como, por ejemplo, se acostumbra a hacer con el diezmo en muchas de nuestras iglesias, que constituye una “parte del espectáculo religioso”.

El hecho de “tocar trompeta”, aunque nos parezca absurdo, era algo que hacían algunos en ese entonces, y el modelo de Jesús resulta exactamente lo opuesto. La versión Dios Habla Hoy traduce el versículo 3 como: “Cuando tú ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo”, lo cual me parece una interpretación correcta.

El “Dios de lo secreto” es una verdad a recuperar en este punto, el Dios que encontramos en una relación personal, que se ocupa de cada una de Sus criaturas. Estas palabras son, de hecho un fuerte aliento en medio de la exhortación: Dios está mirando lo que cada uno hace, no necesariamente para castigar, sino buscando un buen motivo para recompensar. Dios sabe lo que cada uno hace a pesar de que nadie lo vea, a pesar de que la gente nos malinterprete o no nos valores; es a Él a quien tenemos que rendir cuentas, y por cierto que sabe perfectamente cada motivación y cada sentimiento detrás de lo que hacemos o no hacemos. Es el mismo que pudo decir:

Marcos 12:42-44 RVC
42 pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.
43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca,
44 porque todos han echado de lo que les sobra, pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, ¡todo su sustento!»

Creo que el tipo de espiritualidad que más necesita esta exhortación es del de “Compartir”, aquellos que precisamente se enfocan en la ayuda al necesitado como forma de expresar su amor a Dios. No deben corromper la esencia de su llamado particular. Y aquellos que también necesitan especialmente ser alentados cuando no obtienen el justo reconocimiento de la gente a la que ayudan (a veces, más bien lo contrario). De hecho, es quizás por la ingratitud de los receptores de su ayuda que esta gente puede frustrarse y llegar al punto de cambiar lo que hacen para tener más reconocimiento, incluso más fondos para ayudar. Esto también es una tentación sutil.

Pero aquí somos liberados de una gran carga, no necesitamos la aprobación de la gente, no hay que hacer un esfuerzo extra en publicitar nuestras buenas obras, ni siquiera esforzarnos por “guardarlas prolijamente” en nuestro cerebro, es más, lo mejor incluso es “olvidarlas” una vez hechas, que, según creo, es parte de lo que Pablo quería decir:

Filipenses 3:13-14 RVC
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante;
14 ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!

Así, somos liberados para seguir haciendo el bien y obtener la recompensa de Dios, lo que Él quiera darnos en el tiempo correcto.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario