Mateo 6:1-4 RVC
1 »Cuidado con hacer sus obras de justicia
sólo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los
cielos no les dará ninguna recompensa.
2 Cuando tú des limosna, no toques trompeta
delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para
que la gente los alabe. De cierto les digo que con eso ya se han ganado su
recompensa.
3 Pero cuando tú des limosna, asegúrate de
que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha;
4 así tu limosna será en secreto, y tu Padre
que ve en lo secreto te recompensará en público.
a)
Para todos y para algunos
En artículos anteriores hablamos de 9 estilos
de espiritualidad, y su relación tanto con los 9 frutos del Espíritu como con
las Bienaventuranzas. Este resulta ser un esquema útil porque nos permite
“ubicar” diversos pasajes bíblicos y obtener información extra al relacionarlos
con ese marco general.
Algo así encontramos en los capítulos 6 y 7,
con 9 “secciones” que pueden ubicarse en ese molde, y 3 secciones finales que
sirven de “epílogo”. Cada una de estas primeras secciones habla a un tipo de
cristiano en particular, con su propia forma de acercarse a Dios y con sus
propias virtudes y defectos.
Pero también cada sección nos habla a todos,
nadie está exento de nada de lo que se dice allí, y todos necesitamos prestar
atención a esas palabras. En distintos momentos o situaciones nos veremos más
involucrados en una u otra circunstancia.
Si queremos ver esto último desde otro
enfoque, podríamos decir que en realidad todos tenemos las “9 formas” de
acercarnos a Dios, sólo que hay una o algunas que son las predominantes en cada
uno.
La enseñanza que encuentro con este análisis
general es la misma que hablamos al principio, con la lectura de las
Bienaventuranzas: Dios habla a todos, conforme su propia individualidad (que no
es más que lo que Él mismo puso en cada uno) a la vez que habla a cada uno en
todos los aspectos de su vida; Sus palabras tanto específicas como generales.
Creo que estas verdades necesitamos
repetirlas y enfatizarlas especialmente en este contexto mundial, y de iglesia,
en el que somos fuertemente presionados a “con-formarnos” a moldes
preestablecidos, funcionales a unos pocos y casi siempre ajenos a la variedad
que Dios puso en Sus creaturas.
Por ello, deben ser principios que también
estén grabados a fuego en nuestra propia mente y enseñanza; lo más común es que
cuando hablamos estemos intentando “con-formar” a los oyentes a un solo modelo.
b)
Una nueva “introducción”
A la vez que se refiere a una tipología
espiritual específica, este pasaje sirve de “introducción” al resto, que abarcarán
las distintas “dimensiones” de la vida espiritual, que no son más que las
dimensiones propias de la vida.
1 »Cuidado con hacer sus obras de justicia
sólo para que la gente los vea. Si lo hacen así, su Padre que está en los
cielos no les dará ninguna recompensa.
Esta era, quizás, la principal desviación a
la que estaban sometidos, o al menos, la más “visible”, ¡por razones obvias!
Hacer las cosas “para ser visto”, para recibir aprobación de las personas, y
junto con ello, ganar autoridad sobre ellas, obtener sus recursos y sus
voluntades; en definitiva, la misma historia que empezó en el Huerto y que
continúa hasta hoy.
Todos estamos sometidos a esa tentación, y no
porque necesariamente vayamos a hacer algo que salga por televisión o sea tapa
en los diarios. Que la “gente” nos apruebe en nuestra vida espiritual puede
tener muchos “tamaños”; podrá ser, sí, salir en las tapas de los diarios, como
aspiran muchos secretamente; pero también puede ser que la congregación que
lideran esté “conforme y tranquila” con su mensaje para que no se vayan a otra
iglesia (y no necesariamente por una cuestión económica), o puede ser que los
líderes de mi iglesia vean lo que hago para que me permitan ascender en
autoridad (aunque hoy eso está reservado en muchas sólo para familiares y
compinches…), o tan simple como el hecho de que mi familia y amigos no piensen
que soy un “mal cristiano”, o incluso para tener mis buenas obras “guardadas”
en la mente para cuando llegue el momento en que sea cuestionado o requerido y
tenga que “sacarlas a luz”.
Todas esas son formas en las que puedo
intentar sacar provecho de la gente a través de mis actos de piedad, y que
denotan que mi verdadera motivación no está en agradar al Padre. El resto de la
enseñanza ampliará este asunto.
c)
Inversiones espirituales
El análisis aquí es “estrictamente
económico”, si se quiere; hay una inversión y una utilidad, el asunto es
realizar la inversión correcta. ¿No es ese, acaso, el gran dilema de los grupos
de inversión mundiales, cuyos capitales superan al PBI de muchas naciones? Pues
bien, Dios tiene algo que decirles a esos grupos… y al más humilde campesino
también.
Dios tiene una estricta lógica económica,
solo que con Su economía, claro. No está mal hablar de inversiones y
recompensas, todos los seres vivos también funcionamos (hemos sido creados así)
bajo una lógica económica, principalmente en relación con la administración de
la energía (alimento), aunque no se trata de una lógica cortoplacista o
financiera, como funciona el mundo hoy, sino verdaderamente económica (algo
bastante extraño, por cierto, en el mundo actual).
Tenemos recursos limitados: nuestra vida
misma, nuestro tiempo, nuestras energías, nuestra salud, nuestra capacidad
mental, nuestra capacidad de atención. ¡Cuántos de nosotros deseamos hacer más
de lo que realmente podemos! Todos, creo. Entonces, debemos tomar decisiones,
que en el fondo son decisiones “económicas”: cómo usar de la mejor manera
posible nuestros recursos escasos.
Pues bien, Dios mismo nos da la pista:
primero está Él, y la verdadera inversión que tenemos que hacer es la que le
agrada a Él, aquella que más dividendos producirá. Entendamos bien: cuando dice
“tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” no se está
refiriendo a la vida eterna o a las recompensas espirituales en el cielo, que
por cierto están y ya fueron mencionadas al principio del Sermón, se está
refiriendo a algo material y visible en este mundo. Es decir, hay una bendición
y prosperidad económica que viene al dar, y ayudar, de esta forma, pero no
podemos prometer bendición solo por el hecho de “dar” o “ayudar”, aparte del
corazón de quién lo hace.
Sí hay una recompensa por nuestra
generosidad, y aquí no se trata de lo que demos regularmente para sostener el
ministerio, sino de lo extra que hacemos por los necesitados. En una visión más
general, se está refiriendo a no dar dinero “públicamente”, como, por ejemplo,
se acostumbra a hacer con el diezmo en muchas de nuestras iglesias, que
constituye una “parte del espectáculo religioso”.
El hecho de “tocar trompeta”, aunque nos
parezca absurdo, era algo que hacían algunos en ese entonces, y el modelo de
Jesús resulta exactamente lo opuesto. La versión Dios Habla Hoy traduce el
versículo 3 como: “Cuando tú ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni
siquiera a tu amigo más íntimo”, lo cual me parece una interpretación correcta.
El “Dios de lo secreto” es una verdad a
recuperar en este punto, el Dios que encontramos en una relación personal, que
se ocupa de cada una de Sus criaturas. Estas palabras son, de hecho un fuerte
aliento en medio de la exhortación: Dios está mirando lo que cada uno hace, no
necesariamente para castigar, sino buscando un buen motivo para recompensar.
Dios sabe lo que cada uno hace a pesar de que nadie lo vea, a pesar de que la
gente nos malinterprete o no nos valores; es a Él a quien tenemos que rendir
cuentas, y por cierto que sabe perfectamente cada motivación y cada sentimiento
detrás de lo que hacemos o no hacemos. Es el mismo que pudo decir:
Marcos 12:42-44 RVC
42 pero una viuda pobre llegó y echó dos
moneditas de muy poco valor.
43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y
les dijo: «De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que
han echado en el arca,
44 porque todos han echado de lo que les sobra,
pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, ¡todo su sustento!»
Creo que el tipo de espiritualidad que más
necesita esta exhortación es del de “Compartir”, aquellos que precisamente se
enfocan en la ayuda al necesitado como forma de expresar su amor a Dios. No
deben corromper la esencia de su llamado particular. Y aquellos que también
necesitan especialmente ser alentados cuando no obtienen el justo
reconocimiento de la gente a la que ayudan (a veces, más bien lo contrario). De
hecho, es quizás por la ingratitud de los receptores de su ayuda que esta gente
puede frustrarse y llegar al punto de cambiar lo que hacen para tener más
reconocimiento, incluso más fondos para ayudar. Esto también es una tentación
sutil.
Pero aquí somos liberados de una gran carga,
no necesitamos la aprobación de la gente, no hay que hacer un esfuerzo extra en
publicitar nuestras buenas obras, ni siquiera esforzarnos por “guardarlas
prolijamente” en nuestro cerebro, es más, lo mejor incluso es “olvidarlas” una
vez hechas, que, según creo, es parte de lo que Pablo quería decir:
Filipenses 3:13-14 RVC
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo
alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado
atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante;
14 ¡prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús!
Así, somos liberados para seguir haciendo el
bien y obtener la recompensa de Dios, lo que Él quiera darnos en el tiempo
correcto.
Danilo Sorti
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