lunes, 4 de junio de 2018

506. El Sermón del Monte – XVIII ¿Por qué otra persona debería juzgar mi espiritualidad?


Mateo 6:16-18 RVC
16 »Cuando ustedes ayunen, no se muestren afligidos, como los hipócritas, porque ellos demudan su rostro para mostrar a la gente que están ayunando; de cierto les digo que ya se han ganado su recompensa.
17 Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara,
18 para no mostrar a los demás que estás ayunando, sino a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.


a)     El ayuno

Aquí tenemos otra de las prácticas que ha quedado muy olvidada en nuestro cristianismo moderno, porque significa un sacrificio personal. Jesús dio por sentado que Sus seguidores ayunarían:

Marcos 2:18-20 RVC
18 Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, así que algunos fueron a preguntarle: «¿Por qué los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan, y tus discípulos no?»
19 Jesús les dijo: «¿Acaso pueden ayunar los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos? ¡Claro que no, mientras el novio esté presente!
20 Pero vendrá el día en que el novio les será quitado, y entonces sí, ese día ayunarán.

El tiempo en el que “el novio fue quitado” es este, y por ello es este el tiempo para ayunar. Hilando un poco más fino, podríamos decir que incluso en este tiempo en el que somos llamados a ayunar hay momentos “especiales” para hacerlo, mejor dicho, momentos en los que somos especialmente llamados a hacerlo.

Hay personas que dedican mucho tiempo al ayuno y por lo tanto reciben mucha revelación, especialmente, creo, el tipo de espiritualidad que llamamos “ascético”, que está más orientado hacia el sacrificio personal y el apartamiento de los placeres de este mundo. Dado que para la mayoría de los cristianos resulta algo especialmente difícil, aquellos que pueden hacerlo muy fácilmente “suben en el pedestal de la santidad” unos cuantos escalones.

Lo cierto es que, al igual que todas las prácticas de espiritualidad, es un don y un llamado; y de la misma forma que todos están llamados a leer la Biblia pero no todos a estudiarla en profundidad, todos están llamados a orar pero no todos a dedicar varias horas al día, todos a ayudar a los necesitados, pero no todos a dedicar todo su tiempo disponible a esa función, todos a escuchar a Dios y proclamar lo que Él dice, pero no todos a profetizar, y un largo etcétera; todos son llamados a ayunar pero no todos a dedicar un gran tiempo a eso, y no necesariamente ten todo momento.

Dicho esto, ¡necesitamos ayunar! Aunque no se supone que lo hagamos por 40 días (a menos que el Señor nos lo indique expresamente), no debería estar ajeno a nuestras prácticas espirituales diarias.

¿El ayuno nos acerca a Dios? En realidad no, ayunamos porque anhelamos acercarnos a Dios y escuchar Su voz con más claridad; pero los satanistas también ayunan para escuchar a su señor, ¡y por cierto que les habla! El ayuno nos hace más sensibles espiritualmente, y cuando es guiado por Dios, resulta un momento maravilloso de revelación y apertura de entendimiento.

Hay mucho escrito sobre el ayuno por personas con muchísima más experiencia que yo, así que no necesito profundizar ese tema, pero sí recordar esta salvedad: es tanto un deber como un don o llamado específico, no debemos sentirnos culpables si no alcanzamos a ayunar muchos días como hacen algunos pero sí deberíamos sentirnos en falta si no lo hacemos nunca.

A medida que los tiempos se ponen espiritualmente más oscuros, creo que es más necesario que intensifiquemos nuestras prácticas espirituales, el ayuno entre ellas.


b)    Bajando un escalón en el podio

Al igual que el resto del capítulo, aquí somos llamados a una espiritualidad sencilla, dirigida hacia Dios y no hacia los hombres, que procura la aprobación divina y no humana. En aquel entonces el tiempo de ayuno era un espectáculo religioso más, con el que los líderes religiosos “ganaban puntos” delante de la gente, lo cual significaba obviamente, más influencia sobre ellos y, en consecuencia, más dinero.

No sé si hoy en día “sumarían puntos” así, pero la enseñanza básica es la misma: cualquier práctica espiritual o manifestación de los dones o capacitaciones divinas que se utilice “para los hombres” es incorrecta y no sirve para nada delante de Dios. Recordemos: nadie ayuna por largo tiempo o recibe importantes revelaciones porque sea más que otro, sino porque primero ha sido llamado y segundo, ha trabajado ese llamado, allí está el “mérito” que podamos tener, pero que de todas formas es nada delante de Dios.

Jesús llama expresamente a “OCULTAR” las prácticas espirituales, es decir, a no hacer absolutamente ninguna promoción. Eso nos hace bajar unos escalones en el podio de los “semidioses” eclesiásticos, y con ello tenemos algunos problemas.

Si la gente que nos conoce o nos sigue no “ve” que nosotros somos más “espirituales” o consagrados que ellos, ¿por qué nos seguiría? Si la gente no puede “ver” que somos distintos y mejores en los temas espirituales, ¿por qué deberíamos seguir siendo sus líderes? Pablo dijo:

1 Corintios 11:1 RVC
1 Imítenme a mí, así como yo imito a Cristo.

Así que la gente debería ver en nosotros una vida especial, “sobrenatural”, ¿no es cierto…?

Bueno, sí, lo es, el asunto es A QUÉ SE REFIERE con eso de “especial”, y precisamente lo encontramos leyendo unos versículos atrás:

1 Corintios 10:31-33 RVC
31 Así que, si ustedes comen o beben, o hacen alguna otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.
32 No sean motivo de tropiezo para los judíos ni para los no judíos, ni para la iglesia de Dios.
33 Hagan lo que yo, que procuro agradar a todos en todo, y no busco mi propio beneficio sino el de muchos, para que sean salvos.

Es decir, Pablo decidía morir a sí mismo, a sus propios intereses y gustos a fin de cumplir su misión de la manera más efectiva posible. Se negaba su propia naturaleza y lo que legítimamente podría hacer a fin de no ser un estorbo. EN ESO somos llamados a “publicitarlo” mediante nuestra propia vida, es decir, aquello que genuinamente podemos mostrar, o mejor dicho, que naturalmente se va a demostrar, es un carácter transformado, EL FRUTO del tiempo que hemos pasado en comunión con el Señor.

Resumiendo: ¿qué le importa a los hermanos mi tiempo de ayuno, oración o búsqueda espiritual? Eso lo tiene que saber solo Dios y yo. Pero a los hermanos sí les importa mi carácter transformado, el resultado de ese tiempo.

La verdad es que si no nos “promocionamos” espiritualmente, en el mundo de hoy, probablemente (mejor dicho, ¡con toda seguridad!) no vamos a tener mucha gente que nos siga y que esté dispuesta a ofrendar en nuestro ministerio, “sólo” van a estar con nosotros los que verdaderamente han sido llamados, conocen al Pastor y pueden oír Su voz, ¿para qué más? Ellos ofrendarán los recursos que necesitamos para hacer lo que Dios nos haya llamado a hacer como líderes, y no más.

Cuando los líderes pierden la vida espiritual los cristianos espirituales dejan de seguirlos por lo que son y entonces necesitan construir una imagen que les permita tener gente alrededor, sean quienes sean.


c)     Mirando la recompensa

Al igual que en los otros textos, aquí se promete una recompensa pública, ¿en qué consiste? En la palabra de sabiduría y poder, la revelación y la vida en santidad que se manifiesta en los que hacen sus prácticas de piedad “en secreto”. Y si es pública significa que es algo que la gente puede reconocer, es decir, que la gente de Dios puede reconocer.

Viceversa, ¿cuál es el liderazgo que vale la pena seguir? Aquél que manifieste esta “recompensa pública” que viene de lo Alto.

Si no estoy viendo tal fruto puede pasar que aún no haya llegado el momento de la madurez o que no esté haciendo las cosas todavía como debiera. Lo cierto es que, tarde o temprano, la verdadera vida espiritual en privado se manifestará en público, mediante el testimonio de los (santos) que nos rodean. Analizar si tal recompensa está ocurriendo o no es una forma de evaluarnos a nosotros mismos.


Danilo Sorti




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