lunes, 4 de junio de 2018

500. El Sermón del Monte – XII ¿Venganza o Victoria?


Mateo 5:38-42 RVC
38 »Ustedes han oído que fue dicho: “Ojo por ojo, y diente por diente.”
39 Pero yo les digo: No resistan al que es malo, sino que a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra;
40 al que quiera provocarte a pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa;
41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
42 Al que te pida, dale, y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

Uno de los libros que introdujo en la libertad que nos traía el Sermón del Monte fue “Una Fe Sencilla”, de Charles R. Swindoll, hace más de 20 años ya. No sé si se puede conseguir en librerías o dando vueltas por la Web, pero, siendo un libro “sencillo”, trae liberación sobre algo que en ese entonces todavía no estaba del todo claro: el dominio del Espíritu de Religión. Aunque no lo haya citado expresamente, sus palabras están en la base de lo que puedo entender de estos capítulos de Mateo, y especialmente en lo que comparto a continuación.


a)     Cambio de perspectiva

Hasta aquí el Sermón del Monte se enfocaba en la vida de la comunidad, de los hermanos, de los santos. Como dije en artículos anteriores, hay que tener eso bien en claro porque sino estaremos aplicando esos principios en situaciones incorrectas.

Pero aquí el enfoque cambia y nos volvemos hacia una parte poco agradable del mundo. De nuevo, estos pasajes también han generado malas interpretaciones cuando se toman fuera de contexto; Jesús no se está refiriendo a una situación de guerra o de agresión extrema, sino a un tipo de personas especialmente complicadas en el trato. Notemos que los ejemplos que utiliza aquí no son situaciones de gran daño o violencia, sino más bien ofensivas o humillantes. La palabra que se traduce por “malo” tiene muchos significados, puede ser efectivamente alguien muy dañino, pero también puede ser una de esas personas que siempre están tratando de sacar provecho de los otros, ofendiendo y molestando; y por el resto del texto entiendo que se refiere a eso.

Tiene lógica si lo pensamos en una secuencia: primero Jesús trató con el ser interior de Sus oyentes, luego se refirió a las relaciones entre hermanos, que iban a suceder de acuerdo a lo que hubiera en ese interior, y después se concentra en las personas complicadas (no hermanos) que nos rodean. Si tenemos esa secuencia en mente podemos concluir que antes de llegar a mantener esa relación correcta con los “difíciles” necesitamos tener nuestra relación correcta con Dios, con nosotros mismos y con nuestros cercanos en la fe.

No quiero decir que este orden sea el único enfoque posible, pero creo que deberíamos tenerlo en cuenta; esto es, que hay también un orden en cómo enfocar nuestras batallas de la vida cotidiana, qué cosas podremos vencer “primero” y cuáles “después”. De nuevo, sin ser exclusivos, entiendo que antes de tener victoria en las relaciones difíciles, debemos solucionar unas cuantas cosas en nuestra relación con Dios y luego en las relaciones “fáciles”.

Este también es un orden lógico dentro la comunidad de la fe: los nuevos creyentes necesitan concentrarse primero en su relación con el Señor, luego en la familia de la fe y luego hacia el “mundo”. En realidad, esto no suele ser tan simple porque los desafíos del mundo “se nos vienen encima” muy pronto cuando nos convertimos, y ahí necesitamos TODO el consejo. Creo, más bien, que si de nuevo nos ubicamos en el contexto donde son dichas estas palabras, entenderemos a qué se refiere: Jesús está con los suyos en el monte, ellos se han apartado un tiempo para escuchar la voz de Dios a través de Su Enviado; en el CONTEXTO de transmitir una enseñanza de la manera más ordenada y efectiva posible, Jesús sigue esta secuencia.

Pablo retoma este principio de una manera general en sus cartas: primero nos encontramos con una sección en la que desarrolla las verdades espirituales, y luego tenemos la sección práctica, en la que siguen las recomendaciones para la vida, pero después de haber trabajado primero con el espíritu y el alma de los oyentes.


b)    ¿Cómo tratamos a los complicados?

Vivimos en una época en la que cada vez más se reclaman los derechos de las personas. Lo que empezó hace algunos siglos de manera correcta se está desvirtuando gravemente reclamando cada vez más “derechos” que no son tales. Claro, la sociedad tiene un grave problema: ¿quién determina qué es derecho y qué no? Desde el punto de vista de ellos, quien grite más fuerte y por más tiempo.

Lo cierto es que los primeros reclamos de derechos humanos se fundamentaron en la Palabra de Dios, porque solo el Hacedor puede decir cuáles son los derechos que les corresponden a Sus criaturas. No puede ser diferente hoy: cualquier reclamo válido,  ¡y por supuesto que los hay!, debe estar basado en los principios de Dios.

Pero en este “tren” de reclamar derechos se suben muchos, cristianos entre ellos, y hemos llegado a tener una sociedad en donde la mayoría está muy enojada con la mayoría debido a que sus derechos no son debidamente respetados. Es obvio de una sociedad en disolución, en la que nadie tiene capacidad de soportar, ni de esperar en Dios, ni mucho menos de orar para que Él tome cartas en el asunto, y en donde el único valor “soy yo y nada más que yo”.

Cristianos en el vagón de cola no son diferentes, pero esto tampoco es nuevo, ya pasaba en la época de Jesús, especialmente cuando había romanos por todos lados usando de prepotencia y avasallando las libertades de los pueblos conquistados.

Al igual que el resto, estas palabras son tanto o más necesarias hoy que antes, y el “mensaje central” es que no debemos subirnos a ese tren. “Ojo por ojo, y diente por diente” se aplicaba a casos graves, y en realidad era una forma de aplicar justicia a situaciones de violencia, debemos saber que la norma en pueblos antiguos no solía ser esa sino que el castigo por una agresión podía ser mucho mayor, o generar venganzas desproporcionada que luego producían respuestas y así originaban pequeñas guerras; como de hecho sigue ocurriendo hoy en determinados pueblos. Aquellos que pretenden mofarse de Dios pensando que esas palabras no implican justicia y misericordia, deberían leer un poco de historia…

Pero esa regla se aplicaba a casos más graves, en donde había un daño físico importante; Jesús no está hablando de eso aquí: el “cachetazo en la mejilla” bien podía interpretarse como un insulto u ofensa, Jesús no usa aquí palabras que signifiquen un “golpe de puño”. “Provocar a pleito” es “buscar camorra”, buscar un motivo de pelea reclamando algo superfluo o muy rebuscado. Obligar a alguien a llevar una carga “una milla” era algo que podían hacer los soldados romanos, y era una sola milla, no más. Por supuesto que eran expertos también en “buscar pelea”.

Todo lo que dije Jesús aquí tiene que ver con la gente que viene a nosotros buscando alguna ocasión de conflicto, evidentemente con malas intenciones. No se trata de nuestros hermanos “complicados”, se trata de gente malintencionada, que está buscando la oportunidad para generar un conflicto mayor a partir de algo menor. Quieren abrir una pequeña grieta para lograr una gran rajadura. Son gente experta en pleitos, ya sea que conscientemente quieran lograrlo o que se encuentren totalmente bajo el dominio del Adversario, en la práctica es lo mismo y como tal debemos considerarlas.

Jesús no está diciendo que debemos “cobijarlos” y meterlos en la comunión, simplemente nos dice que no respondamos a esas insinuaciones, por más que impliquen una molestia o una clara ofensa. Si lo llevamos al día de hoy, no significa que no debiéramos iniciar un juicio por un daño o estafa, ni que deberíamos dejar de reclamar contra la explotación infantil o la trata de personas, o denunciar los abusos de poder de los poderosos, o incluso defendernos legítimamente de un ladrón. Está diciendo que no debemos entrar en ese juego de “ofensas y ofendidos”, que no debemos responder a esas insinuaciones o pequeños actos de desprecio.

Es común ver en las escuelas a los niños que empiezan a burlarse unos de otros, y el intercambio verbal empieza a crecer en intensidad hasta que terminan revolcados en el piso a las trompadas. Los adultos no somos muy diferentes, un poco más sofisticados y sutiles, según los contextos culturales, pero nada más. Los países no son tan diferentes, mucho más sofisticados y sutiles, pero en esencia es lo mismo.

Si estamos siempre enojados por todos y cada uno de nuestros derechos que no fueron debidamente respetados, no estamos cumpliendo estas palabras. Estamos en un mundo complicado, yo no digo que está mal que se desprecie a las personas, que no se las considere ni que se pasen por alto sus derechos, por más pequeños que sean; pero teniendo en cuenta la realidad en la que vivimos, lo más sabio es pasar por alto muchas ofensas, tal como dice Proverbios:

Proverbios 12:16 DHH
16 El necio muestra en seguida su enojo;
el prudente pasa por alto la ofensa.

Proverbios 17:9 DHH
9 Quien pasa por alto la ofensa, crea lazos de amor;
quien insiste en ella, aleja al amigo.

Finalmente, Jesús lo que está haciendo con sus oyentes es “actualizar” la Palabra de Dios, es decir, aclarando cómo estas palabras escritas cientos de años antes podían aplicarse en el Israel ocupado por los romanos. En esencia, es lo que debemos hacer nosotros hoy, no “inventar” alguna nueva y original doctrina, sino “hacer viva y actual” la ÚNICA Y ETERNA Palabra de Dios.


c)     Entendamos bien…

¿De dónde viene el dicho que cita Jesús? Del Pentateuco:

Deuteronomio 19:21 DHH
21 No tengan compasión: cobren vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

Éxodo 21:23-25 DHH
23 Pero si la vida de la mujer es puesta en peligro, se exigirá vida por vida,
24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,
25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

Levítico 24:19-21 DHH
19 que cause daño a alguno de su pueblo, tendrá que sufrir el mismo daño que hizo:
20 fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; tendrá que sufrir en carne propia el mismo daño que haya causado.
21 que mate un animal, tendrá que reponerlo. El que mate a un hombre, será condenado a muerte.

Tal como dijimos al principio, esto se aplica a situaciones graves, NO A INSULTOS Y OFENSAS. Jesús no abolió esta ley, Jesús corrigió una aplicación errónea del principio, tal como está haciendo en toda esta sección.

Dijimos arriba que es necesario “actualizar” la Biblia, es decir, ¡no cambiarla ni nada por el estilo!, sino traer Su mensaje al día de hoy, explicar cómo sea aplican sus principios en nuestra realidad. Los religiosos de la época de Jesús habían trastocado muchos de ellos, y por cierto que la estaban “llevando a sus días”, pero mal. Hoy no pasa nada diferente: tenemos muchas predicaciones y enseñanzas que pretenden explicar cómo aplicamos la Verdad Eterna hoy, pero cuidado, ¿están diciendo la verdad? Necesitamos ser cuidadosos en no descontextualizarla, tal como hicieron ellos.

Danilo Sorti




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