lunes, 4 de junio de 2018

507. El Sermón del Monte – XIX El pasaje más olvidado…


Mateo 6:19-24 RVC
19 »No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan.
20 Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan.
21 Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22 »La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán oscura no será la misma oscuridad!
24 »Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.


a)     ¿Algún cristiano lee la Biblia?

Hubo un tiempo en el que me sorprendía y no alcanzaba a comprender por qué muchos cristianos y predicadores violaban deliberadamente la Palabra de Dios en asuntos que son por demás de claros. Dejando de lado doctrinas que pudieran prestarse a confusión, o que requieren análisis más profundos, hay muchos temas que son “evidentes” en la Palabra, que necesitan interpretarse y contextualizarse, es cierto, pero su significado es tan transparente que ninguna contextualización podría hacerles decir algo muy diferente. Entonces, ¿por qué flagrantemente se los pasa por alto?

Bueno, hoy ya no me asombro de eso, aunque sigo casi sin comprenderlo, sencillamente acepté que es una realidad… La verdad es que sí hay formas muy “justificadas” para hacerle decir a la Biblia lo que nos conviene y dar vuelta lo otro; por supuesto, todas esas formas en el fondo parten de rebajar la autoridad de la Palabra, de tal forma que hay algo o alguien por encima de ella que finalmente determina cómo tenemos que leerla y qué dice eso que leemos.

Lo cierto es que, un tema tan candente y actual lo encontramos tan claramente expresado ¡hace 2.000 años! De hecho, si nos vamos más atrás, al Antiguo Testamento, también nos encontramos con palabras parecidas, más viejas todavía. ¿Qué quiere decir eso?

Pues que “no hay nada nuevo bajo el sol”, no al menos en lo que se refiere a la naturaleza humana: cambian los tiempos, los escenarios, la tecnología, las formas, la sofisticación, pero la esencia es la misma. Y por eso la Biblia resulta siempre actual. Lo bueno de esto es que podemos buscar en sus páginas respuestas para los problemas actuales, es decir, no necesitamos elaborar complejas y nuevas teorías para entender los fundamentos de las desviaciones doctrinales y prácticas actuales porque ya están escritas. En todo caso, podremos construir esas teorías sobre el fundamento bíblico.

Al igual que el resto del Sermón, el sentido de este pasaje es muy claro, tanto que a uno le da “miedo” intentar una explicación no sea cosa que quede oscurecido o tergiversado. Sólo tenemos que obedecerlo.


b)    Acumulando tesoros…

Creo que cualquiera que haya seguido los vaivenes económicos de las últimas décadas, especialmente años, se dará cuenta de cuán efímeras pueden ser las riquezas y cuán fácilmente se pueden perder si uno no está continuamente sobre ellas.

Eclesiastés 5:12-14 RVC
12 El que trabaja tiene dulces sueños, aun cuando coma mucho o coma poco. En cambio, al rico tanta abundancia le quita el sueño.
13 He visto un mal terrible bajo el sol, y es que las riquezas acumuladas acaban por perjudicar a sus dueños,
14 pues se pueden perder en un mal negocio, ¡y a los hijos que tuvo no les deja nada!

Hubo un tiempo en que se exageró el tema de la pobreza en los ámbitos evangélicos, y, como respuesta, surgen las enseñanzas de la prosperidad y la bendición, que luego degeneraron en lo que conocemos peyorativamente como la teología de la prosperidad. Dos extremos igualmente erróneos.

Jesús no dice aquí que debamos ser pobres, y todos los que abogan por algún tipo de “teología de la pobreza” deberían explicar por qué tenemos en la Biblia a Abraham, Job, Isaac, Jacob, José, Moisés en sus primeros tiempos, Booz, David, Salomón, Ester, Nehemías, Teófilo, José de Arimatea, Cornelio, Filemón y unos cuantos más, que ocuparon lugares claves en la historia del Reino de Dios y fueron prósperos, algunos muy ricos incluso. Creo que Hebreos 11 sigue siendo el equilibrio adecuado: no se trata ni de ser “exitoso” o “no exitoso”, se trata de la fe en creer y cumplir la voluntad divina.

Los judíos que escuchaban al Señor conocían perfectamente las historias del Antiguo Testamento, en donde aparecen muchos realmente ricos. Nunca el dinero y las riquezas fue algo mal visto en esa sociedad, sino que vino después, más bien como una desvirtuación en el cristianismo. En ese contexto es en el que Jesús dice estas palabras, que, me parecen, deberían interpretarse en el sentido de no consagrarnos al dinero ni mucho menos pensar que acumulando vamos a obtener algo.

Lucas 12:16-21 RVC
16 Además, les contó una parábola: «Un hombre rico tenía un terreno que le produjo una buena cosecha.
17 Y este hombre se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? ¡No tengo dónde guardar mi cosecha!”
18 Entonces dijo: “¡Ya sé lo que haré! Derribaré mis graneros, construiré otros más grandes, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes.
19 Y me diré a mí mismo: ‘Ya puede descansar mi alma, pues ahora tengo guardados muchos bienes para muchos años. Ahora, pues, ¡a comer, a beber y a disfrutar!’”
20 Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche vienen a quitarte la vida; ¿y para quién será lo que has guardado?”
21 Eso le sucede a quien acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico para con Dios.»

Pero veamos la otra cara de la moneda.

1 Timoteo 6:17-19 RVC
17 A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
18 Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos;
19 que atesoren para sí mismos un buen fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna.

En el sistema mundial actual hay ricos y pobres y así será hasta que Cristo venga. Yo no estoy diciendo que eso sea bueno ni me “conformo” con esa realidad, pero por muchas circunstancias, así es y así será hasta ese momento. Las riquezas cumplen un rol y los ricos también. El asunto es en dónde está la esperanza, es decir, o las riquezas son un instrumento para servir a Dios, o se convierten en Dios.

Colosenses 3:5 DHH
5 Hagan, pues, morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni se deje llevar por la avaricia (que es una forma de idolatría).

Dado que esta verdad es tan clara en las Escrituras, no debemos tolerar que ningún “líder” espiritual acumule tesoros “para la gloria de dios”, porque “de Dios” seguro que no es…


c)     De nuevo, haciendo correctas inversiones

Tal como dijimos en artículos anteriores, aquí también tenemos el enfoque “inversionista”; creo que indirectamente Jesús está redimiendo en este Sermón el justo sentido de las inversiones y el buen manejo económico, ¡aunque parece exactamente lo contrario!

Como vimos arriba, Jesús está criticando el afán por las riquezas materiales como un fin en sí mismas, pero no habla en contra de ellas. Más bien, deberían servir como medio para acumular tesoros eternos en el Cielo. Las buenas obras, las obras de ayuda al otro, están en todo este Sermón, por lo que no es descabellado unir ese hilo conductor con este texto. “Acumular tesoros en el cielo” sería, en función de ese contexto, hacer obras de justicia con las riquezas.

Así que, la forma correcta de ganar dinero es no ser avaro ni poner la esperanza en él. ¿Por qué? Primero porque así uno tiene la bendición de Dios en los negocios y empresas, y no hace falta decir que en este mundo cada vez más convulsionado, cada vez menos es posible prosperar sin la bendición de Dios.

Cuando uno es avaro en realidad está queriendo obtener la mayor ganancia posible en el tiempo más corto, con lo que pierde de vista el verdadero análisis económico que siempre es de largo plazo. Así, puede tomar decisiones financieramente correctas, pero que a la larga terminan minando el capital (expresado en todos sus sentidos: económico, humano, social, natural) con lo que se hace cada vez más difícil obtener recursos y la volatilidad se vuelve cada vez mayor al quedar uno encerrado en ecuaciones meramente financieras. Bueno, el tema es más largo de explicar, aquellos que conocen un poco de economía entenderán muy bien a qué me refiero.

Cuando uno mira solo lo “terrenal e inmediato” se pierde de las inversiones a largo plazo, que son las que darán solidez y mayores ingresos en el futuro. Mirar a la eternidad es la forma de levantar la vista lo más alto posible, al hacerlo es muy fácil ver “más abajo” y realizar inversiones de más largo plazo. Así que este pasaje no solo nos enfoca en lo verdaderamente valioso y en aquello que nos hará acreedores de la bendición de Dios, sino que también, de paso, nos da los “tips” que necesitamos para hacer mejores inversiones en esta Tierra.

Así es mis hermanos, ¡Jesús aquí está hablando de dinero y riquezas! Es decir, de la forma correcta de obtenerlos y usarlos, del orden de prioridades correcto que deben tener.


d)    La espiritualidad sacramental

En artículos anteriores hablamos de la forma de espiritualidad “sacramental”, que es aquella que necesita expresar con cosas materiales y acciones simbólicas las realidades espirituales. Los evangélicos estamos muy lejos de ella, en general, más bien nos resulta sospechosa porque es la que más fácilmente cae en la idolatría de imágenes.

Por cierto que tal idolatría es pecado, pero dejando de lado ese extremo (y considerando que también hay otras formas de idolatría que afectan a otros estilos de espiritualidad), es una de las formas válidas. Aunque en lo personal estoy muy lejos de ella, debo reconocer que para muchas personas “ver” y “tocar” es necesario para entender las verdades espirituales. Bueno, de hecho, como seres biológicos que somos, nuestro cerebro está preparado para aprender más rápidamente cuando hacemos cosas.

El uso de banderas o estandartes, el adorno del salón de reunión, las dinámicas de culto más elaboradas, obras de arte u objetos con simbolismo particular, son formas que en la actualidad existen dentro de nuestras iglesias evangélicas y apuntan a esta forma de espiritualidad.

Ahora bien, creo que es muy fácil para estas personas caer en el amor a las cosas materiales y el dinero: con ello pueden construir templos más grandes y más cómodos, tener lugares más agradables, más facilidades… Por supuesto que el amor al dinero es un problema DE TODAS LAS PERSONAS, pero en algunos resulta más evidente. El ejemplo más extremo (y obviamente pecaminoso) es la iglesia católica con toda su riqueza y su lujo.

No está mal tener todas las comodidades que sea razonablemente posible, pero hay que entender que la vida “no acaba y termina” en el “templo”, dada la extrema necesidad que hay en el mundo, creo que deberíamos moderar (mucho) el dinero que invertimos en nuestra propia comodidad.


e)     ¿Dónde está el corazón?

21 Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

El sentido de este pasaje es claro, y en realidad, trasciende el tema del contexto; es decir, Jesús está enunciando aquí un principio superior al tema del que está hablando; está haciendo la aplicación de ese principio a un caso particular, el amor al dinero.

Entonces, podemos encontrar muchos “tesoros” diferentes en las personas: la propia comodidad, una carrera, la nación, los necesitados, la iglesia, el estudio, la familia, y un largo etcétera repleto de muchas cosas buenas y justas, pero que no deben constituir “el tesoro”. Y dado que el corazón es tan voluble y escurridizo, creo que necesitamos periódicamente hacia dónde se ha escapado y volver a traerlo a donde debe estar: en la presencia del Señor.


f)      ¿Qué parte de la realidad veo?

Los versículos 22 y 23 resultan problemáticos de interpretar. La palabra “lámpara” se refiere exactamente a eso: una lámpara portátil (en ese entonces de aceite) que se usa para iluminar en un lugar oscuro.

Puede haber otras interpretaciones, pero yo creo, en función del contexto, que lo que el Señor nos está diciendo aquí es que sobre aquello que “ponemos los ojos”, es decir, que “iluminamos para nuestra mente” es sobre lo que desarrollaremos el interés. Si nuestra atención está sobre los tesoros terrenales, si vemos solamente eso, si sólo eso ocupa nuestro tiempo mental y material, ¿a que no saben sobre qué nos vamos a interesar…?

Tesoro – corazón – cuerpo –  ojos, bien puede tratarse de una “cadena”, en donde las cosas “entran por los ojos”, es decir, nuestra atención primaria, lo que nos atrae y dejamos que nos atraiga, lo que leemos, escuchamos o estudiamos, aquello de lo que nos alimentamos. Luego eso llena nuestros pensamientos y todo nuestro ser (nuestras acciones), anida en las emociones y termina constituyéndose en el objetivo más profundo de vida. También la cadena se puede ver al revés. Como sea, en cada eslabón se puede intervenir, y el más evidente y “fácil” es el de los “ojos”, de aquello que entra.

Sencillamente, necesitamos un filtro en aquello de lo que nos “alimentamos”, lo que escuchamos y recibimos. ¡Cuidado! Recibir mensajes espirituales mediocres, contaminados, POR MÁS que uno lo sepa, no es “inocente”, termina siendo alimento en mal estado que también nos afectará.


g)     Nadie puede servir a dos amos

En aquel entonces, siendo la esclavitud algo tan común, la frase resultaba por demás de clara por lo absurdo del hecho. Alguien tiene que ser la prioridad, tema de toda esta sección visto desde distintos ángulos, porque las voluntades de estos dos “amos” son opuestas.

La pregunta, si necesariamente tenemos que estar en el mundo, es: ¿hasta dónde? ¿Cuál es el límite en tal o cual negocio, hasta dónde debo aceptar determinadas cosas y cuándo debo irme? Preguntas para nada fáciles de responder que nos llevan a buscar la guía del Espíritu permanentemente.

Es claro que debemos tener UN SOLO AMO, y ése es el que tiene el derecho de decirnos “hasta donde”. Lo que debemos saber es que, si estamos en un trabajo o haciendo determinados negocios, existe un “hasta aquí” que debemos respetar. A muchos cristianos se les instruye para que sean buenos empleados, pero no se les instruyen para que sometan todas las decisiones u órdenes que reciben a la decisión última del Señor. Nosotros nos debemos por encima de todo a UN SOLO AMO, y ése es el que tiene la última palabra. Puede ser que eso nos implique unos cuantos dolores de cabeza y problemas en esta Tierra; pero nadie dijo que sería fácil…


Danilo Sorti




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