Mateo 5:27-32 RVC
27 »Ustedes han oído que fue dicho: “No
cometerás adulterio”.
28 Pero yo les digo que cualquiera que mira
con deseos a una mujer, ya adulteró con ella en su corazón.
29 Por tanto, si tu ojo derecho te hace caer
en pecado, sácatelo y deshazte de él; es mejor que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
30 Y si tu mano derecha te hace caer en
pecado, córtatela y deshazte de ella; es mejor que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
31 »También fue dicho: “Cualquiera que se
divorcia de su mujer, debe darle un certificado de divorcio.”
32 Pero yo les digo que el que se divorcia de
su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que
se casa con la divorciada, comete adulterio.
a)
Un rápido repaso por los mandamientos
Jesús está haciendo aquí un rápido repaso de
los diez mandamientos, concentrándose en lo que Sus oyentes necesitaban saber
especialmente; recordemos, no eran “recién convertidos”, eran los santos fieles
que habían llegado hasta ese tiempo de transición, y constituían el fundamento
de la naciente iglesia, por lo tanto no debemos pensar que estas palabras
pueden aplicarse “sin más” en cualquier caso.
Volviendo al tema, antes había hablado sobre
el asesinato, utilizándolo como punto de partida para reenfocar en lo
verdaderamente importante: los pensamientos, los sentimientos, los deseos más
profundos. En realidad, más que repasar los mandamientos, estaba retomando los
principales temas que encontramos en el principio de las Escrituras; Génesis 4
con Caín y Abel dan “inicio” a una larguísima serie de muertes y asesinatos, y
desde allí quedó en claro que todo nacía en el interior:
Génesis 4:7 RVC
7 Si haces lo bueno, ¿acaso no serás
enaltecido? Pero, si no lo haces, el pecado está listo para dominarte. Sin
embargo, su deseo lo llevará a ti, y tú lo dominarás.»
Los problemas en las relaciones matrimoniales
no son muy posteriores en el relato bíblico, ya con Abraham nos metemos de
lleno en esas cuestiones, que seguirían acrecentándose con el tiempo. Por
supuesto, había un mandamiento que decía expresamente “No cometerás adulterio”.
b)
Mirando hacia el interior
De nuevo tenemos el mismo enfoque: ¿lo
importante era no ejecutar el hecho en sí, o no desearlo en el corazón? Y Jesús
se encarga de aclararlo muy bien. Es más, este pasaje nos hace más entendible
el anterior: “cualquiera que mira con deseos a una mujer” se está refiriendo a
lo más profundo del corazón, y por lo tanto, allí debemos actuar.
La recomendación de Jesús es muy gráfica,
aunque deberíamos entenderla de acuerdo a la peculiar forma de hablar aramea de
aquel entonces, porque sino terminaríamos todos mancos, cojos y ciegos,
especialmente los hombres…
Creo que las palabras de Pablo nos aclaran el
significado a los que no tenemos una mentalidad oriental:
2 Timoteo 2:22-23 RVC
22 Huye también de las pasiones juveniles, y
sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con aquellos que con un
corazón limpio invocan al Señor.
23 Pero desecha las cuestiones necias e
insensatas; tú sabes que generan contiendas.
“Huir” y “desechar”, aún lo más amado y
“acariciado”, aún aquello que llega a darnos incluso valor e identidad, o
aquello que nos satisface sobremanera.
Estas palabras de Jesús fueron siempre pertinentes,
pero quizás nunca más que hoy, cuando el hedonismo es exacerbado al máximo. Hay
una clara intencionalidad en esto: por un lado, Satanás sabe que así fácilmente
mantiene a los hombres y mujeres cautivos con muchas ataduras, arrastrándolos
fácilmente al infierno; por otro, políticamente es por demás de conveniente
porque la gente se mantiene entretenida en sus placeres y no es capaz ni de
analizar las decisiones ni de reclamar u organizarse inteligentemente. Y por
otro, los niños que nacen de ese “desmadre” de relaciones crecen sin identidad,
sin dirección y atados desde antes de nacer, es decir, la materia prima
perfecta para construir la sociedad que requiere el Anticristo.
No es ninguna gracia ni ninguna señal de
“hombría” (y viceversa) fanfarronear con mujeres (u hombres), pero por más
básico que esa esto que decimos, sigue siendo muy común para muchos.
Sencillamente, se trata de sentimientos muy profundos.
Dios ha puesto el deseo sexual y, más que
eso, la necesidad de compañía del otro sexo, en nosotros y eso no es malo, pero
necesita ser adecuadamente orientado, y muy pocos reciben dicha orientación.
Cuando llegan al Evangelio pueden aprender a disimular sus verdaderos
sentimientos, pero si no reciben una sanidad profunda, probablemente luchen
toda su vida con eso. Es necesario que los líderes se enfoquen en esos temas,
por más que resulten vergonzosos o incómodos para hablar desde el púlpito.
No es posible “llegar un acuerdo” con lo que
nos lleva a la tentación: debemos echarlo, renunciar a ello, quitarlo de
nosotros sin más y sin piedad; y no hay ningún “matiz” que agregar a esas
palabras.
c)
Caza de brujas 2.0: los divorciados
Es increíble como estas palabras de Jesús,
que pretendían traer libertad a un pueblo cautivo bajo el yugo de la religión,
se transformaron fácilmente en una nueva “religión evangélica”. Y uno de los
temas favoritos es el de los divorciados.
Creo que no hace falta decir que Dios odia el
divorcio y que nunca fue Su propósito original, así como tampoco hace falta
decir que es una realidad por demás de común hoy día… ni hace falta decir que
Dios mismo tuvo que enfrentar un divorcio:
Jeremías 3:7-10 DHH
7 Yo pensé que, aun después de todo lo que
ella había hecho, volvería a mí; pero no volvió. Su hermana, la infiel Judá, vio
esto;
8 y vio también que yo repudié a la rebelde
Israel y que me divorcié de ella precisamente por el adulterio cometido. Pero
Judá, la infiel hermana de Israel, no tuvo temor, sino que también ella fue y
se dedicó a la prostitución.
9 Y lo hizo con tanta facilidad, que profanó
el país. Me fue infiel adorando a las piedras y a los árboles.
10 Y después de todo esto, la infiel Judá
tampoco volvió a mí de todo corazón, sino que me engañó. Yo, el Señor, lo
afirmo.
Pablo volvería sobre el tema aclarando que no
se debía hacer que los nuevos convertidos volvieran a su primera pareja, y de
paso, nos aclara las palabras de Jesús:
1 Corintios 7:10-15 DHH
10 Pero a los que ya están casados, les doy
este mandato, que no es mío, sino del Señor:[h] que la esposa no se separe de
su esposo.
11 Ahora bien, en caso de que la esposa se
separe de su esposo, deberá quedarse sin casar o reconciliarse con él. De la
misma manera, el esposo no debe divorciarse de su esposa.
12 En cuanto a los demás, les digo, como cosa
mía y no del Señor,[i] que si la mujer de algún hermano no es creyente pero
está de acuerdo en seguir viviendo con él, el hermano no debe divorciarse de
ella.
13 Y si una mujer creyente está casada con un
hombre no creyente que está de acuerdo en seguir viviendo con ella, no deberá
divorciarse de él.
14 Pues el esposo no creyente queda
santificado por su unión con una mujer creyente; y la mujer no creyente queda
santificada por su unión con un esposo creyente. De otra manera, los hijos de
ustedes serían impuros; pero, de hecho, pertenecen al pueblo santo.[j]
15 Ahora bien, si el esposo o la esposa no
creyentes insisten en separarse, que lo hagan. En estos casos, el hermano o la
hermana quedan en libertad, porque Dios los ha llamado a ustedes a vivir en
paz.
Hay una norma que rige para los santos: no
deben separarse, si es que se han unido en el propósito del Señor. Esa norma no
rige necesariamente para los inconversos ni para los que recién se convierten,
y por supuesto, tampoco rige para las uniones desiguales, cuando un hijo de
Dios se une, engañado, en yugo desigual.
Pero como este es un tema sensible muy fácil
de manipular, y que parece ser un “sacrificio muy grande” con el cual “Dios
debería estar muy contento con el que lo hace”, unas cuantas iglesias ponen mandamientos
donde no lo hay. En mi ciudad tenemos una, por ejemplo, que obliga a los recién
convertidos a dejar a su pareja si se casaron luego de divorciarse y volver a
la primera, porque, en su interpretación, “lo que Dios unió que no lo separe el
hombre”. Es decir, ellos están suponiendo que un matrimonio celebrado frente a
una autoridad religiosa es garantía de que fue unido por Dios… eso es suponer
mucho…
Lamentablemente, tenemos la otra cara,
especialmente en muchas iglesias pentecostales y neopentecostales, que llevan a
la exageración este principio:
1 Corintios 7:24 DHH
24 Así pues, hermanos, que cada cual
permanezca delante de Dios en la condición en que estaba cuando fue llamado.
Y así tenemos gente, incluso líderes, que
viven con parejas irregulares, de hecho, sin formalizar, que pretenden
ministrar y servir al Señor. Por supuesto que Dios puede usar a todos tal como
están HOY, pero eso no significa que deban permanecer así MAÑANA.
Una cosa son los problemas conyugales fuera
del Señor, pero eso no debe seguir así EN el Señor: no se puede aceptar
fácilmente el divorcio entre los cristianos. Es cierto que puede haber casos
especiales, y los hay, pero precisamente, son especiales no generales. Y Jesús,
en Mateo 5, se está refiriendo a la realidad ENTRE HERMANOS, entre santos del
Señor; allí no debemos considerar al divorcio como una posibilidad, no lo es y
no podemos pensar nunca en él. Repito, esto es así cuando estamos hablando de
SANTOS; no cuando tenemos yugos desiguales, de los cuales en este momento se me
ocurren unos cuantos ejemplos de cristianos que conozco.
d)
No se supone que haya soluciones fáciles…
“Cualquiera que se divorcia de su mujer, debe
darle un certificado de divorcio.” Esto es una solución fácil para los
problemas, y en esencia lo que dice Jesús en este pasaje es que no debemos
buscar el camino APARENTEMENTE fácil, o mejor dicho, fácil en el corto plazo.
No divorciarse implica enfrentar los
problemas conyugales, ¡y eso no tiene nada de agradable, especialmente para los
varones, que estamos menos preparados para encarar los vericuetos de las
emociones humanas! No, no es fácil para nosotros, ¡es un verdadero desafío de
fe y de paciencia!
El pacto hecho delante de Dios,
VERDADERAMENTE delante de y en la voluntad de Dios, no se rompe, y en este
tiempo de promesas extremadamente ligeras, necesitamos recordarlo una y otra
vez.
Y con eso, creo que Jesús nos está diciendo
más que solo el matrimonio, nos exhorta a no romper ningún tipo de pacto o
relación que Él mismo haya establecido entre cristianos; sea de amistad, de
trabajo, de colaboración, ministerial o lo que sea. Tampoco debe haber
“divorcio” allí.
Por lo tanto, necesitamos la fortaleza del
Señor para mantenernos firmes en nuestros compromisos, ESPECIALMENTE en este
tiempo de tantos cambios y volatilidad, cuando la palabra y la promesa se
encuentran tan ampliamente desvalorizadas. Pero precisamente ahí, con esos
hechos, es que daremos un poderoso testimonio de nuestro Señor.
Danilo Sorti
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