Mateo 5:17-19 RVC
17 »No piensen ustedes que he venido para
abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.
18 Porque de cierto les digo que, mientras
existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley,
hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que, cualquiera que quebrante
uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será
considerado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los
practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos.
a)
Una introducción en tres etapas
Si estamos buscando una “lista de
instrucciones” para vivir, hasta el versículo 19 tenemos la “introducción” a
ella. En las bienaventuranzas Jesús quitó la carga de los hombros de sus
oyentes; les aseguró que ya hay recompensa para ellos y que nadie se queda
afuera, además les mostró que el Reino de los Cielos, en este tiempo, es
“paradójico”. Luego, les hizo ver la tremenda realidad de su valor para el
mundo y para Dios (¡incluso para el mismísimo Satanás!) a la vez que los
exhortó a perseverar, a no perder su esencia. En estos últimos versículos de la
“introducción” les recuerda en qué consistía Su enseñanza.
En realidad, buena parte de las enseñanzas
que siguen están dadas en contraposición a lo que decían los religiosos de la
época; la Palabra de Dios en boca de ellos había llegado a transformarse en una
piedra imposible de cargar, y era obvio que muchos fieles se preguntaran si
realmente era eso lo que Dios había dicho o quería de ellos. Probablemente
ninguno de ellos cumpliera todos esos mandamientos (humanos), pero Jesús
acababa de llamarlos bienaventurados, sal, luz y ciudad santa, ¿estaba bien,
entonces, no cumplir la “Ley”?
Ellos estaban confundidos respecto de lo que
Dios decía, como muchos cristianos hoy, con la diferencia importantísima de que
ellos no tenían un acceso tan fácil a las Escrituras. El error religioso se
había mezclado inextricablemente y no resultaba fácil diferenciarlo de la
Verdad.
Por eso se hace necesaria esta aclaración:
las Escrituras no habían perdido su valor, pero era necesario entenderlas
correctamente. En cierto sentido, Pablo está retomando parte de la esencia de
este mensaje en Gálatas, cuando algunos falsos maestros habían comenzado a
generar el mismo proceso en la naciente iglesia.
b)
La Biblia no pasó de moda
17 »No piensen ustedes que he venido para
abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.
(RVC)
17 “No crean ustedes que yo he venido a suprimir
la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno
valor. (DHH)
17 »No crean que vine a quitar la ley ni a
decir que la enseñanza de los profetas ya no vale. Al contrario: vine a darles
su verdadero valor. (TLA)
La palabra que se traduce por “cumplir” es πληρόω,
pleróo, que según el diccionario Strong puede significar: “hacer repleto, i.e.
(literalmente) atiborrar (una red), rellenar (un hueco), o (figurativamente)
proveer (o imbuir, difundir, influencia), satisfacer, ejercer (un oficio),
terminar (un período o tarea), verificar (o coincidir con una predicción),
etc.: pasar, perfecto, rellenar, suplir, terminar, lleno, llena, atestar, al
cabo, completar, completo, completa, cumplidamente, cumplir.”
Así que la idea está entre cumplir y
completar, pero de todas formas no es tan imperativo concentrarse en esta
palabra porque los versículos siguientes aclaran su significado en este
contexto.
Vimos antes que la Ley que ellos conocían no
era ni el verdadero espíritu ni la verdadera letra de las Escrituras, y por lo
tanto resultaba comprensible que se sintieran atraídos por ella. Eso no anulaba
las Escrituras, sino que hacía necesario reenfocarlas de la manera correcta.
El mismo error lo encontramos hoy, cuando
abunda tanto engaño y error. Muchos cristianos terminan desilusionados, no de
la Biblia o de la Palabra de Dios, pero sí de algunas enseñanzas particulares,
sobre las que terminan concluyendo que “no funcionan”.
Algunos se desilusionan de los pastores o de
cualquier liderazgo de iglesia, y conociendo unas cuantas iglesias debo decir
que tienen mucha razón… Pero eso no anula lo que dice la Biblia respecto de la
autoridad espiritual, simplemente nos hace ser más cuidadosos y aplicar el
discernimiento para reconocer a los que verdaderamente la tienen.
Algunos (¡muchos!) están profundamente
heridos respecto del tema del dinero, especialmente el abuso del diezmo y su
enseñanza incorrecta, por lo que se retraen de dar con generosidad. Algunos han
sido lo suficientemente sabios como para reconocer dónde tienen que ofrendar y
dónde no, cuánto es lo que el Espíritu realmente les dice que den y cómo.
Otros están desilusionados con las promesas
de Dios, porque han salido muchísimos falsos obreros que rebajaron la gracia
divina prometiendo bendiciones sin las condiciones que el Señor estableció en
Su Palabra, las cuales obviamente no se cumplen. Así, muchos cristianos han
dejado de creer en sus corazones en lo que Dios genuinamente promete en Su
Palabra.
Cada lugar y cada época tiene sus propios
engaños, muy fuertes, de tal manera que hacen dudar de la veracidad de la
Palabra a algunos y a otros, los más fieles, de la veracidad de ciertas
doctrinas o enseñanzas.
En ese sentido “no he venido para abolir,
sino para cumplir” es una nota de sorpresa y de alivio. La “sorpresa” es que la
Ley, tal como fue dad, es perfecta y buena. El “alivio” viene por partida
doble: hay Alguien que sí puede cumplir con la Ley, el Único en toda la Tierra,
y lo que ellos estaban conociendo no era exactamente lo que Dios había dicho;
la TLA cuando traduce “vine a darles su verdadero valor” está enfocando en ese
sentido.
La Palabra de Dios no “pasó de moda”, no quedó
desactualizada pero es necesario corregir interpretaciones erróneas y completar
lo que fue dicho parcialmente. Ahora bien, ¿quién era Este que se arrogaba el
derecho a completar lo que Dios había dicho? Nadie sino Dios mismo podía hacer
eso, por lo tanto tenemos aquí una muy temprana declaración de divinidad
mesiánica.
c)
La Palabra de Dios permanecerá por siempre
18 Porque de cierto les digo que, mientras
existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley,
hasta que todo se haya cumplido.
No sabemos cuánto durará este universo. Según
los últimos estudios, se originó hace unos 13.770.000.000 de años, y los
científicos, según lo que conocen hasta ahora, no se ponen de acuerdo en si
tendrá un fin o no. Por supuesto, este es el conocimiento “debajo del sol”;
personalmente creo que no terminará, pero lo importante aquí es que mientras
exista esta creación, hay una Palabra que le fue “dada” a este universo (a
nosotros, claro, como sus legítimos líderes) y esa lo regirá por siempre.
La verdad es que ninguna generación podrá
nunca entender todo el significado eterno y universal de esta sencilla frase
dicha hace casi dos mil años en un monte de Israel, entre un grupo de humildes
santos. Quizás no podría haber “contraste” mayor. Cada nueva época deberá
descubrir nuevas dimensiones de estas palabras, a medida que le sea permitido
descubrir nuevas dimensiones de la Creación, que por cierto, no terminará nunca
porque su Creador es también Eterno y eternamente creativo.
Las consecuencias de esta frase son enormes,
porque tira por tierra las pretensiones de cualquier doctrina, teología o
enseñanza espiritual que quiera ser la “completa y definitiva”. No importa cuán
abarcadora o extensiva sea, no importa cuánto haya estudiado el erudito en cuestión,
no importa cuánto tiempo haya trabajado en ella; siempre habrá nuevas facetas,
nuevas aplicaciones, nuevos tesoros por descubrir, nuevos énfasis que habían
permanecido ocultos.
La Palabra que no pasa de moda es a la vez la
Palabra siempre renovada, y por ello exige a los hombres y mujeres, niños y
ancianos, volver a leerla vez tras vez. Si no “pasa de moda” es que siempre hay
algo nuevo.
Los religiosos se “anclan” en el pasado, que,
sin embargo, no es el que ellos dicen que es; pero la Revelación de Dios,
aunque fue dada en un tiempo para nosotros ya pasado (no para Dios, claro) como
es viva, sigue hablando y renovándose. Por supuesto, esto se entiende solo
espiritualmente.
d)
¡Ay de los que enseñamos!
19 De manera que, cualquiera que quebrante
uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será
considerado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los
practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos.
Santiago 3:1 RVC
1 Hermanos míos, no se convierta la mayoría
de ustedes en maestros. Bien saben que el juicio que recibiremos será mayor.
A veces parece que las enseñanzas de las
epístolas son algo distinto a lo que Jesús dijo en los Evangelios, y en parte
es así, pero en esencia se trata de la “ampliación” y aclaración de Sus
primeras palabras, y con este pasaje se nos hace evidente.
Se estima que Santiago fue la primera
epístola escrita del Nuevo Testamento, proféticamente (en vista de las
enseñanzas que vendrían después) el hermano del Señor recordó las palabras de
Jesús en ese “primer” sermón.
El significado es tan claro aquí que en vez
de tratar de explicar lo que dice y darle unas cuantas vueltas a la
interpretación para “moderar” su advertencia (cosa que algunos teólogos,
maestros y predicadores saben hacer muy bien…) deberíamos más vale tirarnos al
piso junto con el cobrador de impuestos para decir:
Lucas 18:13 RVC
13 Pero el cobrador de impuestos, desde
lejos, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho y decía: “Dios mío, ten misericordia de mí, porque soy un
pecador.”
Entendemos de aquí que no hay “mandamiento
pequeño”, concepto que se hace extremadamente “necesario” cuando uno trata de
cumplir la Ley por sus propios esfuerzos. Jesús está poniendo una meta
imposible de cumplir para los hombres de manera natural; la gracia que Él
revelaría progresivamente terminaría de completar esta enseñanza.
Ningún maestro puede obedecer la cien por
ciento este mandato, es absolutamente imposible, PRECISAMENTE POR ESO es que
ninguno de nosotros debe ser “EL” maestro:
Mateo 23:10 RVC
10 Tampoco se hagan llamar “maestros”, porque
sólo uno es su Maestro, y es el Cristo.
La resolución de este pasaje tan conflictivo
es simple, no se trata ni de “olvidarlo” ni de “rebajarlo” para que diga menos
de lo que dice, se trata de que “yo” no debo ser “el” maestro, sino aquel que
lleva a la gente hacia EL MAESTRO, CRISTO. Parece un juego de palabras, pero se
hace evidente en las enseñanzas, en las sutilezas, en los énfasis, es decir, en
el espíritu de lo que decimos.
Por otro lado, es una exhortación siempre
presente a no conformarnos, a estar siempre alertas en el Espíritu respecto de
nuestra vida y nuestra enseñanza; no hay cosas “despreciables” en la Palabra,
simplemente hay cosas que no se nos han revelado o cosas que no hemos podido
cumplir todavía. Allí hace falta la humildad y la gracia del Señor, y la
honestidad frente a nuestros hermanos, y por sobre todo, se hace necesario
llevar SIEMPRE a la gente hacia Cristo, no hacia nosotros mismos.
Dichas estas advertencias, que a la vez son
una declaración de la divinidad y autoridad de Jesucristo, podemos empezar a
leer la “nueva ley” con “nuevos ojos”.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario