lunes, 4 de junio de 2018

494. El Sermón del Monte – VI ¡Houston, tenemos un problema! ¿quién está al control?


Mateo 5:16 RVC
16 De la misma manera, que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.


a)     ¿Ser o no ser?

Antes de seguir deberíamos ser muy sinceros con los versículos que comentamos en el artículo anterior, ¿cómo es posible que seamos “sal”, “luz” y la ciudad de la presencia de Dios cuando todo alrededor dice exactamente lo contrario?

Bueno, aclaremos que hay una primera respuesta muy evidente: Jesús no está hablando a todos, ni siquiera a todos los de Su Pueblo, que eran los comisionados para llevar la luz de la salvación. En realidad el concepto de “remanente”, que hemos discutido en otro artículo, es el que mejor se aplica al caso: ¿son pocos? Sí, siempre son pocos. Así que no debemos esperar que la mayoría del mundo, que no quiere saber nada con eso de ser “sal”, “luz” y “ciudad santa”, traiga la presencia de Dios.

Es más, los tres símbolos usados claramente nos muestran algo que muy bien puede ser “pequeño” en comparación con el resto: la sal podía llegar a ellos en sacos y luego era distribuida, solamente se usaba una pequeña cantidad en las comidas (aunque, como vimos, los romanos muy bien podían tener problemas de hipertensión), la luz del sol ilumina todo, pero si tomamos el ejemplo de la luz que se enciende y se pone en alto, tenemos una vela o una lámpara de aceite, pequeña siempre en comparación con la habitación donde está. Y la ciudad, a pesar de ser obviamente mucho más grande, es pequeña en comparación con el territorio de un país.

Así que el mismo simbolismo nos aclara que estos que escuchan son pocos en comparación al mundo al que deben testificar. Pero, de la misma forma que un poco de sal puede dar sabor a toda una olla, o una lámpara iluminar una habitación, o una ciudad amurallada defender a todo un país, esos pocos pueden hacer mucho.

Sí, somos lo que Dios ha dicho que somos y tenemos un poder espiritual mucho más grande que el que normalmente imaginamos, pero eso no significa que el resto del mundo acepte lo que anunciamos. Pero sí significa que, mientras estemos aquí, Satanás estará limitado en su accionar, por nuestros hechos, palabras o aún por nuestra sola presencia, sólo por nuestra vida en obediencia al Señor, por más que las obras que podamos hacer sean mínimas.

Somos, pero eso no significa que todo el mundo lo sea.


b)    Satanás nos necesita

Pero las palabras de Jesús tienen una implicación insólita: ¡Satanás necesita que estemos aquí! Cuando pensamos un poco, es fácil darse cuenta por qué: él, junto con todos sus seguidores, perdió el derecho legal sobre la creación, por eso lo usurpo a Adán, y a partir de ahí, mantiene el engaño para seguir manteniendo derechos legales sobre la Tierra y las personas; que por otra parte no son absolutos ni perpetuos, por lo tanto debe mantener y acrecentar el engaño para seguir manifestándose sobre el planeta.

Ahora bien, si toda una sociedad se aparta completamente de Dios la destrucción le espera a la vuelta de la esquina. Por un lado, el pecado de esa sociedad exige el juicio divino, por otro, se vuelve completamente disfuncional, autodestruyéndose. Si la Vida que viene de Dios y se manifiesta poderosamente a través de Sus hijos no está en una comunidad, ¿cómo puede seguir existiendo? ¿Por qué razón Dios permitiría que siga, si no cumple ya ninguna función para el Reino? A Satanás se le “dieron” los reinos del mundo, es cierto, pero en parte y solo en la medida que le sea permitido por Dios, quien los entregó a Jesucristo, el Hijo del Hombre que ganó el derecho sobre todos ellos.

En medio de esa situación usurpada, Dios llama y cuida a Sus hijos, y por eso permite que buena parte del sistema pecaminoso del mundo siga existiendo, porque de allí rescata a los que serán salvos y es ese mismo sistema el que sigue sosteniendo la vida de Sus hijos. Y, además, suben oraciones a Su Presencia que detienen Su mano de ira, los clamores de Sus fieles.

En ese estado de situación, en el que los santos impiden que el mundo se vaya definitivamente “al tacho”, Satanás puede seguir haciendo de las suyas, aprovechando la bendición temporal que Dios permite, e incluso más, aprovechando la vida que Dios pone en Su Creación y especialmente en Sus hijos.

Satanás nos necesita y nos necesitó siempre, él perdió la fuente de la Vida y la única forma que tiene de seguir haciendo cosas y manteniendo sus reinos es “chupando” la vida que Dios da a Su creación y Sus hijos. La paradoja que enfrenta es que esos mismos a los que necesita son los que impiden el progreso de su reino, y cuando ellos sean quitados, sólo tendrá un breve tiempo de victoria, viviendo del “resto de vida” acumulado que haya almacenado, y siendo sujeto del devastador juicio divino.


c)     La esclavitud en sus múltiples formas: absorbiendo la vida de otros

Romanos 6:17 RVC
17 Pero gracias a Dios que, aunque ustedes eran esclavos del pecado, han obedecido de corazón al modelo de enseñanza que han recibido,

La esclavitud hacia el pecado y que nos causa el pecado es uno de los temas más básicos de la doctrina cristiana. La esclavitud, como forma de organización social, empezó al inicio del “imperio”, probablemente con el oscuro Nimrod. Pensamos en ella en términos de pérdida de la libertad para decidir, y es cierto, pero no siempre nos damos cuenta de que también implica “estar a disposición de”, “trabajar para”, es decir, ser usado para el provecho de otro; puede leerse algún reporte de la moderna esclavitud para entender perfectamente este asunto.

La principal, no la única, razón de la esclavitud en el pasado y el presente es aprovechar la fuerza de trabajo por el mínimo costo. Satanás necesita de nosotros, necesita tener en sus empresas empleados fieles y honestos, eficientes y bendecidos. Necesita que en la sociedad haya líderes honestos, aunque no demasiados. Necesita que haya “remansos de paz” para que la gente no se rebele en masa contra él, no hasta que la Iglesia fiel haya sido quitada y él piense que podrá hacer lo que quiera por siempre.

Por eso, cuando escucho predicaciones en donde se insta a los cristianos a ser buenos y obedientes ciudadanos, fieles empleados y para nada rebeldes al sistema social y político, no puedo evitar que se me revuelvan las tripas. Por supuesto que hay parte de verdad allí, pero también hay un engaño terrible, ¡en ningún momento hemos sido llamados a ser “buenos engranajes del sistema mundo”! Aunque no se nos ha llamado a organizar una revuelta civil ni a constituir un reino en esta Tierra, tampoco se nos ha llamado a ser buenos, y ciegos, burros de trabajo.

Ninguna empresa es perfecta, pero en algunas están más cerca de la voluntad de Dios. No todas las leyes son justas; la única ley que debemos obedecer sí o sí es la de Dios, y a las humanas solo si se encuadran con ella. No debemos bendecir a cualquier autoridad o líder, ¡de ninguna manera!, muchos han bendecido demonios disfrazados así.

Si bien no traeremos nosotros el Reino político a la Tierra, tampoco se supone que debamos ser fieles colaboradores de los planes de Satanás. Imposible es que no estemos trabajando en alguno de los engranajes contaminados del mundo, pero es muy posible hacer que algunos de ellos “giren al revés” de lo que el Adversario quiere.


d)    Libertad y liberación

Una gran corriente teológica, principalmente católica, en Latinoamérica, ha propugnado por la liberación política, haciendo un recorte por demás de evidente de las Escrituras. Sin embargo, han expresado un clamor tanto del pueblo como del Espíritu mismo.

Hoy y ahora tenemos la liberación espiritual disponible para todos; hay un tiempo todavía futuro en que vendrá la liberación política, sin embargo, la libertad del pecado también debe significar libertad de trabajar bajo el yugo de este mundo. Hecho paradójico: trabajamos en el mundo, somos llamados a él, pero libres de él. Sólo se explica por la provisión divina.

Dios sigue al control, aunque por ahora permita que el Adversario mantenga un poder aparentemente total. Pero en este mundo podemos vivir de la provisión divina, sin necesidad de someternos a la esclavitud del sistema.


Danilo Sorti




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