Mateo 5:16 RVC
16 De la misma manera, que la luz de ustedes
alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a
su Padre, que está en los cielos.
a)
¿Ser o no ser?
Antes de seguir deberíamos ser muy sinceros
con los versículos que comentamos en el artículo anterior, ¿cómo es posible que
seamos “sal”, “luz” y la ciudad de la presencia de Dios cuando todo alrededor
dice exactamente lo contrario?
Bueno, aclaremos que hay una primera
respuesta muy evidente: Jesús no está hablando a todos, ni siquiera a todos los
de Su Pueblo, que eran los comisionados para llevar la luz de la salvación. En
realidad el concepto de “remanente”, que hemos discutido en otro artículo, es
el que mejor se aplica al caso: ¿son pocos? Sí, siempre son pocos. Así que no
debemos esperar que la mayoría del mundo, que no quiere saber nada con eso de
ser “sal”, “luz” y “ciudad santa”, traiga la presencia de Dios.
Es más, los tres símbolos usados claramente
nos muestran algo que muy bien puede ser “pequeño” en comparación con el resto:
la sal podía llegar a ellos en sacos y luego era distribuida, solamente se
usaba una pequeña cantidad en las comidas (aunque, como vimos, los romanos muy
bien podían tener problemas de hipertensión), la luz del sol ilumina todo, pero
si tomamos el ejemplo de la luz que se enciende y se pone en alto, tenemos una
vela o una lámpara de aceite, pequeña siempre en comparación con la habitación
donde está. Y la ciudad, a pesar de ser obviamente mucho más grande, es pequeña
en comparación con el territorio de un país.
Así que el mismo simbolismo nos aclara que
estos que escuchan son pocos en comparación al mundo al que deben testificar.
Pero, de la misma forma que un poco de sal puede dar sabor a toda una olla, o
una lámpara iluminar una habitación, o una ciudad amurallada defender a todo un
país, esos pocos pueden hacer mucho.
Sí, somos lo que Dios ha dicho que somos y
tenemos un poder espiritual mucho más grande que el que normalmente imaginamos,
pero eso no significa que el resto del mundo acepte lo que anunciamos. Pero sí
significa que, mientras estemos aquí, Satanás estará limitado en su accionar,
por nuestros hechos, palabras o aún por nuestra sola presencia, sólo por
nuestra vida en obediencia al Señor, por más que las obras que podamos hacer
sean mínimas.
Somos, pero eso no significa que todo el
mundo lo sea.
b)
Satanás nos necesita
Pero las palabras de Jesús tienen una
implicación insólita: ¡Satanás necesita que estemos aquí! Cuando pensamos un
poco, es fácil darse cuenta por qué: él, junto con todos sus seguidores, perdió
el derecho legal sobre la creación, por eso lo usurpo a Adán, y a partir de
ahí, mantiene el engaño para seguir manteniendo derechos legales sobre la
Tierra y las personas; que por otra parte no son absolutos ni perpetuos, por lo
tanto debe mantener y acrecentar el engaño para seguir manifestándose sobre el
planeta.
Ahora bien, si toda una sociedad se aparta
completamente de Dios la destrucción le espera a la vuelta de la esquina. Por
un lado, el pecado de esa sociedad exige el juicio divino, por otro, se vuelve
completamente disfuncional, autodestruyéndose. Si la Vida que viene de Dios y
se manifiesta poderosamente a través de Sus hijos no está en una comunidad,
¿cómo puede seguir existiendo? ¿Por qué razón Dios permitiría que siga, si no
cumple ya ninguna función para el Reino? A Satanás se le “dieron” los reinos
del mundo, es cierto, pero en parte y solo en la medida que le sea permitido
por Dios, quien los entregó a Jesucristo, el Hijo del Hombre que ganó el
derecho sobre todos ellos.
En medio de esa situación usurpada, Dios
llama y cuida a Sus hijos, y por eso permite que buena parte del sistema
pecaminoso del mundo siga existiendo, porque de allí rescata a los que serán
salvos y es ese mismo sistema el que sigue sosteniendo la vida de Sus hijos. Y,
además, suben oraciones a Su Presencia que detienen Su mano de ira, los
clamores de Sus fieles.
En ese estado de situación, en el que los
santos impiden que el mundo se vaya definitivamente “al tacho”, Satanás puede
seguir haciendo de las suyas, aprovechando la bendición temporal que Dios
permite, e incluso más, aprovechando la vida que Dios pone en Su Creación y
especialmente en Sus hijos.
Satanás nos necesita y nos necesitó siempre,
él perdió la fuente de la Vida y la única forma que tiene de seguir haciendo
cosas y manteniendo sus reinos es “chupando” la vida que Dios da a Su creación
y Sus hijos. La paradoja que enfrenta es que esos mismos a los que necesita son
los que impiden el progreso de su reino, y cuando ellos sean quitados, sólo
tendrá un breve tiempo de victoria, viviendo del “resto de vida” acumulado que
haya almacenado, y siendo sujeto del devastador juicio divino.
c)
La esclavitud en sus múltiples formas:
absorbiendo la vida de otros
Romanos 6:17 RVC
17 Pero gracias a Dios que, aunque ustedes
eran esclavos del pecado, han obedecido de corazón al modelo de enseñanza que
han recibido,
La esclavitud hacia el pecado y que nos causa
el pecado es uno de los temas más básicos de la doctrina cristiana. La
esclavitud, como forma de organización social, empezó al inicio del “imperio”,
probablemente con el oscuro Nimrod. Pensamos en ella en términos de pérdida de
la libertad para decidir, y es cierto, pero no siempre nos damos cuenta de que
también implica “estar a disposición de”, “trabajar para”, es decir, ser usado
para el provecho de otro; puede leerse algún reporte de la moderna esclavitud
para entender perfectamente este asunto.
La principal, no la única, razón de la
esclavitud en el pasado y el presente es aprovechar la fuerza de trabajo por el
mínimo costo. Satanás necesita de nosotros, necesita tener en sus empresas
empleados fieles y honestos, eficientes y bendecidos. Necesita que en la
sociedad haya líderes honestos, aunque no demasiados. Necesita que haya
“remansos de paz” para que la gente no se rebele en masa contra él, no hasta
que la Iglesia fiel haya sido quitada y él piense que podrá hacer lo que quiera
por siempre.
Por eso, cuando escucho predicaciones en
donde se insta a los cristianos a ser buenos y obedientes ciudadanos, fieles
empleados y para nada rebeldes al sistema social y político, no puedo evitar
que se me revuelvan las tripas. Por supuesto que hay parte de verdad allí, pero
también hay un engaño terrible, ¡en ningún momento hemos sido llamados a ser
“buenos engranajes del sistema mundo”! Aunque no se nos ha llamado a organizar
una revuelta civil ni a constituir un reino en esta Tierra, tampoco se nos ha llamado
a ser buenos, y ciegos, burros de trabajo.
Ninguna empresa es perfecta, pero en algunas
están más cerca de la voluntad de Dios. No todas las leyes son justas; la única
ley que debemos obedecer sí o sí es la de Dios, y a las humanas solo si se
encuadran con ella. No debemos bendecir a cualquier autoridad o líder, ¡de
ninguna manera!, muchos han bendecido demonios disfrazados así.
Si bien no traeremos nosotros el Reino
político a la Tierra, tampoco se supone que debamos ser fieles colaboradores de
los planes de Satanás. Imposible es que no estemos trabajando en alguno de los
engranajes contaminados del mundo, pero es muy posible hacer que algunos de
ellos “giren al revés” de lo que el Adversario quiere.
d)
Libertad y liberación
Una gran corriente teológica, principalmente
católica, en Latinoamérica, ha propugnado por la liberación política, haciendo
un recorte por demás de evidente de las Escrituras. Sin embargo, han expresado
un clamor tanto del pueblo como del Espíritu mismo.
Hoy y ahora tenemos la liberación espiritual
disponible para todos; hay un tiempo todavía futuro en que vendrá la liberación
política, sin embargo, la libertad del pecado también debe significar libertad
de trabajar bajo el yugo de este mundo. Hecho paradójico: trabajamos en el
mundo, somos llamados a él, pero libres de él. Sólo se explica por la provisión
divina.
Dios sigue al control, aunque por ahora
permita que el Adversario mantenga un poder aparentemente total. Pero en este
mundo podemos vivir de la provisión divina, sin necesidad de someternos a la
esclavitud del sistema.
Danilo Sorti
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