lunes, 4 de junio de 2018

503. El Sermón del Monte – XV ¿Qué es lo que le importa a Dios?


Mateo 6:4, 14, 18, 24, 33; 7:2, 11, 21 RVC
6:4 así tu limosna será en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
6:14 Si ustedes perdonan a los otros sus ofensas, también su Padre celestial los perdonará a ustedes.
6:18 para no mostrar a los demás que estás ayunando, sino a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
6:24 »Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.
6:33 Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
7:2 Porque con el juicio con que ustedes juzgan, serán juzgados; y con la medida con que miden, serán medidos.
7:11 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan!
7:21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.


a)     ¿A quién va dirigida la vida cristiana?

El concepto de “ofrenda”, aquello que le “damos” a Dios fue algo muy claramente establecido en la Ley de Moisés, y que siguió así el resto de la historia. De hecho, es algo innato en la espiritualidad de prácticamente todos los pueblos, conozcan algo de Dios, monoteístas, o sean politeístas. Aparece en el inicio mismo del drama bíblico, y de hecho, el conflicto por una ofrenda es lo que desató el “espíritu de la guerra y la competencia” entre los primeros hombres, que tiempo después “florecería” en el inicio del Imperio, y así hasta nuestros días.

Con el tiempo, muchos en Israel entendieron que la ofrenda que Dios realmente quería no era la material, por más que debían darla, sino la espiritual, la del corazón:

Miqueas 6:6-8 RVC
6 Tú, Israel, preguntas: «¿Con qué me presentaré ante el Señor? ¿Cómo adoraré al Dios Altísimo? ¿Debo presentarme ante él con holocaustos, o con becerros de un año?
7 ¿Le agradará al Señor recibir millares de carneros, o diez mil ríos de aceite? ¿Debo darle mi primogénito a cambio de mi rebelión? ¿Le daré el fruto de mis entrañas por los pecados que he cometido?»
8 ¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.

Pero, en el tiempo de Jesús, la espiritualidad se había corrompido y algunos hombres habían usurpado la gloria y el reconocimiento que sólo le correspondían al Padre, y este primer mensaje de alguna manera intenta solucionar eso, especialmente en los capítulos 6 y 7.

Mirándolo en perspectiva, el capítulo 5 trató con temas “urgentes”: Jesús restauró el verdadero valor de Sus oyentes, menoscabado por los religiosos que necesariamente debían “levantarse” ellos aplastando al resto. Luego restaura las cuestiones más críticas del trato entre hermanos. Y una vez que esos temas estuvieron aclarados, puede dedicarse más en profundidad a temas “menos urgentes” pero más profundos, en los capítulos 6 y 7.

Cuando damos una vista general de esa sección nos encontramos repetidamente con el enfoque hacia Dios, que es presentado como Padre. De hecho, la primera vez que en Mateo se lo llama expresamente así es en el inicio del Sermón del Monte, y en los tres capítulos que abarca, las veces que se lo llama “Padre” constituyen la tercera parte del total de veces que aparece la palabra (referida a Dios) en todo Mateo. Dicho de otra manera, mientras que en promedio Dios es llamado “Padre” poco más de 1,5 veces por cada capítulo (43 en total), en esos 3 capítulos ocurre un total de 15 veces, que da un promedio de 5 por capítulo. Dejando las cuentas de lado, lo que tenemos aquí es el claro enfoque en la paternidad de Dios, que, como dijimos, aparece en el capítulo 5 y continúa por el resto del libro.

Bueno, resumiendo, el enfoque de todo lo que Jesús dirá en esos capítulos es Dios, pero con una connotación especial: Dios Padre.

El centro de la vida cristiana es Dios, y las distintas prácticas de espiritualidad, y en general, de toda la vida, deben estar enfocadas en agradarle a Él, es decir, se constituyen en la más importante ofrenda que podemos hacerle, y nunca deberíamos perder de vista eso.

Cada una de las prácticas a las que Jesús se refiere, y corrige, precisamente habían perdido ese enfoque; o se hacían para quedar bien con los hombres, o estaban motivadas por el propio interés o preocupación, o directamente respondían al Adversario.

Más allá de las palabras específicas, esta vista general debería animarnos a revisar toda nuestra vida espiritual, qué hacemos, qué pensamos, cuáles son nuestros principales afanes; para que sean reacomodados en el camino correcto.


b)    ¿Por qué “Padre” y por qué no solo “Dios”?

Los judíos de aquel entonces no desconocían a Dios como “Padre”, pero no tenían la profundidad de la revelación que Jesús traería. Con ese objetivo, el Señor comienza Sus palabras retomando algo que ya sabían, pero que necesitaba ampliarse: la paternidad de Dios, y con ello, la introducción a la enseñanza de la Trinidad. Es que sólo cuando Dios se nos revela como Padre, las otras dos Personas pueden ocupar Su lugar.

Jon Sobrino, un teólogo de la Liberación, analiza el asunto de qué es lo más importante en la predicación de Jesús en los Evangelios Sinópticos en su libro “Jesús en América Latina” y llega la conclusión de que no se trata ni de Él mismo, ni del Reino de los Cielos como algo futuro, y ni siquiera de “Dios”, sino del “Reino de Dios” que significa “Dios en relación con Su creación”.

Si hay algo que la Biblia NO ES, se trata de un libro de especulación filosófica, por más que encontremos “perlas filosóficas” en sus páginas. Y en consonancia con esa naturaleza, Dios nunca aparece como una entidad abstracta, sino como un Dios en relación con Su Creación y especialmente con los seres humanos. Esa relación se iba enriqueciendo a lo largo de la revelación, a medida que Dios se daba a conocer de formas renovadas y más profundas, pero su máxima revelación la encontramos con Jesucristo, y es inaugurada en el Sermón del Monte: Dios como Padre.

Ahora bien, el inicio de la predicación de Juan el Bautista decía:

Mateo 3:2 RVC
2 y decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.

Luego Jesús repitió:

Mateo 4:17 RVC
17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar, y decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.»

Y finalmente, al inicio de este mensaje;

Mateo 5:3 RVC
3 «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Entonces, este “reino”, que los judíos podían comprender bastante bien, tenía un “Rey” que era su Padre. Y no hace falta mencionar TODO lo que significa “Padre”: amor, protección, provisión, amistad, cercanía, identidad, seguridad, etcétera.


c)     Resumiendo…

El Sermón del Monte se enfoca en Dios, en una vida espiritual centrada en Él y no en los otros o en nosotros. Pero “Dios” no es alguien lejano, sino nuestro “Padre”. Entonces, todas las recomendaciones que encontremos más adelantes toman una nueva faceta: no se supone que estaremos haciendo algo para contentar a un Dios irascible y exigente, sino para agradar a nuestro Padre, que nos ama y que nos ha dado todo cuanto tenemos y somos. No se trata, entonces, de una “nueva Ley”, sino de la Ley del Amor, que se nos empieza a revelar aquí.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario