Mateo 6:4, 14, 18, 24, 33; 7:2, 11, 21 RVC
6:4 así tu limosna será en secreto, y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
6:14 Si ustedes perdonan a los otros sus
ofensas, también su Padre celestial los perdonará a ustedes.
6:18 para no mostrar a los demás que estás
ayunando, sino a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto
te recompensará en público.
6:24 »Nadie puede servir a dos amos, pues
odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes
no pueden servir a Dios y a las riquezas.
6:33 Por lo tanto, busquen primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
7:2 Porque con el juicio con que ustedes juzgan,
serán juzgados; y con la medida con que miden, serán medidos.
7:11 Pues si ustedes, que son malos, saben
dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará
buenas cosas a los que le pidan!
7:21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos.
a)
¿A quién va dirigida la vida cristiana?
El concepto de “ofrenda”, aquello que le
“damos” a Dios fue algo muy claramente establecido en la Ley de Moisés, y que
siguió así el resto de la historia. De hecho, es algo innato en la
espiritualidad de prácticamente todos los pueblos, conozcan algo de Dios,
monoteístas, o sean politeístas. Aparece en el inicio mismo del drama bíblico,
y de hecho, el conflicto por una ofrenda es lo que desató el “espíritu de la
guerra y la competencia” entre los primeros hombres, que tiempo después
“florecería” en el inicio del Imperio, y así hasta nuestros días.
Con el tiempo, muchos en Israel entendieron
que la ofrenda que Dios realmente quería no era la material, por más que debían
darla, sino la espiritual, la del corazón:
Miqueas 6:6-8 RVC
6 Tú, Israel, preguntas: «¿Con qué me
presentaré ante el Señor? ¿Cómo adoraré al Dios Altísimo? ¿Debo presentarme
ante él con holocaustos, o con becerros de un año?
7 ¿Le agradará al Señor recibir millares de
carneros, o diez mil ríos de aceite? ¿Debo darle mi primogénito a cambio de mi
rebelión? ¿Le daré el fruto de mis entrañas por los pecados que he cometido?»
8 ¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo
que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer
justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Pero, en el tiempo de Jesús, la
espiritualidad se había corrompido y algunos hombres habían usurpado la gloria
y el reconocimiento que sólo le correspondían al Padre, y este primer mensaje
de alguna manera intenta solucionar eso, especialmente en los capítulos 6 y 7.
Mirándolo en perspectiva, el capítulo 5 trató
con temas “urgentes”: Jesús restauró el verdadero valor de Sus oyentes,
menoscabado por los religiosos que necesariamente debían “levantarse” ellos
aplastando al resto. Luego restaura las cuestiones más críticas del trato entre
hermanos. Y una vez que esos temas estuvieron aclarados, puede dedicarse más en
profundidad a temas “menos urgentes” pero más profundos, en los capítulos 6 y
7.
Cuando damos una vista general de esa sección
nos encontramos repetidamente con el enfoque hacia Dios, que es presentado como
Padre. De hecho, la primera vez que en Mateo se lo llama expresamente así es en
el inicio del Sermón del Monte, y en los tres capítulos que abarca, las veces
que se lo llama “Padre” constituyen la tercera parte del total de veces que
aparece la palabra (referida a Dios) en todo Mateo. Dicho de otra manera,
mientras que en promedio Dios es llamado “Padre” poco más de 1,5 veces por cada
capítulo (43 en total), en esos 3 capítulos ocurre un total de 15 veces, que da
un promedio de 5 por capítulo. Dejando las cuentas de lado, lo que tenemos aquí
es el claro enfoque en la paternidad de Dios, que, como dijimos, aparece en el
capítulo 5 y continúa por el resto del libro.
Bueno, resumiendo, el enfoque de todo lo que
Jesús dirá en esos capítulos es Dios, pero con una connotación especial: Dios
Padre.
El centro de la vida cristiana es Dios, y las
distintas prácticas de espiritualidad, y en general, de toda la vida, deben
estar enfocadas en agradarle a Él, es decir, se constituyen en la más
importante ofrenda que podemos hacerle, y nunca deberíamos perder de vista eso.
Cada una de las prácticas a las que Jesús se
refiere, y corrige, precisamente habían perdido ese enfoque; o se hacían para
quedar bien con los hombres, o estaban motivadas por el propio interés o
preocupación, o directamente respondían al Adversario.
Más allá de las palabras específicas, esta
vista general debería animarnos a revisar toda nuestra vida espiritual, qué
hacemos, qué pensamos, cuáles son nuestros principales afanes; para que sean
reacomodados en el camino correcto.
b)
¿Por qué “Padre” y por qué no solo “Dios”?
Los judíos de aquel entonces no desconocían a
Dios como “Padre”, pero no tenían la profundidad de la revelación que Jesús
traería. Con ese objetivo, el Señor comienza Sus palabras retomando algo que ya
sabían, pero que necesitaba ampliarse: la paternidad de Dios, y con ello, la
introducción a la enseñanza de la Trinidad. Es que sólo cuando Dios se nos
revela como Padre, las otras dos Personas pueden ocupar Su lugar.
Jon Sobrino, un teólogo de la Liberación,
analiza el asunto de qué es lo más importante en la predicación de Jesús en los
Evangelios Sinópticos en su libro “Jesús en América Latina” y llega la
conclusión de que no se trata ni de Él mismo, ni del Reino de los Cielos como
algo futuro, y ni siquiera de “Dios”, sino del “Reino de Dios” que significa
“Dios en relación con Su creación”.
Si hay algo que la Biblia NO ES, se trata de
un libro de especulación filosófica, por más que encontremos “perlas
filosóficas” en sus páginas. Y en consonancia con esa naturaleza, Dios nunca
aparece como una entidad abstracta, sino como un Dios en relación con Su
Creación y especialmente con los seres humanos. Esa relación se iba
enriqueciendo a lo largo de la revelación, a medida que Dios se daba a conocer
de formas renovadas y más profundas, pero su máxima revelación la encontramos
con Jesucristo, y es inaugurada en el Sermón del Monte: Dios como Padre.
Ahora bien, el inicio de la predicación de
Juan el Bautista decía:
Mateo 3:2 RVC
2 y decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de
los cielos se ha acercado.
Luego Jesús repitió:
Mateo 4:17 RVC
17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar, y
decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.»
Y finalmente, al inicio de este mensaje;
Mateo 5:3 RVC
3 «Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Entonces, este “reino”, que los judíos podían
comprender bastante bien, tenía un “Rey” que era su Padre. Y no hace falta
mencionar TODO lo que significa “Padre”: amor, protección, provisión, amistad,
cercanía, identidad, seguridad, etcétera.
c)
Resumiendo…
El Sermón del Monte se enfoca en Dios, en una
vida espiritual centrada en Él y no en los otros o en nosotros. Pero “Dios” no
es alguien lejano, sino nuestro “Padre”. Entonces, todas las recomendaciones
que encontremos más adelantes toman una nueva faceta: no se supone que
estaremos haciendo algo para contentar a un Dios irascible y exigente, sino
para agradar a nuestro Padre, que nos ama y que nos ha dado todo cuanto tenemos
y somos. No se trata, entonces, de una “nueva Ley”, sino de la Ley del Amor,
que se nos empieza a revelar aquí.
Danilo Sorti
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