lunes, 25 de junio de 2018

512. El Sermón del Monte – XXIV ¡Ojo con la profetitis!


Mateo 7:15-20 RVC
15 »Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Ustedes los conocerán por sus frutos, pues no se recogen uvas de los espinos, ni higos de los abrojos.
17 Del mismo modo, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
18 El buen árbol no puede dar frutos malos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
20 Así que ustedes los conocerán por sus frutos.


a)     De nuevo, ¡no son solo palabas!

Si el Verbo, la Palabra de Dios misma, nos advierte tanto respecto de no caer en la “palabrería” ni a dejarnos engañar por ella, deberíamos prestar especial atención.

Aquí tenemos otro tipo de “palabras”, más sofisticadas y que engañan a muchos hoy, tanto si las creen como si las sospechan y con ello terminan rechazando también a las profecías verdaderas. El tema “profecías” sigue siendo problemático para la mayoría de los cristianos, en parte por su propia dinámica y características, pero, creo yo, más que nada porque el contenido de esas profecías desde un tiempo a esta parte no resulta para nada agradable. Toman una actitud parecida (aunque no tan extrema) a la del impío rey Joacín cuando se le llevó el rollo del profeta Jeremías:

Jeremías 36:23 RVC
23 Yehudí habría leído tres o cuatro columnas del texto, cuando el rey rasgó el rollo con un cortaplumas de escriba, y lo arrojó al fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió.

Es decir, “eliminando” la profecía, o en su variante moderna, no prestándole atención, la profecía “desaparece”.

Lo cierto es que la mayoría de los cristianos tienen problemas con las profecías actuales, precisamente porque no prestan debida atención a las indicaciones que tenemos respecto de cómo evaluarlas, y porque se quedan “solamente con palabras”.

En la Biblia se nos dan muchas indicaciones sobre cómo discernir las profecías verdaderas de las falsas, y a los verdaderos profetas de los falsos. En principio digamos que un falso profeta difícilmente dirá verdaderas profecías y viceversa, aunque a veces ocurre y tenemos claros ejemplos en la Biblia. Pero con todo, la ministración de un falso profeta, aunque pueda contener algunas cosas verdaderas y de hecho así ocurre, inevitablemente llevará al pecado y al fracaso, cuando no a apartarse de Dios. Y sin embargo, los verdaderos profetas son muy necesarios, tanto más cuanto el engaño crece exponencialmente y el fin de los tiempos se aproxima.

Jesús no se refiere explícitamente aquí a las falsas profecías sino a su “origen”: los falsos profetas, aquellos que fácilmente pueden infiltrarse en la comunidad y transmitir su engaño. ¿Se pueden discernir sus palabras? Sí, pero hace falta bastante conocimiento y madurez espiritual, y siempre es posible que persista algún engaño que no podamos ver. Discernir sus palabras requiere madurez espiritual, lo cual deja a los más nuevos y pequeños “desprotegidos”, porque los llevaría a confiar en OTRA PERSONA supuestamente madura que les diga “la verdad” respecto del profeta Fulano o Mengano. Evidentemente, esa solución no es tal, pero es la que la mayoría de los cristianos elige: confían en su pastor, un maestro, un líder u otro profeta para que evalúe por ellos.

Nunca entendí cómo eso fuera posible, por supuesto que “mi” discernimiento tampoco será perfecto, pero, en lo personal, jamás confié ni confiaría ciegamente en alguien que “discierna” por mí. Bueno, de más está decir que normalmente me consideran “rebelde” en las iglesias…

El asunto es que Jesucristo bien hubiera podido decir que debían preguntarle a Él respecto de la veracidad o falsedad de algún profeta, y de hecho es lo que hoy hacemos. Pero este Jesús de carne prefirió darles las herramientas para que ellos mismo (obviamente con la guía del Espíritu) pudieran darse cuenta, y esta guía consistía en ver las obras de los tales, así de simple, tan simple que la mayoría lo pasa por alto.


b)    Pensamiento científico

La lógica al comparar los frutos de la persona con los frutos de un árbol es arrolladora, pero exige “ver” las obras, o, cuando no podemos hacerlo por distancia, ver qué está produciendo esa enseñanza en sus seguidores. Pero aún si no fuera posible, no hay nada absolutamente nuevo “debajo del sol”, y siempre es posible encontrar en la historia o en el presente algo similar a ese tipo de enseñanza, y observar sus frutos. Sea como sea, se trata de buscar EVIDENCIAS.

Ahora bien, si esto no es la base del pensamiento científico, ¿qué es entonces? La ciencia se construye en base a evidencias y los experimentos tienen el propósito de buscarla. Es un conocimiento sobre el mundo material, claro, pero el principio rector de cualquier ciencia es exactamente el mismo que aplicamos aquí.

Los más nuevos en el Señor son llamados a buscar evidencias, y los más viejos también. De paso, ¿Qué “evidencia” mi propia vida…?

Jesús está sentando las bases del análisis de los líderes. Décadas después, encontramos a Pablo escribiendo:

1 Timoteo 3:1-13 RVC
1 Ésta es palabra fiel: Si alguno anhela ser obispo, desea una buena obra.
2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible y que tenga una sola esposa; que sea sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;
3 no afecto al vino, ni pendenciero, ni codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción y con toda honestidad
5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?);
6 no debe ser un neófito, no sea que se envanezca y caiga en la condenación del diablo.
7 También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en los lazos del diablo.
8 De igual manera, los diáconos deben ser honestos y sin doblez, no demasiado afectos al vino ni codiciosos de ganancias deshonestas;
9 y deben guardar el misterio de la fe con limpia conciencia.
10 Además, éstos primero deben ser puestos a prueba y, si son irreprensibles, entonces podrán ejercer el diaconado.
11 Las mujeres, por su parte, deben ser honestas, y no calumniadoras, sino sobrias y fieles en todo.
12 Los diáconos deben tener una sola esposa, y gobernar bien sus hijos y sus casas,
13 pues los que ejercen bien el diaconado ganan para sí mismos un grado honroso y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.

Todo lo que dice aquí no es más que una ampliación de las palabras de Jesús: se trata de analizar las EVIDENCIAS y aún de buscarlas, al ser puesto a prueba; y esas evidencias tienen que ver poco con el conocimiento y mucho con la vida, es decir, la manifestación de los frutos.

Si los cristianos hubiéramos escuchado estos consejos y los hubiéramos puesto en práctica, ¡de cuántos lobos rapaces nos hubiéramos salvado! Tengamos en cuenta que un lobo con piel de oveja engendra muchos otros, no solo porque termina transformando a su congregación en tales, sino también porque nombra y promueve a otros como él. El potencial que tiene para multiplicarse y causar daño, una vez que ha recibido las credenciales y ha sido públicamente aceptado, es ENORME.

Necesitamos cambiar nuestro estilo de pensamiento, de “discursivo” (diría yo, “charlatanero”…) a verdaderamente científico.


c)     Frutos, más frutos y muchos más frutos

El Señor me dio varios artículos sobre los frutos espirituales, así que no voy a repetir eso aquí, pero recomiendo que se lean. Lo cierto es que la palabra “fruto” nos es naturalmente conocida porque la vemos en acción en la Creación, Jesús no tiene que explicarla porque en un contexto rural es algo muy cotidiano. Pero en el mundo urbano de hoy, donde la mayoría de los niños y adolescentes piensan que los alimentos crecen de las góndolas, probablemente sea necesario recordar algunas cosas.

El fruto es algo “natural”, es decir, los seres vivos están preparados para darlo. Por supuesto, así fuimos diseñados por el Creador, pero la realidad es que se nos hace evidente que “se originan solos”, diríamos, inevitablemente. Y estos conceptos son fundamentales.

Así como los frutos son inevitables en el mundo natural, también lo son en el espiritual. Así como llevan un tiempo para producirse en el natural, también en el espiritual. Hay árboles que requieren unos cuantos años antes de empezar a fructificar; eso pasa con los frutales y por eso se utilizan plantas injertadas. Y de la misma forma que cada planta produce fruto según su propia especie, también ocurre en el mundo espiritual.

Por otra parte, el fruto es “algo distinto” a la planta que lo engendró, aunque lleva en sí el potencial de generar nuevas plantas con las mismas características. Y muchos frutos, especialmente los carnosos, necesitan ser comidos para que las semillas sean dispersadas (rodeadas de “abono” al momento de caer a tierra…).

Entonces, inevitablemente una enseñanza o ministración espiritual dará fruto en un tiempo determinado, no inmediatamente. Ese fruto es algo distinto a las “palabras”, tiene que ver con la vida de las personas (en esencia, frutos de la carne o frutos del Espíritu), aunque distinto, engendra nuevas plantas de la misma especie, y hay gente que lo “come”, es decir, que lo recibe y se alimenta espiritualmente de él.

Al conectar Jesús esta verdad espiritual con su contraparte natural, la está haciendo inmediatamente entendible y accesible a todos; no debemos pasarla por alto. Necesitamos cambiar nuestra forma de evaluar y evaluarnos.


d)    ¿Quién tiene la responsabilidad?

De los nueve estilos de espiritualidad aquí vemos reflejado especialmente al estilo místico, aquel que se encuentra con Dios en la intimidad, que pasa tiempo con Él, propiamente, el más “ermitaño” de todos. ¿Qué tiene el Señor que decirle? Dos cosas fundamentales.

Primero, todos aquellos que se interesan por las profecías y pasan tiempo escuchando y escudriñando lo que Dios está diciendo hoy, necesitan especialmente tener este equilibrio. He comprobado que los tales terminan evaluando al profeta y las profecías por lo “profundo” y “espiritual” de las palabras, y no por los frutos. Es más, lo “visible” les resulta hasta despreciable, sencillamente “no lo ven”. Nadie más que ellos necesitan que se les recuerde que la base del discernimiento no se basa en las palabras, sino en los resultados de esas palabras.

Dado que ellos mismos viven en su propio mundo espiritual, casi ni se fijan en sus propias obras o en cómo se relacionan con sus hermanos o cercanos; no es que vivan pecaminosamente, pero suelen tener algunos errores evidentes que no ven, al igual que todos los cristianos, pero como su mundo es estar en comunión con el Señor, lo miran tanto a Él que descuidan de mirar un poco alrededor.

Los cristianos más prácticos no tienen este problema, pero la espiritualidad mística sí.

Y por otro lado, nadie mejor que ellos para discernir a los falsos profetas, y de hecho lo hacen muy bien. Debemos entender que cuando decimos que pueden ser engañados no estamos diciendo que necesariamente ocurra, o que caigan en algún engaño grosero; más bien pueden caer en algún error relativamente menor.

Ellos disciernen muy bien a los lobos con piel de cordero, mucho más cuando han madurado lo suficiente como para ver los frutos y someter toda palabra al Espíritu antes de aceptarla. Ellos son los que tienen la responsabilidad primaria de alertar a sus hermanos acerca de esos engañadores, pero son los que más difícilmente lo hacen: normalmente prefieren estar en sus “cuevas espirituales” antes de “salir al ruedo”. ¡Qué paradoja!

Su propio temperamento les dificulta enormemente exponer a los falsos profetas, y suelen estar tan heridos por haberlo hecho incorrectamente en el pasado, que callan aún teniendo la verdad. Aunque parece que “no necesitan nada” porque están en la misma presencia del Señor, necesitan, al igual que todos, del amor de sus hermanos que los restaure en su ministerio público. Pero es difícil que uno se anime a acercarse a ellos…

Resumiendo, aquí tenemos un pasaje tan actual como todo el Sermón del Monte, aunque a la vez dirigido especialmente a un grupo de cristianos, que tiene un rol crítico dentro del Cuerpo de Cristo.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario