sábado, 23 de diciembre de 2017

352. La verdadera profecía actualiza a La Profecía

Hechos 11:27-30 RVC
27 Por aquellos días, unos profetas salieron de Jerusalén para visitar Antioquía.
28 Uno de ellos, llamado Agabo, se levantó para anunciar la hambruna que estaba por llegar a toda la tierra, y que el Espíritu le había dado a saber. Esto sucedió en los días del emperador Claudio.
29 Entonces los discípulos acordaron socorrer a los hermanos que vivían en Judea, según lo que cada uno tuviera,
30 y por medio de Bernabé y de Saulo enviaron ayuda a los ancianos.


A pesar de que el movimiento profético fue restaurado completamente hace ya varias décadas, todavía persiste entre muchos hermanos actitudes incorrectas. Algunos siguen sin aceptarlo, o bien lo hacen a duras penas, tomando sólo algunas palabras de las que se dicen, aquellas que están más de acuerdo a sus propios esquemas de pensamiento. Otros aceptan cualquier cosa que venga en el “envoltorio profético”…

Pero la función del ministerio profético hoy está perfectamente explicada en las Escrituras, y uno de los ejemplos más claros que podemos encontrar en el contexto de la Iglesia es el de Agabo. En el pasaje de más arriba lo vemos profetizando un evento de implicancias “mundiales” si consideramos todo lo que ellos conocían como “mundo” o bien territoriales desde nuestro punto de vista moderno. Como sea, se trataba de un hecho particular     QUE NO ESTABA en las Escrituras (para ellos, el Antiguo Testamento), pero que sin embargo era la voz de Dios advirtiendo de un peligro.

La Iglesia hizo caso, y vemos un amplio movimiento para superar esa situación. Los predicadores del éxito hoy anularían, cancelarían, aplastarían, destrozarían y otras tantas cosas por el estilo la palabra de Agabo para decretar, declarar, anunciar, establecer, levantar, clavar, atravesar y enchastrar bendición y prosperidad…

Pero no, venía un juicio para todo el mundo de ese momento, la Iglesia iba a estar en medio de ese juicio, y debían prepararse. La fe para ellos no consistía en creer que atravesarían el juicio como si no pasara nada sino en prepararse de antemano. Y lo hicieron, movidos primeramente por la fe en una palabra profética contextual, que “no estaba” en las Escrituras. De paso digamos que varios historiadores antiguos relatan ese episodio.

Ahora bien, ¿de verdad “no estaba” en las Escrituras? Bueno, por supuesto que no estaba escrito en ninguna parte literalmente que “entre los años 46 y 47 después de Cristo vendría una gran hambre sobre la región de Siria e Israel debido a varios años de malas cosechas”, pero Jesús había dicho más de quince años atrás:

Marcos 13:8 RVC
8 Se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá también hambre. Esto será el principio de los dolores.

Ahora bien, esta palabra muestra una situación general, de la cual ese episodio en particular fue solo una parte, pequeña si la ponemos en 2.000 años de perspectiva pero crítica para ellos y fundamentalmente para la naciente Iglesia. ¿Esa palabra profética particular estaba escrita en La Palabra Profética? Sí, en un sentido general. Y por eso pudieron aceptarla como válida.

Hermanos, cualquier palabra profética hoy para ser genuina debe cumplir varios requisitos, pero uno de ellos, quizás el “primero”, sea que esté en consonancia con La Palabra Profética, esto es, la Revelación Bíblica. El sentido, tenor o “espíritu” de cualquier profecía hoy no puede estar fuera de lo que ya ha sido revelado en la Biblia.

Así que, por un lado tenemos un ejemplo (y hay muchos más) de profecías contextuales, que tenían que ver con hechos o personas de ese tiempo y que nos dan el perfecto argumento para sostener que sigue habiendo palabra profética hoy sobre personas y países. Pero por otro lado nos pone el límite que tal palabra debe estar de acuerdo a la revelación más general de las Escrituras. Dentro de esos límites todavía hay bastante para analizar y no todo lo que “quepa” allí necesariamente es de Dios; pero sin duda lo que salga de allí no lo es.

Veamos otros ejemplos:

Hechos 21:10-11 RVC
10 Durante los días que allí permanecimos, un profeta llamado Agabo llegó de Judea,
11 pues venía a vernos. Agabo tomó el cinto de Pablo, se ató con él las manos y los pies, y dijo: «El Espíritu Santo ha dicho: “Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán a los no judíos.”»

Otra palabra puntual que se cumplió “sobradamente”. ¿Tenía antecedentes? Por supuesto:

Mateo 10:17-18 RVC
17 Cuídense de la gente, porque los entregarán a los tribunales, y los azotarán en las sinagogas;
18 y por causa de mí, incluso los harán comparecer ante gobernadores y reyes, para que den testimonio ante ellos y ante las naciones.

Pero también podemos encontrar ejemplos en los Evangelios:

Marcos 14:30 RVC
30 Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres veces.»

Y eso ocurrió. Bueno, de hecho algunos dicen que a esta altura el gallo se volvió un cantante eximio debido a tantas y tantas veces que hemos negado al Señor… Pero aún esta palabra profética puntual tiene antecedentes en el Antiguo Testamento, por ejemplo:

Proverbios 29:25 RVC
25 El miedo a los hombres es una trampa, pero el que confía en el Señor es exaltado.

Pedro temió, y por eso lo negó.

Proverbios 16:18 DHH
18 Tras el orgullo viene el fracaso;
tras la altanería, la caída.

Pedro afirmó osadamente que seguiría a Jesús donde fuera… pero no…

¿Quién hubiera dicho que estos dos pasajes de Proverbios hubieran resultado “proféticos”? Es que de hecho toda la Biblia lo es, en una dimensión que no alcanzamos a comprender plenamente.

Así que, cuando escuchemos o leamos las palabras proféticas que Dios está trayendo hoy, antes de juzgar según “lo que me parece” o “lo que ya sé”, veamos primero si está de acuerdo con la revelación más general de toda la Biblia, y luego pidamos discernimiento más específico.


Danilo Sorti




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