Deuteronomio 13:6-11 DHH
6 “Si aún tu propio hermano, o tu hijo, o tu hija,
o tu esposa amada, o tu más íntimo amigo, te empuja en secreto a dar culto a
otros dioses que ni tú ni tus padres conocieron,
7 como son los dioses de los pueblos que,
cercanos o lejanos, los rodean de un extremo al otro de la tierra,
8 no te sometas a sus deseos ni le hagas
caso; ni siquiera tengas compasión de él; no le tengas lástima, ni lo encubras;
9 al contrario, mátalo. Y tú serás el primero
en levantar la mano contra él, y después de ti hará lo mismo todo el pueblo.
10 Apedréalo hasta que muera, por haber
querido apartarte del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.
11 De esta manera todo Israel lo sabrá y
tendrá miedo de volver a cometer una maldad como esta.
Jueces 2:1-4 RVC
1 El ángel del Señor fue de Gilgal a Boquín,
y les dijo a los israelitas: «Yo los liberé de Egipto y los llevé a la tierra
que prometí dar a sus antepasados, cuando les dije: “Nunca anularé mi pacto con
ustedes,
2 mientras no hagan pacto con los que habitan
en esta tierra, gente que tiene altares que ustedes deben destruir.” Pero
ustedes no me hicieron caso. ¿Por qué no lo han hecho?
3 Por lo tanto, escúchenme bien: No voy a
expulsar de estas tierras a sus habitantes, sino que ellos serán para ustedes
como azotes en los costados, y sus dioses los confundirán.»
4 Cuando el ángel del Señor dijo esto a los
israelitas, ellos se echaron a llorar con fuerte voz.
1 Samuel 15:7, 8, 18,19 RVC
7 Entonces Saúl lanzó todo su ejército sobre
los amalecitas, y los derrotó; los persiguió desde Javilá hasta Shur, al oriente
de Egipto,
8 y mató a filo de espada a todo el pueblo,
aunque dejó con vida a Agag, el rey de Amalec.
9 Además de perdonar a Agag, Saúl y su gente
también se quedaron con lo mejor de sus animales: ovejas, toros, becerros
engordados y carneros; lo de poco valor lo destruyeron.
18 El Señor te dio una misión, cuando te
dijo: “Ve y destruye por completo a los amalecitas. Combátelos, hasta acabar
con todos ellos.”
19 Entonces, ¿por qué no has obedecido lo que
te ordenó el Señor, sino que has traído contigo lo que le quitaste a tus
enemigos? A los ojos del Señor, has hecho mal.»
Marcos 9:45-46 RVC
45 Si tu pie te lleva a pecar, córtatelo. Es
mejor que entres en la vida cojo, y no que tengas los dos pies y que vayas al
infierno, al fuego que no puede ser apagado,
46 donde los gusanos no mueren, y el fuego
nunca se apaga.
1 Corintios 5:11-13 RVC
11 Más bien les escribí que no se junten con
los que se dicen hermanos pero son libertinos, avaros, idólatras, insolentes,
borrachos y ladrones. Con esa gente, ni siquiera coman juntos.
12 ¿Con qué derecho podría yo juzgar a los de
afuera, si ustedes no juzgan a los de adentro?
13 A los de afuera, ya Dios los juzgará. Así
que, ¡saquen de entre ustedes a ese perverso!
¡Cuánta lástima tenemos de los “pobrecitos”
que el mismo Satanás nos ha puesto como piedra en el camino! Se me viene la
imagen de esas adorables mascotas de peluche, con ojos grandes y mirada triste,
muy suavecitos, irresistibles para cualquier niño… y totalmente aborrecible
para los padres de ese niño (porque salen caros!!).
La Biblia está llena de ejemplos en los
cuales la “lástima” fue la carnada perfecta para causar una enorme destrucción
dentro del pueblo de Dios. Israel tuvo lástima de las hermosas y artísticamente
diseñadas estatuas cananeas, y terminó adorándolas. Luego tuvo lástima de los
pueblos cananeos, y estos terminaron oprimiéndola. La tribu de Benjamín tuvo
lástima de los perversos de Gabaa, y fue prácticamente destruida. Saúl tuvo
lástima de Agag y lo mejor de Amalec, y Dios lo desechó. Por eso Jesús fue tan
enfático, y utilizando los modismos de su época le dijo a Sus discípulos: “¡No
tengan lástima ni de su ojo, ni de su mano, ni de su pié!” Esto no significa
que hay que castrarse literalmente como hizo Orígenes (185 – 254 d.C.), sino que
no debemos tener lástima.
Más tarde, Pablo exhortaría a la iglesia de
Corinto que expulsara de la comunión a un inmoral, del que ellos evidentemente
tenían lástima y seguían manteniendo en la comunidad.
Gálatas 5:9 RVC
9 Un poco de levadura fermenta toda la masa.
La lástima es precisamente aquella actitud
del alma que nos hace dejar “ese poco” de levadura.
¡El que esté libre de pecado, que tire la
primera piedra! ¿Quién no ha tenido lástima de algo o de alguien? Tenemos
lástima de nosotros mismos, y seguimos tolerando ciertos pecadillos en vez de
comenzar un plan de lucha en el Espíritu contra ellos. Tenemos lástima de
ciertos objetos: cuadros, esculturas, libros; y resultan ser recipientes
materiales para demonios que nos molestan innecesariamente. Tenemos lástima de
ciertas personas y seguimos manteniendo una relación con ellas, permitiéndoles
así el “acceso” a nosotros, para que nos hieran y maldigan. Tenemos lástima de
algunos hermanitos medio rebeldes y seguimos dejándolos libremente en la comunión,
para que después causen un desastre y dejen muchas personas heridas. Tenemos
lástima de instituciones, personas públicas, monumentos, líderes políticos, y
no oramos con fervor para que sean cortados, y estos terminan desatando el
pecado sobre naciones enteras.
El mandato de Dios a Moisés fue muy claro: “no
te sometas a sus deseos ni le hagas caso; ni siquiera tengas compasión de él;
no le tengas lástima, ni lo encubras; al contrario, mátalo.” Nada de lástima,
nada de compasión. El Nuevo Pacto no es diferente, solo que ahora no se nos
manda a matar a los hermanos rebeldes (se vaciarían las iglesias…) sino a
ejercer el mismo principio en el plano espiritual, pero también humano. Yo no
veo a Jesús teniendo compasión de los comerciantes del Templo, tampoco lo veo a
Pablo teniendo compasión de Barjesús (Hechos 13:6-12), ni de Himeneo y
Alejandro (1 Timoteo 1:20), ni a Pedro teniendo compasión de Simón (Hechos
8:20-23) o de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11).
Ninguno de ellos actuó por enojo humano o
deseo de venganza, en todos los casos hay un motivo perfectamente justo y
ordenado por Dios. De eso se trata. La misericordia es el amor inmerecido que
Dios nos tiene y que Él nos manda a tener sobre aquellos que TAMBIÉN son
recipientes de la misericordia divina, y para esto hace falta el discernimiento
espiritual. La lástima es NUESTRA “MISERICORDIA” HUMANA que en realidad es
satánica, sirve de tropiezo y al final no logra la conversión del recipiente de
nuestra lástima, sino lo contrario, que este se vuelva contra nosotros y nos
ataque.
Mateo 7:6 RVC
6 »No den ustedes lo santo a los perros, ni
echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan
contra ustedes y los despedacen.
Muchos inicuos se han infiltrado, y, al igual
que los ositos de peluche, tienen una apariencia que conmueve nuestra ALMA para
que les tengamos compasión. Satanás se ha perfeccionado en esto, y como ejemplo
de lo que digo, sugiero que se busquen imágenes de cómo eran los ositos de
peluche a principios del silgo XX o fines del siglo XIX. En ese entonces eran
más parecidos a los osos verdaderos, pero hoy son más “tiernos y adorables”,
porque la industria sabe ahora cómo darles forma para que sean más queribles,
aprovechando los sentimientos innatos que tenemos de ternura hacia los bebés,
que tienen facciones más redondeadas y menos angulosas.
Estos “objetos de nuestra lástima” son así:
normalmente pobres y desvalidos, “víctimas” inocentes de alguna terrible
injusticia, a quienes nadie quiere y que están solos por el mundo. Lo que hacen
estos inmundos es “vestirse” con el traje de los verdaderos santos y profetas
del Altísimo, los más dignos y merecedores de recompensa de todos los santos:
Hebreos 11:38 RVC
38 Estos hombres, de los que el mundo no era
digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y
por las cavernas de la tierra.
La lástima se “engancha” en problemas
psicológicos (y espirituales) muy profundos en nosotros, que son las verdaderas
piedras de tropiezo que tenemos y que el Adversario sabe aprovechar muy bien,
“arrimándonos” siempre algún perverso “digno” de nuestra lástima. Puede ser que
no nos estemos dando cuenta de qué hay
por ahí adentro de nosotros, pero por los hechos y por el discernimiento
(y la voz de los profetas y hermanos crecidos) podemos ver que Fulano o Mengano
no son lo que parece y que por la lástima que le tenemos, están consumiendo
nuestros recursos, tiempo y desgastándonos espiritualmente. Y no es necesario
que Fulano o Mengano sean siempre lobos disfrazados, pueden ser simplemente
hermanos menos maduros convencidos de lo que hacen y sin la intención de dañar
a otros.
Por eso, a veces será necesario cortar
ciertas relaciones y eso puede ser traumático; Jesús lo hizo, Pablo lo hizo,
Pedro lo hizo. Otras veces podemos ser más amables y simplemente distanciarnos
de algunas personas o no participar de determinadas actividades. Sea como sea,
cuando la lástima nos motiva estamos rumbo al fracaso.
Cuando nos motiva la misericordia somos
bendecidos, protegidos y prosperados; puede ser que el objeto de nuestra
misericordia (que es primero objeto de la misericordia divina) no reciba el
bien que Dios le hace a través nuestro, puede ser que terminemos difamados o
estafados, pero siempre recibiremos la recompensa de parte de Dios y al final
todo será para Su gloria. No pasa eso con la lástima: al final terminamos
frustrados, empobrecidos, “con las manos vacías”, sin que el otro haya cambiado
o prosperado y sin que haya nada que dé gloria a Dios.
¡Señor, líbranos de la lástima!
Danilo Sorti
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