miércoles, 6 de diciembre de 2017

335. Cuando tenemos lástima de lo que debemos destruir

Deuteronomio 13:6-11 DHH
6 “Si aún tu propio hermano, o tu hijo, o tu hija, o tu esposa amada, o tu más íntimo amigo, te empuja en secreto a dar culto a otros dioses que ni tú ni tus padres conocieron,
7 como son los dioses de los pueblos que, cercanos o lejanos, los rodean de un extremo al otro de la tierra,
8 no te sometas a sus deseos ni le hagas caso; ni siquiera tengas compasión de él; no le tengas lástima, ni lo encubras;
9 al contrario, mátalo. Y tú serás el primero en levantar la mano contra él, y después de ti hará lo mismo todo el pueblo.
10 Apedréalo hasta que muera, por haber querido apartarte del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.
11 De esta manera todo Israel lo sabrá y tendrá miedo de volver a cometer una maldad como esta.

Jueces 2:1-4 RVC
1 El ángel del Señor fue de Gilgal a Boquín, y les dijo a los israelitas: «Yo los liberé de Egipto y los llevé a la tierra que prometí dar a sus antepasados, cuando les dije: “Nunca anularé mi pacto con ustedes,
2 mientras no hagan pacto con los que habitan en esta tierra, gente que tiene altares que ustedes deben destruir.” Pero ustedes no me hicieron caso. ¿Por qué no lo han hecho?
3 Por lo tanto, escúchenme bien: No voy a expulsar de estas tierras a sus habitantes, sino que ellos serán para ustedes como azotes en los costados, y sus dioses los confundirán.»
4 Cuando el ángel del Señor dijo esto a los israelitas, ellos se echaron a llorar con fuerte voz.

1 Samuel 15:7, 8, 18,19 RVC
7 Entonces Saúl lanzó todo su ejército sobre los amalecitas, y los derrotó; los persiguió desde Javilá hasta Shur, al oriente de Egipto,
8 y mató a filo de espada a todo el pueblo, aunque dejó con vida a Agag, el rey de Amalec.
9 Además de perdonar a Agag, Saúl y su gente también se quedaron con lo mejor de sus animales: ovejas, toros, becerros engordados y carneros; lo de poco valor lo destruyeron.

18 El Señor te dio una misión, cuando te dijo: “Ve y destruye por completo a los amalecitas. Combátelos, hasta acabar con todos ellos.”
19 Entonces, ¿por qué no has obedecido lo que te ordenó el Señor, sino que has traído contigo lo que le quitaste a tus enemigos? A los ojos del Señor, has hecho mal.»

Marcos 9:45-46 RVC
45 Si tu pie te lleva a pecar, córtatelo. Es mejor que entres en la vida cojo, y no que tengas los dos pies y que vayas al infierno, al fuego que no puede ser apagado,
46 donde los gusanos no mueren, y el fuego nunca se apaga.

1 Corintios 5:11-13 RVC
11 Más bien les escribí que no se junten con los que se dicen hermanos pero son libertinos, avaros, idólatras, insolentes, borrachos y ladrones. Con esa gente, ni siquiera coman juntos.
12 ¿Con qué derecho podría yo juzgar a los de afuera, si ustedes no juzgan a los de adentro?
13 A los de afuera, ya Dios los juzgará. Así que, ¡saquen de entre ustedes a ese perverso!


¡Cuánta lástima tenemos de los “pobrecitos” que el mismo Satanás nos ha puesto como piedra en el camino! Se me viene la imagen de esas adorables mascotas de peluche, con ojos grandes y mirada triste, muy suavecitos, irresistibles para cualquier niño… y totalmente aborrecible para los padres de ese niño (porque salen caros!!).

La Biblia está llena de ejemplos en los cuales la “lástima” fue la carnada perfecta para causar una enorme destrucción dentro del pueblo de Dios. Israel tuvo lástima de las hermosas y artísticamente diseñadas estatuas cananeas, y terminó adorándolas. Luego tuvo lástima de los pueblos cananeos, y estos terminaron oprimiéndola. La tribu de Benjamín tuvo lástima de los perversos de Gabaa, y fue prácticamente destruida. Saúl tuvo lástima de Agag y lo mejor de Amalec, y Dios lo desechó. Por eso Jesús fue tan enfático, y utilizando los modismos de su época le dijo a Sus discípulos: “¡No tengan lástima ni de su ojo, ni de su mano, ni de su pié!” Esto no significa que hay que castrarse literalmente como hizo Orígenes (185 – 254 d.C.), sino que no debemos tener lástima.

Más tarde, Pablo exhortaría a la iglesia de Corinto que expulsara de la comunión a un inmoral, del que ellos evidentemente tenían lástima y seguían manteniendo en la comunidad.

Gálatas 5:9 RVC
9 Un poco de levadura fermenta toda la masa.

La lástima es precisamente aquella actitud del alma que nos hace dejar “ese poco” de levadura.

¡El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra! ¿Quién no ha tenido lástima de algo o de alguien? Tenemos lástima de nosotros mismos, y seguimos tolerando ciertos pecadillos en vez de comenzar un plan de lucha en el Espíritu contra ellos. Tenemos lástima de ciertos objetos: cuadros, esculturas, libros; y resultan ser recipientes materiales para demonios que nos molestan innecesariamente. Tenemos lástima de ciertas personas y seguimos manteniendo una relación con ellas, permitiéndoles así el “acceso” a nosotros, para que nos hieran y maldigan. Tenemos lástima de algunos hermanitos medio rebeldes y seguimos dejándolos libremente en la comunión, para que después causen un desastre y dejen muchas personas heridas. Tenemos lástima de instituciones, personas públicas, monumentos, líderes políticos, y no oramos con fervor para que sean cortados, y estos terminan desatando el pecado sobre naciones enteras.

El mandato de Dios a Moisés fue muy claro: “no te sometas a sus deseos ni le hagas caso; ni siquiera tengas compasión de él; no le tengas lástima, ni lo encubras; al contrario, mátalo.” Nada de lástima, nada de compasión. El Nuevo Pacto no es diferente, solo que ahora no se nos manda a matar a los hermanos rebeldes (se vaciarían las iglesias…) sino a ejercer el mismo principio en el plano espiritual, pero también humano. Yo no veo a Jesús teniendo compasión de los comerciantes del Templo, tampoco lo veo a Pablo teniendo compasión de Barjesús (Hechos 13:6-12), ni de Himeneo y Alejandro (1 Timoteo 1:20), ni a Pedro teniendo compasión de Simón (Hechos 8:20-23) o de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11).

Ninguno de ellos actuó por enojo humano o deseo de venganza, en todos los casos hay un motivo perfectamente justo y ordenado por Dios. De eso se trata. La misericordia es el amor inmerecido que Dios nos tiene y que Él nos manda a tener sobre aquellos que TAMBIÉN son recipientes de la misericordia divina, y para esto hace falta el discernimiento espiritual. La lástima es NUESTRA “MISERICORDIA” HUMANA que en realidad es satánica, sirve de tropiezo y al final no logra la conversión del recipiente de nuestra lástima, sino lo contrario, que este se vuelva contra nosotros y nos ataque.

Mateo 7:6 RVC
6 »No den ustedes lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Muchos inicuos se han infiltrado, y, al igual que los ositos de peluche, tienen una apariencia que conmueve nuestra ALMA para que les tengamos compasión. Satanás se ha perfeccionado en esto, y como ejemplo de lo que digo, sugiero que se busquen imágenes de cómo eran los ositos de peluche a principios del silgo XX o fines del siglo XIX. En ese entonces eran más parecidos a los osos verdaderos, pero hoy son más “tiernos y adorables”, porque la industria sabe ahora cómo darles forma para que sean más queribles, aprovechando los sentimientos innatos que tenemos de ternura hacia los bebés, que tienen facciones más redondeadas y menos angulosas.

Estos “objetos de nuestra lástima” son así: normalmente pobres y desvalidos, “víctimas” inocentes de alguna terrible injusticia, a quienes nadie quiere y que están solos por el mundo. Lo que hacen estos inmundos es “vestirse” con el traje de los verdaderos santos y profetas del Altísimo, los más dignos y merecedores de recompensa de todos los santos:

Hebreos 11:38 RVC
38 Estos hombres, de los que el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.

La lástima se “engancha” en problemas psicológicos (y espirituales) muy profundos en nosotros, que son las verdaderas piedras de tropiezo que tenemos y que el Adversario sabe aprovechar muy bien, “arrimándonos” siempre algún perverso “digno” de nuestra lástima. Puede ser que no nos estemos dando cuenta de qué hay  por ahí adentro de nosotros, pero por los hechos y por el discernimiento (y la voz de los profetas y hermanos crecidos) podemos ver que Fulano o Mengano no son lo que parece y que por la lástima que le tenemos, están consumiendo nuestros recursos, tiempo y desgastándonos espiritualmente. Y no es necesario que Fulano o Mengano sean siempre lobos disfrazados, pueden ser simplemente hermanos menos maduros convencidos de lo que hacen y sin la intención de dañar a otros.

Por eso, a veces será necesario cortar ciertas relaciones y eso puede ser traumático; Jesús lo hizo, Pablo lo hizo, Pedro lo hizo. Otras veces podemos ser más amables y simplemente distanciarnos de algunas personas o no participar de determinadas actividades. Sea como sea, cuando la lástima nos motiva estamos rumbo al fracaso.

Cuando nos motiva la misericordia somos bendecidos, protegidos y prosperados; puede ser que el objeto de nuestra misericordia (que es primero objeto de la misericordia divina) no reciba el bien que Dios le hace a través nuestro, puede ser que terminemos difamados o estafados, pero siempre recibiremos la recompensa de parte de Dios y al final todo será para Su gloria. No pasa eso con la lástima: al final terminamos frustrados, empobrecidos, “con las manos vacías”, sin que el otro haya cambiado o prosperado y sin que haya nada que dé gloria a Dios.

¡Señor, líbranos de la lástima!


Danilo Sorti




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