miércoles, 6 de diciembre de 2017

323. ¿Y el poder del Espíritu?

Hechos 1:8 RVC
8 Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.»

Hechos 4:31 RVC
31 Cuando terminaron de orar, el lugar donde estaban congregados se sacudió, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y proclamaban la palabra de Dios sin ningún temor.


La era de la Iglesia es inaugurada con el poder del Espíritu. Ahora bien, no se trata de algo totalmente “novedoso” porque el Espíritu estuvo siempre activo sobre el pueblo de Dios, pero nunca sobre tantas personas y con tales manifestaciones.

La cuestión del bautismo en el Espíritu Santo salió a luz a principios del siglo XX con el movimiento pentecostal, y ha sido y sigue siendo uno de los ingredientes fundamentales en todo avivamiento. Sin embargo, los últimos años han visto un menguar importante en la enseñanza sobre el tema, siendo prácticamente olvidada en muchas grandes iglesias, amén de que no se enseña en iglesias evangélicas más tradicionales.

Ya se ha escrito mucho y hay suficientes evidencias empíricas como para tener que volver sobre la discusión que originó en sus comienzos; es un ingrediente valioso en la vida cristiana y nos estaremos perdiendo una parte importante y necesaria de la gracia de Dios si lo descuidamos.

De todas formas, cuando hablamos del poder del Espíritu Santo nos estamos refiriendo a algo más que sólo las manifestaciones de hablar en lenguas, que son importantes para la edificación personal y la edificación de la iglesia con interpretación. Vemos en Hechos 4 que la manifestación del Espíritu fue acompañada de un valor sobrenatural para predicar en medio de la oposición. Hay mucho que el Espíritu hace con poder a través de los cristianos, si estos se disponen a buscarlo y abrirse con humildad.

Ese entendible por qué las manifestaciones del Espíritu se hayan apagado en muchas iglesias, especialmente en iglesias que otrora fueran poderosas en ese aspecto; los espíritus de religión no lo pueden soportar y a medida que van tomando control en un cristiano y en una congregación, necesitan apagar toda manifestación de poder y toda fuente de poder (oración, ayuno, búsqueda).

El genuino poder del Espíritu se ha reemplazado por una pobre caricatura: grandes reuniones en donde el “contagio de masa” reemplaza el fervor del Espíritu, una música especial que logra tocar las emociones, una hábil predicación que manipula la voluntad, grandes construcciones, grandes espectáculos religiosos, a veces importantes obras de caridad, e incluso algún “otro espíritu” que se mueve haciendo “cosas sobrenaturales” que parecen del Espíritu Santo pero que no santifican a nadie.

El poder del Espíritu hoy hace lo mismo que leemos en las páginas bíblicas, y es tan distinto a nuestras obras naturales como lo era entonces. No podemos anhelar nada menos, no podemos conformarnos con nada inferior. Puede ser que no sea sencillo llegar a ese nivel, es más, quizás más de una congregación no llegue, pero cuando Jesús mandó a sus discípulos que se quedaran en Jerusalén esperando la manifestación del Espíritu no les dijo que ellos tenían que “producirla”, simplemente que oraran y esperaran. Eso mismo vale para nosotros; no podemos manipular al Espíritu ni decirle qué tiene que hacer, cuándo y cómo; pero podemos orar, buscar y esperar.

¿Esto que tenemos y estamos viviendo es la manifestación genuina del Espíritu? ¿No hay más disponible para nosotros? ¿Estamos buscando eso más? ¿O nos hemos conformado con lo que tenemos pensando que es “mucho”? Pidamos al Señor que nos muestre en qué consiste realmente el poder del Espíritu, qué está disponible para Su Iglesia hoy, y qué es lo que Él quiere derramar y no nos conformemos con menos de eso.

Gálatas 3:3 RVC
3 ¿Tan necios son? ¿Comenzaron por el Espíritu, y ahora van a acabar por la carne?

Esta cuestión de “empezar bien y terminar mal” no es para nada nueva, y no está pasando nada que no haya ocurrido antes; precisamente por eso deberíamos estar lo suficientemente alertas. “Acabar por la carne” no significa necesariamente terminar “revolcado en el más bajo pecado”, sino, “simplemente”, intentar hacer la obra del Reino con nuestra buena voluntad y esfuerzos humanos. Creo que buena parte de las iglesias pentecostales y carismáticas hoy están en esta situación. Hermanos, volvamos al poder del Espíritu.

La palabra griega que se traduce por “comenzar”, ἐνάρχομαι, aparece en el Nuevo Testamento solo dos veces, aquí y en Filipenses:

Filipenses 1:6 RVC
6 Estoy persuadido de que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

Y esto debería servirnos como una palabra de esperanza: la buena voluntad humana nos lleva a empezar bien pero terminar mal, sin embargo, en aquellos que están dispuestos, Dios mismo se encargará de terminar bien, en el poder del Espíritu, lo que Él empezó bien. ¡Bendito sea nuestro salvador!


Danilo Sorti




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