Proverbios 24:5-6 RVC
5 Es mejor ser sabio que ser fuerte; es mejor
tener ciencia que mucha fuerza.
6 Porque la guerra se hace con buenos planes,
y la victoria se obtiene con muchos consejos.
La cuestión de la planificación es algo
problemático dentro del Pueblo de Dios. Por un lado tenemos la vertiente más
apegada al Espíritu Santo que no solo no planifica, sino que hasta considera
que planificar es muestra de incredulidad y hasta pecado. Por otro lado,
tenemos a la corriente más apegada a la Palabra Escrita que planifica a veces
de más.
Pues bien, si planificar no fuera necesario,
¿por qué la Biblia nos habla de eso? No solamente el pasaje que pusimos más
arriba, sino que de principio a fin vemos un Dios que crea conforme planes y
propósitos, y que comenzó un plan de redención de la humanidad (y no solamente
de personas individuales) hace casi 6.000 años y terminará dentro de poco más
de 1.000. ¡Un plan preciso de 7.000 años! ¿Acaso Dios no planifica?
PERO el verdadero problema está bien
escondido detrás de nuestras planificaciones, y no son precisamente los planes,
sino EN QUÉ o EN QUIÉN se basan esos planes. Y como ejemplo lo tenemos a David.
Obviamente que estaba acostumbrado a
planificar para la guerra, conocía de estrategia, cuándo pelear y cuándo
abstenerse, incluso sabía de guerra espiritual. Pero cuando estaba intentando
desarrollar una planificación estratégica a largo plazo cometió un error
tremendo.
2 Samuel 24:10-14 RVC
10 Pero después de haber censado al pueblo,
David se sintió muy apesadumbrado y fue a decirle al Señor: «He cometido un
grave pecado. Te ruego, Señor, que perdones a este siervo tuyo por haber sido
tan necio.»
11 Al día siguiente, cuando David se levantó,
la palabra del Señor vino a Gad, el vidente de David, y le dijo:
12 «Ve y dile de mi parte a David: “Yo, el
Señor, te doy a elegir una de tres cosas. Haré lo que tú elijas.”»
13 Gad fue a ver a David y le dio el mensaje
del Señor. Le dijo: «¿Quieres que haya siete años de hambre en tu tierra? ¿O
prefieres huir de tus enemigos durante tres meses? ¿O prefieres que haya en tu
pueblo tres días de peste? Piénsalo bien, pues debo llevar una respuesta a
quien me envía.»
14 Entonces David le dijo a Gad: «Estoy en un
gran aprieto. Permíteme caer en las manos del Señor, pues su misericordia es
grande en extremo. ¡No me dejes caer en las manos de ningún hombre!»
Los censos no estaban prohibidos por Dios, pero
tenían ciertos requisitos:
Éxodo 30:12-16 RVC
12 «Cuando hagas un recuento del número de
los hijos de Israel, una vez que los hayas contado cada uno de ellos deberá
darme a mí, el Señor, el rescate de su persona. Así no habrá mortandad entre
ellos.
13 Todo aquel que sea contado deberá pagar
cinco gramos de plata, que es la mitad del peso oficial del santuario. La
ofrenda al Señor será de cinco gramos de plata.
14 Todo el que sea contado y que tenga más de
veinte años de edad, deberá dar esta ofrenda al Señor.
15 Al dar la ofrenda al Señor para la
expiación de personas, ni el rico dará más de cinco gramos de plata, ni el
pobre dará menos.
16 Recibirás de los hijos de Israel el dinero
de las expiaciones, y lo entregarás para el servicio del tabernáculo de reunión.
Esto será para los hijos de Israel un memorial delante del Señor, para que se
haga la expiación por ellos.»
Y más adelante en la historia de Israel
leemos que hubo censos, totales o parciales, y Dios no mandó mortandad entre el
pueblo. Pero evidentemente, el que hizo David desagradó profundamente a Dios,
¿por qué?
Un censo militar se hacía y se hace para
saber cuántos soldados disponibles había para luchar. El problema es que David
conocía de sobra que era Dios quien peleaba por ellos y que realmente la
cantidad no importaba; como ejemplo:
Jueces 7:4-7 RVC
4 Pero el Señor volvió a decir: «Todavía es
mucha gente. Llévalos al río, para que allí los ponga a prueba. Si yo te digo:
“Éste puede acompañarte”, irá contigo; pero si te digo: “Éste no te
acompañará”, entonces no irá contigo.»
5 Gedeón llevó entonces a su gente al río, y
allí el Señor le dijo: «Pon aparte a todo aquel que beba agua como los perros,
es decir, lamiéndola, y aparta también a todo el que se arrodille para beber.»
6 Los que se llevaron el agua a la boca con
la mano y la lamieron fueron trescientos hombres; el resto de la gente se
arrodilló para beber.
7 Entonces el Señor le dijo a Gedeón: «Con
estos trescientos hombres que lamieron el agua los voy a salvar. Entregaré a
los madianitas en tus manos. El resto de la gente puede volverse a casa.»
2 Crónicas 20:12-17 RVC
12 ¡Dios nuestro! ¿acaso no los vas a juzgar?
Nosotros no tenemos la fuerza suficiente para enfrentar a ese gran ejército que
viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer, y por eso volvemos a ti nuestra
mirada!»
13 Todo Judá estaba de pie delante del Señor,
con sus mujeres y sus hijos.
14 Allí estaba también Jahaziel, levita de
los hijos de Asaf y descendiente en línea directa de Zacarías, Benaías,
Yeguiel, Matanías. En el curso de la reunión, el espíritu del Señor vino sobre
él,
15 y dijo: «¡Escúchenme ustedes, habitantes
de Judá y de Jerusalén! ¡Y escúchame tú, rey Josafat! El Señor les dice: “No
tengan miedo ni se amedrenten al ver esta gran multitud, porque esta batalla no
la libran ustedes, sino Dios.
16 Mañana, cuando ellos suban por la cuesta
de Sis, ustedes caerán sobre ellos. Los encontrarán junto al arroyo, antes del
desierto de Jeruel.
17 En este caso, ustedes no tienen por qué
pelear. Simplemente quédense quietos, y contemplen cómo el Señor los va a
salvar. Judá y Jerusalén, no tengan miedo ni se desanimen. ¡Salgan mañana y
atáquenlos, que el Señor estará con ustedes!”»
Y por otro lado:
2 Crónicas 24:23-24 RVC
23 Un año después, el ejército de Siria atacó
a Judá y a Jerusalén, y acabó con todos los jefes del pueblo, y todo el botín
de guerra lo envió al rey de Damasco.
24 En realidad, el ejército de Siria había
venido con muy poca gente, pero el Señor puso en sus manos al poderoso ejército
de Joás porque éste se apartó del Señor, el Dios de sus padres. Ésta fue la
sentencia del Señor contra Joás.
¿Y entonces? ¿Planificamos o no? Para
planificar hay que saber con cuántos recursos se cuenta, pero al hacer esa
investigación David recibió un castigo muy fuerte, ¿qué hacemos?
El verdadero problema de la planificación es,
precisamente, SABER con cuántos recursos se cuenta, pero el problema fue que
los recursos que estaba viendo David en ese momento eran solamente los recursos
humanos y no los divinos, lo cual en su caso era un grave pecado porque él
mejor que nadie sabía lo fundamental que eran. Y en las historias que nos
muestran los pasajes de Jueces y 2 Crónicas se nos confirma este principio.
Salmos 33:16-19 RVC
16 El rey no se salva por tener un gran
ejército, ni se escapa el valiente por tener mucha fuerza.
17 Ningún caballo es garantía de salvación; y
aunque tiene mucha fuerza, no salva a nadie.
18 El Señor mira atentamente a quienes le
temen, a quienes confían en su misericordia,
19 para librarlos de la muerte y darles vida
en tiempos de escasez.
El verdadero asunto de la planificación es
conocer los “recursos espirituales” con los que se cuenta, saber qué quiere
hacer Dios, qué planes tiene, hacia dónde se mueve Su voluntad. RECIÉN ENTONCES
podemos planificar de una manera que agrada a Dios: planificamos poniéndolo a
Él primero, considerando Su fuerza y Sus recursos, y en función de Sus
objetivos.
El dilema “planificar o no planificar” en el
ámbito cristiano es un falso dilema. El verdadero problema es tener en cuenta a
Dios en la planificación, o mejor aún, recibir Sus planes. ¡Que el Señor nos de
la fe suficiente!
Danilo Sorti
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