miércoles, 6 de diciembre de 2017

333. Jeremías 2: cuando la historia se olvida

Jeremías 2:4-9 RVC
4 Tú, casa de Jacob, y ustedes todas, familias de la casa de Israel: ¡escuchen la palabra del Señor!
5 Así dice el Señor: «¿Qué de malo hallaron en mí los padres de ustedes, que se alejaron de mí y se fueron en pos de la vanidad, con lo que se hicieron vanos?
6 Jamás dijeron: “¿Dónde está el Señor, que nos sacó de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por tierra desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que nadie transitó ni jamás habitó?”
7 »Yo los introduje en una tierra de abundancia, para que disfrutaran de su fruto y sus bondades; pero ustedes entraron y contaminaron mi tierra; ¡convirtieron mi heredad en algo repugnante!
8 Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está el Señor?”, ni tampoco los que detentaban la ley me conocieron; los guías del pueblo se rebelaron contra mí; ¡los profetas hablaron en nombre de Baal, y se fueron en pos de dioses inútiles!
9 »Por eso, voy a entablar un juicio contra ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos. —Palabra del Señor.


Jeremías capítulo 2 todavía se encuentra al inicio del extenso libro del profeta, claro, es el capítulo 2… pero aunque parezca una perogrullada, eso debería indicarnos que las palabras que encontremos aquí son particularmente importantes, porque nos están dando las líneas principales que luego se desarrollarán en el resto del libro. Dentro de esas líneas tenemos aquí algo que nos indica algunas de las razones del tremendo pecado en que se encontraba Israel en ese entonces.

“¿Qué de malo hallaron en mí los padres de ustedes, que se alejaron de mí y se fueron en pos de la vanidad, con lo que se hicieron vanos?” El origen del problema no estaba en ellos, sino en sus padres; no era esa una generación que había decidido apartarse de Dios luego de haberlo conocido, sino que eran hijos, nietos, biznietos, tataranietos de un pueblo que se había olvidado de su Creador hacía rato ya. Y ese proceso, que había comenzado con sus padres, ahora había llegado a su “fruto” pleno: una generación totalmente apartada de Dios, absolutamente sumida en pecado y de ninguna forma recuperable sino por medio de un terrible juicio (que en realidad solo podría restaurar a algunos).

Esta es otra de las razones por las que Jeremías es un libro absolutamente actual, y por qué el Espíritu de Dios está levantando a tantos Jeremías hoy. La corrupción tan extendida del mundo, mucho peor incluso que en la época de Jeremías, es fruto de las semillas de maldad que estuvieron activas desde siempre, pero que aceleraron su desarrollo en los últimos siglos, y mucho más aún a partir de la década del ’60. Hablamos mucho de iniquidades generacionales y a veces parece algo muy “místico”; sin duda que tiene un componente espiritual muy grande, pero en realidad es algo muy práctico: hoy tenemos el mejor ejemplo de cómo las iniquidades de las sociedades pasadas han alimentado y se han multiplicado con cada nueva generación.

Pero el versículo 5 también nos da otra pista que va al centro mismo de la rebelión de Satanás, contagiada al hombre y recreada con cada nueva generación: “¿Qué de malo hallaron en mí los padres de ustedes, que se alejaron de mí …?” La raíz del engaño espiritual, de principio a fin, no es la supuesta inexistencia de Dios, ni siquiera el orgullo o la envidia, con todo lo poderosos que son estos últimos en todas las personas. La verdadera raíz espiritual, precisamente en el espíritu del hombre (que no siempre es accesible para el alma) es la idea de que “Dios es malo”, porque nos niega aquello que queremos, o que estamos convencidos de que necesitamos, o que nos permitiría “desarrollarnos” a un nuevo nivel o cualquier otro razonamiento. Luego, cuando asumimos que “Dios es malo”, la consecuencia necesaria es que tenemos que buscar “otro dios”, otra alternativa porque con Dios no nos va a ir bien, y ¡oh casualidad!, hay “otro” dios esperando ahí cerquita nomás para darnos la bienvenida…

Los padres decidieron que “Dios es malo” y los hijos ya se olvidaron de ese Dios “antiguo y caprichoso”, por eso se volvieron “ateos”.

Jamás dijeron: “¿Dónde está el Señor, que nos sacó de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por tierra desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que nadie transitó ni jamás habitó?” … Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está el Señor?” … Necesariamente el paso siguiente es olvidarse de la historia. Dios es el Dios de la historia, Él se reveló a través de hechos históricos y EN MEDIO DE la historia, no en una “nube mística”. Cuando el pueblo “volvía” a su historia se encontraba inevitablemente con Dios; pero ellos habían dejado la “vieja y anticuada” historia en función de lo “nuevo y emocionante”. El sistema educativo en mi país sigue fielmente ese principio, porque desde que yo hice la escuela secundaria (pasó bastante tiempo…) a esta parte, la materia Historia ha sido cada vez más recordada y desdibujada en sus contenidos.

“nos condujo por el desierto, por tierra desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que nadie transitó ni jamás habitó … Yo los introduje en una tierra de abundancia, para que disfrutaran de su fruto y sus bondades” Al olvidar la historia se olvida también lo que Dios hizo, Sus milagros, Su protección, Sus promesas, Sus bendiciones, y todo eso refuerza aún más la idea de este “Dios caprichoso y exigente”. Solo quera un erróneo recorte de lo que Dios es, una serie de reglamentos exigentes y carentes de sentido, ¡y claro que “ese” dios es malo! Porque precisamente NO ES Dios.

“pero ustedes entraron y contaminaron mi tierra; ¡convirtieron mi heredad en algo repugnante!” Y entonces, la supuesta bendición de Dios ya no es tal, adonde deberíamos ver la mano y la provisión divina encontramos todo lo contrario, de nuevo ¡qué malo que es Dios!... Claro, pero es que ESO QUE PASÓ precisamente no era lo que Dios había dispuesto. Esta es otra de las razones por la cual mucha gente hoy no cree: “¿por qué permite Dios tanta maldad y tanto sufrimiento?” Lo que traducido es: “queremos que Dios tome el control”, pero cuando Dios los invita a que le permitan tomar el control de sus vidas, para empezar, ellos lo rechazan.

“se fueron en pos de la vanidad, con lo que se hicieron vanos” Habiendo dejado al Señor, ellos mismos se hicieron inútiles, perversos, vacíos, con lo cual pervirtieron más todavía la imagen del Señor sobre esta Tierra: los seres humanos que creó. Siendo vanos, vacíos, sin sustancia verdadera, sin capacidad de encontrar o hablar o entender lo verdaderamente valioso, ¿qué más van a transmitir sino lo mismo: nada que tenga sustancia espiritual, eterna? ¿Cómo serán los hijos criados por estos padres?

“Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está el Señor?” Teniendo ya su “oficio religioso” y su lugar acomodado en la sociedad, se dedicaron a cumplir con su trabajo y disfrutar de los beneficios de su salario, pero quienes debían guiar al pueblo no buscaron al Señor. Por eso Dios levantó profetas, por fuera del “sistema institucionalizado”. Es lo mismo que encontramos hoy, y eso resulta una “piedra de tropiezo” para todos aquellos que no pueden aceptar algo “fuera” de lo institucional… porque realmente tampoco pueden ver a Dios y solo confían en una institución que dice hablar en Su nombre.

“ni tampoco los que detentaban la ley me conocieron; los guías del pueblo se rebelaron contra mí”, es decir, el sistema secular: político, judicial y por extensión, económico y de todos los ámbitos sociales, que dependen del político y judicial para ordenarse y funcionar bien. Esto ya es algo totalmente establecido en nuestra sociedad; hace rato que “la religión” se fue de los estados, y de las mentes y los corazones de los líderes.

“¡los profetas hablaron en nombre de Baal, y se fueron en pos de dioses inútiles!” Y aquí tenemos la “frutilla del postre”: incluso los profetas, aquellos a quienes Dios había elegido específicamente, fuera de toda contaminación institucional, solo por una relación entre Dios y ellos, ¡también se corrompieron! Esto es un paralelo con lo que ha pasado con mucha de la Iglesia hoy, y con muchos líderes, que fueron llamados y levantados por Dios mismo, incluso en contra de los designios de sus iglesias matrices; pronto se fueron tras la seducción del poder y el dinero.

¿Qué más queda? No solo todos los ámbitos de la sociedad se corrompieron, sino que esta situación viene de generaciones y no ha hecho más que empeorar con el tiempo, sino que tampoco estaban dispuestos a escuchar al único profeta verdadero que quedaba. Hoy, igual que antes, la mayoría tampoco está dispuesta a escuchar a los profetas genuinos que el Señor está levantando.

El resto del libro ilustrará y expandirá el contenido de estas palabras, mostrándolas en toda su extensión y dramatismo. Sin embargo, lo que pasó en la Israel de aquel tiempo es algo muy pequeños comparado con estos tiempos; allí tenemos el ejemplo y figura de lo que sucedería más de dos mil años después y también la explicación de por qué el juicio se vuelve inevitable.

“Por eso, voy a entablar un juicio contra ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos”, es decir, serían necesarias esas tres generaciones para que la maldad fuera limpiada, aunque en este tiempo el proceso será más rápido.

Este panorama no solo da cuenta de la profundidad de la maldad imperante, sino también los alerta que, habiendo sido criados en este ambiente, es imposible que estemos sin contaminaciones profundas, y precisamente por eso Dios tiene que tratar también profundamente con nosotros. Eso explica parte del por qué de tantas dificultades y presiones que pasamos los hijos de Dios.

Este mismo mensaje es el que debemos decir con toda claridad al mundo de hoy, para ver si alguno puede arrepentirse a tiempo.


Danilo Sorti




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