Jeremías 2:4-9 RVC
4 Tú, casa de Jacob, y ustedes todas, familias
de la casa de Israel: ¡escuchen la palabra del Señor!
5 Así dice el Señor: «¿Qué de malo hallaron
en mí los padres de ustedes, que se alejaron de mí y se fueron en pos de la
vanidad, con lo que se hicieron vanos?
6 Jamás dijeron: “¿Dónde está el Señor, que
nos sacó de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por tierra
desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que
nadie transitó ni jamás habitó?”
7 »Yo los introduje en una tierra de
abundancia, para que disfrutaran de su fruto y sus bondades; pero ustedes
entraron y contaminaron mi tierra; ¡convirtieron mi heredad en algo repugnante!
8 Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está
el Señor?”, ni tampoco los que detentaban la ley me conocieron; los guías del
pueblo se rebelaron contra mí; ¡los profetas hablaron en nombre de Baal, y se
fueron en pos de dioses inútiles!
9 »Por eso, voy a entablar un juicio contra
ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos. —Palabra del Señor.
Jeremías capítulo 2 todavía se encuentra al
inicio del extenso libro del profeta, claro, es el capítulo 2… pero aunque
parezca una perogrullada, eso debería indicarnos que las palabras que
encontremos aquí son particularmente importantes, porque nos están dando las
líneas principales que luego se desarrollarán en el resto del libro. Dentro de
esas líneas tenemos aquí algo que nos indica algunas de las razones del
tremendo pecado en que se encontraba Israel en ese entonces.
“¿Qué de malo hallaron en mí los padres de
ustedes, que se alejaron de mí y se fueron en pos de la vanidad, con lo que se
hicieron vanos?” El origen del problema no estaba en ellos, sino en sus padres;
no era esa una generación que había decidido apartarse de Dios luego de haberlo
conocido, sino que eran hijos, nietos, biznietos, tataranietos de un pueblo que
se había olvidado de su Creador hacía rato ya. Y ese proceso, que había
comenzado con sus padres, ahora había llegado a su “fruto” pleno: una
generación totalmente apartada de Dios, absolutamente sumida en pecado y de
ninguna forma recuperable sino por medio de un terrible juicio (que en realidad
solo podría restaurar a algunos).
Esta es otra de las razones por las que
Jeremías es un libro absolutamente actual, y por qué el Espíritu de Dios está
levantando a tantos Jeremías hoy. La corrupción tan extendida del mundo, mucho
peor incluso que en la época de Jeremías, es fruto de las semillas de maldad
que estuvieron activas desde siempre, pero que aceleraron su desarrollo en los
últimos siglos, y mucho más aún a partir de la década del ’60. Hablamos mucho
de iniquidades generacionales y a veces parece algo muy “místico”; sin duda que
tiene un componente espiritual muy grande, pero en realidad es algo muy
práctico: hoy tenemos el mejor ejemplo de cómo las iniquidades de las
sociedades pasadas han alimentado y se han multiplicado con cada nueva
generación.
Pero el versículo 5 también nos da otra pista
que va al centro mismo de la rebelión de Satanás, contagiada al hombre y
recreada con cada nueva generación: “¿Qué de malo hallaron en mí los padres de
ustedes, que se alejaron de mí …?” La raíz del engaño espiritual, de principio
a fin, no es la supuesta inexistencia de Dios, ni siquiera el orgullo o la
envidia, con todo lo poderosos que son estos últimos en todas las personas. La
verdadera raíz espiritual, precisamente en el espíritu del hombre (que no
siempre es accesible para el alma) es la idea de que “Dios es malo”, porque nos
niega aquello que queremos, o que estamos convencidos de que necesitamos, o que
nos permitiría “desarrollarnos” a un nuevo nivel o cualquier otro razonamiento.
Luego, cuando asumimos que “Dios es malo”, la consecuencia necesaria es que
tenemos que buscar “otro dios”, otra alternativa porque con Dios no nos va a ir
bien, y ¡oh casualidad!, hay “otro” dios esperando ahí cerquita nomás para
darnos la bienvenida…
Los padres decidieron que “Dios es malo” y
los hijos ya se olvidaron de ese Dios “antiguo y caprichoso”, por eso se
volvieron “ateos”.
Jamás dijeron: “¿Dónde está el Señor, que nos
sacó de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por tierra desierta
y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que nadie
transitó ni jamás habitó?” … Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está el
Señor?” … Necesariamente el paso siguiente es olvidarse de la historia. Dios es
el Dios de la historia, Él se reveló a través de hechos históricos y EN MEDIO
DE la historia, no en una “nube mística”. Cuando el pueblo “volvía” a su
historia se encontraba inevitablemente con Dios; pero ellos habían dejado la
“vieja y anticuada” historia en función de lo “nuevo y emocionante”. El sistema
educativo en mi país sigue fielmente ese principio, porque desde que yo hice la
escuela secundaria (pasó bastante tiempo…) a esta parte, la materia Historia ha
sido cada vez más recordada y desdibujada en sus contenidos.
“nos condujo por el desierto, por tierra
desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que
nadie transitó ni jamás habitó … Yo los introduje en una tierra de abundancia,
para que disfrutaran de su fruto y sus bondades” Al olvidar la historia se
olvida también lo que Dios hizo, Sus milagros, Su protección, Sus promesas, Sus
bendiciones, y todo eso refuerza aún más la idea de este “Dios caprichoso y
exigente”. Solo quera un erróneo recorte de lo que Dios es, una serie de
reglamentos exigentes y carentes de sentido, ¡y claro que “ese” dios es malo!
Porque precisamente NO ES Dios.
“pero ustedes entraron y contaminaron mi
tierra; ¡convirtieron mi heredad en algo repugnante!” Y entonces, la supuesta
bendición de Dios ya no es tal, adonde deberíamos ver la mano y la provisión
divina encontramos todo lo contrario, de nuevo ¡qué malo que es Dios!... Claro,
pero es que ESO QUE PASÓ precisamente no era lo que Dios había dispuesto. Esta
es otra de las razones por la cual mucha gente hoy no cree: “¿por qué permite
Dios tanta maldad y tanto sufrimiento?” Lo que traducido es: “queremos que Dios
tome el control”, pero cuando Dios los invita a que le permitan tomar el
control de sus vidas, para empezar, ellos lo rechazan.
“se fueron en pos de la vanidad, con lo que
se hicieron vanos” Habiendo dejado al Señor, ellos mismos se hicieron inútiles,
perversos, vacíos, con lo cual pervirtieron más todavía la imagen del Señor
sobre esta Tierra: los seres humanos que creó. Siendo vanos, vacíos, sin
sustancia verdadera, sin capacidad de encontrar o hablar o entender lo
verdaderamente valioso, ¿qué más van a transmitir sino lo mismo: nada que tenga
sustancia espiritual, eterna? ¿Cómo serán los hijos criados por estos padres?
“Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está
el Señor?” Teniendo ya su “oficio religioso” y su lugar acomodado en la
sociedad, se dedicaron a cumplir con su trabajo y disfrutar de los beneficios
de su salario, pero quienes debían guiar al pueblo no buscaron al Señor. Por
eso Dios levantó profetas, por fuera del “sistema institucionalizado”. Es lo
mismo que encontramos hoy, y eso resulta una “piedra de tropiezo” para todos
aquellos que no pueden aceptar algo “fuera” de lo institucional… porque
realmente tampoco pueden ver a Dios y solo confían en una institución que dice
hablar en Su nombre.
“ni tampoco los que detentaban la ley me
conocieron; los guías del pueblo se rebelaron contra mí”, es decir, el sistema
secular: político, judicial y por extensión, económico y de todos los ámbitos
sociales, que dependen del político y judicial para ordenarse y funcionar bien.
Esto ya es algo totalmente establecido en nuestra sociedad; hace rato que “la
religión” se fue de los estados, y de las mentes y los corazones de los
líderes.
“¡los profetas hablaron en nombre de Baal, y
se fueron en pos de dioses inútiles!” Y aquí tenemos la “frutilla del postre”:
incluso los profetas, aquellos a quienes Dios había elegido específicamente,
fuera de toda contaminación institucional, solo por una relación entre Dios y
ellos, ¡también se corrompieron! Esto es un paralelo con lo que ha pasado con
mucha de la Iglesia hoy, y con muchos líderes, que fueron llamados y levantados
por Dios mismo, incluso en contra de los designios de sus iglesias matrices;
pronto se fueron tras la seducción del poder y el dinero.
¿Qué más queda? No solo todos los ámbitos de
la sociedad se corrompieron, sino que esta situación viene de generaciones y no
ha hecho más que empeorar con el tiempo, sino que tampoco estaban dispuestos a
escuchar al único profeta verdadero que quedaba. Hoy, igual que antes, la
mayoría tampoco está dispuesta a escuchar a los profetas genuinos que el Señor
está levantando.
El resto del libro ilustrará y expandirá el
contenido de estas palabras, mostrándolas en toda su extensión y dramatismo.
Sin embargo, lo que pasó en la Israel de aquel tiempo es algo muy pequeños
comparado con estos tiempos; allí tenemos el ejemplo y figura de lo que
sucedería más de dos mil años después y también la explicación de por qué el
juicio se vuelve inevitable.
“Por eso, voy a entablar un juicio contra
ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos”, es decir, serían necesarias
esas tres generaciones para que la maldad fuera limpiada, aunque en este tiempo
el proceso será más rápido.
Este panorama no solo da cuenta de la
profundidad de la maldad imperante, sino también los alerta que, habiendo sido
criados en este ambiente, es imposible que estemos sin contaminaciones
profundas, y precisamente por eso Dios tiene que tratar también profundamente
con nosotros. Eso explica parte del por qué de tantas dificultades y presiones
que pasamos los hijos de Dios.
Este mismo mensaje es el que debemos decir
con toda claridad al mundo de hoy, para ver si alguno puede arrepentirse a
tiempo.
Danilo Sorti
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