Filipenses 4:6 RVC
6 No
se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias,
Aquí hay una promesa maravillosa. ¿Qué es lo
que te aflige? ¿Cuál es el problema? Sea lo que sea, Dios tiene la solución,
inevitablemente.
Pero la puerta sigue siendo la oración, y
cuando digo oración, es ORACIÓN. Oración por todo, no cinco minutos, no diez;
sino horas, días, meses. Pero oración al fin. Persistente, perseverante, quizás
repetitiva, pero esa repetición no es la famosísima y mal interpretada “vana
repetición”; es la repetición del corazón necesitado, que no niega su necesidad
sino que la reconoce. Y porque la reconoce la presenta delante del Hacedor, una
y otra vez, lo que sea necesario. ¡No
hay forma de orar persistentemente si no se repite!
Hay una lucha espiritual en el segundo cielo,
un estorbo siempre presente pero que no solemos tener en cuenta; ahí se penetra
con oración. Y tanto pedimos como agradecemos.
Podremos escribir muchos libros sobre la
oración, y sin duda son útiles, pero la clave principal para conseguir la
respuesta a la oración es… orar!
Danilo
Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario