Números 15:1-3 RVC
1 El Señor habló con Moisés, y le dijo:
2 «Habla con los hijos de Israel, y diles:
“Cuando ustedes hayan entrado en la tierra que yo, el Señor, les estoy dando
para que la habiten,
3 y me presenten ofrendas encendidas,
holocaustos, o sacrificios de vacas o de ovejas, ya sea como voto especial o
voluntario, o para ofrecerme en sus fiestas solemnes olor grato,
Leer este pasaje por sí solo puede no decir
mucho, de hecho, probablemente sería uno de los que menos podríamos usar para
escribir un mensaje o palabras de aliento… si no fuera por lo que había pasado
un poco de tiempo antes.
Números 14:27-35 RVC
27 «¿Hasta cuándo oiré las murmuraciones de
esta depravada multitud contra mí? ¡Ya he escuchado las protestas de los hijos
de Israel, y cómo se quejan de mí!
28 Pues diles de mi parte: “Vivo yo, que voy
a hacer con ustedes lo mismo que ustedes me han dicho al oído.
29 En este desierto quedarán tendidos los
cadáveres de todos ustedes, los mayores de veinte años que fueron contados, los
cuales han murmurado contra mí.
30 Ninguno de ustedes entrará en la tierra
que, bajo juramento, prometí que les daría para que la habitaran. Sólo entrarán
Caleb hijo de Yefune y Josué hijo de Nun.
31 Y a esos niños que ustedes dijeron que
serían hechos prisioneros, yo los introduciré en la tierra que ustedes
despreciaron, y ellos la conocerán.
32 En cuanto a ustedes, sus cuerpos quedarán
tendidos en este desierto.
33 Sus hijos andarán cuarenta años sin rumbo
fijo por el desierto, llevando a cuestas sus rebeldías, hasta que su cuerpo sea
consumido en el desierto.
34 Cuarenta años llevarán a cuestas sus iniquidades,
un año por cada día, conforme al número de los días que anduvieron explorando
la tierra, y así experimentarán mi castigo.
35 Así voy a tratar a toda esta multitud
perversa que se ha juntado contra mí. Serán consumidos en este desierto, y aquí
mismo serán condenados a muerte. Yo, el Señor, lo he dicho.”»
Bien, acá tenemos el peor juicio que había
recibido Israel hasta entonces: luego de haber sufrido en carne propia la
esclavitud de Egipto, luego de haber visto la tremenda liberación del Señor, de
haber pasado por las pruebas y milagros del desierto, luego de haber recibido
la ley y la revelación del YO SOY EL QUE SOY, luego de haber llegado a las
puertas mismas de Canaán… terminaron siendo rechazados por su pecado e
incredulidad.
Además, cuando intentaron “arrepentirse” e ir
a conquistar la tierra fueron derrotados humillantemente.
Bueno, si hay algún ejemplo de un fracaso
bien fracasado, ¡es este!
Creo que ahí el pueblo se dio cuenta
realmente de lo que había hecho (quizás no todos), recién entonces pudieron ver
su actitud horrible de rebeldía y pecado a pesar de las grandes proezas y los
terribles juicios que Dios había hecho a favor de ellos. La naturaleza había
sido trastocada, mucho egipcios habían muerto, y todo por liberar a un pueblo
desagradecido. Dios había hecho mucho por ellos y continuaban siendo rebeldes e
ingratos. ¿Tendrán algún parecido con nosotros…?
Lo cierto es que así como los juicios
vinieron sobre otros, también cayeron sobre ellos, y ahora se daban cuenta de
que nunca alcanzarían la promesa. Bien, todo se acabó. Ya está, no hay más
sentido para seguir peregrinando. Cerramos la puerta, guardamos el ministerio
bajo llave (y tiramos la llave al fondo del lago), ponemos la faja de
CLAUSURADO a nuestras esperanzas y a seguir simplemente vegetando el resto de
la vida que nos quede… ¿o no?
Luego de un gran fracaso, cuando se ha
producido un daño irreversible y una puerta se ha cerrado definitivamente, es
la tentación más común. Pero Dios estaba haciendo algo distinto. Inmediatamente
después de haber dado tal terrible veredicto ¡les empieza a dar instrucciones
de lo que debían hacer al llegar a la Tierra Prometida!
Pensemos un poco. No es lógico. ¿Por qué no
les habló sobre cómo dejar la rebeldía? ¿Por qué no les instruyó sobre Su ley?
Había muchas cosas que podía decirles, y de hecho lo hizo más adelante, pero no
deja de resultar sorprendente que el primer mensaje que sigue (al menos, el
primero que quedó registrado en Números) fue referido a la promesa que ellos
habían rechazado y que Dios había cerrado, pero solo para esa generación.
Ellos no entrarían, pero la promesa
continuaría para la próxima generación. Esa gente, que había sido en extremo
rebelde y había perdido su propósito,
ahora tenía un nuevo propósito: preparar a los que alcanzarían lo que ellos no
pudieron. Era necesario que esa generación no entrara para que la nueva no
siguiera su mismo ejemplo de rebeldía, no es que Dios estaba tan enfurecido que
de pura bronca nomás les impidió entrar: la ira de Dios, aún lo peor de Sus
juicios, NUNCA es “furia descontrolada” ni mucho menos. SIEMPRE, ABSOLUTAMENTE
SIEMPRE tiene un propósito que va más allá del juicio sobre pueblos o naciones
(que son reales y son parte de la Justicia Divina).
La vieja generación, que muy bien podía caer
en el desánimo más absoluto, ahora tenía una nueva comisión: aprender de sus
errores y enseñar a la nueva generación a no cometerlos.
Creo que la aplicación es clara y
maravillosa: aún después de un gran fracaso, que cerró definitivamente puertas,
hay propósito para el que se arrepiente. No quiero hacer maravillosas aunque
probablemente falsas promesas de que “Dios va a restaurar todo”; puede hacerlo
y de hecho ocurre muchas veces, pero también puede no ocurrir (cuando en el
fracaso están implicadas otras personas ya no depende todo de Dios sino también
de otras voluntades, que el Señor NO MANIPULA). Y si no ocurre, habrá otros
propósitos nuevos que Dios puede darnos.
Puede ser difícil de pensar esto para el que
está en medio de su peor fracaso, pero allí está escrito, en unos versículos de
Número que por sí solos pasarían casi desapercibidos.
¡Que el Señor bendiga tu vida!
Danilo Sorti
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