Colosenses 3:1-4 RVC
1
Puesto que ustedes ya han resucitado con Cristo, busquen las cosas de
arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.
2
Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra.
3
Porque ustedes ya han muerto, y su vida está escondida con Cristo en
Dios.
4
Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces
también ustedes serán manifestados con él en gloria.
Los tiempos antes del fin sin duda que son
complicados… ¡muy complicados! Y toda esa presión nos puede llevar muy
fácilmente a ocuparnos de un Evangelio más “terrenal”, es decir, de las facetas
más inmediatas del Reino de Dios: protección, sanidad, prosperidad,
transformación social.
Y claro que todo eso está bien, y de hecho
constituyen una parte importante del propósito de Dios; pero también hay un
peligro: ocuparnos tanto de eso que nos olvidemos de nuestra verdadera
naturaleza y nuestra verdadera Patria: somos del cielo y no tenemos ninguna
habitación permanente en esta tierra.
Yo no quiero decir cuál es el “límite” entre
cuánto tiempo debemos ocuparnos de los asuntos más terrenales y cuánto tiempo
“dejar de perder” en ellos; creo que eso corresponde decirlo al Espíritu, a
cada cristiano individualmente. Pero al menos creo que en este tiempo cada
acción que hagamos en esta tierra para el Reino de Dios debería tener al menos
una fuerte vinculación con la eternidad, es decir, debería haber claramente
fruto eterno.
Mientras tanto, en el mundo cada vez más
convulsionado y ultra competitivo de hoy, en donde somos impelidos a
sumergirnos en la carrera “trituradora de carne (humana!)”, no viene nada mal
que nos recordemos unos a otros esta verdad. Ya vendrá el tiempo en el que
Cristo honrará en Su Reino el trabajo y la fidelidad de cada creyente; no sé si
eso ocurrirá hoy, probablemente no, pero tampoco es tan importante.
Danilo Sorti
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