Jeremías 45:1-5 DHH
1 El año cuarto del gobierno de Joaquim, hijo
de Josías, rey de Judá, mientras Baruc, hijo de Nerías, escribía lo que el
profeta Jeremías le dictaba, dijo Jeremías a Baruc:
2-3
Baruc, dices: ‘¡Ay de mí! ¡El Señor no me da sino penas y dolores! Ya
estoy cansado de llorar y no encuentro ningún alivio. Pues el Señor dice respecto
de ti,
4 y me
manda que te diga: destruyo lo que construí, y arranco lo que planté. Y lo mismo
haré con toda la tierra.
5
¿Quieres pedir para ti algo extraordinario? Pues no lo pidas, porque yo
voy a enviar calamidades sobre toda la humanidad. Pero al menos permitiré que
conserves tu vida por dondequiera que vayas. Yo, el Señor, lo afirmo.
Hablamos sobre la ley de la siembra y la
cosecha y la ley del maná; y todo eso desde un enfoque individual. Pero no es
lo único. Claramente vemos en toda la Palabra de Dios que hay una
responsabilidad compartida, una relación muy estrecha entre “el individuo” y
“el contexto”. En el último siglo, el mensaje del Evangelio ha sido penetrado
por una visión muy individualista, que enfatiza mucho los pasajes que se
refieren a la relación personal del creyente con Dios pero se “olvida” de la
influencia de la sociedad, del entorno, del contexto histórico y económico.
Pues bien, tan cierto como que Dios cuida y
protege al cristiano individualmente es que hay un “límite” puesto por el
contexto. Que el Señor, soberanamente y en algunos casos, rompa ese límite, no
es más que una muestra de Su libertad y Su autoridad; pero deberíamos tener
cuidado en hacer de las excepciones una regla (aunque claro, resulta más
atractivo predicar de eso, y de paso, se pueden recoger ofrendas más
abundantes…).
El contexto de Jeremías 45 era extremadamente
difícil; el solo hecho de permanecer con vida por donde quiera que fuera era en
sí mismo prácticamente un milagro. No era posible aspirar a más; porque la
voluntad expresa del Señor en ese momento era
traer juicio y destruir completamente un sistema de cosas. Pretender
tener “más” en ese momento era, en realidad, mantener un poquito de ese sistema
que Dios estaba destruyendo. De hecho, muchos judíos que fueron exiliados
terminaron prosperando y teniendo una vida acomodada, pero en otro sistema de
cosas.
Al planificar para un próximo año debemos
tener en cuenta los límites puestos por Dios. Otro tema será profundizar en las
razones de esos límites (que muchas veces tienen que ver algunos pecados
nuestros, pero no siempre); pero por lo pronto, habrá límites que no es sabio
pasar. Y, de todas formas, siendo fieles dentro de los límites que nos pone el
Señor en un momento, podrá Él extenderlos más adelante.
Danilo Sorti
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