lunes, 17 de julio de 2017

58. Los límites de la bendición

Jeremías 45:1-5 DHH
1 El año cuarto del gobierno de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, mientras Baruc, hijo de Nerías, escribía lo que el profeta Jeremías le dictaba, dijo Jeremías a Baruc:
2-3  Baruc, dices: ‘¡Ay de mí! ¡El Señor no me da sino penas y dolores! Ya estoy cansado de llorar y no encuentro ningún alivio. Pues el Señor dice respecto de ti,
4  y me manda que te diga: destruyo lo que construí, y arranco lo que planté. Y lo mismo haré con toda la tierra.
5  ¿Quieres pedir para ti algo extraordinario? Pues no lo pidas, porque yo voy a enviar calamidades sobre toda la humanidad. Pero al menos permitiré que conserves tu vida por dondequiera que vayas. Yo, el Señor, lo afirmo.

Hablamos sobre la ley de la siembra y la cosecha y la ley del maná; y todo eso desde un enfoque individual. Pero no es lo único. Claramente vemos en toda la Palabra de Dios que hay una responsabilidad compartida, una relación muy estrecha entre “el individuo” y “el contexto”. En el último siglo, el mensaje del Evangelio ha sido penetrado por una visión muy individualista, que enfatiza mucho los pasajes que se refieren a la relación personal del creyente con Dios pero se “olvida” de la influencia de la sociedad, del entorno, del contexto histórico y económico.

Pues bien, tan cierto como que Dios cuida y protege al cristiano individualmente es que hay un “límite” puesto por el contexto. Que el Señor, soberanamente y en algunos casos, rompa ese límite, no es más que una muestra de Su libertad y Su autoridad; pero deberíamos tener cuidado en hacer de las excepciones una regla (aunque claro, resulta más atractivo predicar de eso, y de paso, se pueden recoger ofrendas más abundantes…).

El contexto de Jeremías 45 era extremadamente difícil; el solo hecho de permanecer con vida por donde quiera que fuera era en sí mismo prácticamente un milagro. No era posible aspirar a más; porque la voluntad expresa del Señor en ese momento era  traer juicio y destruir completamente un sistema de cosas. Pretender tener “más” en ese momento era, en realidad, mantener un poquito de ese sistema que Dios estaba destruyendo. De hecho, muchos judíos que fueron exiliados terminaron prosperando y teniendo una vida acomodada, pero en otro sistema de cosas.

Al planificar para un próximo año debemos tener en cuenta los límites puestos por Dios. Otro tema será profundizar en las razones de esos límites (que muchas veces tienen que ver algunos pecados nuestros, pero no siempre); pero por lo pronto, habrá límites que no es sabio pasar. Y, de todas formas, siendo fieles dentro de los límites que nos pone el Señor en un momento, podrá Él extenderlos más adelante.


Danilo Sorti




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