sábado, 15 de julio de 2017

56. La siembra y la cosecha para el futuro

2 Corintios 9:6 RVC
6  Pero recuerden esto: El que poco siembra, poco cosecha; y el que mucho siembra, mucho cosecha.

Este pasaje normalmente se relaciona con el tema de la ofrenda y el dar con generosidad; eso dice en función del contexto. Sin embargo, analizando más en profundidad el mismo contexto, es probable que Pablo esté tomando un principio general del mundo espiritual y lo lleve a una aplicación específica en relación con los bienes materiales.

“Siembre y cosecha”, según entiendo, no se aplica solamente al dinero; tiene un campo mucho más amplio en relación con todo el quehacer humano y de la creación toda. Como siempre, deberíamos ser prudentes y no reducir el funcionamiento del mundo a una sola aplicación simplista, pero dicho esto, no podemos negar el impacto de este principio.

Sembrar en el mundo espiritual, es decir, en buscar a Dios, tener comunión con el Espíritu, leer la Palabra, redundará en una abundante cosecha espiritual: bendición, sabiduría, paz, prosperidad, fruto ministerial, etc. Sembrar en la satisfacción de los deseos humanos ya sabemos lo que produce, más temprano que tarde. Esto es a nivel general, pero podemos llevarlo en un plano más específico.

Sembrar amor y oración en una relación va a traer una cosecha de amor. Sembrar estudio y esfuerzo va a traer una recompensa de sabiduría, mejor trabajo, más prosperidad. Sembrar en un ministerio va a traer una cosecha de fruto ministerial. Sembrar generosamente en las ofrendas va a traer una cosecha de bendición económica. Y así más.

Sea lo que sea, hay que entender que la “siembra” no puede hacerse en cualquier tierra, de cualquier forma, en cualquier momento ni en lo que se nos antoje; el principio espiritual funciona, sí, pero DE NINGÚN MODO fuera de la voluntad de Dios. Mejor dicho, si se hace fuera de la voluntad de Dios va a (relativamente) funcionar, pero no será precisamente una cosecha dada por Dios, sino más bien por otro…

Sembrar, cuidar lo sembrado y esperar hasta la cosecha demora un tiempo, implica trabajo, fe, paciencia, y más fe  y paciencia… y más fe y paciencia todavía! Pero cuando las cosas se hacen según las instrucciones divinas, hay una cosecha garantizada: aquí y en el Reino Celestial (que es mucho mayor).

Siempre a fin de año nos planteamos metas para el año que empieza; no esperemos respuestas mágicas que no vendrán, busquemos en cambio  la dirección de lo Alto para saber en qué sembrar para cosechar abundantemente.

¡Señor, ayúdanos a ser pacientes y perseverantes!


Danilo Sorti




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