domingo, 30 de julio de 2017

71. Hermandad o dominación

Juan 13:12-15 RVC
12  Después de lavarles los pies, Jesús tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Saben lo que he hecho con ustedes?
13  Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy.
14  Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
15  Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.

Este es uno de los tantos pasajes en los que el Señor intentó que Sus discípulos comprendieran una verdad fundamental: qué tipo de relación Él quería establecer entre Sus seguidores. Fue necesario tanto énfasis en aquel entonces como lo siguió siendo a lo largo de estos casi 2.000 años y como, mucho más aún, lo sigue siendo hoy.

Había entonces tantos ejemplos de estructuras piramidales y de dominación como los hay hoy (¿o eran menos antes…?) y muy bien Jesús hubiera podido tomar el modelo de las religiones de la época para construir su “nueva religión”; y de hecho, la estructura religiosa jerárquica de los judíos no era tan diferente (en la forma, al menos en apariencia) a muchas otras de la época.

Pero vez tras vez evitó esa tentación. Hubiera sido muy fácil, simplemente habría requerido trasladar la “estructura” religiosa secular piramidal a la nueva revelación y listo. Es decir, verter el vino nuevo en los odres viejos.

Pero, sin dejar de establecer un orden y un liderazgo, Jesús hizo mucho énfasis en que la verdadera relación entre creyentes es de HERMANOS. Primero hermanos, luego el resto.

De más está decir que el modelo dominante hoy día está muy lejos de eso: primero la jerarquía, la autoridad, que está muy cerquita en la práctica de la dominación y el abuso de poder. Es muy común encontrar siervos de Dios, que comenzaron muy bien, pero al cabo del tiempo y de un poco de “éxito” (¿?) se esfuerzan en “blandir” su títulos y conquistas (reales o supuestos).

Quiero hacer un paréntesis: los siervos humildes, que de verdad están preocupados en servir y muy poco en que les reconozcan sus títulos o autoridad, son una verdadera joya. ¡POR FAVOR, no los menospreciemos! Lamento decir que la mayoría de los cristianos estamos buscando a los “grandes y exitosos” que salen por televisión o tienen grandes iglesias. NO QUIERO criticar de ninguna manera a los que han tenido éxito visible en el ministerio, tampoco quiero decir que todo el éxito visible sea genuino éxito. No creo que me corresponda ponerme a juzgar a los ministerios visibles, pero tampoco idolatrarlos. Simplemente quiero decir que muchos de los “invisibles” tienen una riqueza espiritual muy superior a la de unos cuantos de los más visibles.

Hermanos, de verdad NO SABEMOS vivir en genuina hermandad, al menos no la mayoría de los cristianos de este tiempo. Necesitamos que el Espíritu nos guíe por este camino nuevo. No es lo común en la sociedad, mucho menos lo será a medida que pase el tiempo.

Quiero hacer un paréntesis: algunos de mis amigos me critican cuando uso la palabra “hermandad” porque es el término que utilizan las “Hermandades” que no son precisamente del Espíritu Santo. Bueno, tales Hermandades (que son bien reales) también utilizan la mayoría de las otras palabras que yo uso, ¡al menos las de habla hispana! Pero veamos el lado positivo: las que hablan otro idioma no usan casi ninguna de las mismas palabras… Bromas aparte, el hecho de que una palabra (que representa un concepto, una idea) sea utilizada o mal utilizada por otros no anula el sentido que El Creador del lenguaje le ha dado en un principio. Este es un tiempo, entre otras cosas, de “guerras de palabras”, en donde la manipulación del lenguaje ha llegado a extremos insospechados en el pasado; pero con un poco de discernimiento es muy fácil darse cuenta de esos juegos.

¡Espíritu Santo, enséñanos a ser primero y antes que nada, hermanos unos de otros, con un mismo y único Padre!


Danilo Sorti




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