Josué 5:12 RVC
12 Y
al día siguiente de que comieron de los productos de la tierra, el maná dejó de
caer. Nunca más los hijos de Israel volvieron a tener maná, porque a partir de
ese año comieron de lo que la tierra de Canaán producía.
Hace unos días hablamos sobre la ley de la
siembra y la cosecha. Por supuesto, nunca podremos “reducir” el obrar de Dios a
simples leyes comprensibles y “manejables” por los seres humanos. Y algo así
pasó durante el peregrinaje por el desierto.
No había lugar para sembrar, no permanecían
mucho tiempo en el mismo sitio como para poder cuidar los cultivos y hubiera
sido medio difícil acarrear enormes silos. Pero Dios proveyó para eso: alimento
del cielo, maná, bendición divina por la que no había que trabajar. El mismo
Señor que estableció la ley de la siembra y la cosecha para regir el
funcionamiento del universo, es soberano para aplicar la “ley del maná”:
caminando en el llamado específico de Dios viene la provisión para aquello que
razonablemente no se puede obtener.
Hay un tiempo para la ley del maná y un
tiempo para la ley de la siembra y la cosecha, por lo que obviamente no podemos
cerrarnos en que sólo la primera o la segunda son válidas. Habrá momentos en
que deberás creer en la provisión sobrenatural, para cada día, no más. Y habrá
momentos en que deberás “sembrar y cosechar”, guardar en graneros y
administrar. No es una más espiritual que otra, se aplican en distintas
circunstancias.
Lo importante, en relación con el pasaje de
Josué de más arriba, es entender cada tiempo y no esperar en uno lo que
corresponde a otro.
El maná duró hasta que entraron en la tierra
de la promesa, de ahí en más debían esforzarse en producir, lo cual tampoco significaba
trabajo meramente humano porque había una promesa de gran bendición, “que
destilan leche y miel”.
¿Tiempo de maná, tiempo de siembra o tiempo
de cosecha? Probablemente en algunos aspectos de la vida venga un tiempo de
maná, en otros habrá un tiempo de siembra y en otros, de cosecha. Busquemos la
sabiduría de Dios en este próximo año para discernir los distintos tiempos.
Danilo Sorti
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