Efesios 1:1-2 RVC
1 Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por la
voluntad de Dios, saludo a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en
Éfeso.
2 Que la gracia y la paz de nuestro Dios y
Padre, y del Señor Jesucristo, sean con todos ustedes.
La epístola a los efesios presenta una
teología madura en Pablo, habría sido escrita algunos años antes de su muerte,
encarcelado ya, y puede ser una de las últimas dirigidas a una comunidad como
tal (más tarde escribiría las cartas a Timoteo y Tito). Es un “paso obligado”
en cualquier teología y seminario bíblico, y hay tantos libros escritos sobre
ella que no es sencillo agregar “algo más”. Pero como la Palabra de Dios es
viva y llena de poder, ninguna lectura y ningún comentario podrá nunca “agotarla”
en toda su riqueza.
Las epístolas ocupan un lugar especial para
los cristianos y nos gusta mucho hacer teología en base a ellas, pero debemos
entender el lugar que ocupan en la revelación, lo cual, de alguna manera, está
escrito en esta introducción.
Solemos pasar por alto estos primeros
versículos, pero detengámonos un poco:
“Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por la
voluntad de Dios” es más que la muy breve presentación del autor, es el
“resumen” de 2.000 años de historia: Pablo era judío, y eso nos exige tener
presente toda la historia del Pueblo Elegido y de su Libro. Pablo era antes
Saulo, y antes de ser cristiano, celoso perseguidor, por lo que tenemos también
a cuestas una gran historia personal. La gracia que le dio la salvación y lo
comisionó como apóstol sería el tema principal de su ministerio. Y el diseño
divino de los siglos, que preparó todo eso y seguía creciendo hacia el mundo
gentil, será presentado en la epístola. En griego son 6 palabras
“saludo a los santos y fieles en Cristo Jesús
que están en Éfeso” nos habla no solamente de la obra de Cristo para que esas
personas completamente alejadas de Dios llegaran a ser “santos y fieles”, sino
también del proceso que llevó el Evangelio a Éfeso, donde Pablo tuvo el rol
principal pero no el único. Y como “Éfeso” no aparece en todos los manuscritos,
podemos suponer que la carta era una especie de circular dirigida a todas las
iglesias de la región. Como sea, siendo Éfeso la principal localidad, de una
forma o de otra, todas las iglesias hubieran terminado por leerla.
“Que la gracia y la paz de nuestro Dios y
Padre, y del Señor Jesucristo, sean con todos ustedes” Gracia era el saludo
griego y consistía en una invocación al favor de los dioses; nadie mejor que
Pablo conocía el significado de “gracia”, porque él había sido el depositario
de una medida increíble; se refiere al favor inmerecido que se obtiene de Dios
por su pura misericordia. Paz era el saludo judío por excelencia, y significaba
mucho más que ausencia de guerra, era el estado de bendición, reposo,
propósito… Al juntar los dos saludos Pablo hace una especie de “síntesis” entre
la cultura gentil y la judía. No es que sea esto un nuevo sincretismo ni una
mezcla de religiones, sino una nueva forma que tomaba el programa de Dios al
haberse consumado la obra de Cristo e incursionado en el mundo extra judío.
Esto es lo que se dice expresamente, pero
también esta es el encabezado de una carta (no se escribía una introducción tal
en otro tipo de texto), lo que nos lleva al contexto y oportunidad de la misma:
el presente, lo que estaba ocurriendo en la iglesia, lo que le pasaba a Pablo,
y el futuro, cuál era el diseño que Dios quería establecer en Su Pueblo.
En total son 28 o 30 palabras (según si
consideramos “en Éfeso”) que se anclan en toda una historia pasada, que
intentan responder a los desafíos del presente y se proyectan hacia el futuro
tal como el Espíritu lo diseñó para Su Iglesia. POR ESO ES QUE no podemos
interpretar esta carta “aislada” del resto de la Biblia, ¡la misma introducción
nos lo “exige”!
Digo esto porque tal “aislamiento”, al menos
en parte, ha ocasionado una teología mutilada. Nos olvidamos del poder
manifestado en Hechos y tenemos una hermosa lista de cosas para hacer y para no
hacer pero sin el poder necesario; caemos en la misma religiosidad que la carta
inmediatamente anterior, Gálatas, condena. Nos olvidamos de las simples
palabras de Jesús y nos enmarañamos en disquisiciones teológicas que alejan a
los cristianos sencillos de Dios. Perdemos de vista las promesas mesiánicas
(estuvimos hablando de eso en una serie de artículos anteriores, “De Gálatas a
Efesios”) y nos queda un cielo maravilloso pero no hay Reino Milenial, no hay
propósito en la Tierra, ¡que se pudra todo y nosotros nos vamos! Olvidamos las
palabras de los profetas, y los mismos juicios de Jesús, y caemos en una
indulgencia pecaminosa hacia una humanidad cada vez más pervertida. Nos
perdemos de las promesas a Abraham e Israel desaparece de nuestra vista.
Olvidamos el Huerto y la sencilla y pura comunión del Edén termina reemplazada
por un complejo sistema de vida cristiana.
No podemos analizar Efesios aisladamente.
Claro, no suele ser sencillo tener siempre presente TODO lo que se dijo antes,
por lo que puede ser inevitable que más de una vez caigamos en este
“aislamiento”, pero por lo menos podemos recordar en todo momento este
principio.
No es de las últimas cartas en escribirse,
pero de alguna manera, nos presenta un modelo bastante acabado de la Iglesia, y
vale la pena revisarlo, siempre, y también ahora en la medida que se suscitan
fuertes eventos que requieren nuestra atención: la iglesia está entrando en un
nivel de confrontación mayor, se aproximan los “dolores de parto” de los
juicios (antes del arrebatamiento), la presión del pecado es mayor y también la
demanda de santidad. En medio de todo eso, Dios no cambió de planes: la Iglesia
fue Su diseño al inicio de este período y lo seguirá siendo hasta el fin; no
podremos enfrentar adecuadamente los desafíos de hoy “fuera” de la Iglesia, “fuera”
del modelo correcto de Iglesia.
Algo para concluir: 28 aparece en la serie:
14 – 28 – 42, mientras el primero se refiere a la liberación, fiesta de la
Pascua, el segundo se refiere al liderazgo del Espíritu, fiesta de Pentecostés,
y el 42 con la unción completa de Cristo, fiesta de los Tabernáculos, anuncio
del Reino Milenial.
Entonces la introducción nos está hablando
precisamente de este tiempo: la Iglesia, la Iglesia hoy, que somos, que debemos
ser, cimentados en el poder del Espíritu. Y también nos anuncia lo que vendrá,
el Reino Milenial, del cual la verdadera Iglesia se constituye en figura, una
especie de “profecía viviente” de la plenitud que se alcanzará en esta Tierra
para ese momento. Aunque si el pueblo no entiende ese “Pentecostés” puede ser
llevado nuevamente al exilio…
28 también indica el llamado exacto a
“salir”, a cumplir con una misión, la esencia de “ekklesía”, los llamados… 28
codos medían las 10 cortinas que cubrían el Tabernáculo, símbolo del Espíritu
Santo que nos cubre como Iglesia, y 10 indica el cumplimiento de la Ley.
Si tomamos el número 30 tenemos el simbolismo
de la dedicación al liderazgo, la expresión de la autoridad recibida para ello,
y no es casual que 30 se forme con la expresión “en Éfeso”, porque mientras 28
nos está llevando a los planes eternos de Dios y sus diseños generales (de los
que la epístola hablará mucho luego), 30 nos trae “a la Tierra”, a personas de
carne y hueso en tiempos y lugares concretos ejerciendo esa autoridad, en este
caso, la iglesia de Éfeso. También la epístola “nos trae a la Tierra”.
(Este análisis del número 28 y 30 puede
encontrarse más detalladamente en: https://gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/the-biblical-meaning-of-numbers/chapter-4-numbers-21-30/)
Hasta aquí una breve introducción a Efesios
que nos serviría también para muchas de las otras epístolas. No necesitamos ser
teólogos expertos para entender estos simples principios: reconocer el
verdadero contexto de la carta, y así, entender mejor qué nos está diciendo.
Danilo Sorti
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