miércoles, 3 de octubre de 2018

589. Éfeso: el modelo de Iglesia – II; algo pasó en el cielo que no entendemos bien…


Efesios 1:3-6 RVC
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.
4 En él, Dios nos escogió antes de la fundación del mundo, para que en su presencia seamos santos e intachables. Por amor
5 nos predestinó para que por medio de Jesucristo fuéramos adoptados como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.


Esta sección empieza con una promesa maravillosa y sigue con un problemón teológico. Según dónde nos paremos tenemos una maravillosa bendición o un terrible dolor de cabeza.

Efesios nos va a plantear unos cuantos problemas teológicos, pero son problemas sólo según el punto de vista que estemos utilizando. No pretendo hacer aquí un análisis exegético de una tesis doctoral, y ciertamente a poca gente le serviría. Si nos quedamos “sólo” con la carta tendremos unos cuantos problemas, si tomamos en cuenta lo que dijimos en el artículo anterior, y analizamos lo expuesto aquí en el contexto más amplio de la Biblia, podremos llegar a conclusiones más acertadas.

Vamos al grano. La obra de redención fue pensada y diseñada por Dios Padre, y Dios Hijo fue el ejecutor. La magnitud de lo que hizo Jesucristo, TODO lo que llevó a cabo, no se puede resolver en una sola epístola y en realidad, creo que tampoco toda la revelación escrita lo agota: simplemente el Espíritu nos ha dejado lo que podemos entender de una obra inabarcable para nosotros, como es de inabarcable Dios. De esa obra tan grande se nos habla aquí de una parte, la “consecuencia”: hemos sido bendecidos, permaneciendo en Cristo, con todas las bendiciones espirituales en ese mismo ámbito, los lugares celestiales.

Todas las bendiciones que el ser humano pueda desear o imaginar existen sólo a través de Cristo, consecuencia directa de que la salvación sea sólo por Él. Por lo tanto, cualquier promesa o pensamiento de que podamos obtener algo por “otro” camino es erróneo. Es decir, es erróneo pensar que con nuestras buenas obras, o con nuestro esfuerzo, o con algún pacto, o con nuestra generosidad. ¿No nos pide Dios a veces un esfuerzo, una “siembra”, algún sacrificio para alcanzar algo? Sí, claro que sí; pero entendamos bien que no recibiremos nada porque lo hayamos ganado o merecido con nuestro esfuerzo, y en realidad, ningún esfuerzo nuestro obliga a Dios a hacer nada, porque por más que nos esforcemos y aún lleguemos a dar nuestra propia vida, nada de eso basta para obtener ni la más pequeña bendición divina.

Recibimos por gracia y eso nos asegura de que la promesa de Dios se cumpla porque no depende de nosotros. Pero a nosotros se nos recuerda de que es “en Cristo”, esto es, permaneciendo fieles a Él, siguiéndolo en el camino, procurando obedecerlo, escuchándolo… En definitiva, “caminando”, y no se refiere tanto a cuán avanzados o no estemos en ese camino, sino a que estemos caminando.

Ahora bien: estas bendiciones hoy están en los lugares celestiales. Esa es la realidad de la Iglesia que fundó Jesucristo y quedó firmemente establecida cuando le aclaró a Poncio Pilato que Su reino no era de este mundo. De los lugares celestiales descienden a la Tierra conforme la voluntad del Padre si es que no son estorbadas por el segundo cielo, cosa que ocurre con harta frecuencia y ni nos damos cuenta. Efesios es también una carta de guerra espiritual, y si no se menciona tanto como quisiéramos, es porque ellos, tan acostumbrados al mundo espiritual, no necesitaban que se lo recordaran a cada instante.

Nuestra esperanza más perfecta no está en esta Tierra, está en el Cielo y así empieza la carta. Pero si queremos traer algunas de esas bendiciones aquí, para nosotros y para todo lo que esté bajo nuestra influencia, hay que seguir el “procedimiento” correcto para que desciendan del 3° cielo, y no olvidar que tendrán que pasar por el 2°…

A continuación tenemos uno de los conflictos teológicos más serios: ¿salvo siempre salvo? ¿Dios eligió a algunos para salvación y a otros para perdición? Hay mucho para charlar aquí, aclaro que mi posición no es “calvinista” propiamente dicha, pero tampoco del “arminianismo extremo”. De nuevo, si vamos a lo que dijimos en el artículo anterior, no podemos resolver el tema de estos pocos versículos sin tener en cuenta todo el contexto de la Biblia, y allí se nos hace evidente la responsabilidad en responder al mensaje, la necesidad de oírlo y la posibilidad de apartarse de la salvación.

Cuando tomamos algunos pocos pasajes, construimos una visión extrema del asunto y acomodamos el resto de los pasajes a esa visión, estamos en un problema. En el fondo, creo que eso tiene que ver con la “necesidad” de armar algún tipo de requisito o posición teológica extrema de tal forma que “me diferencie” del resto, que “me haga original”, que lo haga “bien difícil”, así tengo más mérito en creer eso… Así se llegó al extremo “calvinista” de la predestinación, y esto dentro de un trabajo teológico y pastoral formidable y “fundacional” del reformador francés, si lo entendemos en la época en que fue hecho.

Las primeras escenas del Huerto nos muestra un ser humano con capacidad de decidir, y el pecado solo vale cuándo existe tal capacidad, por lo tanto, no puede haber tal cosa como una predestinación arbitraria para salvación o condenación, y con ellos, el salvo NO ES siempre salvo.

EN CRISTO, es decir, por la fe en Él, estando en Su Cuerpo espiritual, por la obediencia que es manifestación de la verdadera fe, somos escogidos desde la eternidad, desde el momento en que el Cordero fue sacrificado:

1 Pedro 1:19-20 RVC
19 sino con la sangre preciosa de Cristo, sin mancha y sin contaminación, como la de un cordero,
20 que ya había sido destinado desde antes de que Dios creara el mundo, pero que se manifestó en estos últimos tiempos por amor a ustedes.

Desde antes que existiera nada de lo que conocemos Dios ya había preparado la herramienta de salvación y nos había conocido de antemano. Dios escogió a los que decidimos aceptarlo. Algunos dicen que la decisión ocurrió en el cielo en el momento en que éramos espíritu antes de venir a estos cuerpos. Como sea, nuestra decisión no sirve para nada si Dios mismo no realiza un acto de “elección”, es decir, nos toma y nos confiere un destino de salvación. Por más que decidamos y recontra decidamos, no vamos a lograr nada por nosotros mismos, ¡ni siquiera nuestra fe nos salva! Nos salva Dios al ver que tenemos fe en Él, nada podemos hacer nosotros. Eso es gracia, de principio a fin, algo que Pablo conocía mejor que nadie en su época, y creo que en la mayoría de las épocas del cristianismo.

Saber que hemos sido conocidos y preparados, “predestinados”, a escuchar de Cristo, ser salvos y recibir Sus bendiciones, es una de las promesas más fuertes y constitutivas de la vida cristiana. Es algo básico, pero por ser tal, no puede olvidarse ni faltar.

Si tenemos algún problema con esto de ser escogido o conocido, veamos las palabras de Jesús:

Mateo 7:21-23 RVC
21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 En aquel día, muchos me dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”
23 Pero yo les diré claramente: “Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, obreros de la maldad!”

Aquí hay gente que claramente no fue escogida, ¿porque Jesús no los “conociera”? ¡Si Él es el Dueño de la toda la Creación! No fueron conocidos porque siempre estuvieron en la maldad; y por ello, no fueron escogidos.

Escogidos EN CRISTO, conocidos desde la eternidad por ello, pero ¿para qué? “Para que en su presencia seamos santos e intachables”. Algunos plantean que el verdadero significado de “elección” aquí no tiene que ver tanto con la salvación sino con la santificación, aunque eso puede resultar una división un poco artificial porque no puede existir la segunda sin la primera y la primera necesariamente lleva a la segunda, pero finalmente uno puede ser salvo por fe, “por los pelos”, y no tener ninguna recompensa porque no ha avanzado en la santificación.

De nuevo, más allá de cualquier disquisición teológica, la verdad es que si somos salvos, si estamos en Cristo, se supone que seamos santos e irreprensibles porque Dios ha dispuesto la provisión para que eso ocurra. Bueno, cuando seguimos leyendo nos damos cuenta de que los tales efesios no eran ni tan santos ni tan irreprensibles, así que no nos queda más remedio que admitir que estas palabras de Pablo se refieren a una realidad espiritual, que está en los cielos y que debe hacerse efectiva en esta tierra.

“Por amor nos predestinó para que por medio de Jesucristo fuéramos adoptados como hijos suyos”. Aquí no se está refiriendo exactamente a los que conoció de antemano, sino a los que destinó, a los que desde el principio preparó para ser hijos, aquellos que creeríamos. Pablo pudo decir que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien, precisamente porque a ellos Dios les preparó todas las circunstancias para que les sirvieran para crecer espiritualmente y en recompensa eterna. Pero eso no aplica necesariamente para aquellos que de antemano Dios sabría que no lo aceptarían. Todos en esta Tierra tienen testimonio de Dios, no todos tienen el cuidado y la guía para salvación y crecimiento, sólo los que Dios sabe que habrían de creer. Cuidado, es un conocimiento divino, no necesariamente algo que sepamos nosotros, más bien, el mandato que hemos recibido es el de predicar el Evangelio a toda criatura, y lo cierto es que aún los que nunca creerán deben escuchar claramente el mensaje.

“según el beneplácito de su voluntad” La salvación es un diseño de Dios, Dios Padre, el Juez, el que exige perfecta justicia, el “Dios terrible” del Antiguo Testamento. Siempre ha sido Dios de perfecto amor.

“para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” Por la obra de Cristo hemos sido hechos aceptables para Dios. Y la consecuencia de todo esto es alabanza eterna al Creador.

Ahora bien, no me preocupa demasiado trata de hilar fino aquí qué quiere decir respecto de la predestinación, lo único que se logra con esos debates teológicos es transformar a la Palabra de Dios en un campo de lucha libre y generar una sobrecarga emocional en distintos pasajes que nos hacen perder un maravilloso significado. ¡Dios nos conoció desde antes de la creación, y preparó todas las circunstancias para que conociéramos el Evangelio en el momento preciso y fuéramos santificados, creciendo espiritualmente mientras estuviéramos en esta Tierra.

Voy a hacer una digresión sólo para aficionados a la astronomía: diríamos que, ya en las primeras fracciones de segundo del Big Bang, esas inhomogeneidades de la etapa de la inflación cósmica, tenían ya grabado el plan de Dios para los que hoy hemos sido llamados a la salvación…

Espero que nadie se espante por lo anterior… Lo cierto es que desde la eternidad Dios pensó en nosotros y todo lo diseñó para nuestra salvación y santificación, quizás no para nuestra prosperidad económica o perfecta salud EN ESTA TIERRA, pero sí para la mayor recompensa posible en los cielos. Escogidos y preparados desde antes del tiempo, esos somos nosotros, ¿cómo no habremos de alabarle por la eternidad? Ya con esto han perdido trabajo muchos psicólogos…


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario