Efesios 5:22-33 RVC
22 Ustedes, las casadas, honren a sus propios
esposos, como honran al Señor;
23 porque el esposo es cabeza de la mujer,
así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su
Salvador.
24 Así como la iglesia honra a Cristo, así
también las casadas deben honrar a sus esposos en todo.
25 Esposos, amen a sus esposas, así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla. Él la purificó en el
lavamiento del agua por la palabra,
27 a fin de presentársela a sí mismo como una
iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante.
28 Así también los esposos deben amar a sus
esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo.
29 Nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo,
sino que lo sustenta y lo cuida, como lo hace Cristo con la iglesia,
30 porque somos miembros de su cuerpo, de su
carne y de sus huesos.
31 Por eso el hombre dejará a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser.
32 Grande es este misterio; pero yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia.
33 Por lo demás, cada uno de ustedes ame
también a su esposa como a sí mismo; y ustedes, las esposas, honren a sus
esposos.
Hace un buen tiempo ya que dejó de ser
popular en las iglesias hablar de la autoridad del hombre, debido a ese espacio
vacante que dejamos en el mundo espiritual es que la enfermedad de las
desviaciones de identidad ha podido avanzar. No tengo propósitos machistas en
escribir lo que sigue, es más, tengo varios artículos escritos en donde
defiendo el rol de las mujeres en la iglesia y en el ministerio, aunque no como
“hombres con polleras” sino como verdaderas mujeres, con una función propia y
diferente a la que nosotros podemos cumplir, de hecho, ¡que no podemos cumplir
de ninguna forma!
Ahora bien, como nos han entrenado desde hace
un siglo para sentir culpa de nuestro “machismo”, nos hemos callado y retraído
de nuestra verdadera función, propósito del plan masónico de dominación de la
humanidad, quitándole a Dios en primer lugar, al amor a la patria, la historia,
la familia y la identidad, y para esto último lo fundamental es anular al
hombre, ya que es quien da la identidad y mantiene el liderazgo.
No voy a excusarme aquí de todas las
desviaciones machistas que ha habido a lo largo de la historia, primero, porque
creo que ese tema ya ha quedado claro, y segundo, porque los eventos que todos
hemos visto en las manifestaciones “feministas” nos dejan suficientemente en
claro que la dominación y el abuso es algo bien propio de la naturaleza humana,
y que cualquier persona puede ejercer si le dan la oportunidad y quiere
hacerlo. Es más, quizás deberíamos agradecerles a esas exaltadas “feministas”
(uso las comillas para no ofender a tantas mujeres sensatas que han luchado por
el respeto y la igualdad social).
Aunque el Nuevo Testamento nos deja bien en
claro que las barreras sociales que durante siglos han separado a hombres de
mujeres no tienen sentido y no tienen nada que ver con el diseño original,
también vemos que sí hay diferencias. Veamos un poco de ese tema en función de
este pasaje de Efesios.
La maldición de Dios a causa del pecado tuvo
que ver con los ámbitos de autoridad propios de cada uno. Para la mujer
significó maldición en relación con sus hijos (no solamente el parto) y su
relación familiar. Pero para el hombre la maldición no fue solamente en el
trabajo, sino también hacia toda la Tierra, porque el grado de responsabilidad
de cada uno, y por ende de autoridad, no era el mismo. El varón fue puesto con
una autoridad por sobre el mundo, ya que en el propósito original debía oír la
voz del Creador y establecer Sus diseños sobre la Tierra. En eso consiste el
liderazgo original, nada que ver con la perversión del liderazgo que ocurrió a
lo largo de la historia. Y si alguno todavía tiene dudas acerca de qué
significa ser líder y cuál es el rol como líder del hombre, veamos al Líder
máximo:
Mateo 28:18 RVC
18 Jesús se acercó y les dijo: «Toda
autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.
Bien, pero ¿cómo alcanzó tal autoridad? Por
medio del más grande sacrificio de todos.
23 porque el esposo es cabeza de la mujer,
así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su
Salvador.
No es por casualidad que Pablo compara en
este pasaje el rol del hombre (en este caso en la familia) con Cristo. La
verdad es que nos pone en una situación por demás de incómoda, ¿no podía haber
buscado algún ejemplo un poco más “chico”…?
¿Qué quiere decir honra? Implica respetar,
reconocer los méritos, estimar, mantener una buena opinión de alguien debido a
la fama adquirida por sus virtudes y méritos. Es claro que para honrar a
alguien, ese alguien debe ser digno de honra. Desde el momento en que los
hombres nos hemos “corrido” del rol de ejemplo, de líderes, de esfuerzo, de
sacrificio, hemos dejado de merecer honra, nos hemos “Homerizado”, para
utilizar un neologismo fácil de entender en este tiempo.
El varón ha sido creado con la mayor
capacidad de sacrificio por una causa, por su familia, por Dios. No se trata de
que la mujer sea inferior en esto, simplemente, Dios no se lo pide en la misma
dimensión, a ella le pide otra cosa distinta más bien.
Honrar significa reconocer, esto es, “hacer
caso”, y esto es posible cuando el varón ocupa su rol como líder. Pero, ¿quién
está realmente preparado para ser líder, y además en este mundo cada vez más
caótico? Nadie, precisamente porque no se supone que el varón sea líder por sí
mismo, no podría serlo y cuando lo intenta termina cayendo en todos los abusos
que conocemos de sobra. El hombre es líder cuando permanece unido a su cabeza,
que es Cristo.
En ese rol de liderazgo, el sacrificio se
vuelve la honra y el placer del varón. No me refiero necesariamente a entregar
la vida por la familia o por la nación, me refiero a VIVIR por ellos, es decir,
a renunciar a tantas cosas por aquellos que han sido puestos a nuestro cuidado:
renunciar a sueños, proyectos, dinero, fama, aún “ministerios”. Me refiero a
cuidar, educar y proteger con paciencia.
Creo que ninguno de nosotros hoy podría
levantar la mano cuando hacemos esta comparación. Además, el mundo se ha vuelto
progresivamente un lugar difícil para los hombres. Tradicionalmente se suponía
que el varón debía ser el sustento del hogar, pero hoy eso no siempre puede
ocurrir, y el orgullo herido del hombre lo lleva muchas veces a abandonar su
familia, en una actitud cobarde. Lo cierto es que la Biblia no nos dice
exactamente que el hombre deba ser el “macho proveedor”, al menos no
necesariamente (por ejemplo, tenemos Proverbios 31 en donde se exalta la
laboriosidad de la mujer); nos dice que debe ser el líder y podemos entender
que esto tiene una connotación espiritual.
Podrá traer todo el dinero o no, pero Dios lo
puso como líder y es a quién le va a transmitir los diseños que deben
establecerse en su familia, en su nación, en la Tierra. La mujer es “compañera
idónea” no en el sentido de que ocupa un segundo lugar sino en el sentido de
que ninguno de esos diseños podrá establecerse firmemente si ella no les da
vida, los multiplica y los nutre como una madre. Así,
1 Corintios 11:11 RVC
11 Pero en el Señor, ni el hombre existe sin
la mujer, ni la mujer existe sin el hombre;
Por eso es que la mujer puede y debe ocupar
todos los roles sociales y ministeriales, pero no “reemplazando” al hombre, ni
menos aún pretendiendo “imitarlo”, sino siendo verdaderamente mujer, de acuerdo
a su naturaleza.
Dios nos llamó a los hombres a establecer Sus
diseños, a dar identidad, por eso somos líderes, porque Él nos muestra por
donde ir y porque nos ha dado la capacidad de cuidar a los liderados aún a
costa de nuestro propio bienestar y nuestra propia vida. Y si esto suena
“machista” pues ¡bienvenido ese machismo! Es el ejemplo de Cristo.
Como dije, hoy puede ser difícil que el
hombre sea el “macho proveedor”, pero nada le quita su autoridad espiritual
para defender a los suyos, y dado que la lucha espiritual arrecia cada vez más,
es cada vez más indispensable que ocupe su lugar.
Cuando el varón asume su rol de líder suceden
cosas en el ámbito espiritual. No debería esperar que todos se “sometan a sus
pies”, más bien lo contrario, especialmente en este tiempo donde unos cuantos
hombres astutos han manipulado a las masas para que rechacen todo liderazgo
masculino… excepto el de ellos, claro… Debería esperar una dura confrontación,
pero precisamente esa confrontación es la señal de que está haciendo las cosas
bien, porque de otra forma el reino de las tinieblas no se alteraría tanto.
Debemos superar la barrera de la vergüenza
debido a las veces en que hemos fallado y pararnos en el lugar que se nos ha
reservado. Nuestras familias lo necesitan, nuestros países lo necesitan, la
Tierra entera lo necesita. No será fácil, pero una cosa es segura: cuando
hacemos lo que Dios nos ha mandado, podemos esperar Su protección en todo
momento.
Danilo Sorti
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