jueves, 25 de octubre de 2018

621. La importancia del varón


Efesios 5:22-33 RVC
22 Ustedes, las casadas, honren a sus propios esposos, como honran al Señor;
23 porque el esposo es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
24 Así como la iglesia honra a Cristo, así también las casadas deben honrar a sus esposos en todo.
25 Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla. Él la purificó en el lavamiento del agua por la palabra,
27 a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante.
28 Así también los esposos deben amar a sus esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo.
29 Nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como lo hace Cristo con la iglesia,
30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
31 Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser.
32 Grande es este misterio; pero yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
33 Por lo demás, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo; y ustedes, las esposas, honren a sus esposos.


Hace un buen tiempo ya que dejó de ser popular en las iglesias hablar de la autoridad del hombre, debido a ese espacio vacante que dejamos en el mundo espiritual es que la enfermedad de las desviaciones de identidad ha podido avanzar. No tengo propósitos machistas en escribir lo que sigue, es más, tengo varios artículos escritos en donde defiendo el rol de las mujeres en la iglesia y en el ministerio, aunque no como “hombres con polleras” sino como verdaderas mujeres, con una función propia y diferente a la que nosotros podemos cumplir, de hecho, ¡que no podemos cumplir de ninguna forma!

Ahora bien, como nos han entrenado desde hace un siglo para sentir culpa de nuestro “machismo”, nos hemos callado y retraído de nuestra verdadera función, propósito del plan masónico de dominación de la humanidad, quitándole a Dios en primer lugar, al amor a la patria, la historia, la familia y la identidad, y para esto último lo fundamental es anular al hombre, ya que es quien da la identidad y mantiene el liderazgo.

No voy a excusarme aquí de todas las desviaciones machistas que ha habido a lo largo de la historia, primero, porque creo que ese tema ya ha quedado claro, y segundo, porque los eventos que todos hemos visto en las manifestaciones “feministas” nos dejan suficientemente en claro que la dominación y el abuso es algo bien propio de la naturaleza humana, y que cualquier persona puede ejercer si le dan la oportunidad y quiere hacerlo. Es más, quizás deberíamos agradecerles a esas exaltadas “feministas” (uso las comillas para no ofender a tantas mujeres sensatas que han luchado por el respeto y la igualdad social).

Aunque el Nuevo Testamento nos deja bien en claro que las barreras sociales que durante siglos han separado a hombres de mujeres no tienen sentido y no tienen nada que ver con el diseño original, también vemos que sí hay diferencias. Veamos un poco de ese tema en función de este pasaje de Efesios.

La maldición de Dios a causa del pecado tuvo que ver con los ámbitos de autoridad propios de cada uno. Para la mujer significó maldición en relación con sus hijos (no solamente el parto) y su relación familiar. Pero para el hombre la maldición no fue solamente en el trabajo, sino también hacia toda la Tierra, porque el grado de responsabilidad de cada uno, y por ende de autoridad, no era el mismo. El varón fue puesto con una autoridad por sobre el mundo, ya que en el propósito original debía oír la voz del Creador y establecer Sus diseños sobre la Tierra. En eso consiste el liderazgo original, nada que ver con la perversión del liderazgo que ocurrió a lo largo de la historia. Y si alguno todavía tiene dudas acerca de qué significa ser líder y cuál es el rol como líder del hombre, veamos al Líder máximo:

Mateo 28:18 RVC
18 Jesús se acercó y les dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.

Bien, pero ¿cómo alcanzó tal autoridad? Por medio del más grande sacrificio de todos.

23 porque el esposo es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.

No es por casualidad que Pablo compara en este pasaje el rol del hombre (en este caso en la familia) con Cristo. La verdad es que nos pone en una situación por demás de incómoda, ¿no podía haber buscado algún ejemplo un poco más “chico”…?

¿Qué quiere decir honra? Implica respetar, reconocer los méritos, estimar, mantener una buena opinión de alguien debido a la fama adquirida por sus virtudes y méritos. Es claro que para honrar a alguien, ese alguien debe ser digno de honra. Desde el momento en que los hombres nos hemos “corrido” del rol de ejemplo, de líderes, de esfuerzo, de sacrificio, hemos dejado de merecer honra, nos hemos “Homerizado”, para utilizar un neologismo fácil de entender en este tiempo.

El varón ha sido creado con la mayor capacidad de sacrificio por una causa, por su familia, por Dios. No se trata de que la mujer sea inferior en esto, simplemente, Dios no se lo pide en la misma dimensión, a ella le pide otra cosa distinta más bien.

Honrar significa reconocer, esto es, “hacer caso”, y esto es posible cuando el varón ocupa su rol como líder. Pero, ¿quién está realmente preparado para ser líder, y además en este mundo cada vez más caótico? Nadie, precisamente porque no se supone que el varón sea líder por sí mismo, no podría serlo y cuando lo intenta termina cayendo en todos los abusos que conocemos de sobra. El hombre es líder cuando permanece unido a su cabeza, que es Cristo.

En ese rol de liderazgo, el sacrificio se vuelve la honra y el placer del varón. No me refiero necesariamente a entregar la vida por la familia o por la nación, me refiero a VIVIR por ellos, es decir, a renunciar a tantas cosas por aquellos que han sido puestos a nuestro cuidado: renunciar a sueños, proyectos, dinero, fama, aún “ministerios”. Me refiero a cuidar, educar y proteger con paciencia.

Creo que ninguno de nosotros hoy podría levantar la mano cuando hacemos esta comparación. Además, el mundo se ha vuelto progresivamente un lugar difícil para los hombres. Tradicionalmente se suponía que el varón debía ser el sustento del hogar, pero hoy eso no siempre puede ocurrir, y el orgullo herido del hombre lo lleva muchas veces a abandonar su familia, en una actitud cobarde. Lo cierto es que la Biblia no nos dice exactamente que el hombre deba ser el “macho proveedor”, al menos no necesariamente (por ejemplo, tenemos Proverbios 31 en donde se exalta la laboriosidad de la mujer); nos dice que debe ser el líder y podemos entender que esto tiene una connotación espiritual.

Podrá traer todo el dinero o no, pero Dios lo puso como líder y es a quién le va a transmitir los diseños que deben establecerse en su familia, en su nación, en la Tierra. La mujer es “compañera idónea” no en el sentido de que ocupa un segundo lugar sino en el sentido de que ninguno de esos diseños podrá establecerse firmemente si ella no les da vida, los multiplica y los nutre como una madre. Así,

1 Corintios 11:11 RVC
11 Pero en el Señor, ni el hombre existe sin la mujer, ni la mujer existe sin el hombre;

Por eso es que la mujer puede y debe ocupar todos los roles sociales y ministeriales, pero no “reemplazando” al hombre, ni menos aún pretendiendo “imitarlo”, sino siendo verdaderamente mujer, de acuerdo a su naturaleza.

Dios nos llamó a los hombres a establecer Sus diseños, a dar identidad, por eso somos líderes, porque Él nos muestra por donde ir y porque nos ha dado la capacidad de cuidar a los liderados aún a costa de nuestro propio bienestar y nuestra propia vida. Y si esto suena “machista” pues ¡bienvenido ese machismo! Es el ejemplo de Cristo.

Como dije, hoy puede ser difícil que el hombre sea el “macho proveedor”, pero nada le quita su autoridad espiritual para defender a los suyos, y dado que la lucha espiritual arrecia cada vez más, es cada vez más indispensable que ocupe su lugar.

Cuando el varón asume su rol de líder suceden cosas en el ámbito espiritual. No debería esperar que todos se “sometan a sus pies”, más bien lo contrario, especialmente en este tiempo donde unos cuantos hombres astutos han manipulado a las masas para que rechacen todo liderazgo masculino… excepto el de ellos, claro… Debería esperar una dura confrontación, pero precisamente esa confrontación es la señal de que está haciendo las cosas bien, porque de otra forma el reino de las tinieblas no se alteraría tanto.

Debemos superar la barrera de la vergüenza debido a las veces en que hemos fallado y pararnos en el lugar que se nos ha reservado. Nuestras familias lo necesitan, nuestros países lo necesitan, la Tierra entera lo necesita. No será fácil, pero una cosa es segura: cuando hacemos lo que Dios nos ha mandado, podemos esperar Su protección en todo momento.


Danilo Sorti




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