Efesios 1:7-12 RVC
7 En él tenemos la redención por medio de su
sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia,
8 la cual desbordó sobre nosotros en toda sabiduría
y entendimiento,
9 y nos dio a conocer el misterio de su
voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
10 para que cuando llegara el tiempo señalado
reuniera todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las
que están en la tierra.
11 En él asimismo participamos de la
herencia, pues fuimos predestinados conforme a los planes del que todo lo hace
según el designio de su voluntad,
12 a fin de que nosotros, los primeros en
esperar en Cristo, alabemos su gloria.
La escatología neotestamentaria puede ser
difícil de entender si nos perdemos de vista algo que estamos repitiendo en
esta serie de artículos sobre Efesios: los primeros cristianos tenían los
profetas y las promesas mesiánicas de Israel, y sobre ellas construían su
escatología. Hoy tenemos algunos cristianos que protestan cuando cimentamos
nuestra escatología en los profetas, llegando a interpretaciones un poco
diferentes a las evangélicas “tradicionales”, pero esa fue la primera
comprensión que tuvo la Iglesia de los eventos futuros.
“Reunir todas las cosas en Cristo”
inevitablemente tiene la reminiscencia de los profetas:
Jeremías 29:14 RVC
14 Ustedes me hallarán, y yo haré que vuelvan
de su exilio, pues los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares
adonde los arrojé. Yo haré que ustedes vuelvan al lugar de donde permití que se
los llevaran.» —Palabra del Señor.
Pero también esta reunión implicaba juicio:
Ezequiel 20:34-38 RVC
34 y los sacaré de los pueblos y países donde
ahora están esparcidos. Sí, los reuniré con mano fuerte y brazo extendido, y
dando rienda suelta a mi enojo.
35 Haré que vengan al desierto de los
pueblos, y allí los juzgaré cara a cara.
36 Los juzgaré como antes juzgué a sus padres
en el desierto de Egipto. Palabra de Dios el Señor.
37 “Para que ustedes puedan hacer un pacto
conmigo, los haré pasar por debajo de mi vara,
38 para apartar de entre ustedes a los que se
rebelaron contra mí. Los sacaré de la tierra a la que emigraron, aunque no
podrán entrar en la tierra de Israel. Así sabrán que yo soy el Señor.
Y desde el principio implicaba una promesa
misionera:
Isaías 14:1 RVC
1 Ciertamente el Señor tendrá piedad de
Jacob. Todavía Israel será su elegido. Y lo hará reposar en su tierra, y en
torno a la familia de Jacob se reunirán los extranjeros.
Una promesa personal y pastoral, y una
reconstrucción:
Miqueas 4:6-7 RVC
6 «Cuando llegue el día, reuniré a las ovejas
que cojean con las que se apartaron del camino y con las que afligí;
7 con las que cojean haré un remanente, y con
las descarriadas haré una nación fuerte. Y desde ahora y para siempre yo
reinaré sobre ellos en el monte de Sión.» —Palabra del Señor.
Y Jesucristo llevaría este concepto de unidad
a un nivel mayor aún:
Juan 17:22 RVC
22 Yo les he dado la gloria que me diste,
para que sean uno, así como nosotros somos uno.
Pablo así lo entendería para la Iglesia:
Efesios 4:25 RVC
25 Por eso cada uno de ustedes debe desechar
la mentira y hablar la verdad con su prójimo; porque somos miembros los unos de
los otros.
Bueno, aquí hay un tema bien largo para
hablar, Efesios lo trata desde distintos ángulos. Sin embargo, la expresión “reuniera
todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que
están en la tierra” nos lleva más allá de esta comprensión histórica y “humana”;
por el Espíritu Pablo entendió que este proceso de reunión abarcaría toda la
Creación que había quedado desconectada y dispersa por el pecado, así como el
hombre se separó de Dios, y el mismo ser humano quedó separado en sí mismos,
con sus tres partes “desconectadas”, con su alma fragmentada, separados también
los unos de los otros, también la Creación entera corrió la misma suerte.
Este proceso de “reunión”, de reconciliación
como diría Pablo en otra carta, es lo que se está empezando a efectuar ahora y
lo que debe ser manifestado en la Iglesia. La “vida de Iglesia”, la comunión
entre los santos, no es más que la manifestación temporal y terrenal de este
proceso espiritual y cósmico que el Señor comenzó en la cruz. Sencillamente,
cuando crecemos en comunión y verdadera unidad, estamos profetizando la obra
final de Cristo sobre toda la humanidad y el Universo.
Aquí tenemos un “ahora” y un “después”; está
claro que estas palabras tienen un cumplimiento perfecto que no ocurrió, que
estamos esperando, que tiene que pasar con ESTA creación y que necesariamente
implican que no habrá una destrucción total al final de los juicios venideros.
Es un pasaje que nos transporta a un futuro glorioso de unidad Tierra – Cielo.
No sé si podemos explicar todo lo que significa, tiene un sentido espiritual
que nuestro espíritu capta y se goza por ello, pero que la mente no alcanza a
explicar; solamente puede percibir ese gozo y esa expectación futura. Es de
esos pasajes que amamos y repetimos, aunque no podamos explicarlo en toda su
dimensión, porque nuestro espíritu lo entiende pero la profundidad de su
significado se nos escapa.
Otro pasaje de ese estilo está en Hechos:
Hechos 3:21 RVC
21 Es necesario que el cielo reciba a Jesús
hasta el momento en que todas las cosas sean restauradas, lo cual Dios ya ha
anunciado desde los tiempos antiguos por medio de sus santos profetas.
Yo no creo que Pedro tuviera la verdadera
dimensión de lo que estaba diciendo, más bien el Espíritu Santo expresó palabras
que lo superaron ampliamente, y que aún ahora tampoco podemos comprender en
toda su magnitud. Es que “todas las cosas” resulta una expresión muy grande,
que solamente puede ser “verdad” si es expresada por Dios (a través de Sus
mensajeros). “Todas las cosas” crece a medida que crece nuestro conocimiento de
esas cosas.
Sólo puede ser todo reunido cuando todas las
cosas puedan ser restauradas. ¡Qué verdad tan profunda y tan simple! ¿Qué tiene
que ver con nosotros? Es sencillo: no puede haber unidad entre hermanos si
primero no son restaurados espiritualmente. Viceversa: si vemos iglesias
desunidas, donde unos a otros se muerden y se mastican con fruición, es que no
ha habido ninguna restauración efectiva, y creo que tenemos unas cuantas de
esas…
Mientras vivimos este principio de manera
parcial aquí y ahora, esperamos su cumplimiento perfecto en un futuro que está
cada vez más cercano. No lo hemos visto, tampoco vimos ninguno de los días del
Señor en la Tierra. Algunos han visto milagros, otros no. Algunos han tenido
sueños y revelaciones, otros muchos no. Por fe andamos y esperamos. Tenemos el
testimonio de nuestro espíritu que recibe estas palabras y salta de alegría
como cuando lo hizo Juan en el vientre de su madre, por Quien estaba junto a él
y por lo que habría de venir. Bienaventurados los que no vieron y creyeron, y
por esa fe, creemos la palabra anunciada y así caminamos y nos gozamos en lo
que habremos de ver.
Danilo Sorti
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