Mateo 18:6 RVC
6 »A cualquiera que haga tropezar a alguno de
estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una
piedra de molino, y que lo hundieran en el fondo del mar.
Marcos 9:42 RVC
42 »A cualquiera que haga tropezar a uno de
estos pequeñitos que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una
piedra de molino, y que lo arrojaran al mar.
Lucas 17:2 RVC
2 Más le valdría que le colgaran al cuello
una piedra de molino, y que lo arrojaran al mar, que servir de tropiezo a uno
solo de estos pequeñitos.
Con algunas variantes, la misma idea se
repite en los tres Evangelios sinópticos. Podríamos copiar el contexto y
veríamos que también es similar. El Espíritu ha querido dejar unas cuantas
cosas claramente grabadas en la mente de los creyentes, repitiéndolas varias
veces. Verdades sencillas de entender pero fundamentales.
Esta es una de ellas: ¡ay de aquellos que
hagan pecar a los pequeños, que desvíen a los niños! Nunca más claro que ahora
vemos en nuestras tierras como muchos docentes, políticos, funcionarios
públicos y ONGs se han lanzado en una acelerada campaña para implantar todo
tipo de perversiones disfrazadas (aunque ya no mucho) de “educación sexual”.
Como corresponde a todo buen argentino, no ha habido un encuentro para charlar
y llegar a acuerdos, simplemente una guerra para destruir al “enemigo”: la
moral cristiana.
Si fueran otras las circunstancias podríamos
uno podría llegar a acuerdos que evitaran estériles confrontaciones, sin
embargo, no puedo evitar recordar una recomendación que parecería muy alejada
para nuestro tiempo:
Deuteronomio 20:10-13 RVC
10 »Cuando te dispongas a atacar una ciudad,
envíale primero un mensaje de paz.
11 Si su respuesta es también de paz, y te
abre las puertas, entonces todo el pueblo que esté en ella te pagará tributo y
te servirá.
12 Pero si no hace la paz contigo, y te
declara la guerra, entonces sitiarás la ciudad
13 y cuando el Señor tu Dios te la haya
entregado herirás a filo de espada a todos sus hombres.
Si lo llevamos al plano de la guerra
espiritual podría darnos algunas indicaciones interesantes, pero lo cierto es
que esto solo se aplicaba cuando la ciudad en cuestión estaba lejos, no dentro
del territorio asignado. Esto quiere decir que cuando tenemos al enemigo
directamente atacándonos no podemos sentarnos a negociar con él. Eso, por lo
visto, lo entendieron muy bien.
Deberíamos ponernos contentos con este brote
furioso de interés por difundir su corrupta educación sexual: eso está
demostrando que con un poco de acción nomás de la iglesia las potestades
satánicas se sintieron muy afectadas, sino no gastarían tanto esfuerzo en eso.
No debemos dejar de luchar espiritualmente y en todos los ámbitos sociales, la
reacción del enemigo nos da la pista de cuánto estamos afectando. Hay que tener
paciencia y perseverancia, y Dios actuará por misericordia hacia Sus hijos.
Ahora bien, hay que entender que los que tan
perversamente se vuelven contra los niños y jóvenes no son “gente confundida”
(al menos no los líderes o los principales propagadores), porque se trata de
algo muy delicado, tanto que el “ay” que proclama el Señor para ellos no lo
volvemos a encontrar en otra parte. Nunca Jesús utiliza esta expresión en otro
pasaje, por lo tanto, es muy serio, extremadamente serio.
Para empezar debería exhortarnos a nosotros,
¿cómo tratamos a los niños? Mejor dicho, como iglesias, ¿qué importancia le
damos a los ministerios de niños? Normalmente se destina alguna persona con
buena voluntad y poca capacitación (tampoco se la prepara) a la escuelita
dominical, o no tiene un liderazgo adecuado, o se la cambia de lugar y programa
según convenga, o no se le destinan recursos… en definitiva, no se la considera
“importante”. Pues bien, cuando hacemos esto estamos muy cerca de caer en el
“ay” del Señor. Lo mismo se aplica a los padres cristianos cuando descuidamos a
nuestros niños, o cuando no consideramos demasiado en serio los motivos de
oración por los niños y jóvenes de los distintos países o en situaciones
difíciles.
Es clarísimo que Satanás se ha levantado con
gran furia hacia los jóvenes, niños y bebés en gestación, y ya tenemos pasajes
bíblicos que nos explican eso. Dios tiene especial cuidado por los pequeños y
nosotros deberíamos saberlo. No se trata de “sentimentalismo” o “golpes bajos”
cuando enfocamos en los niños, se trata de lo que Dios tiene en Su corazón.
Lamentablemente, como tenemos muchos hombres con visión empresarial al frente
de nuestras iglesias, esas necesidades suelen quedar relegadas (no ofrendan, no
diezman, causan problemas y poco útil pueden hacer para edificar el
“ministerio”, y ni que hablar si están en otros países o provincias…).
Ahora bien, habiéndonos limpiado de esos
pecados, que en definitiva son los que le han dado la autoridad legal a Satanás
para traer toda la inmundicia que está trayendo en nuestros países, queda el
camino libre para el “ay” del Señor: ¡ay de ellos!
Hermanos, no creo que debamos tener oraciones
muy suaves hacia ellos, por lo que están haciendo ya demuestran que han
renegado completamente del Señor. Puede ser que alguno tenga la posibilidad de
arrepentirse, pero otros ya no, y no nos olvidemos que Satanás tiene también a
unos cuantos de sus demonios metidos en cuerpos de personas (personas que
murieron pero fueron tomadas por demonios) con lo que no todos los que parecen
“gente” lo son en realidad. Y sino, volvamos a mirar las manifestaciones
“feministas” del congreso de mujeres pasado…
¡Ay de ellos! Dijo el Señor, y nosotros
debemos aplicar ese “ay” a ellos: para muchos de ellos no es ya tiempo de
misericordia y no debemos orar ya por ella, debemos orar por juicio, para que
sean quitados de sus lugares (algunos serán cortados por el Señor, otros
recibirán otro juicio) y reemplazados por gente santa. No es momento para
llegar a un acuerdo, el poder del Señor debe ser manifestado sobre los impíos
para que tema. Repito, el poder del Señor, no de “la iglesia”, es decir, no de
las personas (aunque debemos actuar fuertemente en el plano humano también).
Debe quedar claro ante los ojos de todos que hay un Dios que juzga, eso es lo
principal.
Danilo Sorti
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