Efesios 1:23 RVC
23 pues la iglesia es su cuerpo, la plenitud
de Aquel que todo lo llena a plenitud.
Efesios 1:23 DHH
23 Pues la iglesia es el cuerpo de Cristo, de
quien ella recibe su plenitud, ya que Cristo es quien lleva todas las cosas a
su plenitud.
La división en capítulos no es, obviamente,
la forma en que fueron escritos los libros de la Biblia. “Esteban Langton,
arzobispo de Canterbury, que había sido gran canciller de la Universidad de
París, hizo la división del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento en capítulos
sobre el texto latino de la Vulgata de San Jerónimo, hacia el año 1226.” ( https://es.aleteia.org/2016/03/07/quien-dividio-la-biblia-en-capitulos-y-versiculos/). La división en versículos es posterior, “Santos
Pagnino (1541), judío converso, después dominico, originario de Luca, (Italia)
dedicó 25 años a su traducción de la Biblia, publicada en 1527, y fue el
primero en dividir el texto en versículos numerados. … Roberto Estienne,
prestigioso impresor, realizó la actual división en versículos del Nuevo
Testamento en 1551.”
Bueno, podríamos aducir con esto que nuestra
división actual, que inevitablemente influye en la forma en que leemos y
entendemos la Biblia, no ha sido precisamente “inspirada”… o a lo mejor
podríamos decir que en Su providencia el Espíritu Santo también estuvo presente
allí…
Como sea, el versículo 23 de este primer
capítulo puede servir a modo de “conclusión” de lo que se dice antes y de
“apertura” para lo que viene. Aquí nos encontramos con uno de los conceptos más
acariciados por el hombre moderno: el progreso, el perfeccionamiento, la
“evolución” social y tecnológica vista en su forma de mejoramiento progresivo.
Tanto es así que este “progresismo” se ha convertido en uno de los dioses de
este siglo, en nombre del cual Satanás ha introducido las más aberrantes
prácticas… que a la sazón son muy viejas…
Ninguna religión falsa puede escapar de ese
concepto, tampoco ninguna desviación doctrinal importante dentro del
cristianismo. Si no tenemos pecadores condenados que necesitan ser rescatados
necesariamente tenemos seres humanos imperfectos que deben caminar hacia la
perfección. No hay mucho más que pueda movilizar los sentimientos más profundos
de la persona, claro, aparte de las motivaciones materiales más básicas, pero
que sin embargo se pueden acoplar fácilmente al “camino de perfeccionamiento”.
La Biblia no es ajena a este concepto, y es
muy fácil encontrar una “senda de perfeccionamiento” en sus páginas, es lo que
podríamos llamar el camino de la santidad, conocer a Dios, el discipulado, ser
transformados a Su imagen o con alguna de las otras facetas del proceso.
“Sacando” o al menos, “poniendo a un costado” la acción el Espíritu allí y la
meta, que es Cristo, logramos tener un “camino de perfeccionamiento” que no
resulta tan escandaloso para el hombre moderno (y antiguo también…), que es
mucho más humano que divino y por el que pueden transitar multitudes, es decir,
una “puerta ancha”…
Pero aquí Pablo resume en qué consiste esa
plenitud: es Cristo. Cristo perfecciona todas las cosas y Cristo es en sí mismo
la plenitud hacia la que el hombre avanza, esto es, el “hombre perfecto”, aquella
imagen de hombre ideal que tantos filósofos han tratado de mostrar, sin
lograrlo. Sí hay un “camino de perfeccionamiento” tal como el hombre del siglo
XXI requiere por ahora. Hasta que los juicios comiencen a sentirse con todo su
rigor, todavía seguirá aferrado a ese ideal; luego el ideal será simplemente
sobrevivir. Y es imposible que el cristiano esté completamente “libre” de eso,
el asunto es ¿qué modelo de perfección se le dará? Y la respuesta ya fue dicha.
Hasta aquí, analizando el capítulo 1, podemos
decir que este perfeccionamiento implica (entre otras muchas cosas):
·
Una obra que pasó en la eternidad, es decir, el tiempo de Dios, fuera de
esta creación
·
Algo que nos fue traído
·
Una obra de gracia, el fundamento de las Buenas Nuevas y lo único sobre lo
cual podemos construir
·
Un conocimiento espiritual que nos es revelado, cosas que estuvieron
ocultas antes
·
La revelación de la naturaleza del Padre en contraste con la de los falsos
dioses
·
La “reunión de todas las cosas” en Cristo, Su Victoria final
·
La elección de los santos
·
La fe como fundamento del amor
·
El amor como la base para no pecar
·
El Nombre que tiene toda autoridad y en el cual tenemos el verdadero poder
Bueno, y muchísimo más. Sigue en el capítulo
2 (y en toda la Biblia…). Pero lo que quiero mostrar aquí es que este concepto
de “plenitud” y “perfeccionamiento”, tan cercano a la mentalidad actual, en
realidad no debe caer fuera de la obra de Cristo, tal como todo el contexto lo
dice, y también el mismo pasaje. No está mal que utilicemos esa noción tan
extendida hoy, siempre y cuando esté fundada en Cristo.
Lo incompleto y lo imperfecto lo es por el
pecado que entró en la Tierra, en un sentido negativo, y lo es, en un sentido
positivo, porque así nos creó Dios para que crezcamos, es decir, para que
desarrollemos el proceso, porque el proceso en sí es parte de Sus planes para
nosotros, es lo que nos da sentido, nos entusiasma. Todo niño desea aprender,
se entusiasma con ello. Es el sistema educativo el que luego se encarga de
aplastar y pervertir ese deseo innato puesto por Dios mismo. Toda persona
transformada desea aprender y uno de los placeres más grandes que tiene el
hombre regenerado es aprender, primero las cosas de Dios, pero también lo
referido a Su Creación. Fuimos creados para avanzar hacia la perfección, que
debe venir de Dios. ¡Avancemos, pues, que nos falta mucho!
Danilo Sorti
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