Juan 7:24 RVC
24 Sean justos en sus juicios, y no juzguen
según las apariencias.»
Al momento de escribir este artículo el video
“No en nuestro nombre”, publicado hace pocos días atrás, lleva ya más de 8.000
reproducciones y cerca de 300 veces compartido. En esencia, es una protesta
desde la “izquierda” cristiana hacia el surgimiento de candidatos de “derecha”
apoyados por los evangélicos. Mi primer sensación fue de hartazgo: ¡otra vez las
mismas voces en defensa de un sistema manifiestamente anticristiana y fracasado
desde hace décadas! Pero luego me di cuenta de que allí había, entremedio del
reclamo político, una voz profética que no deberíamos desconocer. Y finalmente
reflexioné: ¿entendemos que estamos en los últimos tiempos y qué es lo que
podemos esperar hoy? A lo largo del proceso, hay unas cuantas enseñanzas que
vale la pena refrescar.
La exhortación de Jesús en Juan 7: 24 fue
dada en medio de una controversia sobre Su persona y Su ministerio. El Señor
llama a Sus oyentes a analizar los hechos, que corroboraban Sus palabras, con
ello se garantizarían un justo juicio, tema que recorre la Biblia de principio
a fin, pero que resulta muy olvidado por los cristianos. Si algo falta en estas
discusiones políticas entremezcladas con cristianismo es, precisamente,
“juicios justos”, es decir, análisis completos. Cualquiera puede darse cuenta
de que los que defienden a ultranza a uno enfocan en las cosas malas del otro
pero ignoran las malas del propio, y al revés con las cosas buenas. Me resulta
muy difícil entender esa postura, a no ser debido a profundas heridas
emocionales no sanadas aún. Que eso pase entre los no creyentes, bueno, es
comprensible, que pase entre los cristianos, es terrible. ¿Es posible tener una
posición moderada, cristiana, y aún así apoyar a determinado candidato, elegir
lo más adecuado para un momento dado y no dejar de ser la voz profética que
hemos sido llamados a ser? Sí, lo es.
El video en cuestión, en su presentación,
repite las críticas “de manual” de la “izquierda” hacia la “derecha”
(suponiendo que tales cosas sean realmente tan diferentes como dicen, y usando
palabras que inventó el mismo Adversario para hablar de política…). Uno se
pregunta seriamente si esa postura conoce la historia reciente, y se asombra de
cuánto esfuerzo ha debido hacer para ignorar la opresión, persecución,
adoctrinamiento, violencia y muerte de tantas “izquierdas” presentes y del
pasado cercano. De todas formas, cumple con el requisito de hipocresía que
inauguró Marx: acusar al adversario de lo que él planea hacer en secreto. En
definitiva, es el principio de la Serpiente en el Huerto.
Desconoce el amargo reclamo del pueblo contra
tal mentira, pobreza, explotación, y el horror ante el avance de la ideología
de género y el maltrato feministas. Temas, por supuesto, que el video
absolutamente ignora. ¿Juicio justo, imparcial, equitativo? Sigue con una
“profecía” de lo que ocurrirá con una tremenda seguridad en lo que afirma.
Concluye con la victimización del cristiano, el eterno “perdedor”, el
“oprimido” de siempre, otra idealización que, sin tener mucho de cierto, ya
hemos dejado hace rato.
Podría escribir más en este análisis pero no
es el propósito porque ya hay mucho escrito y publicado en las redes sobre esta
cuestión política. No es el objetivo principal aquí.
¿La eterna queja de los teólogos académicos,
influidos por una doctrina socialista que se ha colado en el Evangelio hace
rato ya y que funciona maravillosamente bien en los papeles pero “extrañamente”
mal en todas las realidades? ¿Dado que ya no pueden defender ninguna opción de
“izquierda” porque todas se han manifestado abiertamente contra los valores
cristianos (siempre lo estuvieron) y contra la iglesia, no les queda más remedio
que criticar a la “derecha”?
No quiero hacer una defensa de los organismos
internacionales financieros, porque todos están bajo el control del Anticristo
e implementan su agenda. Lo mismo de todos los gobiernos mundiales, cuál más,
cuál menos. Sencillamente, cuando leemos la Biblia es absurdo hablar de un
sistema político de acuerdo a la voluntad de Dios, en todo caso, el capitalismo
(no lo que hoy se llama capitalismo), tiene más principios bíblicos
incorporados que el socialismo, que al hacer una revisión histórica sólo ha
dejado muerte y pobreza en el mundo, pero siempre revive de mano de los
académicos.
Hace un tiempo escribí unos artículos sobre
el principio del Imperio, otra de las líneas conductoras de toda la Biblia. En
esos artículos desarrollo algunos conceptos fundamentales que se aplican a esa
estructura de gobierno que muy bien podríamos aplicar al “misterio de la
iniquidad” que menciona Pablo en II
Tesalonicenses, y que ha estado obrando desde el principio, tratando de
esclavizar a los hombres, pero que solo podrá consumarse cuando la Iglesia sea
quitada.
Ahora bien, si hacemos un análisis tan duro
de la “izquierda” (que en realidad no es más que otra manifestación del mismo
“espíritu del Imperio”), tampoco deberíamos entusiasmarnos con la “derecha”
(mano derecha, mano izquierda… pero un mismo cuerpo…). Y es en se aspecto donde
la advertencia profética del video cobra relevancia: los cristianos evangélicos
terminamos siendo un grupo más de la sociedad, al que se lo estudia en
profundidad para hablarle de tal forma que se consiga su voto. ¡Eso es cierto!
Ellos tienen equipos de gente analizando el “voto evangélico” (bueno, el
gobierno argentino actualmente no, por lo visto…) y diseñando discursos
adecuados. Hemos sido “usados” para llevar candidatos al poder. Entonces,
¿deberíamos quedarnos en la crítica eterna de muchos intelectuales cristianos,
la que por omisión permite que los peores lleguen al poder? Claro que no. Pero,
¿cómo podemos apoyar a un candidato que finalmente no estará muy lejos del NOM?
Bueno, leyendo la Biblia, ¿qué otra cosa sino?
Suelo hablar con frecuencia de la cuestión
política en mis artículos. No soy analista político, simplemente trato de hacer
un enganche con los principios bíblicos. La fe de un pueblo estuvo inseparablemente
unida al gobierno de ese pueblo a lo largo de la historia. Es sólo en tiempos
recientes, a partir de la segunda ola de la Reforma, en que se empieza a hablar
de la separación entre iglesia y estado desde ámbitos protestantes. Satanás
luego tomó esa bandera y la presentó como propia, pero lo cierto es que no
tiene ABSOLUTAMENTE NADA que le sea propio, sino que todo lo que de su reino no
son más que principios que Dios mismo estableció, muchos de ellos a través de
Su iglesia y que luego los cristianos abandonaron. El asunto fundamental para
muchos cristianos, que conocen los altos estándares morales y éticos que
presenta la Biblia es si pueden apoyar o incluso participar en alguna opción
política que, obviamente, va a estar muy lejos de ellos, y si, por esa misma
razón, hay alguna “mejor que otra”, o todas pueden ser “redimidas” por igual… o
si definitivamente ninguna podrá serlo, o incluso si vale la pena intentarlo.
Pues bien, haciendo un rápido pantallazo
bíblico debemos concluir que las Escrituras que leyeron los primeros
cristianos, los apóstoles y Jesús en tierra son el Viejo Testamento. Aquello
que ya no regía más quedó aclarado en las páginas del Nuevo. Aquello que debía
ser reinterpretado, ampliado o profundizado, también. Pero el resto sigue vigente
tal cual. Los evangélicos nos solemos perder mucho del Antiguo Testamento
debido a esta ignorancia, incluso muchos teólogos cuyo enfoque doctrinal
claramente olvida principios veterotestamentarios que NO FUERON ABOLIDOS en
ninguna parte del Nuevo. Bueno, toda la introducción para decir que en sus
páginas nos encontramos con:
·
José
·
Abdías, mayordomo de Acab
·
Isaías
·
Daniel
·
Ananías, Misael y Azarías
·
Nehemías
·
Ester
·
David
·
Josafat
·
Ezequías
·
Joacaz
Y podríamos nombrar más. Algunos de ellos
fueron reyes otros estuvieron en importantes funciones de gobierno… ¡al lado de
reyes impíos! Ninguno de ellos cumpliría con los cánones de perfección que
muchos cristianos pretenden hoy, en los últimos tiempos, de algún candidato
político. Tampoco cumplieron con los más perfectos cánones de santidad de su
época, todos fueron imperfectos, algunos se mandaron sus buenas macanas, aunque
no las tengamos registradas (excepto de David). Todos ellos, a pesar de sus
errores, fueron gente santa y consagrada a Dios, tanto como para que Él los
haya puesto en esos lugares y hayan cumplido un rol fundamental en la historia
bíblica. ¡Pero nosotros todavía seguimos buscando al “candidato perfecto” y nos
quedamos en la eterna queja!
Cuando Dios desechó a Saúl y escogió a David
claramente tomó partido por uno, pero claramente ese “uno” tuvo muchos errores.
Sin embargo, David fue la persona más indicada para cumplir los propósitos de
Dios para ese momento. Lo mismo podríamos decir de Salomón, aunque al final se
desvió. Y así de unos cuantos más. Cuando Dios comisionó a Ciro no lo hizo
porque fuera santo, ni siquiera del Pueblo de Dios, ni menos aún porque
respetara los Derechos Humanos… lo hizo porque era la persona que en ese
momento podía cumplir el objetivo principal de Dios: reconstruir el Templo.
Realidad versus “idealidad”. Lo posible
versus lo “perfecto”. Se ha dicho que la política es “el arte de lo posible”, y
es así. Claro que “lo posible” en estos tiempos está muy lejos de “lo ideal”,
pero aquí entra otro problema escatológico: los cristianos que están tan
desesperados por el candidato casi perfecto (y solo lo encuentran cuando
cierran un ojo y el otro lo abren un 10 %...) no tienen una clara visión
escatológica del fin de los tiempos. Hablé sobre eso y hay mucho escrito y
profetizado, no lo voy a repetir aquí. Lo posible hoy es tener políticos (al
menos en los niveles más altos de gobierno) que frenen el avance arrollador de
la corrupción, y que traigan algo de alivio al pueblo. No lo digo por
pesimista, creo que se pueden hacer muchas cosas buenas e impedir muchas otras
malas, pero cualquiera sea la opción estará muy lejos de lo que solo ocurrirá
cuando Jesucristo venga. Si no tenemos esa esperanza en nosotros, es que nos
convertimos a otro Evangelio.
Sí, hay un candidato en un momento que es
preferido por Dios, pero entendamos que solamente porque puede establecer Sus
diseños de misericordia, pero también de juicio. Ningún país del mundo merece
un buen gobierno hoy, todos se han vuelto extremadamente pecadores, y la
mayoría de los cristianos también. No esperemos un candidato excelente porque
Dios mismo no lo va a permitir: ninguna nación lo merece. Pero si el pueblo del
Señor se humilla y se vuelve a Él Dios puede cambiar las realidades de manera
tremenda.
Y esto me lleva a otra reflexión sobre el
video: ¿adónde quedó el poder de Dios? “Toda autoridad me ha sido dada en el
cielo y en la tierra.” Dijo el Señor, pero los cristianos que están tan
desesperados por la política (aún apoyando el candidato que en un momento Dios
haya elegido) realmente se olvidaron de esta verdad. Sí es cierto que hay un
candidato favorito de Dios en un momento, que va a hacer unas cuantas cosas
buenas y otras muchas “malas” que están dentro de los propósitos de juicio de
Dios. Pero el Señor sigue teniendo poder por encima de todo ello, y se activa
no con nuestra queja eterna, sino con nuestras oraciones y nuestra fe.
¿El Evangelio es el mensaje de los pobres, de
los eternos perdedores? Sí y no. Es el mensaje para todos, nada más inclusivo
que él. Al hacerlo el mensaje de los “más pobres y oprimidos” lo quitamos a los
que, suponemos, “ricos y opresores”. De nuevo, exclusivismo. No, es el mensaje
para todos, y por supuesto que implica justicia para le necesitado, pero es una
ofensa a Dios “quitarlo” de los (supuestamente) acomodados.
La sabiduría práctica nos enseña, para
resumir, que hay en determinado momento una propuesta política mejor que otra,
y que hoy puede ser lo que algunos llaman “derecha”. Ahora bien, si alguien
está esperando que el tal candidato traiga la solución definitiva se equivoca.
Primero, nada ocurrirá sin una fuerte guerra espiritual por parte de la
Iglesia. Segundo, no hay más que un alivio momentáneo porque el tiempo de
juicio sobre toda la Tierra ya ha comenzado, y nadie lo evitará.
¿Podemos apoyar una opción política? Sí, por
supuesto. ¿Podemos apasionarnos por ella? Tengo mis dudas. No debemos dejar de
ser la voz profética, pero no profética para lamentarnos por un “socialismo
cristiano” que nunca existió ni puede existir, sino profética en un sentido de
verdadera justicia, como leímos al principio. Por ello, necesitamos una actitud
moderada, pero comprometida. La queja eterna es lo peor que podemos hacer. La
adhesión absoluta a una propuesta partidaria también. El apoyo consciente, sin
“cheques en blanco”, es lo más lógico. La oración perseverante y la guerra
espiritual es el centro de lo que nos corresponde como iglesia.
Danilo Sorti
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