miércoles, 3 de octubre de 2018

593. Éfeso: el modelo de Iglesia – III; la obra de la gracia y el núcleo del Evangelio


Efesios 1:7-12 RVC
7 En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia,
8 la cual desbordó sobre nosotros en toda sabiduría y entendimiento,
9 y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
10 para que cuando llegara el tiempo señalado reuniera todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
11 En él asimismo participamos de la herencia, pues fuimos predestinados conforme a los planes del que todo lo hace según el designio de su voluntad,
12 a fin de que nosotros, los primeros en esperar en Cristo, alabemos su gloria.


Pablo es el apóstol de la gracia, Juan del amor y la justicia se ve claramente en Santiago, uno de los primeros líderes de la iglesia de Jerusalén. Pablo conoció la gracia de primera mano, Dios, a quien nada se le escapa de las manos, quien tiene todo el poder para hacer lo que quiera cuando quiera, y quien controla la vida de todo ser humano, permitió que Pablo se hundiera en la ley y en el terrible pecado de pretender luchar contra Jesucristo, para que cuando Su gracia se manifestara Pablo pudiera entenderla de una manera mucho más profunda que ningún otro. Fruto de ese entendimiento es lo que leemos en Efesios. La medida en que Dios permite que nosotros profundicemos en el pecado antes de conocerlo es la medida de gracia que Él está dispuesto a darnos, para que también nosotros tengamos algo que contar a los otros pecadores.

Los cristianos que están preocupados por las cosas prácticas, por los proyectos para el Reino, por cambiar en sus vidas, llevar adelante misiones o lo que fuera, suelen “pasar por alto” estas palabras, al menos en cierto sentido. Por el contrario, los cristianos que aman profundizar en el entendimiento de la Palabra pueden quedarse meses anclados en estos pocos versículos. En Su sabiduría, el Espíritu Santo ha puesto ambos tipos de cristianos en el Cuerpo, así que nos necesitamos mutuamente.

Pablo pudo conjugar ambas facetas de una manera maravillosa, porque en sus cartas tenemos una sección “teórica” y otra “práctica”, siempre en ese orden, con lo cual nos dice que lo segundo necesariamente debe estar basado en lo primero, no deberíamos olvidarnos. Y no deberíamos olvidar que la obra de Cristo necesita ambas partes; la mayoría de nosotros no somos como Pablo y nos orientamos más hacia una de las facetas, eso no está mal, simplemente hay que recordar que lo que yo recibo debo darlo al otro, y viceversa. Pablo hablará sobre eso más adelante en la carta.

Aquí están las verdades básicas del Evangelio, y como hemos dicho varias veces, solemos pasarlas por alto una vez que ya “las sabemos”, es decir, una vez que nos hemos convertido. Pero cuidado, porque estas verdades tienen profundidades nuevas, nuevas dimensiones para explorar. Y por otro lado, el Adversario siempre va a intentar socavarlas. No nos engañemos: el pecado no es algo que “se agrega” al fundamento que hemos recibido, necesariamente debe socavar ese fundamento para prosperar.

Y es que el fundamento lo recibimos primeramente en nuestro espíritu y anida en el entendimiento, pero de ahí debe avanzar hacia el resto de nuestra mente / ser, eso es parte de lo que llamamos crecimiento espiritual, madurez, santificación. Cuando viene el engaño de alguna manera contradice estos principios básicos, y si éstos no están claramente presentes en nuestra mente, si no estamos acostumbrados a ponerlos en práctica derivando de ellos la fe y la conducta cristiana, caemos en el error.

En Gálatas se habla de religión y de mandamientos, pero el cristianismo muchas veces termina siendo una lista más larga o más corta de mandamientos, pero lista al fin. Es más, muchos no pueden concebir una vida cristiana que no sea tal cosa. Pero cuando el Espíritu nos presenta a través de Pablo estos principios generales al comienzo de sus cartas en realidad lo está haciendo para que entendamos que los “mandatos” son derivaciones lógicas y necesarias de ellos. Conociendo los principios, teniéndolos siempre presentes, podremos resolver cualquier situación porque basta con aplicarlos guiados por el mismo Espíritu que los inspiró.

·         Somos redimidos, esto es, rescatados. Es fundamental, y se “engancha” con el concepto de guerra espiritual que vendrá más adelante. No somos “mejorados”, no somos “cambiados de posición”, ¡hemos sido comprados en el mercado de esclavos! ¡Hemos sido liberados del Amo más cruel! No podemos ser adecuadamente agradecidos si no entendemos esto, y seremos fácilmente tentados a “volver” cuando no lo comprendamos. No todos han pasado la experiencia de la profunda esclavitud del pecado, a mí el Señor me rescató de joven y por Su gracia no viví lo que otros vivieron, ¡pero tengo ojos y oídos! Y con ellos puedo ver y escuchar los testimonios de otros y entender claramente cuál era el camino que habría de seguir… y como hubiera terminado al final. Éramos esclavos sin poder de decisión.

·         La redención es por el sacrificio de Cristo. A lo largo del cristianismo y en este tiempo también se levantan muchos “caminos alternativos” que sutilmente niegan la cruz de Cristo, es decir, presentan otra forma de conseguir algo de lo que implica la redención. Toda enseñanza, toda práctica cristiana debe ser pasada primero a la luz de Cristo, si la cruz, al final de la historia, termina siendo menoscabada, ¡peligro! ¿Cómo hacemos esto? Una forma es mediante el discernimiento de espíritus, y no debemos subestimarla. Pero junto con eso, debemos llevar hasta sus últimas consecuencias las enseñanzas que escuchemos. Hay mensajes que parecen muy lindos y muy cristocéntricos, pero cuando empezamos a sacar conclusiones a partir de ellos, cuando empezamos a “hacerlos funcionar” en nuestra mente, o los rastreamos en la historia, mucho mejor, resulta que al final su corolario es terrible. Hay caminos que nos parecen derechos pero… hay enseñanzas que parecen sana doctrina, pero…

·         Nuestros pecados fueron perdonados, no cubiertos simplemente. Ya no hay más pecado delante del Padre y por ello somos hechos justos. Nunca debemos olvidarlo, especialmente en este tiempo de “exceso” de gracia: EL problema del hombre ha sido y es el pecado, cualquier doctrina que minimice el terrible impacto del pecado, o que nos sugiera simplemente un “mejoramiento” del ser humano es antibíblica.

·         La gracia es la gracia que alcanza el perdón y nos rescata. No es una gracia indulgente. Y es el verdadero motor de la salvación: nada que merezcamos, nada que Dios tenga que devolvernos, ninguna razón lógica, pura gracia, puro amor del Trino Dios, nada más.

En este solo versículo 7 tenemos primero el conflicto de los siglos: siendo esclavos de Satanás somos rescatados por el sacrificio de Dios Hijo, que ganó el perdón delante de Dios Padre, que derrama sobre nosotros la gracia vida por medio de Dios Espíritu. Nosotros antes y después, la Trinidad y el Adversario mencionados en relación con nuestra salvación y nueva posición. Ese es el fundamento del Evangelio y no debe ser pervertido al intentar desdibujar ninguno de los “actores principales” que allí aparecen.

Hay bastante más para charlar, pero eso lo seguiremos en un próximo artículo de la serie.


Danilo Sorti




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