Salmos 85:9-13 RVC
9 Su salvación está
cerca de quienes le temen, para que su gloria se asiente en nuestra tierra.
10 Se encontrarán la
misericordia y la verdad, se besarán la justicia y la paz.
11 Desde la tierra
brotará la verdad, y desde los cielos observará la justicia.
12 Además, el Señor
nos dará buenas cosas, y nuestra tierra producirá buenos frutos.
13 Delante de él irá
la justicia, para abrirle paso y señalarle el camino.
Misericordia y verdad; no existe la una sin la otra; solo
puede Dios aplicar su misericordia (perfecta en Cristo) cuando hay verdad, no
cuando se oculta o disfraza el pecado. El camino hacia el amor y la
misericordia de Dios tiene un trecho desagradable, que es la verdad, es decir,
reconocer lo que somos, nuestros pecados, errores, rebeldías, desobediencias.
Digo, reconocerlo nosotros porque, ¿acaso estará oculto para Dios? ¿O pensamos
que porque Dios no nos "echa en cara" continuamente nuestros errores
es porque se les pasan por alto?
La verdad aplicada sin misericordia destruye y nos aleja (y
aleja a la gente) de Dios; la verdad amalgamada con la misericordia, de tal
manera que no desaparece ni la una ni la otra, pero llegan a estar tan unidas
que no se aplica la una sin la otra y, como en una amalgama de metales llegan a
formar algo distinto, único, superior en sus propiedades a cada metal por
separado, es lo que tapiza el camino para que la justicia y la paz se
encuentren.
Justicia y paz es lo que sigue reclamando vez tras vez la
sociedad, y lo que cada vez está más lejano... a menos que empecemos a aplicarnos
y aplicar misericordia y verdad. Que nuestra predicación y hablar cotidiano
tenga esos condimentos, por la acción del Espíritu, para que avancen la
justicia y la paz, de tal manera que sea abierto el camino para el Señor.
Danilo Sorti
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