martes, 20 de junio de 2017

30. Los ricos y el Reino de Dios

Mateo 19:22-24 RVC
22  Cuando el joven oyó estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23  Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «De cierto les digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
24  Una vez más les digo, que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios.»

Quizás no haya mucho que agregar a este pasaje porque es bastante conocido; algunos han intentado torcer hábilmente su significado diciendo que el “ojo de una aguja” era en realidad una puerta estrecha por la que los camellos tenían que agacharse para entrar, pero en realidad, si tenemos en cuenta la forma de hablar de Jesús tal elipsis no cuadraría muy bien.

Además, la misma experiencia cristiana ha confirmado (lamentablemente) más de una vez esto que dice: difícilmente los ricos entren en el Reino de Dios, porque tienen puesta su esperanza en las riquezas, que poseen en abundancia (por la gracia y los propósitos divinos, nada más) y que les permiten solucionar todos sus problemas… en la tierra, claro.

Pero este pasaje tiene otra “vuelta de tuerca” si lo ponemos en un contexto más amplio: muchos de los que vivimos hoy en este país, podemos considerarnos “ricos” a comparación de muchísima gente en el mundo, y de la gente de la época de Jesús también. A pesar de que nos siga costando llegar a fin de mes, tenemos muchas más posesiones y comodidades que buena parte del mundo. En cierto sentido, nosotros también “somos ricos”.

Por eso es que Dios ha permitido durante tantas décadas que la crisis azote regularmente a nuestro país, si no hubiera sido así, muy pocos hubieran aceptado el Evangelio. Muy amados del Señor, seamos sinceros, muchos han venido al Señor gracias a una crisis (en todo o en parte) económica, y los que no, han tenido muchas veces que pasar por crisis económicas para acercarse más profundamente al Señor y a su poder.

Son pocos los profesionales o empresarios exitosos, aún siendo cristianos, que tengan una vida espiritual profunda; y de hecho es muy meritorio que así sea.

Job 42:5 DHH
5  Hasta ahora, solo de oídas te conocía,
pero ahora te veo con mis propios ojos.

Job, siendo un hombre santo y justo del cual nada menos que Dios mismo pudo dar testimonio delante del Adversario, tuvo que pasar por una profunda crisis económica y vivencial para tener un encuentro más profundo con el Señor.

Por cierto que no podemos decirle nosotros a Dios cuál es la mejor forma en que vamos a crecer espiritualmente, y si Él dispone crisis y dificultades, sabe por qué lo hace; pero algo sí podemos y debemos hacer: aprovechar nuestras pasajeras riquezas y comodidades en servirle y disponer tiempo en buscarle, dejando de lado las distracciones que pueden ser muy válidas (bien usadas) pero que nos restan tiempo para Él. La iglesia del fin de los tiempos no necesita que el Señor la zarandee para despertarse, ya está despierta y velando continuamente.

¡Señor, ayúdanos a usar el tiempo y los recursos que nos diste para Tu Gloria!

Danilo Sorti





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