Lucas 10:8-12 DHH
8 Al llegar a un
pueblo donde los reciban, coman lo que les sirvan;
9 sanen a los
enfermos que haya allí, y díganles: reino de Dios ya está cerca de ustedes.
10 Pero si llegan a
un pueblo y no los reciben, salgan a las calles diciendo:
11 el polvo de su
pueblo, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos como protesta contra
ustedes! Pero sepan esto, que el reino de Dios ya está cerca de ustedes.
12 Les digo que en
aquel día el castigo para ese pueblo será peor que para la gente de Sodoma.
¡Qué increíble es que el glorioso Evangelio ha sido
depositado en estos "vasos de barro"! ¡Y qué terrible es la autoridad
dada a estos mismos vasos!
Hagamos un poco de historia: los discípulos de Lucas 10 eran
72 (o 70 según algunas variantes textuales, que indicaba el número total de
naciones que creían que existían en esa época), seguramente no tenían más de
dos años de estar con Cristo, probablemente menos, y ya estaban siendo
comisionados con la autoridad tanto de bendición como de terrible juicio,
aunque no propiamente por ellos sino por la respuesta al mensaje de ellos.
¡Qué terrible! Es la respuesta que la gente da al mensaje de
estos vasos de barro lo que va a determinar su destino futuro. El maravilloso
Vino de Dios se transmite a través de tan humildes recipientes.
Cualquiera podría ver un montón de imperfecciones en un vaso
de barro, además de su evidente fragilidad. Haciendo una muy pobre comparación,
sería como si se sirviera en un vasito descartable de mala calidad un, por ejemplo,
Catena Zapata Estiba Reservada, o Felipe Rutini Blend o Volturno Cabernet
Sauvignon-Malbec (bueno, no soy experto en vino, simplemente es lo que encontré
en Internet...). Seguro que algún mendocino o San Juanino se estaría
retorciendo de solo pensarlo...
Bueno, el precio del Evangelio es infinitamente superior al
de esos vinos y el "deprecio" de los recipientes, bueno, mucho más
bajo...
Al rechazar el recipiente, se rechaza el contenido; y por
cierto que la vasija es "justificablemente" rechazable para los
humanos... pero no para Dios.
¿Qué podemos decir? Creo que deberíamos cuidarnos de no ser
innecesariamente rechazables para los otros, pero inevitablemente lo seremos y
así está estipulado en los cielos, por lo que tampoco debemos ser tan
"accesibles" que violemos la moral bíblica. Y además, ¿cómo andamos
por casa?
Vez tras vez hemos rechazado, nosotros, vasijas que, de
verdad, eran muy feas, pero en las cuales Dios había derramado un vino
preciosísimo.
¡Señor, permitinos ver con Tus ojos el Vino Nuevo que has
puesto en simples vasos de barro!
Danilo Sorti
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