Génesis 3:1-5 RVC
1 La serpiente era el animal más astuto de todos los que
Dios el Señor había creado. Así que le dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ha
dicho a ustedes que no coman de ningún árbol del huerto?»
2 La mujer le respondió a la serpiente: «Podemos comer del
fruto de los árboles del huerto,
3 pero Dios nos dijo: “No coman del fruto del árbol que está
en medio del huerto, ni lo toquen. De lo contrario, morirán.”»
4 Entonces la serpiente le dijo a la mujer: «No morirán.
5 Dios bien sabe que el día que ustedes coman de él, se les
abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del mal.»
La tentación de Génesis 3 nos muestra dos condiciones
previas que abrieron el camino al engaño, y además algunas diferencias entre
ambos géneros, aunque no deberíamos ser demasiado taxativos con esto porque nos
pasa también sin diferencia.
Adán tenía la responsabilidad de cuidar el huerto, el
"debía estar ahí", no debía permitir que nada extraño ingresara.
Cuando ocurre la tentación, no estuvo. Eva era más fácilmente engañable, y tomó
una decisión sola, sin buscar el consejo de Adán.
Quién debía cuidar no lo estaba haciendo y quién debía
cuidarse y buscar el cuidado de otro se expuso sin reparos a escuchar el
mensaje.
Alguien debe cuidar, y no ser negligente en hacerlo. Y
alguien debe tener cuidado de lo que escucha y, más que nada, no tomar
decisiones sin adecuado consejo; debe saber que tiene que ser cuidado. Creo que
son las debilidades más frecuentes en hombre y mujeres respectivamente, aunque
en realidad nadie está libre de ninguna.
Que el Señor nos ayude a no "ponernos en el lugar de la
tentación" porque sin duda que la serpiente "acudirá a la cita".
Que el Señor nos ayude a no corrernos de la función de protección, porque sin
duda alguien va a sufrir.
Danilo Sorti.
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