1 Juan 3:1-3 RVC
1 Miren cuánto nos
ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios. Y lo somos. El
mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él.
2 Amados, ahora somos
hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos
que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal
como él es.
3 Y todo aquel que
tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
Las esperanzas de la Biblia no son simplemente bonitas
declaraciones, o algo que ocurrirá en el futuro y que no tiene mucho que ver
con mis problemas de aquí y ahora. Las esperanzas cristianas constituyen la
fuerza de santificación del creyente, y la santificación es el paso previo a la
bendición y la autoridad en esta tierra, aquí y ahora.
Las esperanzas dadas en la Palabra no deben ser
menospreciadas, no deben ser relegadas a simplemente recordarlas de vez en
cuando, deben estar siempre presentes porque su poder es no solo para el futuro
sino para el aquí y ahora.
Las corrientes cristianas que descuidan o simplemente niegan
las esperanzas del futuro, como el arrebatamiento, la venida de Cristo en
gloria, nuestra vida en el cielo, etc., están destruyendo la santidad de la
iglesia, y consecuentemente su poder (claro, además del error doctrinal);
queriendo enfocar el servicio cristiano en impactar la sociedad en el aquí y
ahora (que ES SIN DUDA una parte fundamental del ministerio cristiano, aunque
no todo) finalmente logran lo contrario. ¡Ni la más pequeña letra que Dios ha
dejado en Su palabra es despreciable!
¡Espíritu Santo, afírmanos en las esperanzas que has dejado
en Tu Palabra!
Danilo Sorti
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