Los tiempos difíciles sirven para que la gente busque a
Dios. Es cierto que:
Mateo 24:7 RVC
7 Porque se levantará nación contra nación, y
reino contra reino, y habrá hambre y terremotos en distintos lugares.
Y también es cierto que:
Mateo 24:8 RVC
8 Todo esto será sólo el comienzo de los
dolores.
Ni podemos cerrar los ojos y hacer aquello que es tan común
en nuestras iglesias evangélicas:
Jeremías 8:11 RVC
11 Se les hace fácil sanar la herida de la hija
mi pueblo, con sólo decir “¡Paz, paz!” ¡Pero no hay paz!
Jeremías 8:11 DHH
11 Tratan por encima las heridas de mi pueblo;
dicen que todo está bien,
cuando todo está tan mal.
Ni podemos caer en la
desesperación pecaminosa:
Isaías 22:13 RVC
13 pero ustedes prefirieron gozar y divertirse,
matar vacas y degollar ovejas, comer carne y beber vino. Y decían: «Comamos y
bebamos, que mañana moriremos.»
¿Qué es lo que dice el
Señor?
Isaías 22:12 DHH
12 Ese día el Señor todopoderoso
los invitó a ustedes a
llorar y a lamentarse,
a raparse la cabeza
y a ponerse ropas ásperas
en señal de dolor.
Durante mucho tiempo hemos
predicado el Evangelio de:
Mateo 11:28 DHH
28 Vengan a mí todos ustedes que están cansados
de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar.
¡Esto es verdad y lo será
por toda la eternidad! Sin embargo, dado el poquísimo tiempo que falta para la
venida del Amado, es necesario, ¡es urgente!, que reenfoquemos nuestra
predicación. Yo creo que el Evangelio de este tiempo debe ser el de
Apocalipsis:
Apocalipsis 14:7 RVC
7 Ese ángel decía con fuerte voz: «Teman a
Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. …
A medida que este tiempo de
la gracia está terminando, aquellos que vez tras vez han rechazado creer en
Dios tendrán pocas oportunidades más de salvación en medio del dolor y el
sufrimiento que están plagando el mundo entero; ¿tendremos algo mejor nosotros
para escapar de Sus juicios?
Pero aún en medio de los
peores juicios Dios no cambia; todavía no se ha cerrado la puerta de la gracia.
Jonás 3:10 RVC
10 Y al ver Dios lo que hicieron, y que se
habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles el daño
que les había anunciado, y desistió de hacerlo.
Y entonces volvemos a
nosotros. El Señor tuvo que mandar primeramente una terrible tormenta y después
un gran pez para llevar al rebelde profeta Jonás a su destino. Su predicación,
según la Biblia, no fue de mucho más que cinco palabras. No le importaba ni en
lo más mínimo que se arrepintieran, no se esforzó para que creyeran, terminó y
se fue. ¡¡Y ellos creyeron, se arrepintieron y evitaron el juicio!!
Muy queridos hermanos, no
sea que el Señor tenga que mandarnos problemas y dificultades para que
anunciemos el Evangelio de Su Salvación.
Danilo Sorti
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