2 Corintios 6:4RVC
4 Más bien, siempre damos muestras de que
somos ministros de Dios, con mucha paciencia en las tribulaciones …
2 Corintios 1:3-5 RVC
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
4 quien nos consuela en todas nuestras
tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están
sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por
Dios.
5 Porque así como abundan en nosotros las
aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestra
consolación.
El significado de tribulación, “thlipsis” θλίψις es opresión, presión, angustia, persecución,
y en general, todo aquello que constituye una carga para el espíritu. En el
pasaje de 2 Corintios 6:4 “tribulación” sirve de introducción o resumen de todo
lo que sigue a continuación, pero también me parece que se está refiriendo
específicamente a la aflicción del espíritu, porque más adelante hace un
extenso detalle de tribulaciones “físicas”.
Este tipo de aflicción es una experiencia por
demás de común en los hijos de Dios, de todos los tiempos.
Génesis 42:21 RVC
21 pero se decían el uno al otro: «Realmente
hemos pecado contra nuestro hermano, pues lo vimos angustiarse y rogarnos, y no
le hicimos caso. Por eso nos ha sobrevenido esta angustia.»
Job 7:11 RVC
11 »Por eso no puedo quedarme callado. Es
tanta mi angustia y mi amargura que tengo que dar voz a mi queja.
David fue “experto” en ella:
2 Samuel 4:9 RVC
9 Pero David les respondió: «Juro por el
Señor, que me ha librado de toda angustia,
Salmos 31:9 RVC
9 Ten misericordia de mí, Señor, porque estoy
muy angustiado. Mis ojos se consumen de tristeza, lo mismo que mi alma y todo
mi ser.
Salmos 69:1-3 RVC
1 Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han
llegado hasta el cuello.
2 Me encuentro hundido en profundo pantano, y
no hallo dónde poner el pie. He caído en aguas abismales, y me cubre la
corriente.
3 Ya me canso de llamar; ronca está mi
garganta; mis ojos desfallecen en espera de mi Dios.
La nación misma de Israel pasó varias veces
por esa experiencia colectiva:
Jeremías 4:31 RVC
31 Ya escucho el clamor de una que está en
labor de parto. Es como la voz angustiosa de una primeriza. Es la voz de la
hija de Sión, que llora y extiende las manos. Y dice: «¡Ay de mí! ¡Mi ánimo
decae por causa de los que quieren matarme!»
Y en la hora de prueba, Aquel que rebosaba
del gozo del Espíritu, también participó de un sufrimiento similar:
Marcos 14:34 RVC
34 Les dijo: «Siento en el alma una tristeza
de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos.»
Si solamente tuviéramos que copiar los textos
en donde vemos la angustia y aflicción de los siervos de Dios necesitaríamos
mucho espacio. La aflicción de espíritu y el dolor del alma constituyen una
experiencia frecuente, inevitable y necesaria.
¿Quién no puede hablar sobre eso? En algunos
ámbitos permeados por el evangelio de la prosperidad o alguna especie de
exitismo cristiano no es un tema que se trate, y hasta se supone que “algo anda
mal” con el cristiano y mucho más con el líder que pasa por ese tipo de
experiencias. Muchos cristianos hoy no quieren saber nada con eso y han creído
(por propia voluntad) un evangelio falso, por lo que no van a mirar con buenos
ojos a un pastor o maestro que les hable de esos temas, ni mucho menos que
confiese que él pasa por ese tipo de experiencias. Por supuesto, no piense el
tal líder que va a tener en estos tiempos una iglesia llena…
Vivimos en un tiempo de imagen y fantasía, no
se soporta la realidad, por más que estamos inmersos en ella y debamos
transcurrirla. La iglesia es una especie de Disneyworld espiritual para muchos.
Pero no nos asombremos como si fuera algo tan extraño porque a los corintios,
hace casi dos mil años, les pasaba lo mismo: Pablo tenía que defender su
ministerio frente al ministerio de otros apóstoles que se mostraban como súper
exitosos y para ello expone, no sus éxitos superiores sino todo lo contrario,
sus “aflicciones superiores”.
La aflicción de espíritu que pasamos todos
los hijos de Dios, y más aquellos que sirven al Señor, es, como su nombre lo
indica, algo espiritual; va más allá de las circunstancias materiales y
fácilmente podemos reconocer que “no viene de allí”, por más que ellas sean su
puerta de entrada. Por eso es necesario que discernamos adecuadamente los
fenómenos del alma y los del espíritu, porque sino vamos a estar “buscando”
soluciones en el lugar incorrecto, soluciones para el alma, que no sirven en
estos casos.
“Resulta que siempre me he esforzado en
servir al Señor y buscarlo con todo el corazón, ¡y me viene esta aflicción!”
Sí, así es. Es parte de la lucha espiritual que enfrentamos, es una batalla en
sí misma, algo está pasando en el mundo espiritual, nuestro espíritu está en
lucha, siendo oprimido por espíritus enemigos de una forma que el alma no puede
entender perfectamente, y no hay más solución que atravesar por el “valle de
sombra de muerte”.
También en esta época de soluciones quasi
milagrosas buscamos una solución rápida para la angustia de espíritu, pero
puede no ser tan simple de hallar. Las oraciones de hermanos fieles y su
compañía resultan de mucha bendición:
Mateo 26:38-40 RVC
38 Entonces les dijo: «Quédense aquí, y velen
conmigo, porque siento en el alma una tristeza de muerte.»
39 Unos pasos más adelante, se inclinó sobre
su rostro y comenzó a orar. Y decía: «Padre mío, si es posible, haz que pase de
mí esta copa. Pero que no sea como yo lo quiero, sino como lo quieres tú.»
40 Luego volvió con sus discípulos, y como
los encontró durmiendo, le dijo a Pedro: «¿Así que no han podido mantenerse
despiertos conmigo ni una hora?
No son momentos que podamos “solucionar”
nosotros solos muy fácilmente, pero al igual que Jesús, lo más probable es que
sí tengamos que atravesarlos solos. ¿Necesitaba el Señor que ellos estuvieran
con Él en esa situación? Sí, pero no estuvieron.
Si nosotros pasamos cada tanto por esas
aflicciones de espíritu, lo cierto es que nuestro Señor ESTÁ PASANDO A DIARIO
POR MUCHAS DE ELLAS. En la aflicciones de Sus hijos por todo el mundo, en
nuestra incredulidad y decisiones erradas, en aquellos que son perseguidos y
torturados por su fe, en la destrucción de Su creación, en las injusticias que
se cometen a diario, en los ataque espirituales, en todos aquellos que no se
han querido arrepentir de sus caminos y se condenan a sí mismos.
Él estuvo solo, pero ahora nosotros no, por
eso Esteban pudo decir:
Hechos 7:55-56 RVC
55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo,
levantó los ojos al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús a su derecha.
56 Dijo entonces: «Veo los cielos abiertos, y
que el Hijo del Hombre está a la derecha de Dios.»
Y por eso podemos leer de nuevo la Gran
Comisión y encontrar otra perspectiva:
Mateo 28:20 RVC
20 Enséñenles a cumplir todas las cosas que
les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo.» Amén.
“Yo estaré con ustedes”, no solamente para
hacer milagros, no solamente para guiarnos, no solamente para enseñarnos, sino
también para acompañarnos en las aflicciones y tribulaciones, en la angustia de
espíritu, en esa lucha que es nuestra y nada más que nuestra, que es necesario
que atravesemos y venzamos, pero ahora no solos.
Me faltaba decir algo, el “valle de sombra de
muerte” es necesario atravesarlo, debemos hacerlo y no hay absolutamente ningún
sustituto ni fórmula mágica para resolverlo sin aflicción de espíritu, pero
llega a su fin.
Salmos 34:19 RVC
19 El justo pasa por muchas aflicciones, pero
el Señor lo libra de todas ellas.
La aflicción de espíritu difícilmente sea
entendida por otros, y aquellos que sí pueden hacerlo suelen ser pocos, pero el
Señor siempre está allí y siempre puede comprenderla, y acompañarnos hasta el
fin. Vamos de Su mano confiando en que Él ya ha puesto en nosotros, por Su
Espíritu, la capacidad para luchar y vencer.
Danilo Sorti
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