viernes, 30 de marzo de 2018

437. Con mucha paciencia en las tribulaciones


2 Corintios 6:4RVC
4 Más bien, siempre damos muestras de que somos ministros de Dios, con mucha paciencia en las tribulaciones …

2 Corintios 1:3-5 RVC
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
4 quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
5 Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestra consolación.

El significado de tribulación, thlipsis θλίψις es opresión, presión, angustia, persecución, y en general, todo aquello que constituye una carga para el espíritu. En el pasaje de 2 Corintios 6:4 “tribulación” sirve de introducción o resumen de todo lo que sigue a continuación, pero también me parece que se está refiriendo específicamente a la aflicción del espíritu, porque más adelante hace un extenso detalle de tribulaciones “físicas”.

Este tipo de aflicción es una experiencia por demás de común en los hijos de Dios, de todos los tiempos.

Génesis 42:21 RVC
21 pero se decían el uno al otro: «Realmente hemos pecado contra nuestro hermano, pues lo vimos angustiarse y rogarnos, y no le hicimos caso. Por eso nos ha sobrevenido esta angustia.»

Job 7:11 RVC
11 »Por eso no puedo quedarme callado. Es tanta mi angustia y mi amargura que tengo que dar voz a mi queja.

David fue “experto” en ella:

2 Samuel 4:9 RVC
9 Pero David les respondió: «Juro por el Señor, que me ha librado de toda angustia,

Salmos 31:9 RVC
9 Ten misericordia de mí, Señor, porque estoy muy angustiado. Mis ojos se consumen de tristeza, lo mismo que mi alma y todo mi ser.

Salmos 69:1-3 RVC
1 Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han llegado hasta el cuello.
2 Me encuentro hundido en profundo pantano, y no hallo dónde poner el pie. He caído en aguas abismales, y me cubre la corriente.
3 Ya me canso de llamar; ronca está mi garganta; mis ojos desfallecen en espera de mi Dios.

La nación misma de Israel pasó varias veces por esa experiencia colectiva:

Jeremías 4:31 RVC
31 Ya escucho el clamor de una que está en labor de parto. Es como la voz angustiosa de una primeriza. Es la voz de la hija de Sión, que llora y extiende las manos. Y dice: «¡Ay de mí! ¡Mi ánimo decae por causa de los que quieren matarme!»

Y en la hora de prueba, Aquel que rebosaba del gozo del Espíritu, también participó de un sufrimiento similar:

Marcos 14:34 RVC
34 Les dijo: «Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos.»

Si solamente tuviéramos que copiar los textos en donde vemos la angustia y aflicción de los siervos de Dios necesitaríamos mucho espacio. La aflicción de espíritu y el dolor del alma constituyen una experiencia frecuente, inevitable y necesaria.

¿Quién no puede hablar sobre eso? En algunos ámbitos permeados por el evangelio de la prosperidad o alguna especie de exitismo cristiano no es un tema que se trate, y hasta se supone que “algo anda mal” con el cristiano y mucho más con el líder que pasa por ese tipo de experiencias. Muchos cristianos hoy no quieren saber nada con eso y han creído (por propia voluntad) un evangelio falso, por lo que no van a mirar con buenos ojos a un pastor o maestro que les hable de esos temas, ni mucho menos que confiese que él pasa por ese tipo de experiencias. Por supuesto, no piense el tal líder que va a tener en estos tiempos una iglesia llena…

Vivimos en un tiempo de imagen y fantasía, no se soporta la realidad, por más que estamos inmersos en ella y debamos transcurrirla. La iglesia es una especie de Disneyworld espiritual para muchos. Pero no nos asombremos como si fuera algo tan extraño porque a los corintios, hace casi dos mil años, les pasaba lo mismo: Pablo tenía que defender su ministerio frente al ministerio de otros apóstoles que se mostraban como súper exitosos y para ello expone, no sus éxitos superiores sino todo lo contrario, sus “aflicciones superiores”.

La aflicción de espíritu que pasamos todos los hijos de Dios, y más aquellos que sirven al Señor, es, como su nombre lo indica, algo espiritual; va más allá de las circunstancias materiales y fácilmente podemos reconocer que “no viene de allí”, por más que ellas sean su puerta de entrada. Por eso es necesario que discernamos adecuadamente los fenómenos del alma y los del espíritu, porque sino vamos a estar “buscando” soluciones en el lugar incorrecto, soluciones para el alma, que no sirven en estos casos.

“Resulta que siempre me he esforzado en servir al Señor y buscarlo con todo el corazón, ¡y me viene esta aflicción!” Sí, así es. Es parte de la lucha espiritual que enfrentamos, es una batalla en sí misma, algo está pasando en el mundo espiritual, nuestro espíritu está en lucha, siendo oprimido por espíritus enemigos de una forma que el alma no puede entender perfectamente, y no hay más solución que atravesar por el “valle de sombra de muerte”.

También en esta época de soluciones quasi milagrosas buscamos una solución rápida para la angustia de espíritu, pero puede no ser tan simple de hallar. Las oraciones de hermanos fieles y su compañía resultan de mucha bendición:

Mateo 26:38-40 RVC
38 Entonces les dijo: «Quédense aquí, y velen conmigo, porque siento en el alma una tristeza de muerte.»
39 Unos pasos más adelante, se inclinó sobre su rostro y comenzó a orar. Y decía: «Padre mío, si es posible, haz que pase de mí esta copa. Pero que no sea como yo lo quiero, sino como lo quieres tú.»
40 Luego volvió con sus discípulos, y como los encontró durmiendo, le dijo a Pedro: «¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora?

No son momentos que podamos “solucionar” nosotros solos muy fácilmente, pero al igual que Jesús, lo más probable es que sí tengamos que atravesarlos solos. ¿Necesitaba el Señor que ellos estuvieran con Él en esa situación? Sí, pero no estuvieron.

Si nosotros pasamos cada tanto por esas aflicciones de espíritu, lo cierto es que nuestro Señor ESTÁ PASANDO A DIARIO POR MUCHAS DE ELLAS. En la aflicciones de Sus hijos por todo el mundo, en nuestra incredulidad y decisiones erradas, en aquellos que son perseguidos y torturados por su fe, en la destrucción de Su creación, en las injusticias que se cometen a diario, en los ataque espirituales, en todos aquellos que no se han querido arrepentir de sus caminos y se condenan a sí mismos.

Él estuvo solo, pero ahora nosotros no, por eso Esteban pudo decir:

Hechos 7:55-56 RVC
55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, levantó los ojos al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús a su derecha.
56 Dijo entonces: «Veo los cielos abiertos, y que el Hijo del Hombre está a la derecha de Dios.»

Y por eso podemos leer de nuevo la Gran Comisión y encontrar otra perspectiva:

Mateo 28:20 RVC
20 Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén.

“Yo estaré con ustedes”, no solamente para hacer milagros, no solamente para guiarnos, no solamente para enseñarnos, sino también para acompañarnos en las aflicciones y tribulaciones, en la angustia de espíritu, en esa lucha que es nuestra y nada más que nuestra, que es necesario que atravesemos y venzamos, pero ahora no solos.

Me faltaba decir algo, el “valle de sombra de muerte” es necesario atravesarlo, debemos hacerlo y no hay absolutamente ningún sustituto ni fórmula mágica para resolverlo sin aflicción de espíritu, pero llega a su fin.

Salmos 34:19 RVC
19 El justo pasa por muchas aflicciones, pero el Señor lo libra de todas ellas.

La aflicción de espíritu difícilmente sea entendida por otros, y aquellos que sí pueden hacerlo suelen ser pocos, pero el Señor siempre está allí y siempre puede comprenderla, y acompañarnos hasta el fin. Vamos de Su mano confiando en que Él ya ha puesto en nosotros, por Su Espíritu, la capacidad para luchar y vencer.


Danilo Sorti





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