jueves, 1 de marzo de 2018

412. “Se salvará engendrando hijos”, una maravillosa comisión para las mujeres que el Espíritu de Religión ha torcido

1 Timoteo 2:15 RVC
15 Pero se salvará al engendrar hijos, si es que con modestia permanece en la fe, el amor y la santificación.

1 Timoteo 2:15 DHH
15 Pero la mujer se salvará si cumple sus deberes como madre, y si con buen juicio se mantiene en la fe, el amor y la santidad.


Durante siglos el capítulo 2 de 1 Timoteo ha sido uno de los “favoritos” para mantener a las mujeres sometidas a una forma de cristianismo autoritario, pero carente de la verdadera autoridad. Como reacción, hoy muchos simplemente “se han olvidado” de él; no quieren caer en el “feminismo cristiano” pero tampoco saben que enseñanza sacar que no sea claramente “machista”. Como todo en la Biblia, si asumimos que por encima de los escritores humanos hay “UN” autor, que es el Espíritu, no tendríamos problemas en buscar aclaraciones en otros escritos cuando un pasaje se nos presenta difícil. Es decir, una doctrina no se puede hacer con un solo pasaje, tal como hacen muchos teólogos encumbrados.

Pero no pretendo hablar de todo el capítulo aquí, sino de esta maravillosa expresión. La traducción más literal de “engendrar hijos” ha sido expresada también como “(cumplir con los) deberes de madre”. “Se salvará” no puede ser entendida en sentido de la salvación del alma porque anularía la doctrina claramente establecida de la salvación por fe, por lo que tiene más sentido en “solución de problemas”, como la expresión popular que suele usarse cuando pudimos resolver una situación muy difícil: “¡me salvé!”.

Pero aún nos queda el problema de “engendrar hijos”. Desde un punto de vista muy práctico, y ubicándonos en el siglo primero, deberíamos admitir que, sin ningún tipo de sistema jubilatorio ni seguro médico, ¿quién podía ayudar a una mujer anciana sino sus hijos? Lo mismo vale para el hombre, claro, pero lo cierto es que nuestro promedio de vida siempre ha sido menor que el de las mujeres, y en los convulsionados tiempos del pasado, supongo que bastante menor todavía; por lo que era más difícil que hubiera hombres ancianos que hubiera mujeres ancianas. Bueno, seamos más sinceros aún: AQUÍ Y AHORA, en nuestros sociedades “modernas” los sistemas de seguro y jubilación no están accesibles para todos, no garantizan la mayoría de las veces un buen pasar, y dado el envejecimiento poblacional que ocurre en la mayoría de los países, cada vez son menos los trabajadores aportantes y proporcionalmente más los jubilados; por eso el sistema está en crisis y más lo estará en el futuro. Además, no en todos los países del mundo existe un sistema jubilatorio y de seguro médico.

Tener hijos habiendo sido una buena madre (y padre, en el caso de los hombres) es una garantía muy práctica para solucionar los problemas de la vejez, es decir, que los hijos ya adultos tengan buenos recuerdos de sus padres como para estar dispuestos a ayudarlos; y eso no siempre pasa... Yo sé que algunos de mis amigos en este punto empezarían a protestar del gobierno y del sistema económico y de la corrupción institucionalizada y de los propósitos de la élite de reducir la población mundial; dirán que las jubilaciones tienen que mejorar y el seguro médico debe ser accesible, y tienen razón, pero la Biblia no es un “panfleto político”, es muchas cosas, pero por sobre todo, es práctica y real; y la realidad es así, mejoró en el último siglo pero no podemos suponer que las cosas sigan igual.

Pero démosle otra “vuelta de tuerca” al asunto. Ya que es Pablo el que escribe, comparemos con otros pasajes:

1 Corintios 4:15 RVC
15 Porque aunque ustedes tengan diez mil instructores en Cristo, no tienen muchos padres, pues en Cristo Jesús yo los engendré por medio del evangelio.

Gálatas 4:19 RVC
19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en ustedes,

“Engendrar hijos” también puede interpretarse en un sentido espiritual, hay más ejemplos en el Nuevo Testamento y no solo el de Pablo. Sin embargo, creo que el pasaje más esclarecedor lo tenemos en la segunda carta que le dirige a Timoteo:

2 Timoteo 1:1-5 RVC
1 Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios y según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús,
2 a Timoteo, amado hijo: Que tengas gracia, misericordia y paz, de Dios el Padre y de Jesucristo nuestro Señor.
3 Doy gracias a Dios, a quien, como mis antepasados, sirvo con limpia conciencia, de que siempre, día y noche, me acuerdo de ti en mis oraciones.
4 Al acordarme de tus lágrimas siento deseos de verte, para llenarme de gozo;
5 pues me viene a la memoria la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que habita en ti también.

Timoteo, un fiel ayudante y sucesor de Pablo, un verdadero “hijo” espiritual, tuvo dos “madres”: su abuela y su madre propiamente dicha, que le transmitieron la fe. No fueron solo “madres físicas” sino espirituales.

La mujer ha recibido la naturaleza de madre, es la que puede criar y nutrir a los hijos. El diseño biológico es así, y debo recordar que ese diseño no es ni más ni menos que lo que Dios Creador ha puesto en los seres vivos. Pero ese diseño biológico, material, es un reflejo del diseño espiritual: Dios ha dado a las mujeres la capacidad, no solo biológica y psicológica, sino espiritual, de gestar hijos, parirlos y cuidarlos.

¿Por qué terminan muriendo muchos ministerios? Porque hay solo hombres como ministros que al final generan una especie de “homosexualidad espiritual”. ¿Qué le ha dado al Espíritu Sodomita tanta autoridad en este siglo? Varias cosas, pero probablemente esta sea una de ellas. Es por demás de lógico, los hombres, al igual que las mujeres, somos incompletos en nosotros mismos, necesitamos uno del otro, así lo diseñó Dios, ¿por qué razón ese principio básico, constitutivo, fundamental de la esencia humana, dejaría de aplicarse en uno de los ámbitos de la actividad humana como el ministerio?

Humanamente, en el ámbito de vida de este mundo, la mujer “se salva” (soluciona sus problemas) teniendo hijos, algunas no, por supuesto, pero veamos los porcentajes de cuántas pueden realmente forjar “su propio” destino y no necesitar depender de nadie. Ahora bien, el contexto de los capítulos 2 y 3 tiene que ver con el ministerio en la iglesia, y podríamos interpretar, en ese sentido, a estos “hijos” también como hijos espirituales: la mujer tiene un rol insustituible engendrando y cuidando a los hijos espirituales, como una verdadera madre espiritual (y no como a las esposas de los apostolobos les gusta llamarse).

Un evangelio conformado a la imagen masculina ha implantado en la mente de los creyentes ese mismo punto de vista. En el otro extremo, un evangelio de corte “feminista” no es muy diferente al “machismo a la inversa”, es decir, mantiene los mismos roles pero ubicando mujeres allí. Es necesaria una lectura desde las hijas de Dios del Evangelio, desde su punto de vista; la misma Verdad, la misma Palabra, el mismo Dios que la escribió, pero desde otro enfoque. De esa forma, las cristianas pueden asumir plena y bíblicamente su rol maravilloso de madres espirituales, abriendo un nuevo campo de funciones y actividades tanto o más valioso que el masculino.

Dios ha puesto Su sello en nuestra naturaleza, necesitamos buscarlo, permitir que “limpie” esa naturaleza que nos dio pero que fue corrompida, alumbrarla y encauzarla con la Verdad, y allí estarán todos los fundamentos que necesitamos para ser verdaderos hombres y verdaderas mujeres en nuestro rol como cristianos.

¿Desde qué posición engendra a estos hijos? “si es que con modestia permanece en la fe, el amor y la santificación.” La mujer necesita modestia, al igual que el hombre, sin embargo Pablo lo está diciendo aquí de la mujer, que ha sido y es históricamente menospreciada en los roles sociales “importantes” (porque son los más visibles) y que por lo tanto muy fácilmente es tentada a hacer ostentación de autoridad y caer presa del orgullo cuando recibe “autoridad” (suponiendo que la autoridad pudiera ser dada por alguna institución humana, claro…).

La fe, el amor y la santificación puede ser una alusión al Dios Trino: la fe en Dios Padre, el amor de Dios Hijo y la santificación de Dios Espíritu. Está claro que permanecer en la modestia y la manifestación del Dios Trino es tanto para mujeres como para hombres, pero aquí se está refiriendo a las primeras.

Los hijos no se crían con orgullo porque eso reproduce el orgullo en ellos, además de generar ira y frustración. El orgullo necesita ser alimentado por los otros, y esos hijos terminan siendo los siervos de ese orgullo, “comidos” para que la madre sea reafirmada en su vanidad. La modestia permite que los hijos puedan desarrollarse en el potencial que Dios les ha dado, no los avergüenza, no los expone innecesariamente (como los hijos de las “famosas”).

La fe, el amor y la santificación resumen todo el conocimiento del Dios Trino, no un conocimiento teórico, sino sumamente práctico: las tres palabras lo son en extremo, implican toda nuestra vida, cuerpo, alma y espíritu, experimentando, controlada y disfrutando de Dios.

¿Cuán importante es el rol de madre espiritual?

Proverbios 22:6 RVC
6 Enseña al niño a seguir fielmente su camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él.

He observado que esta verdad no se aplica solamente para los niños desde el punto de vista de la edad, sino también espiritual; los primeros tiempos después de convertido son fundamentales. Años de seminario difícilmente van a cambiar actitudes y prácticas que se forjaron en los primeros tiempos, generalmente las corrompen un poco.

Necesitamos desesperadamente madres espirituales, mujeres que sean lo suficientemente valientes y lo suficientemente seguras de sí para cumplir su rol a pesar de los hombres inseguros que quieren sacarlas del ministerio. Necesitamos madres que se establezcan en su rol y no pretendan cumplir una función “masculina”.

¡Señor, levanta madres espirituales!



Danilo Sorti




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