1 Timoteo 2:15 RVC
15 Pero se salvará al engendrar hijos, si es
que con modestia permanece en la fe, el amor y la santificación.
1 Timoteo 2:15 DHH
15 Pero la mujer se salvará si cumple sus
deberes como madre, y si con buen juicio se mantiene en la fe, el amor y la
santidad.
Durante siglos el capítulo 2 de 1 Timoteo ha
sido uno de los “favoritos” para mantener a las mujeres sometidas a una forma
de cristianismo autoritario, pero carente de la verdadera autoridad. Como
reacción, hoy muchos simplemente “se han olvidado” de él; no quieren caer en el
“feminismo cristiano” pero tampoco saben que enseñanza sacar que no sea
claramente “machista”. Como todo en la Biblia, si asumimos que por encima de
los escritores humanos hay “UN” autor, que es el Espíritu, no tendríamos
problemas en buscar aclaraciones en otros escritos cuando un pasaje se nos
presenta difícil. Es decir, una doctrina no se puede hacer con un solo pasaje,
tal como hacen muchos teólogos encumbrados.
Pero no pretendo hablar de todo el capítulo
aquí, sino de esta maravillosa expresión. La traducción más literal de
“engendrar hijos” ha sido expresada también como “(cumplir con los) deberes de
madre”. “Se salvará” no puede ser entendida en sentido de la salvación del alma
porque anularía la doctrina claramente establecida de la salvación por fe, por
lo que tiene más sentido en “solución de problemas”, como la expresión popular
que suele usarse cuando pudimos resolver una situación muy difícil: “¡me
salvé!”.
Pero aún nos queda el problema de “engendrar
hijos”. Desde un punto de vista muy práctico, y ubicándonos en el siglo
primero, deberíamos admitir que, sin ningún tipo de sistema jubilatorio ni
seguro médico, ¿quién podía ayudar a una mujer anciana sino sus hijos? Lo mismo
vale para el hombre, claro, pero lo cierto es que nuestro promedio de vida
siempre ha sido menor que el de las mujeres, y en los convulsionados tiempos
del pasado, supongo que bastante menor todavía; por lo que era más difícil que
hubiera hombres ancianos que hubiera mujeres ancianas. Bueno, seamos más
sinceros aún: AQUÍ Y AHORA, en nuestros sociedades “modernas” los sistemas de
seguro y jubilación no están accesibles para todos, no garantizan la mayoría de
las veces un buen pasar, y dado el envejecimiento poblacional que ocurre en la
mayoría de los países, cada vez son menos los trabajadores aportantes y proporcionalmente
más los jubilados; por eso el sistema está en crisis y más lo estará en el
futuro. Además, no en todos los países del mundo existe un sistema jubilatorio
y de seguro médico.
Tener hijos habiendo sido una buena madre (y
padre, en el caso de los hombres) es una garantía muy práctica para solucionar
los problemas de la vejez, es decir, que los hijos ya adultos tengan buenos
recuerdos de sus padres como para estar dispuestos a ayudarlos; y eso no
siempre pasa... Yo sé que algunos de mis amigos en este punto empezarían a
protestar del gobierno y del sistema económico y de la corrupción
institucionalizada y de los propósitos de la élite de reducir la población mundial;
dirán que las jubilaciones tienen que mejorar y el seguro médico debe ser
accesible, y tienen razón, pero la Biblia no es un “panfleto político”, es
muchas cosas, pero por sobre todo, es práctica y real; y la realidad es así,
mejoró en el último siglo pero no podemos suponer que las cosas sigan igual.
Pero démosle otra “vuelta de tuerca” al
asunto. Ya que es Pablo el que escribe, comparemos con otros pasajes:
1 Corintios 4:15 RVC
15 Porque aunque ustedes tengan diez mil
instructores en Cristo, no tienen muchos padres, pues en Cristo Jesús yo los
engendré por medio del evangelio.
Gálatas 4:19 RVC
19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir
dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en ustedes,
“Engendrar hijos” también puede interpretarse
en un sentido espiritual, hay más ejemplos en el Nuevo Testamento y no solo el
de Pablo. Sin embargo, creo que el pasaje más esclarecedor lo tenemos en la
segunda carta que le dirige a Timoteo:
2 Timoteo 1:1-5 RVC
1 Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad
de Dios y según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús,
2 a Timoteo, amado hijo: Que tengas gracia,
misericordia y paz, de Dios el Padre y de Jesucristo nuestro Señor.
3 Doy gracias a Dios, a quien, como mis
antepasados, sirvo con limpia conciencia, de que siempre, día y noche, me
acuerdo de ti en mis oraciones.
4 Al acordarme de tus lágrimas siento deseos
de verte, para llenarme de gozo;
5 pues me viene a la memoria la fe sincera
que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice,
y estoy seguro que habita en ti también.
Timoteo, un fiel ayudante y sucesor de Pablo,
un verdadero “hijo” espiritual, tuvo dos “madres”: su abuela y su madre
propiamente dicha, que le transmitieron la fe. No fueron solo “madres físicas”
sino espirituales.
La mujer ha recibido la naturaleza de madre,
es la que puede criar y nutrir a los hijos. El diseño biológico es así, y debo
recordar que ese diseño no es ni más ni menos que lo que Dios Creador ha puesto
en los seres vivos. Pero ese diseño biológico, material, es un reflejo del
diseño espiritual: Dios ha dado a las mujeres la capacidad, no solo biológica y
psicológica, sino espiritual, de gestar hijos, parirlos y cuidarlos.
¿Por qué terminan muriendo muchos
ministerios? Porque hay solo hombres como ministros que al final generan una
especie de “homosexualidad espiritual”. ¿Qué le ha dado al Espíritu Sodomita
tanta autoridad en este siglo? Varias cosas, pero probablemente esta sea una de
ellas. Es por demás de lógico, los hombres, al igual que las mujeres, somos
incompletos en nosotros mismos, necesitamos uno del otro, así lo diseñó Dios,
¿por qué razón ese principio básico, constitutivo, fundamental de la esencia
humana, dejaría de aplicarse en uno de los ámbitos de la actividad humana como
el ministerio?
Humanamente, en el ámbito de vida de este
mundo, la mujer “se salva” (soluciona sus problemas) teniendo hijos, algunas
no, por supuesto, pero veamos los porcentajes de cuántas pueden realmente
forjar “su propio” destino y no necesitar depender de nadie. Ahora bien, el
contexto de los capítulos 2 y 3 tiene que ver con el ministerio en la iglesia,
y podríamos interpretar, en ese sentido, a estos “hijos” también como hijos
espirituales: la mujer tiene un rol insustituible engendrando y cuidando a los
hijos espirituales, como una verdadera madre espiritual (y no como a las
esposas de los apostolobos les gusta llamarse).
Un evangelio conformado a la imagen masculina
ha implantado en la mente de los creyentes ese mismo punto de vista. En el otro
extremo, un evangelio de corte “feminista” no es muy diferente al “machismo a
la inversa”, es decir, mantiene los mismos roles pero ubicando mujeres allí. Es
necesaria una lectura desde las hijas de Dios del Evangelio, desde su punto de
vista; la misma Verdad, la misma Palabra, el mismo Dios que la escribió, pero
desde otro enfoque. De esa forma, las cristianas pueden asumir plena y
bíblicamente su rol maravilloso de madres espirituales, abriendo un nuevo campo
de funciones y actividades tanto o más valioso que el masculino.
Dios ha puesto Su sello en nuestra
naturaleza, necesitamos buscarlo, permitir que “limpie” esa naturaleza que nos
dio pero que fue corrompida, alumbrarla y encauzarla con la Verdad, y allí
estarán todos los fundamentos que necesitamos para ser verdaderos hombres y
verdaderas mujeres en nuestro rol como cristianos.
¿Desde qué posición engendra a estos hijos? “si
es que con modestia permanece en la fe, el amor y la santificación.” La mujer
necesita modestia, al igual que el hombre, sin embargo Pablo lo está diciendo
aquí de la mujer, que ha sido y es históricamente menospreciada en los roles
sociales “importantes” (porque son los más visibles) y que por lo tanto muy
fácilmente es tentada a hacer ostentación de autoridad y caer presa del orgullo
cuando recibe “autoridad” (suponiendo que la autoridad pudiera ser dada por
alguna institución humana, claro…).
La fe, el amor y la santificación puede ser
una alusión al Dios Trino: la fe en Dios Padre, el amor de Dios Hijo y la
santificación de Dios Espíritu. Está claro que permanecer en la modestia y la
manifestación del Dios Trino es tanto para mujeres como para hombres, pero aquí
se está refiriendo a las primeras.
Los hijos no se crían con orgullo porque eso
reproduce el orgullo en ellos, además de generar ira y frustración. El orgullo
necesita ser alimentado por los otros, y esos hijos terminan siendo los siervos
de ese orgullo, “comidos” para que la madre sea reafirmada en su vanidad. La
modestia permite que los hijos puedan desarrollarse en el potencial que Dios
les ha dado, no los avergüenza, no los expone innecesariamente (como los hijos
de las “famosas”).
La fe, el amor y la santificación resumen
todo el conocimiento del Dios Trino, no un conocimiento teórico, sino sumamente
práctico: las tres palabras lo son en extremo, implican toda nuestra vida,
cuerpo, alma y espíritu, experimentando, controlada y disfrutando de Dios.
¿Cuán importante es el rol de madre
espiritual?
Proverbios 22:6 RVC
6 Enseña al niño a seguir fielmente su
camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él.
He observado que esta verdad no se aplica
solamente para los niños desde el punto de vista de la edad, sino también
espiritual; los primeros tiempos después de convertido son fundamentales. Años
de seminario difícilmente van a cambiar actitudes y prácticas que se forjaron
en los primeros tiempos, generalmente las corrompen un poco.
Necesitamos desesperadamente madres
espirituales, mujeres que sean lo suficientemente valientes y lo
suficientemente seguras de sí para cumplir su rol a pesar de los hombres
inseguros que quieren sacarlas del ministerio. Necesitamos madres que se
establezcan en su rol y no pretendan cumplir una función “masculina”.
¡Señor, levanta madres espirituales!
Danilo Sorti
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