viernes, 30 de marzo de 2018

439. ¿Quién es el guardián?


Génesis 2:15 RVC
15 Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.

Génesis 3:1-5 RVC
1 La serpiente era el animal más astuto de todos los que Dios el Señor había creado. Así que le dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ha dicho a ustedes que no coman de ningún árbol del huerto?»
2 La mujer le respondió a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del huerto,
3 pero Dios nos dijo: “No coman del fruto del árbol que está en medio del huerto, ni lo toquen. De lo contrario, morirán.”»
4 Entonces la serpiente le dijo a la mujer: «No morirán.
5 Dios bien sabe que el día que ustedes coman de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del mal.»

Al momento de escribir este artículo hace más de un año que escribía otro con este mismo pasaje. Allí analizaba los roles dados al hombre y a la mujer, y la dinámica de la tentación.

Dios puso al hombre para cuidar el huerto, esa es la “naturaleza” masculina: es mucho más fácil para el hombre ser guardián, proteger, porque para eso fue primariamente diseñado, por eso tiene más fuerza física y su cerebro es más capaz de enfocarse en un solo objetivo sin perderse en detalles. No quiero ser exclusivista en esto ni menospreciar la fiereza de las mujeres al defender la prole, pero hay un rol protector que es mucho más natural en el hombre.

Pero “proteger” implica “estar ahí” cuando hace falta, estar atento y no distraído, y, por supuesto, enfrentar al enemigo cuando aparece. No conocemos todos los detalles, pero me parece que Adán no cumplió con su deber: el Adversario estaba dentro del huerto, ¿por qué no lo vio, por qué no lo echó de allí, por qué no estuvo vigilante?; luego tuvo un tiempo para hablar con Eva, ¿por qué no estaba allí Adán? Y si estaba, ¿por qué no intervino? Finalmente, accedió al error y no pudo enfrentar a su mujer para corregirla.

Ahora bien, ¿por qué Eva pensó que podía hablar sola con la serpiente? ¿Por qué no buscó enseguida a su esposo, quien debía protegerla? ¿Por qué tomó autoridad sobre él al decirle lo que debía hacer, si no había sido puesta como líder?

La mujer cumple un rol que el hombre difícilmente puede, y cualquiera que haya leído mis artículos sabe que defiendo ardientemente el ministerio de las mujeres en la Iglesia, sencillamente, hemos tenido muchos “padres” (bueno, supongamos que hayan sido de verdad “padres”…) y muy pocas madres, ¡pero los hijos necesitan ambos para gestarse y criarse! Simplemente, necesitamos ambos para tener un ministerio completo.

Por supuesto, también creo que la mujer puede ocupar cargos de autoridad, sin embargo hay roles que son más difíciles para ella, y no se trata de “meter” en moldes masculinos a las mujeres sino de liberarlas para que realicen los ministerios que Dios les ha dado.

Ahora bien, volviendo al huerto, Eva necesitaba de su esposo, no podía independizarse de él, pero lo hizo y en esa posición de debilidad fue que el Adversario la atacó, es decir, atacó el flanco más débil: la mujer desprotegida.

Luego de casi 6.000 años su estrategia no ha cambiado, es a través de la mujer que Satanás sigue introduciendo sus filosofías perversas y diabólicas, prometiéndole más libertad al tiempo que las esclaviza cada vez más. Y los hombres están temerosos de que les digan “machistas retrógrados”. Es decir, no estamos cumpliendo nuestro rol de protección.

Hermanos varones, proteger significa muchas veces confrontar, ¡y no hay nada más desagradable que confrontar a una mujer! Pensemos en la experiencia de Sansón con Dalila… No cometo ninguna exageración si digo que es más fácil para un hombre trabarse en combate aún a riesgo de muerte que mantener una confrontación de palabras con su esposa.

Pero lo cierto es que debemos confrontar en amor pero con firmeza, también a las mujeres. Debemos entender cuál es la diferencia entre ser violento y machista y ser verdaderamente protector. No se supone que eso sea agradable, pero en la medida que actuemos correctamente tendremos la bendición de Dios. Bueno, no siempre es necesario confrontar, la oración del hombre también tiene poder y, dado que la batalla que libramos es espiritual, nuestras armas son espirituales, no físicas.

Y la mujer debe aceptar a aquel que Dios ha puesto para protegerla, no aceptar el abuso como hacen tantas, sino aceptar la verdadera protección, aún cuando sea desagradable.

Es cierto, vivimos en un mundo en donde los roles están patas para arriba, y no podemos esperar que eso cambie en este tiempo; vendrá el tiempo en el que todo será restaurado como debió ser. Pero sí podemos esperar que dentro del Cuerpo de Cristo, que ha sido durante estos siglos la “semilla” del Reino Venidero, las cosas funcionen como deben funcionar: cada uno en su ámbito de autoridad, la mujer no puede “dominar” al hombre porque no está prepara para eso, pero el hombre no es un “pequeño emperador”, sino el protector y el servidor, porque para eso fue diseñado, y todos sujetos en amor al verdadero Jefe, que es Cristo.

La verdadera libertad está en el modelo que Dios nos ha dejado. Lamento la situación de muchas mujeres en este tiempo, que siguiendo promesas de libertad se esclavizan cada vez más en el pecado y el sufrimiento; pero Dios ha dispuesto hombres como protectores, ¿podremos asumir nuestro rol?


Danilo Sorti





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