Génesis 2:15 RVC
15 Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en
el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.
Génesis 3:1-5 RVC
1 La serpiente era el animal más astuto de todos los que
Dios el Señor había creado. Así que le dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ha
dicho a ustedes que no coman de ningún árbol del huerto?»
2 La mujer le respondió a la serpiente: «Podemos comer del
fruto de los árboles del huerto,
3 pero Dios nos dijo: “No coman del fruto del árbol que está
en medio del huerto, ni lo toquen. De lo contrario, morirán.”»
4 Entonces la serpiente le dijo a la mujer: «No morirán.
5 Dios bien sabe que el día que ustedes coman de él, se les
abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del mal.»
Al momento de escribir este artículo hace más
de un año que escribía otro con este mismo pasaje. Allí analizaba los roles
dados al hombre y a la mujer, y la dinámica de la tentación.
Dios puso al hombre para cuidar el huerto,
esa es la “naturaleza” masculina: es mucho más fácil para el hombre ser
guardián, proteger, porque para eso fue primariamente diseñado, por eso tiene
más fuerza física y su cerebro es más capaz de enfocarse en un solo objetivo
sin perderse en detalles. No quiero ser exclusivista en esto ni menospreciar la
fiereza de las mujeres al defender la prole, pero hay un rol protector que es
mucho más natural en el hombre.
Pero “proteger” implica “estar ahí” cuando
hace falta, estar atento y no distraído, y, por supuesto, enfrentar al enemigo
cuando aparece. No conocemos todos los detalles, pero me parece que Adán no
cumplió con su deber: el Adversario estaba dentro del huerto, ¿por qué no lo
vio, por qué no lo echó de allí, por qué no estuvo vigilante?; luego tuvo un
tiempo para hablar con Eva, ¿por qué no estaba allí Adán? Y si estaba, ¿por qué
no intervino? Finalmente, accedió al error y no pudo enfrentar a su mujer para corregirla.
Ahora bien, ¿por qué Eva pensó que podía
hablar sola con la serpiente? ¿Por qué no buscó enseguida a su esposo, quien
debía protegerla? ¿Por qué tomó autoridad sobre él al decirle lo que debía
hacer, si no había sido puesta como líder?
La mujer cumple un rol que el hombre
difícilmente puede, y cualquiera que haya leído mis artículos sabe que defiendo
ardientemente el ministerio de las mujeres en la Iglesia, sencillamente, hemos
tenido muchos “padres” (bueno, supongamos que hayan sido de verdad “padres”…) y
muy pocas madres, ¡pero los hijos necesitan ambos para gestarse y criarse!
Simplemente, necesitamos ambos para tener un ministerio completo.
Por supuesto, también creo que la mujer puede
ocupar cargos de autoridad, sin embargo hay roles que son más difíciles para
ella, y no se trata de “meter” en moldes masculinos a las mujeres sino de
liberarlas para que realicen los ministerios que Dios les ha dado.
Ahora bien, volviendo al huerto, Eva necesitaba
de su esposo, no podía independizarse de él, pero lo hizo y en esa posición de
debilidad fue que el Adversario la atacó, es decir, atacó el flanco más débil:
la mujer desprotegida.
Luego de casi 6.000 años su estrategia no ha
cambiado, es a través de la mujer que Satanás sigue introduciendo sus filosofías
perversas y diabólicas, prometiéndole más libertad al tiempo que las esclaviza
cada vez más. Y los hombres están temerosos de que les digan “machistas
retrógrados”. Es decir, no estamos cumpliendo nuestro rol de protección.
Hermanos varones, proteger significa muchas
veces confrontar, ¡y no hay nada más desagradable que confrontar a una mujer!
Pensemos en la experiencia de Sansón con Dalila… No cometo ninguna exageración
si digo que es más fácil para un hombre trabarse en combate aún a riesgo de muerte
que mantener una confrontación de palabras con su esposa.
Pero lo cierto es que debemos confrontar en
amor pero con firmeza, también a las mujeres. Debemos entender cuál es la
diferencia entre ser violento y machista y ser verdaderamente protector. No se
supone que eso sea agradable, pero en la medida que actuemos correctamente
tendremos la bendición de Dios. Bueno, no siempre es necesario confrontar, la
oración del hombre también tiene poder y, dado que la batalla que libramos es
espiritual, nuestras armas son espirituales, no físicas.
Y la mujer debe aceptar a aquel que Dios ha
puesto para protegerla, no aceptar el abuso como hacen tantas, sino aceptar la
verdadera protección, aún cuando sea desagradable.
Es cierto, vivimos en un mundo en donde los
roles están patas para arriba, y no podemos esperar que eso cambie en este
tiempo; vendrá el tiempo en el que todo será restaurado como debió ser. Pero sí
podemos esperar que dentro del Cuerpo de Cristo, que ha sido durante estos
siglos la “semilla” del Reino Venidero, las cosas funcionen como deben
funcionar: cada uno en su ámbito de autoridad, la mujer no puede “dominar” al
hombre porque no está prepara para eso, pero el hombre no es un “pequeño
emperador”, sino el protector y el servidor, porque para eso fue diseñado, y
todos sujetos en amor al verdadero Jefe, que es Cristo.
La verdadera libertad está en el modelo que
Dios nos ha dejado. Lamento la situación de muchas mujeres en este tiempo, que
siguiendo promesas de libertad se esclavizan cada vez más en el pecado y el
sufrimiento; pero Dios ha dispuesto hombres como protectores, ¿podremos asumir
nuestro rol?
Danilo Sorti
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