viernes, 30 de marzo de 2018

431. “Bendiciendo” al Imperio: estamos pero no somos “conformados”


Jeremías 24:1-10 RVC
1 Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llevó cautivo a su país a Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, junto con los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, el Señor me mostró dos cestas de higos, las cuales estaban puestas delante del templo del Señor.
2 En una de las cestas había uno higos tan buenos que parecían brevas; en la otra cesta había unos higos tan malos que no se podían comer.
3 El Señor me dijo: «¿Qué es lo que ves, Jeremías?» Yo le contesté: «Veo unos higos muy buenos, y otros muy malos, tan malos que no se pueden comer.»
4 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
5 «Yo, el Señor y Dios de Israel, declaro que los habitantes de Judá que eché de este lugar son para mí como estos higos buenos. Para su bien los llevé a la tierra de los caldeos.
6 Para su bien he puesto mis ojos en ellos, y los haré volver a esta tierra. Los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré.
7 Pondré en ellos el deseo de conocerme, y de reconocer que yo soy el Señor. Y si en verdad se vuelven a mí de todo corazón, entonces ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
8 »Con Sedequías, rey de Judá, haré lo que se hace con los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. Y lo mismo haré con sus príncipes y con los que se quedaron en Jerusalén y en esta tierra, y con los que ahora viven en Egipto. Yo, el Señor, lo he dicho.
9 Para su mal, los expondré al escarnio de todos los reinos de la tierra. Por todos los lugares adonde yo los arroje, serán motivo proverbial de burlas; la gente usará su nombre como maldición.
10 Haré venir contra ellos guerras, hambre y peste, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres.»

Jeremías nos muestra cuán difícil fue para Judá entender que Dios podía hacer cosas buenas con el Imperio. No hace falta que digamos aquí que Babilonia ya tenía su sentencia y finalmente fue destruida hace muchos siglos ya, mientras Israel continúa siendo una nación, y que el resto de los imperios correrán la misma suerte. Ocupémonos del “interregno”, este período de tiempo en el que el Reino de los Cielos ya llegó pero aún permanece como “escondido”, el tiempo cuando el Espíritu del Imperio tiene un rol dentro de los propósitos divinos.

“Pondré en ellos el deseo de conocerme, y de reconocer que yo soy el Señor. Y si en verdad se vuelven a mí de todo corazón, entonces ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.” Este proceso no pudo pasar en la tierra de Judá, se trataba de un cambio radical, enorme; el pueblo que encontramos en Esdras y Nehemías es completamente diferente al que dejamos en las últimas páginas de Jeremías o Crónicas. La opresión, la conquista y la vida como “ciudadanos de segunda” en Babilonia (o de tercera) fueron cosas que valieron la pena para Dios si con eso lograba que un remanente se volviera de todo corazón, como efectivamente pasó. Había un cambio profundo que ya no se podía lograr en la propia tierra, siendo dueños de sus propios recursos y libres.

Deuteronomio 4:25-31 RVC
25 »Si después de haber engendrado hijos y nietos, y de haber pasado su vida en la tierra, llegan ustedes a corromperse y hacerse esculturas o imágenes de alguna cosa, y hacen enojar al Señor su Dios por hacer lo malo delante de sus ojos,
26 pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra de que muy pronto ustedes serán totalmente borrados de la tierra por la cual cruzan el Jordán para tomar posesión de ella. No estarán en ella mucho tiempo sin que sean destruidos.
27 El Señor los esparcirá entre los pueblos, y un reducido número de ustedes quedará entre las naciones a las cuales el Señor los lleva.
28 Allí ustedes servirán a dioses de madera y piedra, hechos por manos humanas, incapaces de ver, oír, comer ni oler.
29 »Pero si estando allí buscas al Señor tu Dios, lo hallarás, siempre y cuando lo busques con todo tu corazón y con toda tu alma.
30 En los últimos días, si te encuentras angustiado y afectado por todas estas cosas, si te vuelves al Señor tu Dios, y oyes su voz,
31 él no te abandonará ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que hizo con tus padres, porque el Señor tu Dios es un Dios misericordioso.

La advertencia había sido formulada siglos atrás, vivir en el ambiente del Imperio lograría que Su pueblo se diera cuenta de la diferencia, de lo que hay al final del camino que ellos se empeñaban en recorrer, en realidad, de la vida de “fantasía”: “incapaces de ver, oír, comer ni oler.” El Imperio está construido sobre la base de mentiras, ¡chocolate por la noticia!, todas las estructuras humanas lo están, pero los hijos de Dios son engañados cuando se dejan seducir por ellas, porque Dios permite que existan y prosperen durante un tiempo.

Sabemos que el cambio de territorio, además de lograr que Israel vuelva a los caminos del Señor, extendió la Palabra por todo el territorio del imperio, aún un monarca despótico y bestial como Nabucodonosor llegó a ser transformado por el poder de Dios:

Daniel 7:4 RVC
4 La primera parecía un león, pero tenía alas de águila. Yo la estuve mirando hasta que le arrancaron las alas, la levantaron del suelo y la hicieron pararse sobre sus patas, como los seres humanos. Entonces se le dio un corazón humano.

Los israelitas pudieron comprobar que su Dios era mucho más que un dios local, ¡realmente era el Dios de toda la tierra! Esa verdad resulta tan obvia para nosotros que aún los que no creen saben que “si existe un Dios” debe ser el Dios de toda la Tierra y el Universo. Pero no lo era para Israel, Jehová era el Dios de su tierra, pero no del resto, por lo tanto a través del exilio, de los nuevos territorios en donde tuvieron que vivir y los nuevos y más grandes desafíos que les tocó enfrentar, tuvieron un conocimiento experiencial mayor del Creador. ¿No lo hubieran podido lograr en su propia tierra? Sí, por supuesto que sí, pero no había pasado y dada la realidad social que vivían, ya no podía pasar.

Lo que “trajeron” del imperio, cuando volvieron, fue fundamental para conformar el nuevo pueblo de Dios, mucho más cerca ya de recibir al Mesías.

No todos volvieron, muchos se quedaron y prosperaron en los territorios imperiales. Lo mismo pasaría durante los siglos siguientes, y estas comunidades fueron el puente para que el Evangelio llegara a todo el mundo. ¡Dios NECESITABA dispersar a Su pueblo! En la Biblia y en la historia, cuando el pueblo de Dios y más recientemente la Iglesia, se “acomodaron” en su territorio, algo permitió el Señor para que se dispersaran, hasta llenar todo el mundo.

Con todo lo opresivo que resulte la estructura del imperio, es mucho peor para Dios que Sus hijos no extiendan el Evangelio, que no hagan misiones.

Y de los antiguos territorio imperiales vinieron los sabios conocedores de las estrellas, trayendo oro, incienso y mirra, mientras que los sabios de Israel estaban absolutamente distraídos. Al final, el “imperio” termina siendo más receptivo a la Palabra de Dios. Mientras Israel como nación rechazaba al cristianismo, el Imperio Romano lo abrazaba, con sus errores por cierto, pero reconociendo que allí había algo muy superior a lo que habían creído hasta entonces.

El regalo que trajeron estos sabios, muy valioso, sirvió seguramente para que José pudiera mantener a su familia, exiliados en Egipto (otro “imperio”). Sin las condiciones que generó el Imperio Romano el cristianismo no hubiera podido extenderse, y es muy dudoso que si los diversos imperios “cristianos” de la historia no hubieran abierto camino hacia tierras lejanas los misioneros se hubieran aventurado tanto.

Yo soy muy crítico del evangelio de la prosperidad y de las mega iglesias estilo corporaciones. Pero para muchos han servido como un faro que está señalando “algo”, ¿y quién sabe si una vez adentro no podrán recibir más revelación de la verdad y moverse luego hacia otra iglesia más sana? Por supuesto que ese formato no es el propósito del Señor para su Iglesia, pero muchos de Su pueblo están todavía allí.

Debemos reconocer que sin el “Imperio” no tendríamos el cristianismo, o éste hubiera quedado muy reducido territorialmente.

Jeremías 29:4-7 RVC
4 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, a todos los cautivos que permití que fueran llevados de Jerusalén a Babilonia:
5 “Construyan casas, y habítenlas; planten huertos y coman de sus frutos.
6 Cásense, y tengan hijos e hijas; den mujeres a sus hijos, y maridos a sus hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplíquense allá. ¡No se reduzcan en número!
7 Procuren la paz de la ciudad a la que permití que fueran llevados. Rueguen al Señor por ella, porque si ella tiene paz, también tendrán paz ustedes.”

Incluso el imperio debía ser bendecido por los hijos de Dios.

Obviamente hay una diferencia fundamental entre el Espíritu del Imperio, que anima a todos los imperios a lo largo de la historia, pero que en el fondo también a todas las estructuras de opresión, por más que sean pequeñas, y el “imperio” mismo, la nación, la gente. Hemos visto que ese espíritu y la estructura que engendra será finalmente condenado, pero mientras tanto cumple funciones. Hace falta el discernimiento espiritual para saber cuándo “luchar” y cuando “callar”, no sea que nos pase como a esos falsos profetas:

Jeremías 29:8-9 RVC
8 »Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Que no los engañen los profetas que se encuentran entre ustedes, ni sus adivinos. No hagan caso de los sueños que tengan.
9 Porque ellos falsamente profetizan en mi nombre. Yo no los he enviado.” —Palabra del Señor.

El mensaje popular de la época era decir que el destierro duraría poco tiempo, y hablar en contra de Babilonia, algo que podía parecer realmente espiritual tal como muchos discursos “antiimperialistas” cristianos, sin embargo:

Jeremías 29:21-22 DHH
21 “El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice acerca de Ahab, hijo de Colaías, y acerca de Sedequías, hijo de Maaseías, quienes dicen a ustedes cosas falsas en el nombre del Señor: a hacer que caigan en poder del rey Nabucodonosor de Babilonia, y él los matará delante de ustedes.
22 Así, cuando los desterrados de Judá que están en Babilonia quieran maldecir a alguno, dirán: Que el Señor haga contigo como hizo con Sedequías y Ahab, a quienes el rey de Babilonia asó al fuego.

En realidad, aquí se aplica el mismo principio que leemos en Judas:

Judas 1:9 RVC
9 Pero ni siquiera el arcángel Miguel, cuando luchaba con el diablo y le disputaba el cuerpo de Moisés, se atrevió a proferir contra él juicio de maldición, sino que le dijo: «Que el Señor te reprenda.»

Dios ha determinado tiempos y rangos de autoridad, aún a los agentes demoníacos, y debemos respetarlos. Pero eso no significa conformarnos a ellos.

¡El Imperio! Recorre toda la Biblia y sigue siendo un tema tan problemático para los cristianos. A veces somos llamados a confiar en el Señor y resistir contra toda lógica, y otras a bendecirlo y tolerarlo. Detrás de ello hay propósitos de Dios. Simplemente, nos guste o no, debemos ajustar la sintonía con los propósitos divinos en cada circunstancia y actuar en consecuencia. ¡Pero no nos olvidemos que el Imperio tiene un fin, que está muy próximo!


Danilo Sorti




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